29/6/22

Poema de María Teresa Andruetto

 


Marin’a*

 

Mi madre está dormida, con su solero

de flores sobre la colcha (tiene el pelo

tomado con invisibles, huele a agua

colonia). Mi abuela se acerca,

le dice algo al oído y lloran las dos.

 

La que ha muerto tenía las uñas

amarillas, un misal y un relicario

con pelos de Santa Cecilia.

 

Hay murmullo de rezos,

una cama vacía, una pañoleta

oscura, una taza de café

(pasa el vapor todavía),

el piso de ladrillos,

la mecedora, las glicinas...

 

Alguien nos alzó

hacia el tufo de la muerta

                   (se llamaba Elizabeta),

para que viéramos.

 

*Madrecita, en piamontés, es también la palabra con que llamaban a mi bisabuela.

 

© María Teresa Andruetto

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Poema de Patricio Emilio Torne

 


INCENDIAR LA CASA


“Mi casa está fuera de lo común /Así es, no quiero lastimar a nadie/Algunas cosas seguro pueden barrer mis pies/Quemando la casa/No hay medios visibles de apoyo y no has visto nada aún”

“Burning down the house” -Talking Heads-

 

Hay que incendiar la casa,

como un mandato. Los pájaros

seguirán allí, en sus ramas.

Nadie libera lo que no se encerró jamás.

Por eso, como un mandato,

hay que incendiar la casa

y los vestigios de aquello que nos ataba,

los oráculos sagrados,

sus credos y bendiciones,

la repetición ceremonial.

Esa mano que nunca se acostumbra,

ahora embrutecida, vuelta garra

dándole de chispas o de llama

para que al fin comience

lo que en verdad termina.

Siempre hay algo saludable en los modos

de aprender y equivocarse.

La certeza de lo ya hecho

es proclive al acertijo,

también al anquilosamiento.

Pasa el tiempo y, comúnmente,

la pérdida de movilidad articular

es progresiva, cuando es completa,

el dolor en las articulaciones

tiende a desaparecer.

Así, sin dolor ni sentimiento,

nos acostumbramos a lo estanco.

Igual que se acostumbra la casa

a los chirridos en las bisagras

de las aberturas,

y uno deja de pensar en abrirlas.

 

© Patricio Emilio Torne

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Poema de Fernando Noy

 

FRAGMENTOS DE IMPOSIBLE 

 

Fui demostrando en vida

mi poder de volar

y retirar intacta

esta espalda de seda

desde el antro del fuego.

Conjurar cada rasgo

de la imagen distante

para fundirme en ella

dentro de un mantra

que es apenas tu nombre

 

Si amanece

puedo alzar cada trazo de sueño

como una copa negra destrozada

donde saciar intacta la agónica esperanza

y restaurar el humo

el polen

la arena milagrosa

Del mármol

toda sangre

y de tu sombra

su cuerpo

 

© Fernando Noy

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Poema de Nélida Cañas

 

Tránsito

 

soy una mujer

que sostiene algo

que va

de la realidad de la vida

a la realidad del lenguaje

 

vivo en ese tránsito

 

© Nélida Cañas

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Poema de Melisa Mauriño

 


 

El leñador me enseña a cortar

las ramas que tapan

mi vista del camino, las articulaciones

que es preciso quebrar para avanzar

otro paso.

 

Nuestro encuentro es azaroso,

él me advierte

acerca del lobo y mi sombra

insumisa, desgajada

tan afín a su piel.

 

Recorre el bosque

en las horas de luz, deja señales

que orientan a los curiosos

perdidos que se duermen en las ramas

infinitas de la mente.

 

Me entrega su machete

que guardo junto al muslo

y sigo en soledad

sabiendo lo que me espera

tras la caída del sol.

 

Me deja ir, no me impide

crecer con el descenso

me ve esfumarme:

un punto rojo entre los árboles

una llama pequeña

que sin embargo lleva

dentro de sí

la potencia, una chispa

capaz de originar el incendio.

 

© Melisa Mauriño

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Texto de Jorge Curinao

 


 

Si pudiera enlazarme con mi huida. Escuchar mi angustia, mentirme un poco. Me pregunto y quisiera saber de qué se trata eso de proyectarse hacia el vacío; por qué la palabra no me aborta. Y dónde se forma el silencio, dónde la región de la sed. Y por qué tener que morir llorando. Es necesario abandonar la noción de verdad. Reconciliarse con el mundo. No perderse de vista. Es necesario soñar con el mar.

 

© Jorge Curinao

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Texto de José María Pallaoro

 


POETAS DE PROVINCIA

 

          Hay que romper la telaraña, hasta pagaría una edición impresa, negra, bien maldita y a todo lujo. Necesito creer que la mayoría de los antologados estará de acuerdo. Un batacazo, eso sería. Terminaríamos con el ninguneo y alegraríamos a más de un corazón, y alguno que otro “bum-bum-lalalala”. Tal vez, incluso, concluya esta modorra provincial que tanto bostezo nos deparó. Una mirada historiográfica nos da la razón, que como todos sabemos no siempre abunda.

 

© José María Pallaoro

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Poema de Norma Starke

 


Estamos A Salvo

 

   1


cuando el agua pase y este miedo se lave

habrá un sol que nos envuelva

tejo delgadas redes

la esperanza es una luz pequeña

basta con pensar y arrojar todos los papeles

basta con no pensar y arrojar todas las palabras

no atreverse a decir todos los días una premonición

nada real me digo

nada más real que las plantas de tu patio

a las raíces ninguna herida

silencios de la mañana   nubes en fuga

arena   objetos   tierra

desórdenes en este pequeño mundo

agitación de recuerdos  en  la traición de las memorias

entonces una nueva luz dice

helecho  jengibre   jazmín

 

© Norma Starke

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Poema de Griselda Rulfo

  


a veces soy sólo lamento  

la voz que se pega a la tierra  

como una oruga  

 

un simple rictus  

una boca lóbrega 

desapacible  

como la muerte

 

¿Quién – me pregunto – 

se ofrecerá para llevar mi féretro al abismo?

 

© Griselda Rulfo

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27/6/22

Poema de Liliana Mainardi

 


A menudo la noche

es la mirada de un niño

me zambullo

entre palabras oscuras

braceo a ciegas

busco llegar

trago agua

enmudezco

sigo.

Sus luciérnagas

me guían

al supuesto paraíso.

 

© Liliana Mainardi

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Poema de Ana Romano

 


 Desmarrido 

 

Explora

sancochada

de artilugios

Desactiva

tijereteando

las telarañas

Al imperio de los resabios

abrocha, apenas, consonantes

 

Estorba a un trío:

la mera blonda

la bruna

y al hermano.

 

© Ana Romano

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Poema de Daniel Arias

 


Reina en cuarteles, hospitales e iglesias

la invencible humillación,

ese fuego negro que cubre los huesos del pueblo.

 

El enemigo traductor del nuevo testamento

destroza, traiciona y roba, momentos, cuerpos y palabras,

¿quién piensa cuando el polvo se desprende de las ruinas?

 

Aquí, en este puñado de tierra viven

aspirantes al destino, se apremian y tratan

de sujetar la vida  y su visión del premio,

pronto será un inefable dolor.

 

El gendarme se petrifica junto a su bala

en el lugar donde brota la sangre abierta

¿qué puedo decir  de tantos dolores, cansancios,

lugares quemados, miradas invisibles?

 

Esta es la escritura del aliento milenario

que habló un extranjero cuando pisoteó la palabra,

ahora la sentencia de estos dioses aplasta con su viento

la sombra de mi pueblo que ya no reposa en la tierra.

 

© Daniel Arias

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Poema de Teresa Gerez

 


BAILAR

es dejar la boca muda

y que el cuerpo dibuje en el aire

la melodía

que te encante

 

Dibujo con trazos ciegos

este paso que no sale

y me atraganta

 

Es menos lineal

que mi mano escribiendo

Es decir todo de golpe

-lo que tengo embrollado-

Decir el pie y el ojo

y también la mano izquierda

Es ir de a dos y a cuatro y más

 

Y no esta soledad

que me estrella mi pereza

que huye del renglón

porque sabe

que va a llorar

 

© Teresa Gerez

Imagen enviada por la autora del poema

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Poema de Laura Elena Bermúdez Tesolín

 


Genesis en peligro

 

En el vacío de la nada

el Verbo llamó a la existencia

así fueron emergiendo todas las cosas,

las aguas, los ríos, los océanos

y mares.

La tierra fue la ofrenda

donde habitaron todo tipo de animales

 y crecieron las plantas.

El hombre tomó el señorío de todo lo creado

y como un visir prometió "cuidarlo".

Desde el vacío de la nada

como un vientre estéril por tanto daño

hecho a la naturaleza, nuestro planeta

tierra, sufre la inconsciencia del hombre.

El sol devela partículas del aire,

lluvias ácidas que el viento empuja

cargada de virus, enfermedades

y muertes.

Todo está enrarecido hay un temor apocalíptico

 a una pronta Parusía

a la extinción del hombre x el hombre,

de las especies, de los montes y de los ríos.

 sobre los escombros de la destrucción

sonríe (su soberbia) y llora la ironía

de no ser Dios

 

© Laura Elena Bermúdez Tesolín

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26/6/22

Poema de Eduardo Mileo

  


La sombra del ser 

 

I

 

¿Las palabras dan sombra?

¿Quién se tiende

ahí

a dormir una siesta?

 

 

II

 

¿Son las cosas

que se tienden

a la sombra de las palabras

las que quieren

ocultarse?

 

 

III

 

¿Quién pensaría en

ocultarse en las palabras?

¿Alguien que fuera para

sí mismo

una sombra?

 

 

IV 

 

Quien deseara huir

de las palabras

¿haría un pacto

con las cosas?

 

 

V

 

En la sombra el secreto

es una más

de las cosas que escapan.

 

© Eduardo Mileo

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Poema de Ana Gervasio

 


 

SOL DE NOCHE

 

en ese albor incandescente

los muebles crecían hasta el techo

con formas azarosas

 

allí también, un insecto, el mismo que después,

rozó con obscena impunidad su frente pálida.

 

en ese sol desmesurado

en ese halo deslumbrante,

un bosque insaciable.

 

© Ana Gervasio

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Poema de Aníbal Costilla

 


BANDERA

 

El viento ha plantado

una bandera de plástico

en el jardín.

 

Inútil bolsa de almacén,

vacía, un fantasma,

sin nada para ofrecer.

 

© Aníbal Costilla

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Poema de Amalia Mercedes Abaria

 


A “EL PENSADOR DE RODIN” 

 

Y es que aún la duda acucia

sobre el vacío o la completud

del corazón.

 

Un torbellino enardece cada partícula

y el camino  es como una luz detrás del horizonte.

 

Pero el viaje es largo y puede ser tan profundo

como un abismo en la tierra.

 

Solo el silencio.

 Que nadie cruce sus

pasos de mundo o que el sonido

de las estrellas que se apagan

enturbien la atmósfera de caverna sola.

 

En una rápida  procesión va un corazón doliente

y el nombre de alguien  tiene que desaparecer.

 

Los fantasmas duelen como sombras que acechan.

 

Largo es el camino y profundo como un abismo.

Hay  susurros que avanzan como flechas

pero no hay cuerpo ni piel ni recuerdos.

No debe haber.

 

Todo debe ser pesado en el  justo cuerpo de la

vida o de la muerte.

¿ Y el corazón podrá resistir?

Qué señales , qué brújula mostrará

sus colores, su vestimenta de desahuciado

de mendigo, de penitente .

Y luego del largo momento del silencio

un temblor, un soplo,

un estallido,

brotando de unos párpados

que parecían ausentes.

 

© Amalia Mercedes Abaria

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Poema de Alicia Vincenzini

 


Frente al destello

la melodía del cuerpo pierde su partitura

 

no se oyen

los acordes cotidianos

 

el tiempo se ha detenido

 

guardada queda

esa eterna memoria.

 

© Alicia Vincenzini

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25/6/22

Poema de Osvaldo Guevara

 


Frustración


Siempre deseando verte y no consigo

ni lo que dura el humo tu presencia.

Sólo la soledad y la violencia

de algún recuerdo dulce como un higo.

Mis poemas y todo lo que digo

con palabras de enérgica frecuencia

se lastiman en vos como la urgencia

de una mano asustada en un postigo.

Voy comprendiendo que no soy tan fuerte.

Me abandono al silencio y a mi suerte

como un soldado al sueño en su trinchera.

Y cuando llueve –como ahora– y cierro

estos ojos sin fe soy como un perro

esperando que pase la perrera.

 

© Osvaldo Guevara

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Poema de María Silvia Paschetta

 


Demasiado piedra

 

Demasiado seca

Demasiado piedra

Demasiado arena

 

Alguna vez el agua

Alguna vez fluida

Alguna vez en cauce

 

Hasta la muerte es vida

porque muta y transforma

 

¿Y la piedra?

 

Habrá de ser arena

Siempre estéril

 

© Maria silvia Paschetta

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Poema de Patricia Diaz Bialet

  


UN EXISTIR LÍQUIDO Y LEJANO

 

a mi abuelo materno Carlos Alberto Sáenz *

in memoriam

 

La gama de mis pedidos

termina, lo espero, aquí:

fueron por ella y por mí

en tu voluntad unidos;

fueron anhelos cumplidos,

y sólo falta una cosa:

que bajo la misma losa

nos cobijes a los dos,

oh providencia de Dios

infinita y minuciosa.

Carlos Alberto Sáenz

 

en tramos matutinos escucho silbar la pava de mi abuelo

sin su presencia

un día es once horas de soledad continua

 

mi abuelo es el prócer de mi infancia

 

el abogado nacido en La Plata

el exquisito traductor del Psalterio

el poeta

y su bondad que atesoro

desde la noche en que lo protegí de la muerte

 

mi abuelo con su mirada diamante

practicaba el pesado perdón de los seres humanos

 

en su recinto de último segundo

con su atisbo de clavadista

se afirmó en la espalda lacia del arcángel

y desató sus nudos divisorios

 

a través de la persiana en el cuarto de huéspedes

recibió el reverso del tiempo

con sus pechos rajados y sus pupilas enredándose en mi llanto

 

 

el Dios que él amaba se arrodilló ante él

lo envolvió en abundancia

-mi abuelo comenta ahora desde su estela perenne-

 

 

su ternura fue madero macizo en mi tempestad tardía

y es por su legado que yo reverdezco

 

 

la muerte es un desierto ineludible

una apnea incesante

un existir líquido y lejano 

 

* Carlos Alberto Sáenz [La Plata, 1895 – Buenos Aires, 1976] Se recibió de abogado en la Universidad Nacional de La Plata en 1919. Fue Gerente General del Banco Nación. Estudioso de la teología, la filosofía y la literatura, integró el grupo fundador de las revistas Signo y Número. Dio clases en los Cursos de Cultura Católica. Publicó en 1965 su traducción al castellano de The Dream of Gerontius, de Cardenal Newman, bajo el nombre de El Sueño de Geroncio. Tradujo los Salmos –uno de los libros poéticos de la Sagrada Escritura– de la Vulgata latina, bajo el nombre de El Psalterio en Vulgar, con prólogo del padre Leonardo Castellani en 1965. Dejó una considerable obra poética, notas, ensayos, y traducciones del latín, francés e inglés. Entre estas obras se encuentra el poemario Verba Denaria y una serie de traducciones de gran belleza de poemas de Francis Thompson y Paul Claudel, entre otros.

  

el departamento de mis abuelos

Güemes y Virasoro, Buenos Aires, 26 de abril de 1976

 

© Patricia Diaz Bialet

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