29/2/20

Poema de Lucía Carmona



ATARDECER

No soy yo quien envejece
sino la corteza infinita
del árbol de los días y las noches.
Continúo nadando a grandes brazadas
por el río del tiempo
y siento todavía
el gozo amargo del amor.
A veces me sorprendo ante el espejo
y me arrebujo entre viejos ropajes
por escapar del frío del invierno,
a veces, solo a veces
porque salto hacia el fondo
del amoroso abismo
con los ojos iguales
y las manos iguales.

© Lucía Carmona

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Poema de María Del Mar Estrella



ERZSÉBET BÁTHORY

Dijeron que la muerte fue mi amante.
Sin embargo reencarno en la tragedia
de un presente perpetuo:
ser hambrienta lujuria siempre ávida
de escandalosa juventud.
En el terror que siembro se contempla
mi temor a morir
envejeciendo.
Ahora
nutrida  por la sangre del último poema
rodeada de sombras insepultas
desnudo mis colmillos al acecho
de la última dádiva.
                    
© MARIA DEL MAR ESTRELLA

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Poema de Nora Coria



RENACIDAS

Fractales entre oscuros rojos en mares de zanjas
       con el pecho helado entre soles negros
       la luz no se esconde
       detrás de los ojos.

Miles de millones renaciendo en aspas
      libres los jirones vivos los pedazos
      las venas templadas
      libertad inquieta en cada mirada
      como el agua misma.
Agua
agua
agua
         que limpie las almas de los mal paridos
         (si acaso tuvieran)
         y extirpe su saña.

Recobradas todas recién enterradas tornadas semillas
     de frutos de flores entre pastizales
     y una sola gota
     la primera lágrima de la más pequeña
     y de la más ingenua
     la primera risa hecha carcajada
     nos vuelve vitales
     recreación eterna
     de hijas abuelas hermanas y madres.  

Somos todas plenas.
Somos todas libres.
          Las palabras. 
          Valen.


© Nora Coria

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Poema de Luciana Ravazzani





Él no quería pensar imposibles,
por eso me dio una bufanda
de lana de llamas del norte.
Recibí con cuidado
toda la intimidad puesta en juego
sabiendo que no iba a ser suave en la piel del cuello,
que no iba a poder apoyarle mi boca,
que no iba a regresar su trama
mareada y blanda en mi perfume.

Él tampoco.


© Luciana Ravazzani

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Poema de Guillermo Siles





CIELO DE SOL

Te mostré como es un cielo
entre montañas
la ascensión del humo
hasta las cumbres
cuando agita el tiempo de la zafra.
Te hablé de cómo ruge el viento
y la voz se apaga ondeando lejos
cuando agosto enciende el valle
y la maloja pende
sobre la costra llagada de la tierra.
Una tarde te enseñé 
los tarcos en el parque,
cómo caen las flores
sobre el intenso verde
y sus veladuras lilas
enturbian su color
después de un aguacero.

Pero aquel valle no era tu valle
ni las montañas tus montañas.
Adentro de tus ojos
adentro de tu boca
no se había posado aún
la riqueza de lo visto
ni la dulzura de nombrar
lo que sucede
con la complacencia
del invierno.
En la ciudad
espero con urgencia
el día en que las palabras
vuelvan a rozar
la superficie de las cosas
bajo un cielo de sol
un camino sin sombra.                                                 

© Guillermo Siles

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28/2/20

Poema de Cecilia Carballo





No entran mariposas 
al masticar un cordero 
ojos me miran inquietos 
su latido 
es un hálito 
que rodea la sala 
la cara de la oveja 
aparece y desaparece 
la veo brincar 
con su cuerpo de algodón 
sobre un paisaje de ensueño 
no puedo seguir comiendo 
tengo miedo 
de devorar 
la ternura del animal.


© Cecilia Carballo

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Poema de Patricio Foglia



a mi jefa
nunca le vi la cara
aunque soñé con ella dos o tres veces
ella tampoco vio jamás la mía, pero le bastaba
que yo supiera de la camarita ahí arriba,
colgada
que todo lo vigila,
en un penitenciario blanco y negro
hasta que descubrí que no estaba
enchufada y me reí,
me reí en el trabajo
pensando en la pobreza
de su querido panóptico

© Patricio Foglia

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Poema de Valeria Verona





primitivo

extraño los músculos laxos
del amor joven y fresco
me falta el aire claro
de las ilusiones sin grietas
sin astillas
sin peros
quisiera correr desnuda
por el bosque prístino de un amor nuevo
reír despreocupada
mientras las horas picotean al viento
y la nada invade para hacerse el todo
quiero sentir las serpentinas de tus manos
enredarse en mis rulos y mis órganos
prescindir del manto de nuestros pesares
dejar correr tu voz por el vergel
de mis nidos oscuros
nadar confiada
entre las aletas del miedo
/quiero todo y tengo nada/
y añoro, añoro
añoro los años de los sueños sin freno
los ojos bien abiertos
la boca lábil
la piel propensa
el amor de principiante

© Valeria Verona

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Poema de David Sorbille





Una niña poeta amanece

                       A Delfina Goldaracena

Llueven palabras como semillas
atravesadas por el silencio
como la vida sobre la luz negra.

El mundo es un arrebato
como el temblor impiadoso
de una canción moribunda.

Una niña poeta amanece
sobre las flores y las nubes
y las ventanas cerradas de la luna.


© David Sorbille

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Poema de Marta Comelli



AYER 

´´No son míos el tiempo ni el espacio… 
ellos entran y salen como pájaros´´ 
Cintio Vitier 

Trato de mirar hacia atrás sin miedos 
y repongo las imágenes que faltan,  aquí… en aquel tiempo…. ese otro lugar. 
Todo es imposible de abarcar. 
Abrazo entonces esas fotos maravillosas 
de un… ayer. 
Fíjate en aquella tan luminosa,   decías 
mostrándome   esa altura  inalcanzable a los labios. 
Nuestros aires presumidos han desaparecido, 
la piel inquieta 
el paso ágil 
el sabor dulce en las bocas. 
Por eso  te muestro esa foto donde aún no se han volado  los pájaros 
brisa pura,  de una mañana lejana. 

Y para que no olvides. 

No, 
no volverá.


© Marta Comelli

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Texto de Claudio Portiglia



Dios de chico era un triángulo y un ojo que aprendí en catecismo / después fue negación y rebeldía / más tarde pactamos y anduvimos juntos los escalones de la exploración /
hubo amor y hubo hijos / hubo un tiempo que fue de fundación de la familia / después se sucedieron avatares donde dios intervino a reglamento / y de a poco nos fuimos distanciando cada uno ocupado en su función /
con su casta rompí sin lamentarme / con él en cambio sostengo algunos duelos que bien vale sostener a veces /
el tema es que al lindar con la derrota / el muy astuto un día y sin aviso / se reveló en tus ojos triangulares / con esa luz que aspiro con vehemencia pero que nunca conseguí plasmar /
y ahora que lo veo duplicado cada vez que te miro / brillando como quise que brillara pintado en mis carpetas / ya no sé si llamarlo por su nombre / o seguirte gorrión porque en tu risa lo veo y lo comprendo

© Claudio Portiglia

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Poema de Mónica Angelino





verano 

llueve 
la sensación térmica en Buenos Aires 
bajó más de quince grados 
en Córdoba la lluvia formó cráteres 
que tragaron autos 
en la casa de Juan de Rosa 
también llueve 
pero adentro 

y el pan sobre la mesa es un alerta roja 
en la panza que no deja 
de hace agua.

© Mónica Angelino

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Poema de Marta Rosa Brignolo



DUELO

Vida,
         estoy aquí sin estarlo.
Para alguien.

Duelen las pérdidas.
Se Detiene la sangre,
cuando parte un hijo.

 Cómo llamar a esta muerte lenta programada por tu olvido.

© Marta Rosa Brignolo

26/2/20

Poema de Lisa Segovia





No cosecharon las granadas
del patio vecino
están podridas entre las ramas
yo les invento alas
picos
plumas

en la quietud de la tarde
prefiero pájaros dormidos
a frutos olvidados.

© Lisa Segovia

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Poema de Ana Danich



Mixturas

Tarde que huele a pimientos recién cortados
ajo descabezado aromando el entrecejo de mi frente
verduras hirviendo en la oblicua luz de la cocina,
llama que me llama y agota mis instantes
en el ir y venir de la pizca justa entre orégano y laurel.
Especias aderezan el transcurrir del tiempo
en que enmudecen las palomas y me miran
desde el recoveco de un paraguas de cemento.
Distraigo mi mirada que vuela al pasado
mientras llueven en la tabla de madera
gotas amargas de la cebolla entre mis dedos.
El filo de la tarde que huye entre las nubes
desgrana los sabores mezclados en la hornalla.
Todo es quietud que languidece en el cielo de Julio,
rememoro el saxo / suena en mi oído su dulce melodía
cadencia perceptible que retumba solitaria
la presencia de otros días tatuada sobre mi cuerpo.
Es mi piel que huele a mixturas del pasado
cocinadas en las ollas de las mujeres de mi casa.
Late su presencia en la sangre que se desliza
por la huellas ancestrales de mis manos,
 cuchillos reflejan sus miradas
sobre el horizonte plateado de los tiempos.

© Ana Danich

Poema de Raúl Feroglio







VIRTUALES

Si pudiera
 gloria para mí sería
 tener un caballo
 de cualquier porte y pelaje
 Pastaría en los baldíos de mi barrio
 le conseguiría avena
 lo cepillaría
 y le dedicaría
 largas horas de mi tiempo
 (tal vez renuncie a mi trabajo)
 con el solo objetivo de enjaezarlo
 no para lucir platas y lonjas ostentando
 sólo para conjugar el bello verbo olvidado
 “enjaezar”
 entonces
 con orgullo
 pasearía el recuerdo de Federico
 por mi memoria y la de muchos
 para que algunas palabras y poetas
 jamás se olviden

© Raúl Feroglio

Poema de María Laura Coppié



Si a mediodía él dice que es de noche
usted le dirá “mira, las estrellas”.
Joanne Harris

Sigue cayendo esta lluvia radical
que parece una matraca.
Repiquetea contra el broderie de zinc,
sacude los postigos,
deja el aire en relieve
y nos mantiene prisioneros
de este ruido triste y repetitivo,
señales de un código olvidado.
El viento imprime su loco grafito
a lo largo de la cuadra.
Un plástico cubre mis libros:
es un párpado que guiña
sobre la tumba abierta,
toda la casa ondeando contra los fantasmas,
contra la corriente amarga
que huele a arrepentimiento y a incienso.
La casa inquieta se retuerce y agita,
el suelo cruje y ni el balde con lavanda y bicarbonato
ahuyenta las culpas que susurran
que ya es tarde y casi llega el invierno,
que sólo quedan las babas tejidas entre
las palabras y el silencio.
Todos necesitamos confiar en alguien,
en algo. Volcar las confesiones fuera de misa
pero, ¿a quién dirigirnos? ¿Quién hay ahí
que pueda escuchar?
Si sólo fuera mi casa una valija
podría permitirme la deriva,
marcar distancia,
una profunda y callada.
Quizás en el río
esté permitido no traer pasado,
abandonar en la orilla las respuestas.
No hay verdugos en la humedad:
sólo cazaríamos lo indispensable
sin que significara pecado ni desconsuelo.
El jardín, los camalotes rebeldes
y ninguna contundente condena.

Ensayé la huida hace un tiempo
pero siempre quedaban pedazos
de mí, como semillas
esperando la oportunidad de enraizar.

Sigue cayendo esta lluvia radical
que deja el aire en relieve
y nos mantiene prisioneros

de lo que nunca tendría que haber sido
otra cosa que un secreto.


© María Laura Coppié

Poema de Beatriz Puertas



Atardecer
es la hora precisa en que el domingo
patea fuerte
las fotos son hormigas de tu historia
un río de afluentes se esparce adentro
todo te duele aunque el alma brinque

habría que tener un sitio exacto
en esta tarde en la que dios descansa
y el mundo solo gira

© Beatriz Puertas

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Poema de Marta Zabaleta



CREPUSCULO
         dedicado a Nela Rio

Pesadilla de desgarros con gritos.
Hombres que se decapitaron
en la aventura del vivir.
Mujeres en pedazos que orillaron
la demencia sexual de los esbirros.

Los brazos rotos, la mejilla
dejando mirar los sesos, corredores
de vacío sin tiempo, de sueños asaltados,
bañados de mugre, sangre de los rotos
baldes de estiércol.

Ondas del viento que vienen
cuerpos del mar que se van. Terror
de las noches vestida. Sirenas
de madrugada, ciudad violada
esbirros en búsqueda. Terror.
Agua chorreando sangre.
en el cuerpo de sal. Estrellas
sin cielo. Soplonaje, ser contra ser,
y la invisible tortura del traslado.
Terror

Exilio: puerta, patada, empujón
al abismo. Con la vida, ¿vida?
a salvo. Y muda.
Saboreando la culpa de otra sobrevivencia.
Todo a pesar de todo, Juan Gelman.

© Marta Zabaleta

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Poema de Norberto Barleand




                         
                      Ausencias

En la ceguera de la noche
me acorrala un tiempo de muertes,
se esconde tras  las sombras
brutal, impiadosa,
Sucumben ante ella,
 amigos profundos
 de piel sensible y andar luminoso
por territorios de pausa y agonías
Llega en silencio,
como apagando el viento,
los rodea, los lleva con sus garras ocultas,
los convoca hacia la eternidad
en los oráculos del cielo y sus fantasmas.
Con ellos, la bruta, la impiadosa y certera muerte
 se lleva un arpón de mi vida
 convierte en luto los días plenos,
en llanto el dolor.
                                    La muerte es impune,
                                     no conoce la vida

© Norberto Barleand

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