30/9/23

Poema de Antonio Requeni

 


Mi corazón tiene el tamaño de la Plaza de San Pedro.

Hay noches en que apura sus latidos

como si no alcanzara la avidez del tiempo

para poder amar a todo el mundo.

Tiene prisa, se agita, escucho golpes

de un timbal en el pecho como en una

grandiosa sinfonía de Beethoven.

Amar, amar, amar; se desespera.

Pero viene el doctor con sus pastillas

(tomar una por vez cada seis horas)

y el corazón entonces se apacigua.

No es bueno tanto amor acelerado.

 

© Antonio Requeni

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Poema de Marisa Negri

 


    

La coloración

de los pigmentos alares

proviene de las plantas nutricias

con las que se alimentan

las orugas.

 

así la Casa es el alimento

la hoja el Sostén

 

© Marisa Negri

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Poema de Marisa Cascallares

 


una bilis venenosa

corre por la sangre

 

la debilita

 

insisto en expulsarla

pero su fuerza

detiene

mis intentos

 

no hay tiempo sin sombras

decías

 

© Marisa Cascallares

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Poema de Osvaldo S. Rassetto

 

        

De puro curioso

          (Al “Turco” Gabriel Abraham)

 

De puro curioso

voy a soñar con vos,

que venís con tu viola,

para que me cuentes

cómo es

ser esa estrella

que no me canso de mirar

cada noche.

 

© Osvaldo S. Rassetto

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Poema de Mirta Venezia

 


Troya

 

con el don hecho pedazos

no hay camino en verde

ni piel que resista

Troya puede arder entre las piernas

mientras se ha dado todo

 

el legado debiera ser un poema.

 

© Mirta Venezia

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Poema de Enzo Cárcano

 


FE

 

Mi abuela se queda en la vida

por la fe de un jazmín

que cuida

               orgullosa

                              en un patio de canteros

                                             circunspectos

y macetas desmedidas

 

Riega con descuido

en la confianza

               del que cree

 

En lo hondo de sus rituales compartimos

    la misma superstición

 

© Enzo Cárcano

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Poema de Cecilia Fresco

 


Abejas

 

¿Qué podemos hacer

con la cuchara vacía

y los hijos pidiendo?

Por poco que comamos

por mucho

que dosifiquemos

esto va a terminarse

las abejas

pueden morir y el mundo

ya no va a ser

el mundo conocido

¿Qué podremos a hacer

cuando la miel se acabe?

Cuidar las flores

cuidar con cariño las flores

con cariño infinito las flores

no se me ocurre otra cosa.

 

© Cecilia Fresco

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Poema de Ana Lafferranderie

 


Antes de que vuelva a moverse el tiempo

podría nombrar las señas de este instante.

No llegarán a ser palabra.

Esto es real

estamos juntos en un aire denso

que anestesia todo mientras atardece

y la última línea de sol que se repliega

consolida un silencio.

 

© Ana Lafferranderie

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Poema de Ariel Ovando

  


Pensemos la montaña

y tantos caminos como quepan

en los súbitos huesos

                            del pájaro.

ante un trueno redimido,

ante el aire de elementos.

 

Un estampido, un relámpago entre las hojas,

el aire se carga con la eléctrica persistencia

de una lengua que se hace verbo,

y pone a vibrar ese dócil instrumento de caña.

 

Es que esa montaña arrasó

mis ojos, y dejo crecer en vanos cuencos

la sustancia del tiempo,

                                      el roce de las islas

las voces en el declive de espumas;

poco importa el orden en el estallido

que pone a temblar tu párpado ante la nube,

ante un largo nacimiento de ríos o vocablos

tensos como cuerda de lunáticos filamentos,

oh dios, juro que no es el desconsuelo

que me hace dar largas zancadas en sueño de ciénagas,

sino un ruido de aguas que hechiza los rostros

                                                   en su llama. 

 

¿Es gloria o final perversión de esas máscaras

que giran en el bosque danzante,

y nos proveen del sacrílego derecho de empezar

los grandes incendios? 

 

Arco de la memoria que cimbra

                       las sonoras curvas,

el temblor en medio de la selva que se llena de voces;

un sonido de tacuaras rompiendo el agua,

encendiendo la gran mazorca del espacio

                             con sentencias crueles,

algo como un final con lluvia, y en los rincones

                            de barros desmemoriados.

Hay una ladera que a los soles y lunas hermana

en sus calendarios habitados por las alimañas,

por un sonoro golpe de claridad en las manos.

Hay un trueno en la altura,

una metamorfosis de las arenas

                  en espejos para naufragar

¿y no eran acaso ésto las palabras,

un sonido que irrumpe entre los vivos?

 

Pero me crece al fondo de la garganta

si me detengo en medio del tiempo,

                                       pero entonces

no hay más sol que el que cabe en un puño.

Y al primer llamado, vamos.

 

Porque el crepitar del leño

termina por cegarnos con la sombra

                                           del ciervo

y arde la tierra, sin embargo,

multiplicada en grillos,

                           en los ojos del asno.

Porque los ojos del barquero

multiplican en la mirada del búho,

el lenguaje secreto de las frutas al crecer

                                     sobre las cornisas,

sobre el corazón silencioso de la tormenta.

Se esquivan los cuerpos

que crecieron en su penumbra

con la terquedad roja de las estrellas,

se esquivan los ramos encendidos

por el hocico del ciervo de las nieblas,

y un golpeteo de tambores despeña ángeles

                                    desde las nubes bajas.

Nos arrimamos al aliento abrasador de los alfabetos,

los que brotan de nuestros huesos húmeros.

Allá arriba, el fuego.

Y al primer llamado,

vamos.

 

© Ariel Ovando

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29/9/23

Poema de Leonor Mauvecin

 


En la casa.

Quiso alcanzar el cielo

                              en la luna del agua.

 

Recogió las estrellas del aljibe.

Miró su mano

                          -alucinada-

¡Oh ilusa!

 

             En ella

                           sólo agua.

 

© Leonor Mauvecin

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Poema de Daniel Gayoso

 


TRANSFIGURADOS

 

Seres y cosas

de tan diverso modo 

saben callarse.

 

Unción del aprendiz, 

me sueño adivinando 

alfabetos ocultos.

 

Y así hasta el límite 

de los transfigurados.

 

Enmudecer contigo 

para el resto del mundo.

 

© Daniel Gayoso

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Poema de Anamaría Mayol

 


FRACTURA

 

ella tiene un dolor que  la  circunda

como un diminuto colibrí

 

anida las mañanas sobre su  pecho

y a  veces lo ve aletear  

cuando  la muerte quiere morder su sombra

 

tiene

una cicatriz que marca  el tiempo

 

duele

como un pequeño hueso fracturado

que  lleva en el bolsillo

como cábala

 

© Anamaría Mayol

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Poema de Ana Romano

 


Inmersión 

 

Sumergida en la sombra

gime

 

La muerte estalla, luego

cuando se aleja.

 

© Ana Romano

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Poema de Aníbal Costilla

  


LICORES

 

vengo de dudar de lo que existe,

la carne que reconozco

tiembla en la oscuridad,

espera el mordisco del sol.

 

vengo del pánico interno de lo que se fuga,

la esperanza con sus precarios ojos,

la semilla con su latido prisionero,

el recuerdo unido en un hito del pasado,

el amor con sus agónicas crías.

 

vengo del dolor, expulsado por un rostro,

vi cómo estallaba

la esperanza

como una flor masacrada por el fuego.

 

vengo de lo que aún no fui,

a construir los cimientos,

aprendo los nombres de mi devenir.

 

vengo de la niebla,

he atravesado la noche

con una máscara

y la espada de mi voz,

 

me empuja el silencio hacia adentro,

me embriagan los licores de dios,

 

y su sombra.  

 

© Aníbal Costilla

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27/9/23

Poema de Estefanía Ceballos

  


Cuerpoobraje

 

habito este cuerpo como una constructora

conozco la corriente eléctrica que corre por debajo

las piezas en desuso

las habitaciones a medio terminar

este cuerpoobraje sabe indicarme de antemano las fisuras

los posibles impactos que atentan contra sus zonas blandas

 

el desconcierto aquí suele ser insoportable

y las horas pasan como un enjambre de insectos en épocas de plaga

 

nuestro alimento viene siempre de las alturas

pero lo indomable

son los detalles más sutiles

los pliegues de los ángulos

las marcas que insisten

y revelan esos sitios

por los que comenzará

la demolición

 

© Estefanía Ceballos

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Poema de Jorge Bonomini

 


Me mudo

sé que vendrás

tan solo dame cinco minutos y te paso la dirección.

Es sólo un momento

si no tuviera estas manos temblorosas….

hubiera evitado hacerte esperar tanto.

Para ganar tiempo saca el auto y toma la carretera hasta

donde termina la ciudad.

Y pregunta por el muerto. 

 

© Jorge Bonomini

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Poema de Antonio Tello

 


Partícula 

 

Descubro sus ojos

en el escaparate de lámparas ciegas.

 

Sin verme,

su mirada me atraviesa y de pronto siento

las formas elementales de la materia,

la química precisa del abrazo que me convierte

en un diminuto cataclismo del tiempo.

 

© Antonio Tello

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Poema de Ana María Lassalle

 


DOMINGO CON LLUVIA

 

cuando me levanté

hoy a las 8,30

los pájaros no estaban

tampoco el sol

 

a poco llegó Galo

 

me dijo

salgo abuela a entrar a Osvaldo

porque llueve

 

él trotó hasta su cucha

muy contento

calladito

con cara de obediente

aunque no convenció a nadie

 

sonriendo

lo miré de reojo

 

las nubes me miraron

detrás de la ventana

 

al rato llegaron las palomas

giraron

y una calandria

se posó en el caldén

 

le dije a Galo

vuelvo a la cama

 

ya terminó la lluvia

me avisaron 

 

© Ana María Lassalle

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Poema de Blanca Lema

 


Si el pedido de captura llegaba

había que cambiar de país y rogar que no te chupen en el trayecto. 

 

Piedras

 

Pienso en la noche de las piedras,

en el húmedo silencio que tienen las fronteras.

 

También pienso en un lugar dónde morir

y en el viento que no tendré cuando lo haga

porque lo habrás retenido

temeroso

de que él se lleve mis gestos.

 

—¡Alto, viento! —dirás

con esa risa imperfecta que siempre se enredará

con las palabras que no dices.

 

—¡Alto ahí!

 

Y el viento te desobedecerá

buscando el exilio de otras piedras.

 

© Blanca Lema

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Poema de Aníbal Benítez

 


Dios es un gato en mi barriga

lo alimento con cereales

a veces me pide queso y whisky

 

Hoy está borracho

voy a vomitar a Dios.

 

© Aníbal Benítez

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Poema de Amalia Mercedes Abaria

 

 

INCERTIDUMBRE

 

No estaba en el plan

y ahora un gran espacio

interroga la escena.

No hay oráculos ni precisiones.

El horizonte

un remoto agujero negro,

incógnita para la noche

y el día.

 

El alto follaje

arroja sus señales

pero no las vemos.

Los peces lustran sus escamas

antes del cadalso.

 

 Ojos encandilados salen

de sus órbitas pero no ven.

Algunos buscan el límite

entre lo cierto y lo incierto.

 

Las predicciones científicas

no salen de su asombro

y asombran sus contradicciones

 largos debates inundan

los medios de incomunicación.

 

El futuro es una nube negra

que invade cualquier aventura.

Las palabras se mudan a pañuelos descartables

pero nadie quiere llorar.

Nadie quiere llorar.

 

Muchos se esconden en las  vidrieras

Otros compran pelucas

y antifaces para la próxima

fiesta de carnaval.

Pero no habrá ni corsos

ni bailes

las serpentinas volarán de balcón

en balcón

y unos silbatos despertarán

a los ancianos sobrevivientes.

 

La incertidumbre es así

sin espejos, sin programas

solamente ir  sin miedos

 hacia la oscuridad.

 

© Amalia Mercedes Abaria

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Poema de Alicia Vincenzini

 


El tiempo no es lo que creía

 

los sueños saludan al ideal

para aferrarse a pequeñas realidades cotidianas

 

la palabra se confirma

poderosa

y el silencio sepulta historias para siempre

 

los lazos del amor sostienen

 

me mecen.

 

© Alicia Vincenzini

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26/9/23

Poema de Dolores Etchecopar

 


en alguna habitación se soltó la noche

desde entonces nunca es ahora

y la casa se mueve rápido

tan rápido que solo la lentitud se le nota

 

mientras aún tanteo en la oscuridad

un lugar donde vivir

el mundo se desliza

su velamen rompiéndose

en los ojos y los labios crueles

de las Personas Dormidas

 

© Dolores Etchecopar

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Poema de Margarita Drago

 


Un cuerpo que aún palpita

                                   

                                    A Elsa Narváez de Bazán, compañera

                                      In memoriam 

 

Un cuerpo rígido

una boca desdentada que

se abre y englute el alimento

que le ofrece la mano del amante

una mirada fija perdida

en una realidad extraña

unas frases inconexas

un pensamiento

una palabra

una ligera sonrisa 

enlace

fugaz acople

con una historia

lejana compartida

un cuerpo que reclama unos brazos

que lo alcen

un cuerpo que se resiste a ser tierra

un cuerpo que añora sus pasos

por caminos polvorientos

por espacios urbanos

unas manos que dibujan

redes laberínticas

jeroglíficos con mensajes

de otros tiempos

un cuerpo que se negó al castigo

que renunció a memorias que laceran

un cuerpo que aún palpita

que aún se para

que aún se apega a una cama

a unas sábanas

a un cuarto reducido

celda cárcel carceleras

un cuerpo que se rehúsa a

compartir la mesa con

otros cuerpos que

aún tienen memoria.

 

© Margarita Drago

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