28/6/14
Como los elefantes, la mujer
se inquieta ante los huesos de su especie,
mueve nerviosamente la cabeza,
se extravía y tropieza en su dolor.
Los esqueletos largos, mascarones
que arrojaron el mar y el pleistoceno
para dormir, lavados por el agua
hasta volverse láminas de luz,
son una herida abierta y silenciosa
que los grandes mamíferos levantan
con tal delicadeza, con colmillos
en su arabesco y su melancolía.
Porque los elefantes, la mujer,
elevan la osamenta de los suyos
y los acunan con sus grandes dientes,
los mecen con pasión y con trastorno.
Como los elefantes, la mujer
cubre su piel de arena y de termitas,
arroja a sus costillas, su espaldar
la tierra de sus muertos, se recubre
de su aspereza seca, ventolera
o ráfaga de tiempo calcinado
y canta lentamente una canción
que en su baja frecuencia, solo escuchan
congéneres lejanos, primordiales.
Cuando pinta sus dientes de marfil,
dentina opaca y blanca, romboidal
que prestigia su boca y su alegría,
la mujer talla en ellos la aflicción
preciosa, endurecida como laja
que atraviesa la luz y la somete.
a Esteban Peicovich, por “El otro amor”
a
Charo Ruano
© María Ángeles Pérez López
27/6/14
Poema de Elena Cabrejas
MADRE
CLANDESTINA
Encendías tu pelo por los aires
era bandera de
proclama
tus pies corrían por el mudo
valientes decididos y llenos de candor
como las rosas
mientras tu hijo golpeaba desde el vientre.
Las sirenas aullaban sus consignas
arrojaban el miedo por las calles
la tarde enrojecía su vergüenza
de tanta juventud acorralada.
Te sobraban los
sueños y las manos
tremendas que cubrían
a tu hijo que golpeaba desde el vientre.
Tu blusa se henchía de amor y de poemas
como pájaros de sueños clandestinos
la patria se escurría por tus poros
tus compañeros bebían a tu lado
los vinos del amor
y la justicia
marchabas incansable levemente quizás
hacia el horror
o hacia la muerte
florecías radiante con tus cantos
y tu hijo golpeaba desde el vientre.
© ELENA
CABREJAS
Poema de Susana Rozas
Manos
Mientras contemplo
La tarde nueva
Sin cortinas una
línea de pinos azules.
Descubro
Las manchas vagas
En mis manos;
Sospecho entonces
Sarmentosos zahoríes.
………………………..
Desvío los ojos
Hacia una primer estrella
-tan lasciva sobre el pino-
Como una natividad ficticia.
…………………………
Comienza la noche.
© susana rozas
Etiquetas: Susana Rozas
Poema de Patricia Díaz Bialet
AGUALAVA
Agualava cae de mi sexo.
Aguafuerte de químicos poderes.
Agua de prisión desmedida.
Agua de pequeña prostituta subterránea.
Agualava cae de mi sexo.
Pintado artilugio de mis labios.
Agualava aguaceite en borbotón de añeja ingle carcomida.
Agualava aguaceite de espeso puntapié en caída libre.
Agualava en queja de paracaídas.
Agualava en frotación constante.
Agualava por vos mi amor de veinte identidades.
De a sorbos te ofrezco mi agualava paraíso.
Mi rocío de muslo disgregado.
Yo te ofrezco mi dulce artimaña de gacela.
Mi amague de nudo.
El ardor de mi ojo de circo.
O el timbal de cópula en permanencia.
Gruta áspera de pico que penetra
la púrpura pluma de aire cuando gozo.
Agualava y su fluir en cauce anónimo.
Agualava y su tambor en talle de gladiolo.
De gorjeo.
De gruta acorazada.
Agualava por vos mi amor de quince abrazos.
Agualava aguapéndulo de piedra para ser fundida en franja de
furia.
© Patricia Díaz
Bialet
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Poema de Teresa Gerez
No es el hombre señor del viento para domeñar al viento.
Tampoco hay señorío sobre el día de la muerte,
ni hay evasión en la agonía, ni libra la maldad a sus
autores.
Eclesiastés 8,8.
I
Encapsulados
en nuestros cuerpos
venimos
como cohetes lanzados
desde otro lugar, otro tiempo y espacio
para plantar bandera,
conquistar la tierra
domeñarla,
apalabrarla
nombrar el mundo
y después retornar
(quién sabe adónde...).
¿Será a un cielo hecho de silencios
como el descanso merecido
de tanta verborragia?
¿Será un infierno de otros nombramientos
otro cuerpo, otra cápsula, otro enigma,
otra
pregunta?
¿Seremos haces de luz, aire, agua, copos de fuego?
II
¿Nuestro lenguaje será entonces
el color, el tono?
¿un crepitar de fríos y cálidos?
¿realidades inasibles
dando vida a otros cuerpos?
III
Silencio de viento.
© Teresa Gerez
26/6/14
Poema de Jorge Boccanera
OJOS DE LA PALABRA
a Octavio Pineda
La palabra,
fogonazo entre el deslumbramiento y el hartazgo, viaja sobre
los hombros del enigma.
Estrellas que atraviesan usinas de ceguera, correntadas de
nadie.
La palabra es iguana en la roca calcinada, una pata en el
aire, la otra en el infierno.
Su cuerpo breve da una sombra inmensa.
Quieta no se está nunca por el fuego cruzado de la sangre.
Un chasquido de lengua la echa a andar por baldíos donde lo
ruin humea y pudre el aire.
A horcajadas, con los ojos vendados, entre bolsas de estiba,
dientes de nicotina
y un corazón sin aparente anhelo que acampa en el vacío.
Esa palabra lleva en su aliento un viaje,
un detenerse, un continuar.
Sus patas diminutas
lo tocan todo por primera vez.
© Jorge Boccanera
24/6/14
Poema de Rubén Vedovaldi
TODO SIGUE CAMBIANDO
Antes de cada horror
hay amor
y después del infierno
hay amor
un golpe de belleza
quema el frío de tu sombra
el fuego de un beso
barre telarañas
la soledad te ahonda
para otro encuentro
y un brote de ternura
parte tu tierra amarga
Antes de cada dolor
hay placer
y después de lo peor
el sufrimiento limpia los cristales
y resplandecen rostros
del nuevo día
© Rubén Vedovaldi
Poema de Antonia Taleti
A la intemperie.
Estaba a la intemperie
cuando el pájaro picoteó
su alimento, toda
sangre, carne, huesos
mientras el río frotaba
las piedras ágilmente.
También pelos y uñas
rodeada por montañas.
A la intemperie
desnuda,
con los ojos
abiertos, tratando de escuchar
la voz que nunca alcanzo.
Alguien plantó el misterio y nos observa
en un juego de ciegos, oler, palpar, lamer
la presa equivocada.
© Antonia Taleti
Texto de Ramiro Pelliza
Triste, tengo un cabaret en la esperanza de que vuelvas. A
mí no me lloran los espejos. A mí no me enguataron lo que raspa. E incluso, es
de día cada vez que me despierto y estás viva. Tengo un montón de playa en las
selecciones de mi cuerpo. Tengo un embarazo cruento de rodillas en el tiempo de
tu espera. Tengo un domicilio en cada cosa que hace llanto. Duele, amor, este
tener el mundo mal vencido.
Nos conoceremos de otro plagio. Pero, aunque sea por una
vez, ahorrate el amor y mereceme el cuerpo. Mirame el compromiso.
Le salieron alas a mi adentro, y más adentro vuela. Me
salieron alas hacia dentro. Amor, que se me cargó de plumas el irme. Y si te
vas, también me dejo.
© Ramiro Pelliza
Texto de Silvia Loustau
Para qué
para qué seguir moviendo las manos si no pueden tocar a las
gaviotas que vuelan heridas; para qué seguir si la tierra que mañana nos
cubrirá los párpados será el lodo que naveguen nuestros animales de la ira;
para qué seguir si la muerte nos invade y nos paraliza con su neblina en el
páramo de la noche; para qué seguir si tenemos el corazón bajo llave, esperando
que nos toque el inexistente triunfo;
para qué seguir con esta farsa cuando mis amados sólo respiran por los los orificios de la muerte;
para qué seguir si la madrugada me trae el aroma de su
perfume y su beso es un pez enterrado en mi boca; para qué seguir con estas
manos vacías que sólo escriben cartas que me condenan; para qué seguir
apretando los puños si el abandono del beso y del abrazo es mi propio
destierro;
para qué seguir si se acabó la música en esta ciudad y sólo
espero que mi memoria muera envenenada;
para qué seguir si la palabra ya no nos condena y sólo queda
el poema tatuado en el cuerpo.
( work in progress)
© Silvia Loustau
22/6/14
Poema de Sergio Giuliodibari
ALTERNATIVAS
Es preferible recordar en una plaza
a hacerlo en el baño de un cine,
pero el invierno
hace que la alternativa del calor
sea hermosa
hundida hasta el exilio
en la hueca suciedad de la madera.
Es preferible que los fantasmas
tengan la vista alta
a que sus sombras nos golpeen contra el destino:
después de todo
nadie nos obliga a crecer
y las inscripciones en rojo
son sólo la mínima nota
de la humedad que azota el aire.
También es preferible hallar cenizas en el suelo
a hormigas en el jardín del vecino.
Pero todas las posibilidades
nos enfrentan a la vida.
Todas las posibilidades nos arrastran a la vida
y las cosas ocurren fríamente,
como las estaciones hacia el sur.
Y la vida lo confunde todo:
una lágrima con la mujer que se ha ido.
la espada con la pared,
los términos medios con una pesadilla.
©
Sergio Giuliodibari
Poema de Fabiana León
Camino por la calle Müller.
Apenas moja el viento
este dolor de mediodía y
un pájaro insiste
estoy
aquí.
Voy a la casa de siempre
la de enrredadera frondosa
donde puse rejas
para detener el tiempo
sonreír cuando abrieras la puerta
y me miraras.
Allí donde decirte amor era
costura de los días
marca de agua sobre
mis dedos gastados
medalla de corazón partido.
Voy a la casa de siempre
la de cortinas claras
donde puse rejas
que no te detuvieron.
© Fabiana León
Poema de Néstor Cheb Terrab
la mujer calva camina
distraída
parece retroceder
hacia su rostro
toma el violín desnuda
la sonrisa esconde
interludios
de un sacro blando
vulnerable
es eso que se oculta
del ridículo
en la lágrima
flores de cerezo
a la entrada del volcán
lava mercúrica en esferas
(quedarse es aprender
lo tácito)
en lo más pequeño
refugia lo que crecerá
su belleza derrama
un gesto en la penuria
dos beduinas vestidas de negro
collares y pulseras
colores y movimientos suaves
en las manos
en cuclillas una mujer dando a luz
frente a un espejo sostenido por niños
en caos crepuscular
tiene ojos animée
su respiración psíquica gotea
se recuesta en la orilla
al vaivén de los líquidos
(cuando encuentre su boya
amará el ámbar)
el secreto son las víboras
su atracción desmesurada
la parálisis a pesar
de los cristales
la transformación otorga
protagónisis
a las apariencias
escucha con su nariz los minerales
un escorpión camina por sus senos
en el descanso de la marea
sonríe mientras duerme
para verse a través
el violín mojado atesora
huellas
perlas que brillan
al acercarse al entierro
de las miradas
al alcance de su mano
la matriz
de la seducción
una parte del cuerpo
en el agua
las piernas palpitan
la tortuga descabezada arriba
mientras desaparece
la huella en la nieve
surgida de la nada
lleva medias negras
los felinos oscurecen
la lluvia
entre objetos oxidados
emerge luz de su boca
liquido amniótico
su ojo quieto les habla en japonés
el nombre posee los secretos
de la contemplación
persistentes al odio
al sexo a la muerte tal vez
no quiere que la vean
tan pura
o no
quiere
serlo (6)
(6): poema titulado “de nombre sonomama”; en sánscrito (o “kono mama” en japonés): uno no
hace nada, no piensa nada, simplemente “es”. Uno simplemente “es”
© Néstor Cheb Terrab
Poema de Milagros Rodríguez
MUCHACHA EN LA VENTANA
La ventana se deja morir sueño adentro
para que una mujer invente palabras
que dicen todo y nada dicen…
Ella tenía la medida exacta, para ajustarse al otro
sin embargo, ese otro
no era más que un desconocido-conocido
quizás, un marino en puerto extranjero
o un hombre perplejo, dibujando espirales en el aire
Ella, llevaba la pollera ceñida, limpia y azulada
pedrería amarilla y negra, colgando de su cuello de garza
Él viajaba hacia su ruta secreta, desde el sol
hasta las primeras luces que se encienden en las calles
Ella era faro,
observando
todos los movimientos
desde la ventana
Un día se cruzaron en el puerto
ninguno reveló, si fue casual
o el destino les abrió la mano
Se miraron…
Ella, que lo había visto pasar tantas veces
en ese momento, no atinó a decir nada
Él la saludó como a una vieja amiga
y levantando la solapa de su impermeable
se perdió calle arriba, hacia lo urbano
¡Ah los simulacros del amor y esa palpitación silenciosa
que deja las palabras encendidas… flotando!
© Milagros Rodríguez
(Óleo de Salvador Dalí 1925)
Enviado por la autora del poema
Poema de Daniel Adrián Castelao
“Ya dejará de sangrar
esta puta herida”
Carlos Norberto Carbone
...y dejará de manchar,
de marcar este rastro imborrable
que inevitable me seduce
a retomar.
Gota a Gota
verso por verso
dejará de sangrar.
En cada letra,
con cada frase
por bares
plazas estaciones,
con cada latido
en las dichas
en las calladas
dejará de sangrar.
Se cerrará, lo sé
en el momento
en que la sangre derramada
y el polvo de mis restos
fusionen,
y del barro tal vez
surja,
como Fénix a renacer.
© Daniel Adrián Castelao
Poema de Hilda Díaz
Antipájaros
La
vida dibuja un árbol
y la muerte dibuja otro. Roberto Juarroz
y la muerte dibuja otro. Roberto Juarroz
desde la ventana miro caer las hojas de los
árboles
navegan entre el ruido y el smog
forman sobre la calle
un silencioso colchón de soledades
ocres
crujientes
marchitas
las hojas caen con sorprendente lentitud
pequeñas estelas en un cielo opaco
acercan la idea de la muerte
enmudecen la ceniza de tantos días /
amaneceres
caen
y las devora la sustancia negra que nos
recubre de lado a lado
nadie descifra el recorrido de su vuelo
dios / no
reveló los códices / y nos dejó huérfanos de alas
caen / las hojas amarillas de los árboles
en el camino al destierro
tremenda
fragilidad del instante
© Hilda Díaz
Poema de Daniel Martínez
No he escrito un miserable poema
hay que vivir para eso dicen algunos
pienso entonces una tarde en Venecia
los ojos verdes de una tarde de Venecia
(allí también estuve preso)
las ruinas del mundo
el ágora griego la
ciudad de los césares
pirámides iluminadas en la escenografía del desierto
o las veces que dormí
en hoteles baratos de calles desconocidas
en el Titicaca miré los astros
desde una isla de totora cantando con los indios
en Chile en Isla Negra
comí un pezsapo alimentado de crustáceos
su piel rosada como fruta de marzo
fui un sobreviviente de mí buscando lejanías
pero no quiero
ni un poema decente que hable del milagro
ni paradojas del infinito
o sutilezas de la matemática
ni límites de la luz
me fue negada la belleza de la exactitud
tampoco mi albatros ayuda
ni haber bebido la copa de hastío
del traficante de armas de Abisinia
no hay huesos de lluvia de Vallejo
no seré marinero ni de agua ni de tierra
mis heterónimos descansan
cae a pedazos este domingo
entre palabras que vuelan por el cielo raso
debería escribir un poema
hoy que es enero 2013
y sobrevivimos a las predicciones
del calendario maya
busco una señal
me sienta bien el traje de otoño
pero el camino de hojas va a la fiesta equivocada
abro entonces las ventanas
respiro el aire que me toca ahora sí
ahora
no escribir ningún poema
viejo monje Leonard Cohen
solo escuchar una canción tuya
que ilumine como plegaria
y dejar esto en manos de especialistas
© Daniel Martínez
Poema de Amalia Mercedes Abaria
EL MUSGO Y LA CALMA
Solo, en la penumbra,
el sobreviviente del mar
tiende su planicie verde
sobre la larga pétrea
y descansa.
Cómodo en el muro
instala sus vegetaciones
de orden
y constancia
y como el antiguo reptil
que lo horadaba,
ama la húmeda
colonia de la sombra.
En espera silente,
busca en el cielo
al ángel de la lluvia
y su médula seca, entonces,
bebe el diminuto manantial
pasivamente.
Es bueno sentir
su presencia
compañía de la calma
y el silencio.
Pisadas ausentes
lastiman a veces,
ese pequeño gran mundo
esparcido
o un caballo roza
también la frágil, fina capa
de verde, verde musgo
¿Hay lágrimas?
Todos hemos pisado,
alguna vez
el tendido musgo,
nuestra calma.
© Amalia Mercedes Abaria
21/6/14
Poema de Alicia Perrig
VENTAJA
Si le pusiera un camisón rosa
si le encintara el pelo
y la dejara caminar
descalza
sobre
la arena tibia
si le diera un plato de sopa caliente
un té de hierbabuena con azúcar quemada
una manta tejida con manos de abuela
tal vez
se quedaría dormida
la
tristeza
aquella noche
profundamente dormida
y yo le llevaría
una noche
de ventaja.
© Alicia Perrig
Poema de Roxana Palacios
Voces en el sótano
Arena sin pisar en esta tierra larga,
brotes que se recuperan.
Ves grietas, ventanas como pozos;
en el sótano, los ojos no reconocen su lugar,
construyen pájaros a la altura de las nubes,
muros, esta fotografía del presente:
manos nuevas para moldes viejos.
Y todo pasa simultáneamente, mujer,
vuelan tu cabeza,
llegás de la tierra, salís de una garganta,
el tragaluz es un embudo,
los objetos
se vuelven intangibles en el sótano.
Es tu sombra la que sirve la mesa,
caminás hacia otro cuerpo,
tu cuerpo como límite.
Esto es el sótano, aquí caen los objetos,
alguien busca libros para el aturdimiento,
hierven tus manos, se reinician.
Adentro todo pasa simultáneamente:
la puerta que se abre, la comida,
la pila de ropa, la tabla de planchar;
voces de mando ojos de obediencia,
arena de santos: la ayuda se trafica.
Desde la biblioteca, el mar es una persistencia,
este lugar es así: alguien pasa, conoce tu perfume
un aire hablado bajo la cubierta de género.
Arriba te cambian la memoria,
cadenas de flores se regalan,
como buenas intenciones y mentiras.
El humo se define en este pozo:
balas de salva para matar a tu hermano,
mantas líquidas para esconderlo.
Tuyo es el reino, los muertos no lastiman,
alguien en la ciudad los ve volar,
sus cuerpos como un borde.
Las vidrieras crecen y se multiplican,
los libros se apilan detrás de los estantes,
en este sitio
hay espejos con monstruos de mujer,
aguas profundas para comerciar lenguas.
© Roxana Palacios
Poema de Alicia Corrado Mélin
S.O.S.
Llora berrinche forcejea en la luna
tambalea acusa socorre
aguada entre residuos
pide gancho para este agosto.
Malabaristas oscuros
Ignorándola
Ovilla tibia saliva en la estrella
reza putea muda
entre grisáceo de asfixia
pincelado por un roedor indiferente.
Payasos pegajosos
anuncian su crónica.
Gime mugre resopla en la quietud
devora transige camufla
apenas un latido arrítmico
bajo ruedas ególatras.
Mercachifles sudados
liquidan sus huesos.
Baila vuela sola en la tiniebla.
© Alicia Corrado Mélin.