Me entero del fallecimiento del querido Rafael Vásquez, un poeta enorme, un gran tipo, amoroso, sensible, perfil bajo, de esos seres que alumbran siempre siempre...!!!!
Una tristeza su partida. Un abz enorme a sus familiares y amigos, Gus.
Publico los poemas que me envió hace muy poco y que no llegué a publicarle.
ITINERARIO
Antes estuvo la ciudad,
mis caminatas sin apuro,
algún balcón iluminado
que se asomaba en soledad.
Que era también la mía.
O aquellos parques sin sorpresas
recorridos de tarde
donde quedaba un banco entristecido
sin esperanza alguna. Solitario.
Y el tren también,
las estaciones ciudadanas
que preludiaban un adiós sin la distancia
porque no estaban lejos.
Después
Cada rincón de mis palabras
supo tener un nombre y una ausencia
y se aferró al amor.
Otra certeza.
Pero también la paz que nos quitaron
o la vida sin luces y el mundo sin justicia
nos tuvo por testigos.
La amistad acercaba trabajos y poemas,
separaciones, viajes,
otro tiempo distinto.
La mujer y los hijos; los nietos, esta vida
supo ocupar espacios, motivos,
simples versos
para seguir contando
esa historia que acaso ya no tiene
importancia.
© Rafael Vásquez
GENERACIÓN
DEL 60
Uno busca la voz del semejante.
Así fue como vino:
grupos y soledades
cafés y relecturas.
La ciudad parecía tan grande y era chica.
Justo para encontrarnos,
para aprender a perseguir la noche.
Ese comienzo extraño que crecía
pero acababa pronto,
porque venía el trabajo al día siguiente.
Una voz que al final nos continuaba
la mano de escribir. Y era el momento
de adivinar la luz de la poesía.
Allá estuvo ese punto de partida
con la antigua inocencia
que la vida alumbró con la palabra.
Que nos dura y no pesa.
Merecieron ser nuestras aquellas librerías
o aquellos cines del refugio cierto,
todo lo que perdimos poco a poco.
Ahora
como no estoy pendiente del mañana
disfruto de los días.
Sólo hay algo que nubla lo futuro:
aquellos libros de mi biblioteca
que no alcancé a leer.
© Rafael Vásquez
DEDICATORIAS
De las mitades del amor
nacían las dedicatorias.
Casi nunca trataban de asentarse sobre cada
poema.
Eran como una confidencia que ellas sabían
y yo con ellas también las conocía.
Pero ocurría sin decírnoslo.
La caricia o el beso
bajaban por las sombras oscuras de la tarde
o por los blancos de la piel y los papeles
sin destinar silencios, con un nombre
sabido de antemano.
Vieja costumbre del amor
que allá se fue quedando
enmudecido y solo.
© Rafael Vásquez
EL
CEMENTERIO
A veces
acompañaba a mi madre al cementerio.
Cerca de la entrada
una bóveda velaba la muerte de mi abuela.
Mi adolescencia curioseaba
tanta caseta estrecha, tanta cruz, tanto
ángel
fijo en las esculturas para la eternidad.
Luego venía aquel rito repetido:
vaciar los recipientes, cargar el agua
fresca, poner las flores nuevas
que nadie entrevería.
Y alguna espera silenciosa.
Nunca supe, nunca le pregunté a mi madre
qué pensaba.
Después mis padres se sumaron
a ese yacer sin voz en este barrio de los
muertos.
Un día
me convencí de que el recuerdo
filial se queda en uno,
no en un lugar donde se juntan huesos y
cenizas.
Por eso
no volví más
© Rafael Vásquez
MI
ABUELA
Era pequeña, delgaducha, sonriente
detrás de sus anteojos
(como si siempre los hubiera usado).
Se me fue en la mitad de una infancia
distante,
recuerdos de domingo y regalitos
y la muerte sin voz para ocultarla.
Todos los años previos se quedaron a
oscuras
apenas recorridos en su casa de Flores,
un barrio como tantos
y una sombra perdida.
© Rafael Vásquez
RAFAEL ALBERTO VÁSQUEZ nació en Buenos
Aires en 1930. Lector de poesía desde la infancia, poeta desde hace mucho
tiempo. Publicó 8 libros de poemas: La verdad al viento (1962), Apuesta diaria
(1964), La vida y los fantasmas (1968), La piel y la alegría (1973), Hay sol en
Buenos Aires (1975), Cercos de la memoria (1992), Ese sitio sin paz de la
memoria (2007), Explicaciones y retratos
(2011).La Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le
editó un cuadernillo, Rafael Alberto Vásquez - Ciclo de Poetas del 60
(2003).
En prosa,
Informe sobre Santoro (2003), aproximación bio-bibliográfica sobre el
poeta desaparecido Roberto Jorge Santoro, con un apéndice documental y una
selección de su poesía.
Algunas distinciones recibidas:Tercer
Premio “Evaristo Carriego” del Consejo del Escritor (1962). Faja de Honor de la SADE (1964). Mención en el
Concurso Municipal de Literatura de la Ciudad de Buenos Aires, poesía édita,
bienio 1992/1993 (1998). Gran Premio de Honor 2014 de la Fundación Argentina
para la Poesía
Fue incluido en nueve antologías editadas
en el país y una en el Paraguay.
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