29/2/24

Poema de Gerardo Lewin

 


Último invierno en Polonia 

 

Eran seis o siete cadáveres balanceándose,

colgando silenciosos de un largo travesaño.

 

En la foto los mece un viento helado.

 

Al pie, en idish, una leyenda que olvidé

y que ahora traduzco:

 

Estos son los nombres

de los muertos sin patria,

de los muertos sin rostro,

de los muertos sin madre,

de los muertos que no fueron sumados

a la cuenta final

en el último invierno de Polonia.

 

© Gerardo Lewin

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Poema de Luisa Futoransky

  


LIBERTAD, LIBERTAD 

 

es bueno que existan palabras feudo de una lengua

palabras que nadie puede llevarse a otro lugar,

barnizarlas, cambiarlas de finalidad y uso

ricochet              

                   saudade

                                         dépaysement

son un ejemplo

 

querida libertad, libertad,

en cambio, va de mano en mano

atraviesa fronteras

y rejas de prisiones

pasa por cernidores en ríos de lava y oro;

después de tanto enjugarse con ella la boca

de siglo en siglo

los oradores y falsarios

mucha arenilla, mucho himno y sangre

se pierde en el lavado.

sin embargo

alguna pepita

queda

vale la pena por cierto

solo por ella

 

haber vivido el viaje!

 

Nota: Por esas paradojas del idioma, el penal de máxima seguridad de Uruguay, y de triste memoria por haber retenido en su seno a presos políticos durante la dictadura, se llamaba Penal de Libertad. Hoy es un shopping center.

 

© Luisa Futoransky

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Poema de Gabriel Chávez Casazola

 


Punto

 

Es maravilloso haber llegado al punto

en que ya no es preciso buscar la razón de tu vida

el amor de tu vida

el norte (y sur) de tu vida

porque ya has encontrado todas esas cosas

o ellas te han encontrado

y ahora puedes llamarlas, casi familiarmente,

con un sustantivo,

sea éste el nombre de alguien

—aquí puedes poner el que desees—

o de algo misterioso, como la poesía.

 

Y sin embargo, lo más maravilloso de todo esto

es que debes seguir buscando,

buscando

porque todas las cosas y los seres

que se encuentran

así como llegan se alejan.

 

Incluso la poesía, a momentos.

Esa desconocida.

 

© Gabriel Chávez Casazola

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Poema de Valeria Verona

 


 enardecidas las palabras

en los destellos del agua

mi voz, a la deriva

 

© Valeria Verona

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Poema de Lydia Helander

 


RIEGO                                                                

 

Es la hora del riego,

Claudio abre la canilla

que da al jardín

donde previamente colocó la manguera.

Cualquier similitud con una culebra

consideresé puro vicio poético,

ni hablar de las connotaciones sexuales

que implica regar las plantas,

comenzando por el roble

de hojas amarillas

erguido y rígido como un pene de oro

o las anchas caderas

del jazmín paraguayo

embriagando con aroma

de odalisca

mientras la copa del fresno

 besada por los pájaros

invita a adorarlo.

No existe jardín de las delicias

más dulce que éste,

el de la calle Bon,

ahora al atardecer

cuando vos y yo

regamos.

 

© Lydia Helander

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Poema de Gabriel Francini

 


Las sombras aureoladas se incineran

en la calle donde un paso se perdió

y una flor me dice que todavía

las ruinas construirán constelaciones.

 

Paso como volviendo a donde nunca fui.

Rozo un instante el remanente

de belleza que quedó del paraíso

enterrado en nuestros corazones.

 

Qué soledad en tan profuso mundo…

Me toca el llamado que viene del fondo

y por caminos de piedra y disonancia

me voy desanestesiando la realidad.

 

© Gabriel Francini

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Poema de Ernesto Rojas

 

 

MAREAS FINALES

 

En mis venas hay voces

la más profunda tierra me envuelve

desde sus escondrijos

llueven silencios

me conmueve esa hojarasca

como redes nocturnas.

Busco la raíz como esos pájaros

que de viaje en viaje nombran lugares

y bajan sólo cuando la sed

carga la sequedad del tiempo

-un tiempo que no existe-.

Así transcurre este albergue sin auroras

una marea de cofres

golpea la ventana.

El viento pronuncia esas voces

y en la sangre de mis venas

anochecen mandalas

de dioses famélicos

que desnudan la tierra

envuelta en tu ceniza.

 

© Ernesto Rojas

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Poema de Andrea Farchetto

 

Ciclos:


Asistí a setenta y dos

actos de inicio de clases

setenta y dos veces

soltando

manos

hoy

 no llevé

a nadie

a la escuela

es la primera vez

 

© Andrea Farchetto

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Poema de Álvaro Mata Guillé

  


desdibujo un rostro que no existe

baúl gigantesco

ser que no es

            que al salir de sus marañas

se estremece

al evadirse

            se evapora

cuanto más aclara

           más anubla

más pregunta

más opaca

se asoma

debajo del viento

 

© Álvaro Mata Guillé

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Poema de Bárbara Alí

 


Ya es diciembre

pienso en los jazmines

y en el verano

en el aroma que largan

con el calor

en que tal vez

yo también

debería quedarme

un rato

en remojo y quieta

para que el aire

me descomponga

lentamente

hasta que un perfume

al fin

se desprenda

de mí.

 

© Bárbara Alí

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28/2/24

Poema de Gito Minore

 


TODOS BAILAN

 

Formó parte de la cotidianidad,

del todo del que muchas veces

renegamos ser parte.

Ser sirvientes en esta fiesta

continua

en la que todos bailan,

incluso nosotros.

 

© Gito Minore

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Poema de Sonia Rabinovich

 



En el valle del pacífico 

 

Desde Monterrey curva por curva se abisma sobre el mar

una neblina que lo cubre todo.

Cada tanto volteando hacia lo que creemos

la cara oscura en la montaña

algún rayo furtivo de sol

nos muestra la esperanza azul turquesa

de las aguas cercanas a la playa,

y uno que se descubre gritando

para que no vayan a pensar que ese paisaje del que tanto hablamos

era tan gris todo

tan gris y blanco y niebla a los costados.

 

Soy como este camino, te dije,

de pronto y sin saber toda la niebla

cuando mejor y más profundo era el paisaje,

pero el abismo, claro.

Y tanta  y tan tupida era la niebla

que ya no se sabía lo que había debajo,

y tanta y tan irrespirable

que ni siquiera podría adivinarse

un borde de montaña.

 

© Sonia Rabinovich

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Poema de María Cristina Santiago

 


LA BRÚJULA DEL TIEMPO

 

Pasear por las habitaciones merodeando.

Hemos perdido la escuadra del tiempo –reconozco-

y una se mueve con el cuerpo a cuestas,

la gamuza en la mano.

Anda por rincones de la casa

observando con rictus en los ojos

los retratos en sepia

como si solamente sacudiera

el polvo de los muebles.

En realidad busca entre las fotos

la marca, huella de su nombre.

El único, olvidado. Y han transcurrido muchas

Vidas tratando de orientar la brújula.

Hay cambio de piel y son apenas

leves los recuerdos por la mañana.

Algún instante de intuición

nos revela la magia y allí

mientras se corre el velo

de pronto atrapamos la vida.

Comprendo: la gracia nos fue dada.

Es un murmullo.

Frente al retrato de papá

Reconocer que los gladiolos marchitaron

Deshojarlos uno por uno, total ¿quién necesita

ya su nombre?

Entre los infinitos puntos

de luz que filtra la persiana

se recuperó el tiempo en un instante

El misterio era ése.

Después doméstica, volver con el plumero

en mano a recorrer los cuartos

como si nada. En realidad la gracia

nos encontró in fraganti, era casi la hora

del almuerzo y ya no la esperábamos.

 

© María Cristina Santiago

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Poema de María Belén Corso

 


Lucero, corazón de infanta

Me he vuelto fúnebre,

sé que lo sentís por ambas.

Calcifiqué los miedos todos,

las tonterías de la mujer callada.

Sin titubeos busqué el martillo

y con histeria en la sangre,

astillé un mundo.

 

© María Belén Corso

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Poema de Ignacio Villanueva

 


agotado

me acuesto no duermo

no siento el silencio de la muerte

como noche detenida en luna

las cuatro estrellas que observo

no duermo

miro el techo

clavan los ojos una sirena que parte el asfalto

giro

bostezo largo

almohada ladrillo

grita una mosca el abrazo telaraña en la mesita de noche

otra vez al centro

lágrima camina mi nuca y bendice la funda con olor a silencio

no duermo

miro el techo se abre desnuda y abraza

la angustia

amanece en gallos que sacuden desde los alambres sus hormonas en garras

otra vez la luz

la ventana

otra vez todo hasta la noche

que confirme tu ausencia.

 

© Ignacio Villanueva

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Poema de Fabio Cardarelli

 

 

Tuve un amor breve:

                                ocho minutos.

No conocí su cuerpo.

Vino como reclamando alivio.

Presagió mi espasmo.

Que soy de piscis.

Qué animal me cautiva.

Qué dios tengo en mi cuerpo.

Cómo me defiendo en la guerra.

Qué diablo desato

cuando muerdo el fuego.

 

Ocho minutos y supo

 día y  hora de mi muerte.

 

De un amor así prefiero errar.

Preservar mis enigmas.

Respetar mis incertidumbres.

Proteger mi tímida esperanza.

 

© Fabio Cardarelli

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Poema de Celina Feuerstein

  


Un golpe en el avión todo se mueve

volamos sobre el mar azul y veo islas

muchas islas. Esta parece una manta raya

aquella un lobo marino desperezándose

 

en el agua. Sigo con la mirada este zoológico insular

le doy forma al abismo ¡ay! tan bello

me llama y me lleva. Voy. No vayas quedate

tus hijos seguro esperan. ¿Qué es ese ruido?

 

turbulencias turbinas turbulencias

el viento balancea el avión

en un turquesa brillante quizás

morir sea así de colorido. Ahora

 

me oigo respirar tan vivo el aire

se cuela y acaricia inhalo exhalo. Y la música ahh

un cuarteto de cuerdas de Schubert, lo toca

el violinista en Alma partida. No se parta

 

mi alma no se rompa el avión

cierro los ojos y dale aterricemos

dale que es sabia esa alegría de dos chicos

festejando las piruetas en el aire.

 

© Celina Feuerstein

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Poema de Silvia Susana Durruty

  


Desencanto


Ella va y vuelve

de sus espejismos rotos

no comprende, no sabe

si hay guarida que la refugie

de tanto miedo.

Es irreal la casa, el fuego

es irreal el pasado

sus huellas, ella misma.

Está enjaulada y no logra

ver los barrotes.

Desea esconder las heridas

bajo la alfombra

y no hay alfombra.

El desencanto

derribó su mundo,

ahora, eterno retorno

al vacìo,

desconexión sideral.

 

© Silvia Susana Durruty

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Poema de Daniel Casas Salicone

 

 

Párvulamente pensé que esta fiesta

Inesperada fiesta de la naturaleza

podría suspender las ejecuciones

Ya habías madurado

Recordado los combates

Pensé que podrías haberte mimetizado con el enemigo

Intercambiar pequeños trozos de alma

Reconocer o reconocerte

Dar al otro a cambio de algo que suspenda el desenlace

Erradicar los enclaves que te habían conquistado

Pensé párvulamente

Pero giré hacia la preparación del alma

como quien se prepara para un ritual

Si debía suceder

ahora que te habían quitado los grilletes

entonces que la cicuta

te encuentre leve suave volátil dócil

Habías visto en Atenas los azules del mar

y los blancos puros

Habías inventado el ingente y desesperado conjunto de Dioses

Tu sororidad de mastodonte

hermana corpulenta

aura de la rimbombancia

¿Qué poder el de la infesta que pudo?

¿Le diste paso?

¿Qué secreto indevelado?

Le diste paso.

 

© Daniel Casas Salicone

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Poema de Cecilia Glanzmann

 


MANZANAS 

 

El día crece en aluviones de manzanas.

Son tantas manzanas

                 manzanas rojas y brillantes

manzanas jugosas de dulces corrientes subterráneas

para saciar una sed inagotable.

                     - ¿ La sed ?

               -  Sí, la sed.

 

Los días crecen con millares de manzanas

que son mordidas una y otra y otra vez,

y la respuesta cruje

y nos riegan sus jugos afrodisíacos

y cruje más.

 

Así me gustan las manzanas,

pero me saben

a un oficio de Penélope.

                     

© Cecilia Glanzmann

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26/2/24

Poema de Devenori Ronda

 


 

Corríamos al río durante la medianoche

como pequeña manada de lobos.

La doncella trazando el sendero

en las raíces salientes de los sauces.

Nuestras palabras elevadas en el aire &

dirigidas a la señal que nos marcaba.

 

La calle nos pertenecía,

la naturaleza manifestaba sus secretos &

apaciguaba nuestros miedos.

Corríamos al río durante  la medianoche

Entre risas & disfraces

a realizar nuestro simposio.

 

© Devenori Ronda

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Poema de Eugenia Cabral

  


TU RETRATO me observa desde la posición

que ya había descripto en el poema.

 

Hace un año que me escruta desde ahí

(donde yo misma lo he colgado)

y no me atrevo a quitarlo por temor a olvidarte,

a que nuestra unilateral relación de amor concluya

si dejo de contemplar tu imagen.

A la vez, temo que al envejecer allí, colgada en la pared,

el paso del tiempo sobre la fotografía

sea quien determine el final con más fuerza de decisión

de la que yo podría reunir jamás... aunque,

si volviera a ser misteriosa, sería feliz.

 

© Eugenia Cabral

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Poema de Silvia Rodríguez Ares

 


Dos arañas

                      a Sylvia Plath

 

Retrocede la luz

y el frío avanza

nuevamente.

A cada paso

una hiena me muestra los dientes.

Pruebo

el licor de la derrota

y no me gusta.

Lo escupo y un tábano

pica mi espalda.

Me impulsa el veneno en la sangre

igual que un pensamiento.

Mis ojos escriben grafitis

y rompen las rejas

del Parque Rivadavia.

Lo negro es carencia del sol

que otra vez

faltó a la cita.

Dos arañas

se trepan por mis piernas

y me consuelan.

 

© Silvia Rodríguez Ares

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Poema de Aníbal Costilla

 


AL BORDE DEL VASO

 

En la ronda, una guitarra abre

un templo de la memoria,

presencias que renacen de las palabras.

 

Es indudable,

no sólo es un círculo lo que acerca hacia adentro,

lo que une desde los costados en un abrazo repartido,

es la razón que ofrece el vino para mascar la tristeza,

cambiarle el lado de la cara

como a un acullico roto.

 

Nadie se entristece en el vértigo de la tarde.

Cuenta las pérdidas,

el canto mueve un cielo inmóvil,

y si la mano se aferra al borde del vaso,

a la hipnosis de un aroma suplicante

hay motivos gozosos de ventura.

 

Alguien se cree inmerso en los otros,

se prosterna ante maravillas instantáneas,

ingresa a un jardín para compartir la misma sed,

unión que quema hasta los confines del cuerpo.

 

Las gargantas cierran con la noche,

permanece aún en el temblor de la carne

el bullicio, el ritmo intenso del alma.

El llanto rompe lo inútil del dolor,

los ojos abiertos, las lágrimas

y sus sombras ocultas

se destruyen en un espejo eléctrico.

 

Se oyen leves oraciones

deslizándose en las sombras, flores desmoronadas.

 

© Aníbal Costilla

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