19/2/17
Poema de María Teresa Andruetto
Nos fue dado un día
a un paso del sol
casi nada.
© María Teresa Andruetto
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Poema de Patricio Foglia
Cada tarde observo
su peregrinar y siento en su marcha
cómo el sol acaricia
cada grano de arena, cada roca del muelle
con la atención de un padre contrariado
que ha permanecido
demasiado tiempo fuera de casa
y la luz ilumina el polvo
que flota y se esparce
y el traje también recibe la caricia,
la demorada bendición de la tarde.
© Patricio Foglia
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Poema de Ana Guillot
ninguna sombra hay
más que la de ella
y el desierto es inmenso como una lucidez
/una intransigencia de sí misma
intentando tensar
las cuerdas del laúd
la servidumbre sagrada de este cuerpo/
© Ana Guillot
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Poema de Susana Szwarc
EL LUGAR DONDE ESTÁS
Una lágrima cae desde un ojo al
vacío, hasta mí.
¿Llora la madre en el triste calor
del cine donde pasan otra vez El Viejo
y El Mar en Technicolor?
¿Por qué no llora bajo el peso
de la luz? Si toso puedo
romper su secreto.
Cambio mi cabeza de lugar sobre
el hombro del padre y la escena
se repite. ¿Ellos van al cine a llorar?
Toso.
El cielo del pueblo es azul como
el mar de la pantalla. Les digo
que Bujara y Siberia
y los campos que concentran me arman
una topología del alma. ¿Y el hambre?,
dicen ellos. Por eso, al comer, ¿tragan
con una alegría que lastima?
© Susana Szwarc
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Poema de Jorge Moreno de los Santos
EPÍLOGO
Habré muerto, lo sé; pero entretanto
esperad que regrese una mañana
aunque no vuelva nunca a mi manera.
A. L. Baena.
Bajábamos
hacia la temprana memoria de los hombres,
hacia el equilibrio sagrado
de las cosas terminadas
y era la amanecida
una sinuosa crecida de sigilos y prefacios:
dúctil música de los arroyos,
retablos ardiendo en sombras,
antiguos ecos
desatando su hondura de cantos gregorianos,
vespertino adviento
y el ufano oro en las jarcias del deseo.
Bajábamos
hacia la mansedumbre azul de los inviernos:
cuando ya la escarcha
extendía sus níveas redes sobre el huerto,
sobre los espíritus dolientes de las acequias.
Traducimos el aroma del viento,
la eternidad varada
en las yemas de la higuera;
los pueblos del olvido,
el rígido letargo de los puertos del norte.
La vastedad de los valles,
anticipando su espejismo
de ánimas benditas
y su agrio sabor a níspero y a armarios.
Vendrá, amor mío, vendrá la mañana
como un calor mundano que quiere despojarnos,
como una antigua herencia,
como un pleamar de magnolias ahogadas.
Vendrá, vendrá también el mar,
rozando los hombros desnudos del ocaso
para coronar de algas y luciérnagas
los jardines celestes de tus sienes.
Vendrá, vendrá otra vez, el amor,
la memoria, el mar, el invierno, el huerto…
Volverán otra vez
las calandrias a nuestros ojos,
por la mañana desnuda de los hombres.
© Jorge Moreno de los Santos
Poema de Norberto Barleand
Los Dioses , las huellas
Ser o no Ser
El mundo global
,
desaforado.
Observo mi ciudad
deshollinada de vértigo y silencio,
umbrando hipócritas palabras,
huecas de nieblas ,de
olvidos
un torrente de fragmentos
trozaron fábulas,
historias
desde el atrio
el poder y los escombros.
Somos la jauría
paridos en las madrigueras
donde curvó la sangre de mi gente
sin el amparo de los Dioses
Como si nada ocurriera
Los herejes del sol ,
de las calumnias
ofenden la decencia de los muertos
Así
navega mi ciudad,
sus columnas.
Entre el barro, la crueldad y la mentira.
No habrá cobijo para el niño
a
quien le fugaron su caricia
No habrá luto para el horror a tanta muerte,
No habrá perdón para el traidor
El tiempo arroja las
vendas al olvido
Despeja la ceguera de los hombres .
© Norberto Barleand
Poema de Mariel Monente
POEMA EL LUGAR
El lugar es el agua, la orilla, la bruma
el escenario es el viento, la estela, el sauce
la mirada es el sudeste, la luna,
el nubarrón aquel
los personajes son la clave, la espina, el marino
/enjuto, la hembra
nuestra soledad ejecuta los acordes primeros
el niño se mece entre los brazos
ella bebe de la herida
un camino perturba los recuerdos
la guerra terminó y un soldado llega
no es justo
estar mirando al mismo tiempo sin espacio
el terror de la luna naciente
la pena del destierro
la clave que olvida el pentagrama y se entrega a
/la
nota primera de la mañana
no es justo
el lugar es el complacer
la esencia es la condena.
© Mariel Monente
Poema de Inés Legarreta
Anoche
escribí versos
(oh, eran memorables)
pero ya no lo son
© Inés Legarreta
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Poema de Carlos Carbone
MONTAÑAS
(A EMILIO FERNANDEZ CORDON)
En el horizonte
un motín de montañas
Entretienen los ojos
hasta el dolor.
Las observo
desde mi sorprendida felicidad
Las tomo como ejemplo
Para derrotar canallas.
© Carlos Carbone
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Poema de Paulina Juszko
Yo y el gris.
Un tubo de chimenea nace del gris
como un espesamiento.
Yo y la soledad
ridículamente yo
erguida y tensa con gris de fondo.
¿Qué hacés allá arriba, tubo de chimenea?
Busco la luz la alegría el amor el movimiento.
¿Están arriba?
¿o en ninguna parte?
Tal vez mi destino sea ansiarlos
prisionero de la opacidad
de
la rigidez
de
la tristeza
huésped de la soledad
y de la
nada.
© Paulina Juszko
Poema de Carlos Morteo
El poeta
que querés
algo que
llevo en mi
no guardado
lo querés
amás las
imágenes
cruzadas en versos
con las que
te cubro
a veces de
amor
el poeta que llevo
es sólo mío
te lo lo
dejo cargar
tu corazón lo lleva
pero lo
devuelve presto
cuando se
fastidia
de sortilegios
cuando no
cree
que el
momento existe
cuando
duele andar
a cuestas de un poeta
© Carlos
Morteo
Poema de Amalia Zacoutegui
UNIVERSO
Pequeña.
Soy la ínfima astilla de la luz que está en viaje.
Inmemorial, el cosmos, su lujo en la negrura,
canto rodado de agua luz el oleaje del tiempo.
Crepitar de estrellas en mis ojos,
fosforescencias traspasándome en su marcha,
hilándome a fragmentos de universo.
Danzamos sin saber. Danzamos juntos.
La música es ese pulso sideral que nos habita
y nos vierte en el alma orfebrerías.
Ínfima soy.
Apenas débil aleteo
en el magma del tiempo.
Apenas refucilo en su techumbre de joya enmudecida.
Ínfima soy. Sólo un
instante.
Sin embargo, arrojo mi jazmín de tinta hacia el aire
y deslumbrada, amante,
nos escribo.
© Amalia Zacoutegui
Poema de Valeria Cervero
Nadie sabe hasta dónde puede
llegar la fuerza de un curso
o de una caída.
Las piedras pueden prestarnos su dureza
y su temperatura al sol. Lo demás
es la piel resistiéndose al vacío
–como la música que ocupa la totalidad de una casa–,
la pregunta sobre cómo era posible sentirse una,
y tal vez extrañar esa creencia.
Nadie sabe hasta dónde puede llegar
la duda de un curso
cuando sos dos en ese solo cuerpo.
© Valeria Cervero
Poema de Javier Saleh
“Una quietud oblicua
bien puede ser la hipotenusa de
de todas las nadas”
El apellido de Homero7
(Ad hoc)
Como una lluvia de día anterior
metida mar adentro
alguna felicidad sin fotos:
la última erección del silencio
casi todo casi nada
demasiados siglos
clavados en un solo hombre
sin embargo
un atisbo de habeas corpus
resiste como si nada
como si algún autoatentado de poesías
nos salvase
qué más puede haber
en este Afganistán
de soledades
qué más puede haber
de todas nadas
la muerte dada de alta
como una pregunta
que se cree infinita
nada salvo
este hecho histórico
aplastando a la palabra
o algo de esa nada
que debe haber en Dios
y por eso fanfarronea
con tanto universo solo.
A veces el vacío
es una distancia a vencer
este yo poema
y sus otras nadas
circunstancias
también, nos cobran,
con la muerte, el envase
y con eso
habrá que sobrenadar
o quedarse siempremente
(con no creo
para nada)
anonadado.
© Javier Saleh
Poema de Edda Sartori
Sherezade/Shariyar
(fragmento)
Poema I
I
(Sherezade)
voy arrebatando
tu noche y
muero al amanecer
tus fauces me penetran
(ahora soy este tapiz
reptil grano gota de antiguo origen fuente
aguas primeras)
palpito
cada
mañana
donde
nuestra locura
anida
me trenzo
en la avidez
de tu crimen
que
mi palabra
suspende
(mi boca
múltiple
diluye los días)
o es mi atroz parpadeo
en este hoyo de espejos
© Edda Sartori
Poema de Vilma Sastre
Dónde lluvia
La
boca abierta bajo la lluvia y el agua
buceando
el alma – Hugo Mujica, Sed Adentro
Dónde va a parar la lluvia
cuando arde como un bosque detrás del sol
y vierte sobre la playa
todo el desamparo de olas célibes
debo
desenredar sus hilos
pacientemente
hora
tras
hora
antes
que anochezca
dónde
mientras pliega y
despliega su desmesura
o se dispersa en la
mansedumbre de la última flor
me desconcierta su voracidad
(alguna vez sentí su diente hincar mi pecho)
y sigue su derrotero
a la deriva de nubes primitivas del sinsentido del viento
de señuelos de sal que agotan sus espaldas para detenerla
(es imposible
desandar el tiempo)
todo vórtice plata
toda urgencia feroz de aprendizaje
yo
no escribo mis dedos se mueven
dónde
sin dudar en escarbar cenizas de la tierra ígnea
o
descoser naufragios
(sólo ráfagas de incienso)
hay
que perder el domingo
se
esparce en penumbra
hay
que perderlo digo
y
mi pupila dilata tu espera
dónde
cuando a ras del cielo somete al árbol
sólo para arrastrar el amasijo fértil
y untarse en sus nutrientes
a
mis gestos
le
han crecido las últimas señales
de
mirarme en vos
buscaré
un abrigo
dónde
despeñándose justo en el centro de mi intemperie
todo crucifijo de sal
tu mano me hace señas ¿quién anda por ahí?
apenas
un nombre que no es tu nombre
y
una voz extraña le cuelga del hombro
dónde va a parar la lluvia
que se encarama por el techo por los muros por los
picaportes y aldabas
por los pasamanos por las claraboyas por los caireles por
las cornisas
por las consolas atestadas de libros
y
por el espejo de cristal
cristalespejo de esta casa
para revelarme genuina la mirada
la noche parece eterna pero va a escampar
© Vilma Sastre
Poema de Rolando Revagliatti
Fin de diálogo
Alegué una obviedad:
-Puedo ser tu abuelito
Y ella, decidida, como si nada:
-Por eso.
© Rolando Revagliatti
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Poema de Silvia Gómez
DESOLACIONES
Parece que va a llover – me dijo
con una lenta tristeza que sonaba a despedida –
este otoño sabe a trenes
que no terminan de partir.
Nunca, nadie, pudo acertar tanto algo que parecía un
pronóstico meteorológico.
Llovió ese día, el siguiente y la semana próxima.
Llovió tanto que ese adiós se convirtió en un río
oscuro y perezoso.
Pero no era lluvia. No era lluvia.
© Silvia Gómez
Poema de Diego Bennett
Blanco
Experto buscahuellas en una tarde de tristeza
Rindo examen en libra
repruebo para rendir otra vez
Bato mis alas con tersas lavas perezosas
Lato
loco
lato
loco
bato
Enciendo la vela virgen de transpiración
Y la luz parpadea desde bien adentro
Con las teclas degradadas por la fatua canción
Espero, escribo, leo,
¡brindo con la copa vacía!
Reseño en la mente las imágenes que captura el faro.
Bajo a las oscuras napas que me acarician el tobillo
Y no me encuentro más ahí, ahogado en un lamento
Salto
alto
salto y quedo suspendido
A la deriva en una cáscara de zanahoria
Cada vez más alto
en una danza sin vuelo rapaz
Agito en armónico sacudón las alas largas
las ganas arduas
Y me construyen casitas de algodón en el firrmamento.
Giro
danzo deliro
Y asciendo en espiral la colina nevada de hueco aire
Aleteo asciendo
río lloro siento
En mi retrovisor se asoma mi patria
mi valdenegro con correa
Aleteo 180 grados de amor
En el horizonte ráfagas sinceras del futuro
Floto sin aletear-
© Diego Bennett
Poema de Olga Liliana Reinoso
COFRADÍA
Después de tanta muerte,
de tanto ultraje,
de tanta indiferencia.
De los golpes
las heridas sarcásticas
el desprecio:
debemos refundarnos,
parirnos otra vez,
colgar la piel al sol.
Putear, sangrar, gozar
arar la tierra
sanear nuestras raíces
mirarnos a los ojos
con la frente bien alta
naufragar en abrazos
congeniar
salvar a nuestras hijas
ser mujeres.
© Olga Liliana Reinoso
Poema de Miguel Oyarzábal
Golpe
Un martillo oscuro cae en mi ámbito,
la estridencia me sacude,
me conmuevo involucrado
y atisbo por un agujero.
Es el lado cruel de Dios,
que me azota,
(o me pregunta)
dudo si ponerle la otra mejilla
(o contestarle).
me roza la vida con su eterna falacia,
palpo el grasnido de la culpa
y tras sucumbir, renazco;
porque ese es el sentido de la vida
y de Dios
y de la eternidad.
© Miguel Oyarzábal
Poema de Sandra Escobar Ginés
4 Caminos
El Rosario
Popotla
Quiero enchiladas
De las de tu madre
Y pelarte un mango
Y dártelo en la boca
Se oye la noche
Estrellas vallartenses
Tuve tu boca
Me tuviste toda
El tequila se agota
Como yo de llamarte
En noches de luna
Como ésta
Frente a mi ventana
Pronuncio tu nombre
Y Williams
Pronuncia einshel
Ya no me queda llanto
Cinco meses
Ciento cincuenta días y algo más
Y estos deseos de abrazarte que me ahogan
Y esta noche
Otra noche más
Sin vos
Sin ti
© Sandra Escobar Ginés
Etiquetas: Sandra Escobar Ginés