29/6/16

Poema de Paulina Vinderman






"No juegues más con la sabiduría, hay algo descalzo
en la sabiduría", leo en pantalla
y cuando salgo en la madrugada a mirar el cielo
encuentro a nuestro cuento de invierno
helado y fijo como una estrella muerta.

No hubo brújula, sólo el perfume de un país
                                                       de fábula
desvaneciéndose a la mañana siguiente.
No me llevé nada más que el celofán
que me tapa la boca cuando quiero nombrarte.

¿Dijiste ansia?
¿Dijiste aire?

El poema no sabe de qué lado ponerse.
Se pierde fácil por un camino custodiado por
los álamos pintados con delicadeza en mi mural,
vasto e inescrutable como era el mundo cuando niños.

Un amor sombra.

Dijiste sol (no sombra),
por eso no supimos descifrar su código.



© Paulina Vinderman

Poema de Carlos Enrique Cartolano


doce

… sobre el roto lago
de la bruma temprana
Leopoldo Lugones, El pozo


                 7 de diciembre 6:22 y todo viene
hacia aquí por desaguar ríos afluentes menores
cierta pasión/ los interiores vuelcan en la piel
ella exuda adhesión y rechazos

                       el prójimo vive muy cerca
aunque esté en beijing villa martelli o parís 
cualquiera existe sólo con saberlo
y desde entonces vive en uno/ en cuántos cursa
mi pregunta y qué márgenes apropia el lago

                               hoy 6:34 el idioma ve
provoca vuelca en alas de agua cristal del nombre
mi existencia cabe en este plano/ la llanura
se inclina verbal hasta tocar el mar: una doncella
estira línea y compromete


© Carlos Enrique Cartolano

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Poema de Sergio Kisielewsky

  

Sé que tenés un rubí entre los muslos

Emilio trae el tramallo y vamos por los peces
Vamos por nosotros.

Todo es una mesa tendida que trajo Elba del más allá.

Ya no tengo seres ni varillas ni venados

Te veo doblar las servilletas y levantar la mano.

Tu rastro es un candil del paisaje

Cuando te vi por última vez trajiste la pollera tableada
Y el farol comenzó a titilar
Vos me hablabas en un idioma de carne
Yo sólo vi tu boca con el corazón en celo

Los dientes transparentes el suéter blando, las caricias
Vamos allí me dijiste.

Torpe de mí. Te vi desnudándote como un diente de marfil
De las elefantas del desierto

M e tocás y tiemblo
Me nombrás y soy alto.

Creceré como las boas en el desierto
Me arrastraré en tu humedad quedaré allí como una martingala de espárragos.

No seré el mar pero sos la sal
Subimos y llegamos al médano.

Ahí te abrís como una doncella que no miente que no esconde.
Vamos y venimos por la orilla
Me mirás como la indiada en el galope
Sabés que ya me fui y me mirás.
Es más fuerte tu candor
Loca de espera
estallo en el ojo de otra tormenta.



©  Sergio Kisielewsky

Poema de Mónica Angelino


empujada por la alergia 
camino del cemento 
sus grises contornos 

el espasmo bronquial que se acelera 
esa caca de perro en los zapatos 


y esta tos de hastío 
y este hastío en el aire.



© Mónica Angelino

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Poema de David González




una esbelta mañana
sin brumas aparentes
entorno los ojos
con el mismo color apático
de lo transcurrido
volviendo a mi antigua casa
mi viejo cuarto
abundante de inviernos fingidos
desnieblando la cabeza
su mezclado olor a barro y piedrazo
convocan los ecos amados
esos estertores familiares
traen pendulares evocaciones
que ya a nadie asombran. 


© David González

Poema de María Del Carmen Barrionuevo

  



Deleble

No puede
ni siquiera
caer por la alcantarilla.

No puede
ni siquiera
acariciar mis pestañas

Como la ausencia,
se diluye
en el sinsabor
de la tarde mansa.

Sin embargo,
invade mis sentidos.
Tenue,
      acaparador,
            impertinente.

Lo envidio.
Quisiera
corporizar su sensualidad;
navegar sus huellas delebles
                       y perderme…
Perderme en su loco afán
por alcanzar el cielo.


© María Del Carmen Barrionuevo

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28/6/16

Poema de Ana Lema




TRAJINAR BOTÁNICO

La planta cuando mustia pierde poco a poco
su esencia y acto seguido, perece.
Algo parecido sobreviene a las personas
cuando en sus vidas asola el fracaso y la decepción.

Entonces, trajinar a contramano
como el chevallier d` épées del tarot,
esgrimiendo el filo
embestir al enemigo y tirria mediante, embucharse el temporal.

Pergamino es una ciudad al noroeste de Buenos Aires.
Plantada en una hondonada acoge espíritus y dogmas diversos.
No es extraño que en sus jardines
prevalezca una vegetación mustia.


© Ana Lema

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Poema de Aníbal De Grecia



INXACTO

Me ciegan los signos de la inmensa luz
soy el hijo miserable de la pureza.



© Aníbal De Grecia

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Poema de Bibi Albert


INSOMNIO 

4.

Ni lo pienses, ni lo digas.
Ya sabés la respuesta.
Te hacés la que jamás.
Te escondés detrás del eco de las horas.
Imposible conciliar la pesadilla
mientras bailan flamenco
la tos y los suspiros.
Ni lo digas, ni lo hagas.
No te levantes.
Quietecita, sin arneses,
corazón en la boca,
dejá que el suelo de la noche se te abra
y entregate.
Allá abajo, profundo,
lejos como las ocho,
están los frescos brazos de la vida,
recibiéndote de nuevo,
contándote los dedos,
diciendo una vez más y siempre siempre
que esperaba que fueras
varón y más grandota,
pero que igual te quiere,
y te arrulla, y te mece.


© Bibi Albert

Poema de Antonio Cristóbal Pourrere

  
GRAN  SALTO

Si pudiera te haría una canción
mas..., tan solo...,
me ha de estar permitido evocarte
en el umbroso silencio de la noche.
Cuan vasta será elalma
que permite abrazarnos
a una instancia de vida
en el lejano recalar de un sueño.
Utopía.

Vistos desde la soledad
los abismos serán siempre insondables,
aunque todos sabemos largamente
que en los oscuros fondos invisibles,
pueda estar la esperanza...,
aguardando que demos el gran salto.


© Antonio Cristóbal Pourrere

Poema de Cecilia Glanzmann



                   
ESPERA 

Espero.
Espero con las manos nervadas ya por tanto amasijo
                                                      / de sueños,
plantada en el surco como ayer
y caminando el surco como siempre
-ser polvo que cante a las estrellas ¡y ande!

Espero,
mientras el viento me desnuda y me envejece
inútilmente.
El corazón entero late
el corazón acecha y sabe
-nada le es indiferente:
 la soledad araña la conciencia,
 la mísera jungla arremete, diaria,
 y hay ataque y hay defensa;
 la ambición de infinito arremete, diaria,
 y hay preguntas y hay silencio.

Espero,
Polvo húmedo aún, fibroso polvo con soberbia
                                       / de humano acontecido,
el corazón en el canto y en la espera.

Espero andando
lo que tú esperas quizás
o quizás no.
Espero.


© Cecilia Glanzmann

Poema de Gloria Oscares


MUJER QUE MEDITA 

En el fondo de la noche
una mujer piensa en su trabajo

En la otra habitación duermen sus hijos

A medida que la sombra pasa
lava su pena
suaviza  la frescura del sueño
su dolor


© Gloria Oscares

Poema de Claudia Ainchil


AGUA

Inquietud de espesores corriendo
sobre cada poro
lumbre que acaricia
humedad salpicando
emboscándonos
cuerda invisible
un riachuelo cualquiera
millones de bocas abiertas tras el abrupto arlequin
de una sed vagabunda
líquido incoloro,cuántos luchan por tenerte
entre sus posesiones
agua, qué árido es el amor
cuando las caricias se evaporan
qué tristeza hay en las miradas contaminadas.
En el cuenco es su propio realismo
sin embargo, cuando una hendidura
raja el umbral de la conciencia
va perdiendo esa esencia contenida
a través de los siglos.


© Claudia Ainchil

Poema de Maria Alicia gomez de Balbuena




SUEÑO AMERICANO (en homenaje a  Martin Luther King)

Ese sueño americano que conmovió tus entrañas
Fue la luz incandescente, fue antorcha de tus mañanas
Y  fue la segunda piel, cálida de sensatez
Con la que abrigaste días de soledad y traición
Más, tenías en esa antorcha, la luz de otro pastor
Que condujo su rebaño con técnicas diferentes
Acaso inspirado en Dios.
“No a la violencia .No más”
          –en cada marcha afirmaba-
Y un GANDHI ya desde el cielo, a tus marchas convocaba
Nadie pudo imaginarlo, porque nadie lo soñó…
Pero en tu piel se teñían imágenes de esplendor
La Bandera de  la Paz, en tu corazón flameó…
Y  tu sueño americano, fue aquél que la enarboló
Tu oratoria fue ¡Brillante! “Un discurso universal”
En tus  premisas de estudio: “Lo social y lo racial”
Pudiste ver la injusticia de aquella segregación
Y  los derechos civiles fueron tu mejor defensa
La defensa de los negros, de oscura piel, como vos
¡Por ellos la teología te dio premisa mayor!
Siempre lo tuviste en claro: “Estudiar es avanzar”
Y aún sintiéndote un extraño, en las aulas de los blancos
Jamás dejaron de ser, pacíficos tus reclamos.
Y surgió el otro maestro para dictarte al oído
Que decir NO, era posible ¡NO A LA DISCRIMINACIÓN!
Surgió quien a Gandhi diera, en libro de cabecera,
Los fundamentos geniales para aquella resistencia
“Desobediencia civil” ¿Quién lo hubiera imaginado?
Henry Thoreau lo pensó.
Y un David adelantado el futuro pergeñó.
 No fue el de las esculturas, de Buonarotti el genial
Fue el David de las plegarias, de la acción, de los poemas
¡Y tembló EEUU, ante el héroe que nacía!
El filósofo  genial de moral superlativa.
Y aquél, que así imaginó “el futuro de la vida”.
Y más tarde, su discípulo de color lo lograría…
Con su sueño americano, con su proclama mayor.
Aunque tu vida segaran, por temor a esa heredad
Premio nobel al soñar, fue aquél “NOBEL DE LA PAZ”


© Maria Alicia gomez de Balbuena

26/6/16

Poema de Natalia Litvinova

  

La reconstrucción

Una mujer sobrevive
al campo de concentración.
Le queman el rostro
y una amiga la rescata,
el cirujano le reconstruye los rasgos.
Camina por la ciudad derruida
con el cuerpo en recuperación.
El amor no tiene lugar
para el destierro.
Busca a su esposo en los bares,
lo encuentra, pero él no la reconoce. 
La amiga le confiesa que fue su marido
quien la entregó.
Lo que me mantuvo viva
fue la esperanza de reencontrarlo,
le contesta.
La vida se alejó de mí,
pero puedo capturar algo de ella
anhelando.


© Natalia Litvinova

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Poema de David Rosales


Infinito

Mar y ola son los ciclos del hombre
que nace y retorna siempre al umbral
ungido por el miedo
             por relámpagos de oscuras lunas
                                             de amargo respirar


Dios y hombre son la mar
dentro del vaso



© David Rosales

Poema de Norma Etcheverry



Vigilia
nadie duerme ahora y la palabra
continúa
alrededor de mí

nada que hacer con esta mente y este cuerpo
distraídos del mundo.



© Norma Etcheverry

Poema de Esteban Charpentier


BUENOS AIRES

Si tuviera que describirte
diría que vas descalza
adoquinando un ritmo de gardeles
haciendo equilibrio por los cables
y que andás presa de lágrimas
moviendo tus curvas con ternura de café
A veces pienso que estás sorda
almacenada en poesía y tango
tiritando un frío atroz de ausencias
víctima de magos y alcahuetes
ahogada en una soledad de risas
tormentas alcantarillas revólveres
Te juzgo pesadilla en la peor distancia
meretriz enamorada, sangre de bohemia
poética absurda, prosa de fango
Te dibujo corta de abrazos
ancha de ancas, campeona de derrotas
vivo silencios para callarte
Te pinto en un grafiti que te quiero tanto


© Esteban Charpentier

Poema de María Marta Donnet


Ceguera

El amor no existe digo 
a todos. Un hilo de saliva quema 
el silencio. Sepulta la palabra 
ángel sin ropas. 
El amor no existe repito. 
Sin embargo he visto el sol 
quemando las melenas de los leones 
cuando se aman. Cayendo la tela 
de los sueños en cada sexo 
brasas de aire que enfurecen. 
Entonces el ángel 
desnudo descorre lentamente 
mi pupila. Y la luz 
que yo creí muerta 
bendice 
esa cópula. 

La primera 
y luego más…



© María Marta Donnet

Poema de Miguel Ángel Ferreira




En mi memoria algo dice: el único camino
Condice al amor en el recuerdo de antígona.
MM.

Mi paisaje de mirto en la esquina
En  la tarde vuelo a través
De los vidrios del ventanal
A rasguido en el papel amarillo, mis deslios
De viajante a contramano del
Cotidiano transito, mi linyera
Figura se hace paisaje en una esquina
Desde la que leo más allá de las horas
De aquí del mirto, la guayubira,
Los perros oscurecidos de memoria
Palomas en los cables, vuelos blancos
Hacia alguna mirada de parpados caídos
Trazo mis líneas de azul entre el mirar, ver,
Recordar, atraer un verso, un poema
Dulce a los oídos de alguien
Que aún no llego.-


© Miguel Ángel Ferreira

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Poema de David Sorbille


El instante se quiebra 

A “La hora de la estrella” 
de Clarice Lispector (1977) 

El instante se quiebra 
en la mínima extensión 
de la palabra nordestina 
intento de acceder a lo real 
esa ilusión de pensar / sentir 
agua viva inapresable 
fragmentos de luz que lloran 
una sensación perdida 
soledad del corazón 
disfrazada de ausencia 
rutina agónica 
soplo de vida 
pulso / latido / resplandor 
de la hora inmarcesible



© David Sorbille

Poema de Alicia Borgogno

           
  QUIZÁS

Mi luz enfermó de pronto
como quien va al suicidio.

Mis ríos ya no resbalan su azul
cuando el alba desboca.
          No llego a entender tu sonrisa
     en este instante de premoniciones.
La tierra se ve parda,
el cielo desgarrado…
desbordado el viento,
crispadas las plumas de los vuelos,
amordazadas las palabras.
       No llego a entender tu sonrisa.

Quizás se dosificó mi luz…
o equivoqué el camino…

Me deslizo
entre escombros humeantes todavía.
Siento que mi risa
    escapó por una callejuela sin final,
con paso arrogante
     en una hora vengativa…
cuando aullaron mis pliegues
      al despojarme de mi encierro.


© Alicia Borgogno

Poema de Jorge Moreno De Los Santos


Vivo al acecho de mí.
        M. Molfino.

No conozco
ya mis intrigas.
Ni aquella otrendad
que me saludaba con aire cordial
en el confín
disimulado de los espejos.

Ni los desvanes de Noviembre.
Ni el diábolo
o los soldados de plomo
que enterré
bajo las piedras derrotadas
de la infancia.

Ni los huéspedes
que ocuparon mis mediodías.
Ni la urgencia
manchada de amargos combustibles.
Ni el lugar común
donde fui proscrito o indeterminado.
Ni los oxidados raíles
donde oía chirriar
la longevidad o la certeza.

Ni siquiera
a ese ángel confidente
que me buscaba por las tabernas
de un limbo sitiado.


Y a empujones:
me llevaba a casa por las calles
ebrio de ginebra y soliloquios.

Y abría la cerradura de mi puerta,
me recostaba en la cama(siempre deshecha)
y dejaba sobre la mesita de noche
un vaso de leche
y un par de aspirinas:
tal vez, quizás para la resaca.

Ya ni conozco
la insana burla del teléfono
(irremediable cómplice de tanta ausencia).

Fui terco, algo licántropo
y determinantemente
fiel a la desconfianza.

Y ahora tengo miedo
de lo mundanamente incierto.


© Jorge Moreno De Los Santos

Poema de Juan Carlos Rodríguez


Predestinada

Cuando era un niño que ni sabía
a qué guerra había ido Mambrú,
ya te esperaba, jugando.
Cuando hice el servicio militar
ya estabas en cada vaso de agua que me tendían,
en cada chocolate que me obsequiaban para mitigar el frío.
Cuando empecé con esto de la literatura,
ya estabas predestinada a ser un día mi musa.
Y cuando estuve a centímetros de tu piel,
imaginé que un día recorrería esos poros morenos.
Soñaba con que tus ojos azabache
se alojen en mis cuencas cercanas,
y juntos pudiéramos reconstruir los días.

Hoy mis imaginerías son diferentes,
pensar en esculpir tus huellas hasta sangrarte,
ararte sin piedad para fertilizarte,
desintegrarte en la arena, descubrir en vos, lo indescifrable.
Que salgas habitada de mí.
Que yo toque tu cielo
con mis dedos sedientos
sabiendo los dos,
que entre tus piernas está nuestra bendición
y a la vez nuestro pecado.
Que yo me anime definitivamente
a vivir por tu piel, y a morir en tus costillas.
Que mis labios recorran todo tu territorio,
y dejen huellas en los arroyos más salados.
Para desde ahí, poder reinaugurar la vida.


© Juan C. Rodríguez
Pintura: Eduin Giraldo Cortes

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25/6/16

Poema de Gabriel Chávez Casazola


Elemental

Si yo fuera panteísta —me decías—
escogería venerar a los dioses domésticos,
los dioses del hogar, pequeños y sencillos,
que se esconden tras una planta del jardín,
en la corteza de un mueble de madera
o dentro de un jarrón de cerámica
que alguna vez una muchacha aborigen portó sobre su cabeza
-cómo ondeaba su cintura en equilibrio, su cabello negrísimo.

Los dioses diminutos y traviesos
de la lluvia en verano o del agua cayendo desde la regadera,
la diosa de la acequia en una vieja huerta
que aún frecuenta mi infancia,
las diosas del estanque o de la alberca
—siempre hay algo divino entre las aguas—,
el dios de la puerta, el dios de las almohadas, el dios de los jabones,
el dios de las ventanas,
la turbulenta deidad de la caldera que hierve,
el dios mayor del hogar, escondido (y revelado) en el fuego.

Si yo fuera panteísta, me decías, creería en todos esos dioses.
O en la porción secreta de Dios que hay en todos los elementos
—repuse.


Y mientras conversábamos, al caer de la tarde,
miraba yo con recelo y ternura, al mismo tiempo,
ensombrecidas pero aureoladas de luz nueva,
todas las cosas de la casa.



© Gabriel Chávez Casazola
Foto: Gustavo Tisocco

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Poema de Mariana Vacs



DESTIERROS 

Visitaron mi cuerpo
las noches inconclusas,
los obituarios y sus muertos,
los amores ajenos,
los amantes que galopan el destierro,
las brujas,

visitaron mi cuerpo
y festejaron sin mí.


 © Mariana Vacs

Poema de Margarita Drago



La noche 

La noche me seduce
entera me sumerjo
en su espesura
asida al filamento de luz
que me incita y cautiva
danzo entre las sombras
la ciudad acompasa sus ruidos
los silencia 
los absorbe
los monstruos nocturnos no duermen
vigilan
las fieras no braman
acechan
detrás de la negrura
atisbo sus miradas
soy presa de sus garfios
y desmesuradas bocas
mi espada de Damocles
pende del hilo de luz
que ya no me sostiene
batallo con las sombras
los monstruos y las fieras
la noche  
mi cobijo
se ha vuelto mi verdugo.


© Margarita Drago

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