LA BRÚJULA DEL TIEMPO
Pasear por las habitaciones merodeando.
Hemos perdido la escuadra del tiempo
–reconozco-
y una se mueve con el cuerpo a cuestas,
la gamuza en la mano.
Anda por rincones de la casa
observando con rictus en los ojos
los retratos en sepia
como si solamente sacudiera
el polvo de los muebles.
En realidad busca entre las fotos
la marca, huella de su nombre.
El único, olvidado. Y han transcurrido
muchas
Vidas tratando de orientar la brújula.
Hay cambio de piel y son apenas
leves los recuerdos por la mañana.
Algún instante de intuición
nos revela la magia y allí
mientras se corre el velo
de pronto atrapamos la vida.
Comprendo: la gracia nos fue dada.
Es un murmullo.
Frente al retrato de papá
Reconocer que los gladiolos marchitaron
Deshojarlos uno por uno, total ¿quién
necesita
ya su nombre?
Entre los infinitos puntos
de luz que filtra la persiana
se recuperó el tiempo en un instante
El misterio era ése.
Después doméstica, volver con el plumero
en mano a recorrer los cuartos
como si nada. En realidad la gracia
nos encontró in fraganti, era casi la hora
del almuerzo y ya no la esperábamos.
© María Cristina
Santiago
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