Poema de Eduardo Mileo
Caos en la
siesta.
Sordos
ruidos que
se dejan oír
y no de
acero.
Cuesta
entrar en el sueño.
Los recuerdos imponen
su música de espanto.
© Eduardo Mileo
Etiquetas: Eduardo Mileo
Los invito a leer en este sitio a aquellos poetas contemporáneos que por una u otra razón son admirados por mí... Todos los poemas aquí publicados tienen registro de autor y no pueden ser usados sin el consentimiento de los respectivos autores. LAS FOTOS USADAS SON EXTRAÍDAS EN SU MAYORÍA DE INTERNET, SI ALGUNA PERSONA PIENSA SE USO SU OBRA SIN AUTORIZACÍON ME AVISA Y RETIRO LA IMAGEN DE INMEDIATO. Un abrazo Gustavo Tisocco Instagram @gustavotisocco69
Caos en la
siesta.
Sordos
ruidos que
se dejan oír
y no de
acero.
Cuesta
entrar en el sueño.
Los recuerdos imponen
su música de espanto.
© Eduardo Mileo
Etiquetas: Eduardo Mileo
Entremiradas
El cuerpo
vertical
sufre un
declive.
¿Vinieran
otros a decir
revoluciones
en mi boca
para que
olvidara
la fiesta
del invierno?
Si nadie
estuviese ahí
al mirar
o delante
del espejo.
Caen como
ojos
los ojos
al mar.
© Susana Szwarc
Etiquetas: Susana Szwarc
23/07/10
3:22 a. m.
carnes
ayunas para alimentar las bestias
carnes
ayunas para adiestrar las sombras
las calles
apenas rociadas de sed
y de
transpiración de espaldas
y tumbas
terriblemente abiertas
obscenas
elucubraciones
las ellas
que se revuelcan
usureras
del tiempo en que escribir es mentir
en eso que
maliciosamente llaman nueva generación
es diestra
con pena y tintes de birome
ayunas
carnes que clausuran
y
recomienzan los amargos nubarrones
que
retuercen el origen
de lo
masturbatorio y ludibrio
carnes
ayunas como las de los tipos de mi ahora
después de
que la carne reabsorba mis lágrimas
y continúe
en ayunas el músculo que soy
se puede
uno descreer
al respirar
tanta humareda
tanto bajón
esquivo
la
contrarrevolución es tan real
como la
luna que te negué anoche
para saciar tu carne
tu ayuna carne
© Nicolás Antonioli
Etiquetas: Nicolás Antonioli
UN NARANJAL
DE ARÁNDANOS
reescribís
las recetas
de tu madre
una copia
exacta de tus orígenes
entre lo
que deja ella como herencia
y tu
ventana donde el viento corre
como aquel
azul de los arándanos
que desde
la sombra del naranjo
van también
cayendo
y serán
pronto una infusión
ahí
escribís tus poemas
pensás en
esa historia ya pasada,
imaginás
una liebre corriendo
por nuestro
jardín
como un manantial de Mendoza
los arándanos preparados.
© Emilio Hernán Herrera
Etiquetas: Emilio Hernán Herrera
Yuyos del
centro
sólo las grietas de la calle
dibujan vida en la tarde
Cielo Razzo
Inmunes a
toda primavera
acomodamos
el gesto
a la
fugacidad del encuentro.
Él vende
palabras en la calle
(yo
también)
-Llevala,
por favor, es la última, me pide.
Quiere irse
de aquí
(lo sé
bien, porque es mi frase favorita
desde que
llegué)
“FE Y
FUTURO”, leo en la tapa
y rebusco
en los bolsillos
no tengo,
pienso, dinero sí.
Se lo
entrego. Igual no sirve.
Los dos
sabemos que las grietas
no dan
revancha
apenas una
oblicua superficie
propiciatoria de malezas ralas.
Y aun así…
© Marcela Rosales
Etiquetas: Marcela Rosales
primera migración
a Nino, mi
padre
Te
abandonaron los pájaros
que
sostenían tu respiración
fuiste por
unos segundos
un huevo
abandonado
en la mitad
de la vigilia
aves en
suspensión
y la
carencia
mayúscula
intemperie
de la que
no se vuelve
en el
vinilo caliente
de la noche
se
desmoronaron los ácaros
guardianes
imperiales
de tu almohada
uno a uno
te robaron el aliento
hasta
asumir tu delgadez
y fuiste
légamo
lluvia que
remonta vuelo
un padre en
su gravedad
y yo tu
espermatozoide victorioso
más vástago
que nunca
me quedé
con tus últimos oxígenos
de rodillas
absurdo
para llorar
tu muerte.
© Eduardo Espósito
Etiquetas: Eduardo Espósito
Llega, te
enfrenta,
te muestra el abismo su fondo más oscuro,
la noche.
Golpea tu
pecho
lo estruja
como a un papel de seda.
Te deja sin
habla
sólo
lágrimas.
Nada, nadie
puede
sostener tu
alma entonces.
No responde
a reclamos, abrazos,
amenazas, ni a la ciencia
que sabía
cómo hacerlo… hasta que ella asoma.
Así, como
si fuese natural
como si
de tierra fuéramos
nos
devuelve a ella.
No se
inquita, no llora ni reclama ni reza
ni argumenta.
Sin
cálculos de horas ni segundos amados
sin manos
extendidas "pidiendo piedad", va.
Es tan
indolente.
La muerte.
Josefina.
© Marta Comelli
Etiquetas: Marta Comelli
El día se aclara
a la hora de los gorriones
y son heraldos de la risa
en la cruz del otoño.
No habrá mesa de pascua.
Solo las mariposas llevarán el presagio
repartido en el aire celeste de las lilas.
Hora tras hora la voz de las abejas
hace coro en la piel terciopelo de la rosa.
Un ligero temblor en la tarde
recorre el asombro de la noche.
Pienso en los dioses cotidianos
en cada una de todas mis ternuras.
Cómo será morir de pie y sin un grito
nombrándolos.
© Marta Elena Guzmán
Etiquetas: Marta Elena Guzmán
Marcharon
hacia el sur
Marcharon
hacia el sur,
para vengar
rencores antiguos con furias nuevas,
para
recuperar tierras viejas con sangre nueva.
Marcharon
hacía el frío,
para
devolvernos una tierra nuestra,
para
devolverla en la memoria y en los mapas
y quizás,
en los corazones de la mayoría.
Marcharon
hacia el sur
con un
fusil viejo, con sentimientos nuevos,
con un
espíritu espartano, con jefes alcoholizados,
tus
soldados, mis soldados, nuestros soldados
en el frío
y la soledad pelearon
no los
olvidemos, que sean para siempre recordados.
Marcharon
hacia el frío,
marcharon
hacia el sur,
algunos en
esa tierra para siempre quedaron,
no lastimemos su memoria,
fueron y
serán héroes presentes y nunca olvidados.
© Nito Biassi
Etiquetas: Nito Biassi
INFANCIA
El huracán de los juegos
deletrea su voracidad y fuego
en el árbol crecido con la infancia.
El corazón de la tarde
ha teñido rojo su pañuelo
para despedir el sol.
En el silencio piedra
una hojarasca de juguete
es herida y viento
en la soledad de una lágrima.
En un mar de sombras
la niñez con algarabía
le clava las uñas al destino
y camina horizonte cielo
allá, donde el búho
es un rezo
y los gorriones
una lluvia de nostalgia.
© Reynaldo Farías
Etiquetas: Reynaldo Farías
Los días
que anteceden a los últimos días resplandecen
proyectan
luz oscura sobre lo que vendrá
Caravaggio,
que no conocía la hora ni la fecha
ni
circunstancia alguna de su futura muerte
lo
registraba todo en la tiniebla
lugar de
donde emergen las apariciones
deslumbra
para siempre la convulsión del claroscuro
el destello
del drama en su guarida refulgente.
© Raquel Jaduszliwer
Etiquetas: Raquel Jaduszliwer
Fundaste
solo
ausencias
en mis brazos
No te diste cuenta.
© Rubén Capodaqua
Etiquetas: Rubén Capodaqua
Mentiras
I
Una puerta abierta
antes de la lluvia
Un pájaro negro
encorvado en la rama
La curva de la boca
abriéndose
a una mentira
Breve cielo
indeciso Entonces
es la vida
© Sandra Gudiño
Etiquetas: Sandra Gudiño
También he
muerto, sí
muerta
como una
página
que se
consume en el fuego
como la
flor silvestre bajo la nieve
como la
piedra que cae en el pantano
como la
puta que mira el techo y espera
como el
desvelo que busca al incompleto
como las
manos que hurgan la basura
y acusan la
barbarie
estoy así,
muerta
tras las rejas que labré
para salvarme de mí.
© Silvina Anguinetti
Etiquetas: Silvina Anguinetti
Aprendizaje
Aprendí a
llorar
sin
necesidad de excusas.
A expulsar
eso que raspa adentro.
Despreciando
enseñanzas obsoletas
de boludos
que no saben
cuánto duele implosionar.
© Sebastián González
Etiquetas: Sebastián González
Confinamiento
No. No es
raro que pienses eso
quedarnos
en casa.
Y, desde
esta vivienda que habito
me fui
allá. A la casa
donde cada
escondite
nos susurró
el futuro imposible; teníamos nubes de
risas y
bancos
ajados:
Era la infancia.
Y ahora, en
estos rincones
Nuevos/ de
años finales
es quizás
la posibilidad
de espantar muerte
con una
mano arrugada
que puede tener futuro
o desasosiego.
Confinada a
abrazar
al árbol
con su
llamador vibrante
entretejiendo
música
con las otras plantas
que también
descansan
en su raíz.
Todos
descansamos
en el
confinamiento.
© Susana Rozas
Etiquetas: Susana Rozas
CAMARADAS DE SUEÑOS
Camaradas
de sueños
artesanos de verbo vulnerable
argonautas
de sombras
ustedes,
que comparten el pan de la palabra
y el vino
espirituoso de la amistad
poetas:
regálenme
un racimo de utopías
un cántaro
saciado de metáforas
una manta
tejida de quimeras en el telar del mundo
un puñado
de libres rebeliones que defiendan la
dignidad humana.
Quiero
que sus
voces me arropen
que
atraviesen la vida y la reflejen
para
hacerse camino entre mi sangre.
Y allí
funden la patria del asombro
el país del
abrazo
ese himno
sagrado de alabanza.
© María Del Mar Estrella
Etiquetas: María Del Mar Estrella
Variación
de un poema de A. E. Lahitte
En el fondo
de vos un dios oscuro se convierte en tu siervo
y no sabés
cómo humillarlo,
cómo
crearlo a tu imagen y semejanza.
**
Pensás en
el barro y sos el barro.
Le insuflás
tu aliento y mirás hacia arriba.
Luego
desconfiás, que lo que arde en tus manos
sean estrellas.
© Rodrigo Galarza
Etiquetas: Rodrigo Galarza
perder todo vestigio de ropaje
sin memorias
así viaja el fuego
desde el fondo del tiempo
como si surgiera del abismo marino
y con fuerza irrevocable
pronunciara su pregunta
por lo faltante
por lo que atrae
por el anhelo
(al que no se renuncia)
© Graciela Perosio
Etiquetas: Graciela Perosio
la lluvia
era un todo
seguí el
sendero
el viento
se escondía
en nosotros
el monstruo
era yo
no pude
articular
las
palabras
el silencio
rebotaba
le dije
amor al cielo
al agua tu
piel
no pude
nombrar a las piedras
la tormenta
crecía
¿cuántas
galaxias hay
en el
recuerdo?
me
alcanzaría con el mar
tu cuerpo
una ola
sobre los declives
© Claudio Gómez
Etiquetas: Claudio Gómez
SILENCIO II
“La
belleza nace del diálogo, de la ruptura
del silencio
y de la
recuperación de ese silencio.”
René Char
II
“Ha caído
mi voz, mi última voz, que aún guarda mi nombre.”
Jacobo Fijman
Yo estaba
en Galilea
en la
orilla más profunda
sumergida
entre mis muertos
llevaba
una rosa
disecada en la voz
en la
mordedura de mi nombre.
© Claudia Vazquez
Etiquetas: Claudia Vazquez
TAREA
Vestidos de silencio
se pierden los ojos de la tarde
Tal vez algunas muertes están rondando
la esperanza
Mientras el viento juega
Como un niño de aire
Por detrás de los pinos
De cabellera verde.
En la casa distante
A veces sueña un hombre
Con ojeras de ausencia.
Sentado ante la mesa
Dibuja cada instante
Deletrea caminos
Antiguo nombrador de soledades
Junto a sus ojos quietos
Se descuelga la noche
Lentamente
Como un reptil de sombras
Los gastados objetos
Derraman su letargo
Casi al pie del olvido
Y el hombre continua
Con sagrada inocencia
Tallando las palabras
junto a la eternidad
© Raúl Pignolino
Etiquetas: Raúl Pignolino
Un cuáquero en la corte de los milagros
La
educación sentimental
fue un
título con abandonos documentados.
La
educación sentimental
fue pura
vocación crónica y automedicación.
La
educación sentimental
requirió
posgrados y maestrías.
Sentimental,
la ambición
por el mar proclamada desde la orilla.
Sentimental,
la
disposición del repertorio de nombres propios.
Sentimental,
la nota más
alta en el karaoke.
Mi
educación sentimental
fue como el
grito de guerra de los esquimales,
en
silencio.
Mi
educación sentimental
fue como el rezo secreto de los
ateos.
Mi
educación sentimental
fue como el
ave fénix, pero mis hombros
no cargaron
el cadáver de mi padre.
Educado
con el
metrónomo de las pasiones menores.
Educado
en la
creencia del dios de la simetría.
Educado
para mirar
el Rubicón sin cruzarlo.
Una
educación sentimental
para poder
contarla y despuntar el vicio por los aforismos.
Una
educación sentimental,
ahora que
la lírica está muerta y hay déficit de laúdes.
Una
educación sentimental
revisionista
y autoindulgente para llorar a secas.
Sentimental,
la mano que
escribe ajena al cuerpo que la sostiene.
Sentimental,
aun leyendo
los diarios o sacando la basura.
Sentimental,
en los 0.4
segundos de la sístole y otros tantos de la diástole.
Tuve una
educación sentimental
con
temblores como un cuáquero del siglo XVII.
Tuve una
educación sentimental
jacobina en
las despedidas y garantista en el placer.
Tuve una
educación sentimental
supersticiosa
a la manera de los pigmeos.
Fui educado
por la
didascalia homoerótica de mis tías.
Fui educado
en el dojo
de un cinturón negro
para
aprender a caer con elegancia.
Fui educado
para ser paciente como un
filólogo
con su piedra Rosetta.
Sentimental,
por las
mañanas separando las hebras del té.
Sentimental,
el tarareo
del estribillo de esta canción.
Sentimental,
la diáspora de amantes.
© Alejandro Méndez
Etiquetas: Alejandro Méndez