Tenga muelle y galería, resuenen pisadas
peludas en escolta
lealmente canina. Haya espacio
distancia que permita vueltas y el camino
de sirga traiga
un avance de esa que fui: zeppelín rojo
portadora que te llevaba por las islas, sus
arroyos
rielar calmo y siestas en flotación pansa
arriba. Nada
que diga repone eso, nada es capaz ni
atestigua cómo
la que fui yo dejó atrás el miedo, anduvo
entre escolleras ocupas
oronda de vos, en vos que eras y reinabas
la gracia
un don callado se impone: casi aquel túnel
de bambúes
cada atardecer su ruta de luces, en señal
de esto que
merodeo y escapa. Tenga sombra, llegadas
del colibrí
su arrebato, lugar al silencio haya: croares,
zumbido y chapoteos
bagres den movimiento a las aguas
opacas del anochecer. Prodigio sea y cobije
estos lares
minucias que tengo para ofrecerte yo
fui tu zeppelín rojo y en las corrientes
rosadas
nadamos el Capitán en sudestada como quien
se afirma frágil
por las mareas del tiempo como quien, por
un rato
alguna vez dijo “voy, estoy adentro”.
Al principio no hay palabras: sólo agua. En
mí, en mis sueños que te traen
todavía sin nombre: te decimos ratatouille,
tu llegada el año de la rata y un
comienzo vislumbrado. No hay más. Baños de
inmersión interminables
soy una marmota, duermo y sueño sin parar.
Después del principio estás vos
conmigo en el agua. Ya sos y tu presencia
llena
en latido constante. Tan raro todo tan
no yo.
Sin palabras. Busco un nombre para esa chica que crece en mí
todavía no sé cuántas veces te contaré la
historia, un nombre
sin marcas ni dolores previos, algo
de luz para este espacio incierto. Y ya sos
Mora, alegría de tardes enteras en las ramas
el placer trepa árboles y saquea
la fruta a manos llenas en la boca en las
manchas moradas: Mora
esa que habite en mí, detenga
en clave tu nombre el tiempo. No
no sé todavía cuántas veces
voy a contarte esta historia. Al principio
hay agua, siestas
el Sarmiento nos lleva tibio en su
corriente. Flotamos y se ven
casuarinas recortadas contra el cielo.
Después volverás conmigo en lancha
ante la inmensidad rosada gritarás agua
agua así
tu segunda palabra. Llevo en mis brazos el
arrebato, tu fuerza
voluntad de cabeza al río que te llama. Al
principio no hay palabras
a dúo el grito entre una teta y otra
mientras cambio tu ropa
medimos el tiempo al son del om compartido.
Te veo y veo tus ojos fijos
en mí las dos unidas por la voz: una cosita
ese lapso donde somos una en dos. Sin
palabras
y tan no yo. Al principio que es el principio de vos y yo
no hay palabras: llegan después en tumulto,
en invasión y me nombran.
© Andi Nachon
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