27/1/21

Poema de Tin Roda

 


 Sueño que soy un pacú salvaje

nadando en el lecho del río

 

Voy y vengo sin lenguaje

a merced de la corriente

 

Tras morder alimento

un tirón me arranca de agua

Lucho por mi vida

retenido entre las manos

de quien quiere devorarme

 

Me viene a buscar la muerte

y en un exhausto esfuerzo

me escapo y vuelvo al agua

pero ya no soy el mismo

 

conozco la asfixia del aire

y siento cómo me desangra

nítida en mi boca

esta herida de palabras

que me dura para siempre.

 

© Tin Roda

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Poema de Mariel Monente

  


MUELLE


“Haz que no muera

sin volver a verte”

Alejandra Pizarnik


nunca se acaba el silencio

callar ineludible contra el que levanto

letra a letra el lugar donde esperar los barcos

desde el nacer construyo este muelle

lo armaba con cañas y barro

amasados bajo un parral

los cimientos fueron de llanto

clavicordio sin aire

colores estivales

el muelle crece

sobre una playa que me ajena

ya tiene grandes palos enterrados

junto a una casuarina inclinada y mecida

he construido el muelle

para esperarla para esperarme

sobre la arena

donde los pies se hunden

crece el agua y rodea el contorno de los dedos

pequeño mar la mirada del niño

cuando interroga

a los pies y a su rumor de agua

¿por qué he de morir por dentro

cuando el amor rompa los diques?

algunos pilotes son de savia

de estambre de corola

son más livianos que un colibrí

ahora el muelle vuela.

 

© Mariel Monente

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Poema de María Sueldo Müller

 


rebalso este vaso en que me vierto

esta jarra

esta fuente


mi cuerpo es un ojo abierto


muy chica la camisa

    poca la hoja

        demasiado pobres las palabras


excedo

vuelco

hecha un desborde incontenible


el horizonte es de un giro completo


marcho en todas direcciones

                        rasgándome en medio


© María Sueldo Müller 


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Poema de Teresa Gerez

 


ESCRIBO

 

Escribo en las paredes las puertas

escribo en la palma de la mano

en el piso

en los cuadritos de los azulejos

en las toallas

 

Te escribo a boca sedienta

a corazón endurecido

a tientas

en el blanco de la página

 

Dibujo los grafitti

de los minutos que mueren

como flores en la noche

 

Estalla la palabra

como espuma

 

como rabia

 

© Teresa Gerez

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Poema de Anahí Duzevich Bezoz

  


UN LUGAR    

                                                                                         

“...en la misma calle del tiempo.”                                                                                                     

Felipe Fernández  Fernández.                                                 


Átame a tus caminos

    seré el triunfo de tu arribo.

 

Átame  a tus ojos

    mi sombra será tu luz.

 

Átame a tus oídos

     mis silencios  serán tu música perfecta.

 

                    Átame a tu respiración.

                   Tus suspiros  serán mi eternidad.

 

© Anahí Duzevich Bezoz

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Poema de Norberto Barleand

 


Insomnio

 

Hay un tajo en la sombra

que perfora el insomnio

La finitud del tiempo,

sueños caídos.

El mundo a contraluz,

el rumor de una parodia

       del rumbo sin rumbo.

Asoma en su agonía,

un espejo azul

las magnolias,

una rama quema sus hojas en el vacío.

La derrota es dolor,

un grito en el cosmos del miedo.

El hueco se hará luz,

en solemnes rutinas   encendidas de orgullo  

 cada vez que la muerte acose

 y la vida renazca

                como el sol cada día

 

© Norberto Barleand

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Poema de Teresa Gómez

 


 

MI ABUELA                                                

…fue como mirar un pájaro ausente que seguía cantando…

Mónica Angelino

                                                                                                 


Con su criolla dignidad

mezcla de guaraní y de señorío,

ella bajaba por la planchada

jazminada de aromas,

azaharosa de naranjas florecidas.

Mi abuela correntina llegaba al puerto

después de casi cuatro días

de recorrer el Paraná en aquel barco,

jangada rumorosa de voces y esperanzas.

Mi hermana y yo, con tapadito rosa

y capota haciendo juego, 

éramos el testimonio de la opción capitalina de papá,

que en tránsito estudiantil de Goya a Buenos Aires,

del muelle flotante al puerto firme,

se enamoró de una porteña

y se quedó en San Telmo.

Vestida de negro, con su tez cetrina,

 su mirada bruna y su pequeña trenza

apenas entrecana arrollada en la nuca,

mi abuela correntina respondía

con leve sonrisa a las bienvenidas.

 

Eso me queda. Hoy su inasible sonrisa

titiló un instante, se recortó presente y luego,

como siempre, naufragó hacia la sombra.

Brilla y se desvanece.

Adónde se refugia lo vivido?

Adónde espera con paciencia

para ser convocado?

Desde que sitio sin cesar nos nombra?

Adónde, en blanco y negro,

están las nenas de tapadito rosa,

tomadas de la mano de su abuela goyana

de pie en un puerto que ya tampoco existe…

 

© Teresa Gómez

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Poema de Dolores Pombo

  


Burbujas 

 

como aire revuelto 

en aguas agitadas 

vivimos en burbujas 

olas y cascadas 

espuma de mar 

codazos y algoritmos 

vapor 

calor 

color 

se habrá perdido el horizonte? 

 

© Dolores Pombo

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25/1/21

Poema de Raquel Fernández

  


LA MUERTE, POR FIN

 

Pamela despertó la mañana

del 3 de julio de 1971

y encontró a Jim muerto en la bañera.

Tres o cuatro lobos

(visibles ahora,

en su trágica belleza)

le lamían los ojos.

Tres o cuatro lobas aullaban.

Él sonreía, dijo ella

(una sonrisa de muerte satisfecha,

una sonrisa infecciosa que rodó como una epidemia

por las calles de París

cuando Pamela abrió la ventana

y los lobos se desvanecieron

tocados por la rutina del sol).

 

Ella también rodó,

hasta 1974,

hasta Los Angeles,

hasta el sofá y la heroína.

Si sonrió al final

(si sonrió satisfecha

en un eructo de leche y miel)

es un secreto que los lobos se llevaron

grabado en los colmillos.

 

© Raquel Fernández

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Poema de Eduardo Espósito

 


vivisección


A pecho abierto

masajeaba el corazón

de los batracios

quería vislumbrar

los intersticios de la vida

detener la creación en

el instante supremo

del destete

añoraba el bisturí perfecto

que la llevara

de vuelta al caldo primigenio

necesitaba de esas muertes

para seguir viviendo

ella quería

-a pecho abiertoordenar las rutinas de su sexo

vengarse de las células foráneas

arrasar cualquier vestigio

de posibles fiebres

entre la culpa y el perdón

ella quería un mundo sin fisuras

salvo las de su propio corazón

su propio sapo.

 

© Eduardo Espósito

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Poema de Claudia Tejeda

 


Blastema

 

Una víscera entre el pecho y la luna

una mancha en el mameluco

que no se diferencia de otras manchas

así, la tristeza

trabaja sin domingos

minero con herramientas de orfebre

cava túneles de gusano

hasta el derrumbe de las canteras.

No se va con un llanto, ni con dos.

La he visto crecer como un diamante

arrebatarme mis joyas de pan

en la subasta de los autorretratos.

He intentado hachar sus extremidades

de ajolote o lagartija

blastema en regeneración.

Preciosa y fecunda

en la sombra bonsái de los tubérculos

en la ceguera de Argos

con cien ojos clavados en las plumas.

Así estamos: agua y sal, indivisibles.

 

Quizá sea lo único real mientras sonrío

esta ofrenda de perdices moribundas

en la boca adiestrada de los perros.

 

© Claudia Tejeda

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Poema de Andrea Lípari

 



 

Sobrevivir

 

yo es Sherezade

cuenta historias

en la noche

y escribe

contra la noche

para olvidarte y

sobrevivir

 

yo es Sherezade

preguntándose si

olvidarte y sobrevivir

no la matarán y

entonces yo

tenga que volver a

ser yo y no

sea ésta

la única muerte

 

© Andrea Lípari

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Poema de Alejandro Lastra

  


Muchacho

 

Vi el video de Sandro 

bailando al viento sobre el capitán 

del Delta. La guitarra al aire 

rozando el relieve de su vientre 

a medida que los gritos de los transeúntes 

se amotinan sobre las barandas grises del río 

y sus pies sonando sobre el silencio 

su voz grave que recubre a los mortales 

y la certeza de saberse invencible 

perdido en la mirada que reposa 

sobre la curvatura de su boca. 

Sandro está muerto y los transeúntes 

probablemente también. Es una ironía verlos 

bailando ignorando la muerte 

como un mensaje enviado 

desde algún futuro remoto. 

Si fuera Sandro 

no podría estar abatido 

solo agarraría mi guitarra 

miraría a la chica rubia 

con la certeza 

de que por lo menos 

el rato que dure la canción 

puedo vencer a la muerte.

 

© Alejandro Lastra

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23/1/21

Poema de Eduardo Mileo

 


 

Para saber si estás cerca

puse una trampa.

Delgados hilos traman

esa tela de araña.

Espero que caigas.

La red con que te pesco

dibuja en el centro la cara de Dios.

 

© Eduardo Mileo

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Poema de Ana Guillot

 


 

quiero ceñirme la corona

y respirar

los brillos de la casa

(un orden musical de proporción feliz)

 

quiero tesoros como pájaros

y mirar hacia el mar y no ver costa

 

he de sobrevivir a esta inmersión

 

(hay días como fuegos, como furias

hoy es uno)

 

© Ana Guillot

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Poema de Ernestina Elorriaga

 


 

Bendita seas 

Virgen de la Niebla que me arrinconas

y como si mi cuerpo fuera un tajo en la hostia                   

me hincas nievemente de luz

me dejas ciega

haces de mi mudez de dromedario

un leve trazo (o) un ideograma

 

Y estallo

en rosa

en intemperie

 

en Palabra

 

© Ernestina Elorriaga

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Poema de Carlos Dariel

  


El viejo y la arena 

 

en el bar quedamos pocos

cerca de mí

un viejo inclinado sobre la mesa

tiene los ojos demasiado lejos

               adivino en su mirada

              una pala que se clava en el tiempo

              socavando su base

 

tomo un sorbo de café

mientras miro ese cuerpo inerme

igual que una piedra sin memoria

 

las arrugas de sus manos

son como esos dibujos que la bajamar

deja sobre la arena 

 

una mosca se posa en su mesa

y recorre en zigzag uno de sus bordes

 

la mosca tiene

         parece tener

la edad de la arena

 

el viejo no revela ningún cambio

a juzgar por los resabios de la bajamar

en su piel delgada

 

ahora mira la mosca

posada en su mano

                           la mira

como a ese niño que pudo ser

cuando era apenas un viejo de seis años

y sus ojos dos moscas

hurgando en el desierto

 

ese viejo ha capturado mi mirada

 

me atrapa esa luz

anclada en su barba

mientras la noche avanza sobre la arena

y alcanza el estado de mosca

 

© Carlos Dariel

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Poema de Alicia Salinas

 


La cicatriz

 

Un hilo atraviesa el campo,

de poste a poste corta

el cielo con su filo. Tanza

indómita desangra el progreso

del próximo pueblo.

 

Noche de estrellas perfectas

a la salida de la ciudad.

Fuimos a comer lejos del ruido,

se hizo tarde sobre el negro mar

sin horizonte ni puntos cardinales.

 

Dónde buscar ya no el daño

sino la cicatriz.

 

© Alicia Salinas

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Poema de Beatriz Puertas

 


VIGILIA

 

La noche que entendí que me lastima

La ausencia del abrigo

Supe también que el corazón no atina

A entenderse conmigo.

 

Todo el  mundo encerrado en la  certeza

Sucumbió en la retina

Y la mirada se perdió en la espesa

Oscuridad que camina.

 

Así será el destino caminante

Munido de una penca pasajera

No hay caballero andante

Ni tristeza viajera.

 

Lo único seguro es que adelante

Podría haber una esperanza entera

No como esta partícula destruida

De aquel sueño cesante.

 

© Beatriz Puertas

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Poema de Marina Centeno

 


 

Décimas para Manuel Mejía Sánchez-Cambronero

y Freddy Figueroa

 

Para quedar a la altura

de estos dos hombres de letras

esta mujer se penetra

poco a poco en la escritura

En esta gran aventura

para escribir con decoro

al que sabe le valoro

la habilidad y destreza

de este gran rompecabezas

con rimas que yo empeoro

 

Por un lado está Manuel

que a todo ofrece una rima

a la amistad la sublima

con versos de gran nivel

Como el pintor al pincel

dibuja letras a todos

entre paisajes y modos

de intercambio cultural

que en este mundo "irreal"

transforma en brillo al lodo

 

A Fredy qué le diré

que otros no le hayan dicho

para salir del capricho

lo digo y me callaré:

El verso que tallaré

tan cálido como frío

se hundirá en el vacío

que tiene por intención

el buscar la dirección

de las aguas de su río

 

Por gustos y por razones,

que en estos versos predico

las vertientes que claudico

le sobran las intenciones

al poner las condiciones

de estas rimas aladas

que con ardor son trenzadas

y por pasión al oficio,

se construye el edificio

de las palabras rimadas 

 

© Marina Centeno

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22/1/21

Texto de María Rosa Lojo

 


DRAGONES 

      Noche tras noche se construye en la casa un andamiaje silencioso. Los habitantes dejan sus ropas de vivir y su torpe calzado de recorrer ciudades que no miran. Rodean las paredes con sábanas tejidas por la hilandera de un cuento interrumpido y se cuelgan de los bordes, llameantes como cabezas de dragones. 

    Por las mañanas la casa apenas conserva alguna marca de ceniza bajo un alero y quizá la sombra del relámpago cruza al sesgo los vidrios de los dormitorios. Los habitantes salen por la puerta del frente vestidos de humanidad, pero en los bolsillos interiores de un traje, en las costuras de los uniformes, bajo las calificaciones y los lápices, las escamas del dragón van creciendo, tenaces y brillantes.

 

© María Rosa Lojo

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Poema de Alejandro Méndez

 


 

El ámbar y el humo

 

El murmullo de las enfermeras

y el olor a desinfectante actualizan

la escena. Todo lo que tengo queda

reducido a una muda de ropa

en el bolso que hizo tu madre.

 

Preparo esta carta ahora que la cabeza

está nítida y la garganta indeleble.

 

Sin tiempo para pensar,

apenas en el aire notas rápidas.

Directo a las prioridades,

en los intervalos, cuando las puntadas

que bordan el vientre se dispersan.

 

Parecen escasas aquellas tardes

en el patio donde te sostenía al sol,

y lejanas las noches que leía

a la luz de una vela. Ahora pienso

en cómo desprenderme. La pregunta

es absurda frente al trabajo de la

naturaleza. Ella administra como

nadie el golpe de gracia y sus

derrames involuntarios.

 

Naciste bautizado por una apuesta

que perdí: un asado para toda la

familia por haber traído al mundo

a un varón. Te exhibí como el becerro

de oro frente a todos mis amigos.

No pude deshacer esa arcilla

por la que ahora imploro.

 

Carta que debiera ser un legado,

un proceso de selección minuciosa,

un reparto equilibrando la balanza

después de una corta vida;

pero la urgencia impone

—esta tarde de diciembre de 1966—

prescindir del inventario.

 

No habrá despedida.

Prefiero dejarte durmiendo

en el rincón frente a la ventana,

quizás con la esperanza

de alguna epifanía modesta.

 

Para desmentirla el ámbar y el humo

se depositarán como lluvia.

Algún día te cubrirán por completo.

 

© Alejandro Méndez

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