29/11/14

Poema de Jorge Boccanera


Exilio

Un hombre enterrado en las arenas del exilio
donde se hunden sin chistar mujeres rojas y
             tiendas de lentas humaredas,
y una espada se espera y una silla en desuso.

Un hombre enterrado allí donde Tarafa ofrece
             una copa de vino, por las llamas del sol
             que lo despedazaron.
Y va a pique la mesa donde alguien escribió
moriré tal vez muy lejos de mi idioma
Y Artaud canta parado en un caballo blanco.

Entonces, ese hombre es polvo de su voz.



© Jorge Boccanera
Pintura: Jaime Villa

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Poema de Ana Guillot


                                                            
    
baila la nervadura de carne
tiembla a cada paso la hoja
ancestro o luz o mar que también tiembla
miedo entre la luz
o simplemente verde
salvajemente dulce y despojado

tiembla el verde de la hoja
conjunción del paisaje, hilo
sostén de la desembocadura
ancestro o corazón verde que late
pulso de lo terreno
raíz de lo que es
el hombre y su gemido 



© Ana Guillot

Poema de Susana Szwarc

  
Sin flores del cerezo 

¿Sueña con los sueños de Kurosawa cuando recuerda?:
Ese hombre en el placer de hundirse
-¿en la cuneta?- le pregunto
y Magdalena  ríe porque se trata de la nieve.
Si no se da cuenta, si no se apura, si no junta
-¿barro?-
fuerzas, va a terminar mal.
Ahora me río yo y hace tanto sin
la risa que suena
(ajena). El cuerpo se estira, se aleja.
Nos confundimos él - yo.
¿De quién la parte que se reparte
entre cuneta y nieve?
("Se" insiste, como si, aún sin acento,
de  lo borrado se tratara). Mientras alguien duda
entre seguir o quedarse
(cuneta-nieve)
por la ventana llegan el sonido de las cumbias
y el olor del asado: los vecinos, otra vez.

¿Qué los hace así, alegres? ¿No ven el fragmento,
el sueño, el cuerpo, la rotura, el grito?, ¿y por qué
lo verían? Ellos están con su propia carne,
un asado ya no es cosa de todos los días.
Es en Sueños donde se debate la salida: golpear
la puerta de al lado, una entrada a la fiesta.



© Susana Szwarc

Poema de Norberto Barleand


EL CORAJE DEL VIENTO

Profundos destellos de luces
encienden el témpano del vuelo,
crecen en la carnadura
                                     de tus gestos
un mapa de lunas perforadas,
con pájaros de ausencia.

Explota la raíz
                a contraluz del tiempo,

el sendero
donde habitan
tus manos numerosas ,
solidarias de lluvias y caminos
en los andamios
                                  de la vida



© Norberto Barleand

Poema de Marina Centeno



He hablado de espacios
y de estorbos
de pasillos estrechos
con tributo de encaje
a los ángeles tristes
que rondan la intimidad
donde lo tosco y lo ruin
cae en el pasamano
de penumbras inciertas
donde busco en mis modos
una franja negra
para hacer de cuenta
que soy la heroína
frágil y disuelta



© Marina Centeno

Poema de Lucio Madariaga



Sangre poética

El ámbito estalló en fragmentos inertes,
fuera de época,
a la vera de explosiones verdaderas.

La palabra huérfana
aterra y desgarra, madre.

Vivencias escondidas tras un verbo;
esa constancia: la pulsión de maravilla,
                               ¿se extravió dónde?

Encandilarse hasta los huesos y que eso
se convierta en cadencia libre

de música
                        y ritmo
                                           paisaje
canto
                                 imagen
           delirio

en los ojos, cuerpo y pensamiento.

En este lapso eternizado, que ni signos
ni interpretaciones
alertan:

¿estaremos
al borde de un abismo
sin un hueco en que caer?

Tanta sangre madre y tanta estupidez,

ahora logro comprender: el pequeño refugio
nunca te alcanzó;

                             encumbro tu desdén.

© Lucio Madariaga


Poema de Mariel Monente


AMALGAMA

Siempre es un imposible de extremo pesar
intentar imaginar
esa amalgama perfecta de azules.


Los amantes miran
el retorno de las hojas verdes
las yemas brotan en el vértice más oscuro de la enramada
los nombres que eran
los antiguos dueños de los brotes, de los brazos, de las sortijas
celaron su otoño apaciguado
                           ahora
las páginas esperan en los brotes
un tronco caído, espera la muerte y aún destella el verde,
                       en los vértices,
            en sus costados húmedos.
los amantes miran
y sus cabezas hablan de las llamas
que encienden sus mechones bastos. 


El dolor de la muerte
es mas presente, es más bello.



© Mariel Monente

Poema de María Cristina Briante



acerca de Génova

1)        

Génova de fiesta
montaña  en bruma

ciudad monumento
                  penetrada

ciudad estatua
                  y fuente
penetrante
         ciudad puzzle

ángeles de piedra
       en custodia permanente


© María Cristina Briante

28/11/14

Poema de Teresa Gerez



Quisiera poder decir
"deseo"
y no sentir al mismo tiempo
la vanidad de este acto. 

Aunque tampoco quiero
que después de tanto
perseguir estrellas
me conforme
un simple guijarro
de la buena suerte.



© Teresa Gerez

Texto de Nora Coria


IDENTIDAD

Donde la soledad escucha los velados sonidos que el tiempo emite, allí, donde la lluvia es nostalgia, existen pueblos antiguos. Han echado raíces en los cerros, a orillas del Altiplano, donde el cielo es el milagro y el río es un misterio. Los he visto con el sol generoso del mediodía y en la clara quietud de noches consteladas. Habitan entre pircas ancestrales, permanecen como paradigmas incorruptibles, siempre en pie; soportan recuerdos punzantes, evocan ausencias. Son promesantes del sol, peregrinos de la altura, enemigos férreos de la sombra, respetuosos del silencio, custodios inflexibles del pasado. Honran la Tierra y su destino es eterno. En secreto van trepando las laderas. Con constancia milenaria avanzan, aún en las noches más oscuras; cuando la luna se hace cómplice, se encaminan y se elevan.

¿Cardones? ¡Así se empeña en llamarlos la gente! Pero yo los he descubierto prosperando sin prisa, a plena luz. Juro que los he visto y que ellos me han reconocido anhelando mis raíces… y me han llamado. ¡Es cierto que ascendí con ellos! Hemos sorteado las mismas piedras. ¡Me han alentado a vencer cada repecho!
En las tardes en que el viento se hace música, cuando roza sus espinas, de sus voces melodiosas surgen verdades, como antiguas plegarias desde el punto clave de la Historia.

Una noche luminosa he acudido a la cita. Pude oírlos. No gritan. No susurran. Simplemente me han nombrado en la lengua originaria. Desde entonces... ¡yo comprendo tantas cosas! 


 © Nora Coria

Poema de Griselda Rulfo




 Cinco 

Estampa 
        entre bisagras 
                 una curva de bronce. 

Viola el metal 
de la madera 
        que se pliega 
                 en lujuria 
                           encarnizada. 

Tiene una llave. 
La llave penetra 
el virginal misterio 
        y roza 
                 con frialdad 
                           la cerradura. 

El cofre guarda 
tres secretos 
        en la oscura oquedad 
                 de mis entrañas: 

Una cruz rota, 
        una perla sin el nácar, 
                 una pluma blanca. 

Los tres transforman 
        mi mirada 


                 en sangre y llama.


© Griselda Rulfo

Poema de Eduardo Espósito



BATIK

Todas las mañanas
invariablemente
un abejorro monta
las glicinas de la casa
Frenética écuyerè
abre las membranas
de otra primavera

Lo que pudo ser
conserva su forma
cuenta mis letargos
Compensa con creces
el perder el miedo
de perder sustancia
(Soy un Eduardo más
por cada hora que pasa).


© Eduardo Espósito

Poema de Claudia Ainchil

  
DE REPENTE

De repente un megáfono de palabras liquidas
una excomunión de aire entrecortado
una canoa solitaria trepando por filtraciones
de otras canoas solitarias
que solo abarcan silencios...
de repente mi voz trepidante
en desorden,inabordable
invisible para el galope del caballo..
de repente la complicidad con las horas no impresas
los pasos torpes
los vericuetos de un cráter sin frenesí
vuelto hacia su propio espejo
..en las inmediaciones hacen señas, sin embargo
la neblina es tan extensa..


© Claudia Ainchil

Poema de Gustavo Borga



un poema rompió
el vidrio
de mi ventana

lo tiraron
de arriba
como una piedra

es forma
de entrar
a una casa?


© Gustavo Borga

Poema de Ana María Manno



  

experimento cociendo el alma 
con hilos de la seda de tus ojos
                                          dolor
ya no siento los pies
sellada la puerta
            esclava
                       desaparecías
habla ahora
la palabra y el acto son tuyos
sucede
             un placebo extraño
esclava rodea su tumba
reduce el paso
no sea que su alma se eleve

se eleve y me deje    
la erosión disimula el nivel de los sueños
los eslabones de rotos geranios
                                                  tiemblan
luces fácticas alrededor de un cuerpo
                                                        muerto

esclava
déjala entrar
               difumina el distanciamiento
no sea que se eleve

su paso se cierra

luces pálida
              no quieras verme
arde
no sea que su alma eleve

juego con flores de papel hasta volverlas polvo

vibro
escucha esclava
          clama por su alma
no dejes que los sonidos sean microscópicas sensaciones ocultas
cuida  su alma
la lleva la corriente
  es por ahí

    su cuerpo ya no piensa

      su cuerpo envuelto en una sábana blanca
                                                                       gotea

existe

hasta abrazar

la planta de los pies

           el sonido de la puerta remata el sentido

silencioso como un teorema no escrito

lo real

        estalla en partículas

¿cómo definirlo?

                    carece de tiempo

es afuera donde quiero estar

esclava clávale dos rosas rojas

yo soy

           la otra

nada por hacer

grueso vacío sin forma

te cerca el suicidio de alguna palabra

presumo que huirás por un canal sangrante

y te irás

nimiedades

de eso vivo

                nadie contesta

esclava

la gente no habla de muertos porque sí


© Ana María Manno

Poema de Norma Gianico


ACERTIJO 

Un cielo de agua
orilla el desorden
Nace un acertijo
sumergido en la tormenta
húmedo como un milagro.


© Norma Gianico

Poema de Sonia Rabinovich



¿Tiene sentido aún este espacio de letras
que miran ese lugar oculto
donde vive más la vida?
Tratan de respirar apenas lo necesario
para que nada las descubra en la oscuridad.
Intentan cazar el invisible que las nombra,
sus redes intangibles tantas veces.
Conspiran y se sientan a esperar agazapadas.
Ayer una palabra desgarró la  herida
tantos años guardada
y hoy no la recuerda
y no puede nombrar un hueco que no sangra.


© Sonia Rabinovich

Poema de Patricia Diaz Bialet


MARGARITA

...Almas de los que amé, almas de los que cantara:
fortificadme, sostenedme, alejadme la mentira
y los vapores corruptores del mundo...
Charles Baudelaire


Margarita si mi cuerpo es tu caja de misterio
tu nuca de regreso o tu flor esporádica
lo mismo da

Y si mi sueño es la casa que te acuna
la red de cielo que te atrapa
tu ropaje oscuro que se expulsa junto con mi párpado

Margarita en tu acera de ángeles
en tu carcasa transparente
donde estés ahora
donde veas
donde oigas
donde respires junto con el viento
y nadie pueda darse cuenta

Tu frazada es el hielo de mi cuerpo que ahora te cobija. 


(Nadie me cree.
Pero yo me depuro en el encuentro con los muertos.)



© Patricia Diaz Bialet

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Poema de Daniel Martínez



ARS POÉTICA 

 a Nacho con quien por buscar 
 la quinta pata 
 siempre confundimos 
 poesía con amistad y vino tinto 


Si tuviera que explicar el acto poético 
se me ocurre pensar 
en el trabajo de un alfarero 
confundiendo silencio con barro 

me viene al recuerdo una imagen 
de los laberintos de Murano 
donde los hacedores de vidrio 
soplan y soplan el sílice incandescente 
para dar lugar a las formas más caprichosas 

que esto no se tome por teoría 
es apenas una excusa para no dejar morir el recuerdo 
de una tarde increíble en Venecia 
donde los artesanos 
demiurgos de una tradición milenaria 
siguen haciendo los mejores cristales del planeta 

en definitiva 
hablar de poesía 
es siempre hablar de otra cosa



© Daniel Martínez

Poema de Silvana Merlo


La luna escapa a mi locura

Cuando el gris ansia
se mezcla con la nube
se me queman los ojos
me queman
             para perderme inadvertida
en un sitio solitario
cubierto de secretos humanos
donde la plegaria
vale más que el silencio.


© Silvana Merlo

Poema de María Laura Coppié

  
A esta altura

Porque si esa noche hubiera llovido
no habría luna testigo
ni el abrigo de las hojas
incapaces de temblar.
El corazón a la intemperie,
los labios acomodándose
con la imposible certeza
de las gaviotas ciegas
y tantas preguntas de las que
no me interesan las respuestas
sobre su piel nueva
tocada por naranjas.
No dijo mi nombre,
no conocía la cama,
me aceptó descalza
bailando sobre lo tibio
en horas oscuras, profundas
como el mar que nunca vio.
El amor es hambre,
tatuó con aliento en mi cuello

y se durmió despatarrado
como una brújula loca,

aunque qué importa ahora
dónde nos queda el norte.

© María Laura Coppié

Prosa de Flavio Crescenzi


Patibularios 

III

     El suicidio de Werther, el de Larra, pero también la belleza mercurial de Lady Lilith, la de las vírgenes carnales de un Botticelli ambiguo en sus seis trazos, la extravagancia del dandismo impenitente que ahora exhibo, han equilibrado el cosmos buenamente, lo han inclinado unos milímetros al norte de mis ecos. El gesto provocador que me endilgan las comadres es parecido a ciertos paisajes restaurados con incienso, a rosas que se encienden sin alivio. En esta aristocrática revuelta hecha de alcoholes, en donde establezco un culto a mí mismo sin cantos asordados (ay, Whitman barbado e insolente), sólo busco el placer de sorprender sabiendo que ya no podré sorprenderme casi nunca, sabiendo que esta vida de fealdades aparentes es una ironía leve como las clínicas de dios o el plenilunio. Anuncian nuevas ejecuciones públicas hoy día; yo, como Valéry, languidezco de belleza.


© Flavio Crescenzi

Poema de Cecilia Glanzmann


RESCATE

 Soy un lapicito en la mano de Dios que escribe y va
a enviar una carta de amor al mundo. 
 Madre Teresa de Calcuta

Si está en mí
el misterio de constelaciones
el cielo, la tierra y el abismo,
está en todo
la finitud inaprehensible
la conciencia renaciendo.

Si está en mí y en todo
en cada célula
el diseño de la Creación
también está Dios.

Aún podemos rescatar
de nuestro ser
              el Universo.


© Cecilia Glanzmann

Poema de Yanina Audisio



ACCIDENTE

No puedo
El silencio
No puedo
Esperar que avance la noche
Sobre este encierro
En la banquina
Acaba de ocurrir un accidente
Y no puedo
Caminar con este peso
No puedo
Vaciar los alfileres de la sangre
No puedo
Las palabras
Pero las disparo
Sin pausa
Y preguntás dónde quedó la caricia
Te digo presente cuando temblás
Te digo todo y pongo cada acto
A buscar la caricia
Que no aparece
Preguntás quién soy
Soy el alguien de las palabras
Puestas sobre tu frente
O eso que es frío
Después de haber conocido el fuego
O eso que es tu forma
Pero con los ojos duros
Sobre vos las palabras
Ese vos que no sabe de mí
Y el alguien que soy
Hace las palabras como relámpagos
Como esquirlas
Como hoguera del accidente
Que está explotándonos
Encima
No puedo
El silencio
Preguntás cómo aprender la renuncia
Te digo algo que no pertenece al recuerdo
Y no puedo
Dejar de abolir tus preguntas
Ese alguien que salta por mi voz denuncia
La muerte de la lluvia
Que mojaba los cuerpos
No puedo abandonar el desastre
O eso que queda de vos
Como la fruta a merced de las moscas
Y envío las arañas más veloces
Con las palabras y las manos
Que te parece van a quebrar el amor
O estrangular las flores descubiertas
En los besos que no están
Envío las arañas
Las ofrendo al aire quieto
Para que te llenen la cabeza
La garganta se te ponga espesa
La garganta y tu propia saliva
Ausente de mí
Y no podés perseguirme
Por los arrabales siniestros
De lo que está escurriendo
Como la sangre
Como la piel
En el accidente
No puedo
Menos que ser el alguien
Colmado de lo terrible
Y decirlo
Mientras la banquina se puebla de arena
Nuestras sombras se secan
Ni eso que sos
Ni el alguien que grita en mí
Se acuerdan de llorar.



© Yanina Audisio