31/12/17
Poema de Gabriel Chávez Casazola
La felicidad
Y acaso a veces
o casi siempre
la felicidad sea solo un arrebato:
un rapto
algo así como
la velocidad en un descapotable
o la sensación de la velocidad en un descapotable
o la maravillosa sensación de escuchar Chicago a toda mecha
en un descapotable
que recorre un camino bordeado de sembríos verde y oro.
Sí, eso.
La cuestión es escuchar Chicago –o Pachelbel u ópera– y pensar que estamos
corriendo por una carretera
larga y libre
muy larga y muy libre
y que somos ese descapotable
celeste y oro
que jamás tendremos.
Algo así.
© Gabriel Chávez Casazola
Poema de Susana Lobo Mayorga
HERIDAS DEL
MONTE
Qué habían
bebido sus ojos de niño
que se
instaló la palabra enceguecida
la opacidad
entre las sílabas
cuando el
llanto de los algarrobos
brotó
en leguaje maduro de soles
ante
sus pies desnudos
instalando
un ocre puro en las heridas del monte?
¿Qué vieron
sus manos en la infinitud de los árboles solos?
© Susana
Lobo Mayorga
Etiquetas: Susana Lobo Mayorga
Poema de María Del Carmen Barrionuevo
Imagen predecesora
no sé
si me acompaña mi padre
no sé
si me conduce mi abuela
en este sendero
sinuoso
solitario
de arroyos y barrancos
de cabritos y cactus
las raíces se bifurcan
reaparecen de pronto
dando indicios
de reencuentros tardíos
búsqueda de paz
perdón y nostalgia
el olvido
descansa en los cerros
por un instante
la imagen
de la abuela ausente
va tomando forma
surge su pollera larga
su firme andar
entre las rocas
murmurando
su diaria oración
añorando a esos hijos
que se fueron lejos un día
detrás de los cabritos
que alimentaron su prole
telares inconclusos
y la última cena
y el llamadoclamor
porque viene una vida
y la abuela corre
de nuevo
entre las rocas
a dar su ayuda
a dar sus manos
a dar su amor
la imagen
de la abuela ausente
va tomando forma…
© María Del Carmen Barrionuevo
Poema de Mónica Aramendi
La niña en la escalera
de una casa de puertas cerradas.
Escalones rotos por el abandono,
apenas se sostienen de una reja
comida por el orín del tiempo.
La niña tan anciana
como la tierra en sus uñas.
Sobre el tejado
juega con un gato negro
en un mundo donde
todas las otras puertas
también están cerradas.
© Mónica Aramendi
Poema de María Fernanda Regueiro
El
olor nos guiaba por el pasillo
la mezcla
en la nariz era un amontonamiento
de comida
y cordón umbilical
la cofia
del cheff
tan igual a
la enfermera
era niña y
no sabía de esas cosas
tampoco
preguntaba
los grandes
a veces daban miedo
cocinar,
parir, parecía todo lo mismo
estábamos
en el hospital
buscando a
mi hermano
había otros
llorando en los asientos
de la sala
de espera
los
animales cuando se sienten morir
(si los humanos les
dimos la libertad
de no ser mascotas)
saben hacia
donde caminar
ahí la muerte y el nacimiento
es una
intersección
que ocupa
la misma cama.
© María
Fernanda Regueiro
Poema de Graciela Licciardi
arrugas en su frente
perpetúa el ojo en la cara del que puede
la vieja de la cuadra
que el viento no llevó
tardecita soleada
de silla en la vereda
glicina perfumada con olor a ya fue
la vieja se deshace en atención al vecino
escucha a gardel en la oreja derecha
y canta la amargura
entre dientes que clavan los olvidos
masculla su nombre
por hombres del pasado
la juventud vencida
y arrugas en su frente
la vieja de la cuadra
que en un pañuelo
guarda una lágrima
que nunca abandonó
© Graciela Licciardi
Poema de Teresa Vaccaro
CONTRASEÑAS
Si pasaras por mi puerta,
Si pudiera verte, si pudieras verme
un instante tan solo,
no estaría desvalida,
nacería otra vez.
Me llevarías de la mano
y el parque sería todo para nosotras.
Pero es tan ancha la ausencia
que no alcanzan
las miguitas que junté
para señalarte el camino de retorno.
Quiero que me pintes una luna chiquita
para usarla de espejo y que prepares dulces.
Que me cantes, que me cuides
y me despeines las sombras.
No puedo retenerte.
Sé que nos encontraremos.
Guardo tu lápiz de labios
como contraseña.
Madre.
© Teresa Vaccaro
30/12/17
Poema de Paulina Vinderman
La
palabra guerra me sacude hasta el poema
en la densidad de la noche.
¿Qué estarás haciendo ahora en nuestro
traspatio sudamericano?
Por la ventana veo los árboles secos
del invierno. Veo una muerte.
Es una muerte esperada, una muerte
que nos traerá abundancia.
En Ciruelo la muerte era por carencia.
Las pocas posibilidades flotaban entre
los zapotes caídos y los árboles del pan.
Es noche oscura, guerra oscura
y no confío en la luna: ella creó a los
monstruos de la guerra y se pasea, rabiosa,
por estar atada a nuestro mundo.
No la culpo, no me exculpo.
Al final de este verso sacudiré a la memoria
como a un sonajero y nos servirán
en las tazas del café, la espuma del Canal,
el índigo oleaje de la tarde muerte,
una enorme nube como una expedición sobre
la bahía, muda de remordimiento.
© Paulina Vinderman
Poema de Rafael Vásquez
UNA PALABRA
Desnuda.
Una palabra como un cuerpo de mujer
que espera la caricia.
Una palabra
que ignora hacia dónde la llevará el sonido
que la envuelve
que la contiene
que la habita.
Uno está tan lleno de palabras así
en búsqueda imposible
que no sabe exigirse,
pena por sus historias que no puede contar
acecha
y al fin no tiene más alternativa
que callar.
Etiquetas: Rafael, Rafael Vásquez
Poema de María Cristina Di Lernia
MUJERES
Hay mujeres que aman al amor.
Paridas por mandatos
milenarios,
por constelaciones
ajenas
a los atributos de la luna,
amamantadas por generaciones
cautivas del devaneo
y la ceguera.
Aman desvelos,
gozos breves como una mariposa;
confunden al hombre con el mito
viven clausuradas
entre nieblas de
ensueños.
Ninguno habrá que las conmueva
les arranque el grito
las eleve por encima de sí mismas.
Torpes de miedo,
intentan modelarlo
hurtan sus alas
los acechan hasta convertirlos
en hombres grises
o son abandonadas antes, sin saber ellos
que jamás fueron amados.
Son mujeres que aman
al amor.
Hay otras mujeres
que eligen la clandestinidad
renunciaron a la extraña herencia
de flagelarse con equívocos;
deciden deconstruirse y renacerse
cuantas veces fuere necesario.
Aman el latido
el fuego del otro, hacen de la piel
sólo cenizas
sólo viento derrumbando las cortezas;
aspiran al encuentro con otra libertad.
Aguardan a quien logre desnudarlas
más allá del cuerpo
hasta que todas sus esclusas
sean devastadas.
Hijas del misterio
acceden a descubrir el Universo,
crecen sus vuelos
transmutan en hacedoras del milagro
en diosas
o simplemente en mujeres
que han pulseado con su propia sangre.
Ellas no aman al amor, aman al hombre.
© María Cristina Di Lernia
Poema de Marta Elena Guzmán
NOCTURNAL
Sobre la humedad salvaje
de abril
se hermosea la tarde
encinta
de trinos.
El almendro
barnizado de calandrias
guarda un gesto de
viento.
La herida sangra de luna
dolor que enmudece
los crepúsculos.
El aliento cae
noche mineral
en un tiempo minucioso
de estrella.
Una fragancia de olvido
lastima la mansedumbre
de los grillos.
Anochecen también tus ojos
con la misma frialdad
de los entierros.
Todo cambia
desde la
primera muñeca.
© Marta Elena Guzmán
Poema de Osiris Mosquea
La palabra que callo
La palabra se niega a sí misma. Es otro el rumor en su voz
muerta. Punzo su cuerpo inútilmente. Horizontal sobre mí resbala, viscosa se
transfigura, penetra mi boca y me ahoga.
Del equipaje del silencio extraigo la palabra
miles acuden rebelándose culpables en mi boca
derramada en mitad del tráfago de las calles
en los escaparates que alucinan
y el oropel de las fuentes incrédulas
La fosa abierta de la ciudad
se traga montones de lenguas
a través del día
solo mis huellas delatan mi presencia
extraviada en cualquier mirada
sofocada en el olor de lana vieja
en el sudor de miedo demorado en mi cuerpo
viajando hacia adentro
ahogándome en la palabra que callo.
© Osiris Mosquea
Poema de Carolina Zamudio
Atardecer de culto
Las cosas bellas también se lacran.
Cuando terminan pueden doler
como si algo se soltara. Pesar
como lo perdido.
Atardece. Un párpado a punto de cerrarse.
Un dios que no es mío
ofrece sus prodigios.
Artista solitario que golpea
justo a los vacilantes
guiña un ojo escondiendo un sol
y nada hay allí de culto. Todo
solo belleza que atardece.
© Carolina Zamudio
Etiquetas: Carolina Zamudio
Poema de Lucía Serrano
MISERIA DE LO HUMANO
Hubo una vez un hombre
que solitario caminaba
por los rostros ardientes,
y hubo otros hombres
que nunca caminaron,
volvieron sumisos
a los rayos de un sol
que nunca hubo.
Antes y después
hubo muchos hombres
que vendieron su ser
en cualquier puerto
y nadie esperó
que llegaran,
y nadie supo
que existían.
Pero hubo hombres,
seres alados
que un día
se fueron
para no volver jamás
a esa miseria
de lo humano.
© LUCÍA SERRANO
Poema de Orlando Valdez
A BORDO DEL FUEGO
tiemblo
o palpito
a bordo
del fuego que
no siendo era
y hubo
y a nada
tanto amor
y hoy
hoy domingo
ay!
no hay salvos
ni garantías
en la hoja
timbra / timbra
lo que entraño
© Orlando Valdez
Etiquetas: Orlando Valdez
Poema de Raquel Jaduszliwer
DESTINO
De elegir entre todas las cosas el talismán de oro
por ejemplo, esa presencia que todavía persiste
o aquella otra, la que echará vuelo
o la que corre riesgo
o algún brote incipiente abriéndose camino
o ese guijarro por lo tan pequeño
audaz en su firmeza
o la palma traslúcida, esa mano
al momento en que logra desclavarse
de apegarnos a alguna de esas cosas
la palabra destino irá cobrando vida
así
encarnada en el corazón expuesto a su mayor esperanza
y siempre a costa nuestra
a cuenta de las futuras pérdidas
y de todas las bajas.
© Raquel Jaduszliwer
Poema de Noemí Correa Olivé
TRANSPARENCIAS
Tal vez
porque en otra vida
no quise morir
intento en ésta
que la paz sea el punto de fuga
de mi horizonte,
una nostalgia vieja
con aromas de almizcle y leña apilada
es trasparencia
que atraviesa en adagio
el encanto
de mis madrugadas
No sé qué culpas, afonías o pavuras
impregnarán las vidas de los que me sigan,
debo resolver todas mis angustias
aquí
éste es mi territorio
mi lugar de hacerme cargo
La muerte es la única evidencia
que llega sin aviso
y acecha detrás de cada carcajada,
no está dicho que es fácil vivir
y yo
por esa idea del arrastre y del Karma
no quiero joder a nadie.
© Noemí Correa Olivé
Poema de Marta Comelli
NAVIDAD
“Si viniese, / viniese un hombre, / viniese un hombre al
mundo, hoy … ”
Paul Celan
‘’Si viniese’’
Si posara su mano sobre mí
Si dijera la palabra luz, ‘’hágase, hágase’’.
Ahora que es el tiempo en que todo renace.
Ahora que aún hay una madre dispuesta a empujar la piedra
que pesa y atora,
la aquietada entre la espalda y el milagro.
Ahora
cuando aún es día y puede ser la oscuridad absurda.
Si viniese
cuando es dolor y alivio.
Si viniera quien sabe y cura balbuceando un si-si-siempre
el que suele venir y quedarse, posarse sobe nosotros los
solos, los deshabitados.
Que venga ahora cuando espero
de su mano sobre mí,
posada,
de su renacer predicando
sobre mi todo.
Si viniese
todo el revivir sería cierto
todo el revivir esfuerzo útil
como aquel de su madre,
empujando una piedra.
¡Si viniese!
porque no puedo.
‘’ ¿Quién
pudiera afirmar de nada, un sí o un no sin temblar?’’
No puedo… Sola.
el poema hace referencia al estado mental al que Friedrich
Hölderlin había llegado con su encierro, en el cual ya no podía decidirse por
un “sí” o un “no” frente a las cosas y utilizaba la expresión “Pallaksch” para
sortear esa indefinición. Ni un sí ni un no. Ese es el máximo grado de afección
mental, el punto más extremo del derrumbe del espíritu. Ni un sí ni un no. Y Celan,
que lo extrae de la mente de Hölderlin, lo extiende a toda una época marcada
por el balbuceo, a un tiempo en el que tampoco se puede afirmar de nada un “sí”
o un “no” sin temblar.
“Si viniese, / viniese un hombre, / viniese un hombre al
mundo, hoy, con / la barba de luz de / los patriarcas: habría, / si hablase de
este / tiempo, / habría solamente / de / balbucear y balbucear, / si- si-
siempre, / si-siempre. / (“Pallaksch, Pallaksch.”)” Paul Celan - Friedrich
Hölderlin
© Marta Comelli
Poema de Quico Rua
Sino
Arrojé los dados,
rodaron por un callejón verde
iluminado por una luz tenue y azul
como de alfalfar en flor,
se detuvieron a mitad de camino
en una escalera real.
Sonreí.
Sino arrojó los suyos.
Salieron despedidos por un agujero negro
como boca de centro de galaxia....
Generala...
Naturalmente había hecho trampas,
siempre las hace, es su oficio...
Estoy en un aprieto.
© Quico Rua
Poema de Susana M. Baquero
Los campos
van acumulando
los golpes
del viento.
Llueven
insectos en la ventanilla del tren,
conspiran
contra la monotonía del paisaje.
Así
agonizan también nuestros pensamientos,
se arrojan
al vacío
y nos dejan
solos
con el
cuerpo cubierto por alas
al abrigo
de las estaciones.
© Susana M.
Baquero
Etiquetas: Susana Baquero
Texto de Sandra Escobar Ginés
Budapestiana
Se arroja/ a diario/ pero sabe/ claro que ella sabe/ cuánto
hay de sí/ Y de no/ De ella/Y de la/ Otra/
Esa/ Que romántica/ y pusilánimemente/ le hubiera encantado/
quedara/ como Alina/ en el puente/
En ese mismo puente/ en que se paró/ Sobre el Danubio/ y
lloró/ Allí/ Hasta allí/ Hasta donde llegó/
Literal/ Y literariamente/ Creyendo/ en su única religión/
Esa de la que/ no apostataría/jamás:/la Literatura/ Ella/ y la Otra/ en abrazo
budapestense/El mismo de Julio/en un noviembre/ casi cuarenta años/ después/ de
que la marca/ cortazariana/ la desnudara de /certezas/ para siempre.
© Sandra Escobar Ginés
Etiquetas: Sandra Escobar Ginés