21/5/16
Ahora que el tiempo está en los nidos tibios de los robles
y cada cosa busca su sepultura en el bosque
cerca de las lilas o de un espejo de agua que simule el mar
ahora ya nadie recuerda que fui una muchacha
con olor de salvias en el crepúsculo
una muchacha que jugaba con la muerte
para cobijarla en su delantal rosa
ya nadie recuerda la dificultad de correr con ese cuerpo
joven
herido por una bala en la frente
y de ese corazón perforado por siete tumbas
que la muchacha que fui cubría con guirnaldas de rosas
amarillas
Nadie recuerda que entonces la música se organizaba
alrededor de mis ojos
como si lo que mirara fueran sonidos y no contornos oscuros
de las cosas
pero sí recuerdan la persecución a través de las hojas
heladas del otoño
los miles de seres que llevaba atados a mi cuello
como medallitas de oro o ajorcas de metal brillante
recuerdan que pasó sólo un instante
(y el tiempo aún bailaba con pies ligeros en mi cintura)
bastó un solo instante y la muchacha que fui cayó en la
escarcha de la tarde
sobre pieles de conejo y dientes de lobo
y aún está allí con su carga de seres pálidos que nunca
nacieron
escarnecida por la turba que pisa su cuerpo y sus venas
frágiles
sin caer en la cuenta que la muchacha que fui
tiene cabellos blancos que le llegan a los tobillos
y sobre su rostro masacrado, a veces, muy de vez en cuando,
planea una mariposa azul.
© Edna Pozzi
Poema de Juana Ramos
Renacer
Mi país: tu cuerpo,
que no entiende de fronteras,
donde intento concebirme, nacerme, darme a luz,
abrir puertas, poner casa, fotos y manteles;
del que no quiero emigrar,
generoso sitio en el que apetezco un enteramente,
donde anhelo morir a plenitud, en libertad.
Entiérrame en tu cuerpo,
tierra fértil donde brotaré de nuevo y
esperaré un siglo,
las vidas que sean necesarias
para curar la espera, para sanarte los recuerdos
a los que seré ajena con el bálsamo
que supuran mis heridas.
© Juana Ramos
Poema de Francisco X. Fernández Naval
LAS FLORES DE LA TARDE
Guardaré para ti los días de la memoria,
los preservaré del olvido,
conservaré las luces que en otro tiempo
te hicieron feliz.
Te daré sosiego,
esa cálida humedad que acompaña
el fluir de las horas,
ese descenso del sol
por los cansados senderos de los ojos.
Buscaré el silencio,
la confianza en los días que vivimos,
el calor que acoge
el presente sin tiempo.
No desharé el lecho
ni apagaré la lámpara,
extenderé sobre la alfombra los sueños que soñamos
y el rescoldo de una sonrisa
abierta como las flores de la tarde.
(Días de cera. 1999)
© Francisco X. Fernández Naval
Poema narrativo de Mónica Cazón
Mayo sin rosales
era un otoño manso. Los bares continuaban con sus mesas en
las veredas; y ella aún reía. Se sucedían los hechos en el momento exacto, pero
yo, no estaba allí. Quedé congelada en el camino. Con la cabeza destrozada en
la ruta cubierta de cenizas. Y su imagen desaparecida ante mis ojos, para que
pueda soportar el vacío del mantel.
No reproches mis omisiones ahora que estás fuera de la casa,
ya ves, otra vez debo darte la razón.
Nada es lo que aparenta, tampoco la risa de los otoños mansos.
© Mónica Cazón
Poema de Olga Ferrari
ceremonia del recuerdo
el silencio oculta
filamentos de tiempo y espacio
que rondan las horas y se alejan
en el brote del amanecer
la quietud se esparce en el parque
el aroma a lavandas gira en arabescos
despojada de quejas
abro las ventanas de la vida
las palabras me buscan
en la ceremonia del recuerdo
sin preámbulos me entrego
paso a paso
rescato miradas y caricias
el espejo frente a mí
refleja tu sombra
y vuelvo a pronunciar
tu nombre
© Olga Ferrari
Etiquetas: Olga Ferrari
Poema de Paulina Juszko
Una
sola nube puede oscurecer todo el
verano:
el mar
se queda ahí frente a nosotros
parado
atónito
las
olas ruedan sobre la playa como lágrimas falsas
y cada
grano de arena empalidece.
¡Oh
cosas adorables hace un instante
cosas
claras transparentes orgullosas!
Y ahora la desazón
la oigo
subir de puntillas.
Basta.
Nadie
va a llorar aquí.
© Paulina
Juszko
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Poema de Noemí Correa Olivé
EN PAUSA
Sentado sobre el recuerdo
de un logro efímero
sin piedad
regalas al tedio
el tiempo que te queda.
Deja de pecar contra la vida
viste tus galas
y lanza un alarido en rebeldía
desde los techos
de la ciudad del prejuicio,
que la vida es un laberinto con salida
y sus espejos confunden
pedazos de cielo con cenizas,
horizontes rojos
con cuevas de osos dormidos.
Suelta tu alarido por sobre los basurales
trepa al grito de hambrientos gorriones
y olvida el humo y la modorra,
pulsa el movimiento de tu vena
y despliega tu libido en los orgasmos
que en otros tiempos esculpieran
osados trapecistas en andamios de azúcar
Mueve el culo de tu silla
bebe viento y tierra, tierra y viento
con las fauces de un felino
anda, que de amores rotos se ha tejido el mundo
que ya sabes que todo es tan leve y efímero
como un soplo
en el pico del albatros.
© Noemí Correa Olivé
Poema de Sonia Rabinovich
Hablar de vos- me dice
Sí, los libros los
poemas
los días, la
vida
La libertad- me dice
en qué barco
a qué tierra
elegí- me dice
elegí – repite
libre- repite
miedo- asegura
El mismo balanceo
el mismo sótano
exilio de qué –pregunta
a dónde.
Al poema – digo
mi barco llega al poema.
Se quita el pañuelo de la cabeza
me limpia la cara con el maquillaje corrido
que me saca de mí
para poder ser yo
aquí afuera.
© Sonia Rabinovich
Poema de Oscar Perdigón
Mirar desde esos ojos
la travesía inexplicable
de naufragar en el centro de su vientre
Los contornos firmes
de sus caderas
reviven el goce sensual de la brisa
transmutado en el aleteo de su exótica lencería
Brota desde lo profundo del instinto
el latido agreste de sus pezones
y enmudece
el bramido ahogado de un jadeo
Ante la inevitable zozobra del orgasmo
inhalo desde su sexo
el penetrante aroma del deseo
La carnosa fruta se yergue desde su tallo
buscando aliviar el pulso de su celo
© Oscar Perdigón
Poema de Romina R. Silva
Cada encuentro es un cuento
A veces pienso que la verdad es ese encuentro palpitante
que nuestras miradas son cuentos efímeros
déjame que cuente
déjame que diga en cada letra
que nuestro encuentro se vuelve un cuento
nadie sabe que de las nubes llueven sueños
todo está palpitando en el aire
una mano que te doy, un beso que me das
y el sol sonríe
déjame que lo diga, déjame que cuente
que nuestros encuentros son un cuento
efímero destello de las letras,
de mi cuerpo que te quiere,
que te mira, que te abraza
déjame que duerma abrazada a tus brazos
con cada sonrisa que se escapa
es tan dulce el dulce sueño
este es uno más de los cuentos
un día más que te encuentro
hay momentos encendidos como cielo de mediodía
hay momentos oscuros como noches de intrigas
hay certezas que desgarran pero encontrarte es un cuento
déjame decirlo, déjame escribirlo
encontrarnos es un cuento
me inspiras sin razón lo simple,
como un soplo en mi rostro
es lo que siento al verte.
© Romina R Silva
Poema de Marta Comelli
INVISIBLES
PERSISTENCIAS
‘’It all
makes perfect sense…, ¿can’t you see?
Roger Waters
Están allí callados, ateridos de espera
los silencios y sus voces.
Registros en un papel que vuela por los aires
en pedazos.
Allá,
y desde entonces, en
lo que dejan, las voces de silencios.
De la indiferencia nada
que se presienta.
Como una muerte de padre son,
inolvidables.
-Inolvidable padre ‘’ no te vayas’’-.
Como una cruz sin sentido en los márgenes del viento en la
montaña azul
asomando tibia, en
los atardeceres del incienso.
Y te aseguro que
persisten como eran o como sientes
que eran.
Aún tibiezas,
bocas rosas que reclaman,
incendios apagados en el bosque de la desesperanza.
Imposibles.
Vuelven,
se asientan, se acomodan en el alma.
Y no son los ojos,
o el rostro,
tampoco
es una foto en sepia.
Son las manos al borde de un abismo,
llevándote a la
inmisericordia de los ciegos
los sin
voz.
‘’No te vayas’’
© Marta Comelli
Etiquetas: Marta Comelli
Poema de Mary Acosta
EL DESTEÑIR DE UNA SONRISA
Se destiñó la sonrisa sobre la cornisa del alma confundida.
Desnuda en pena se contornea sobre la alfombra cenicienta de
los rostros.
Labios amorosos besan el húmedo colchón
que amortigua la voz empobrecida de la nada.
Por el ayer,
vibraciones epidérmicas mueren de miseria
a fuerza de escarbar gritos inútiles en una dignidad sin
nombre.
Latigos invisibles lamen las agrias grietas del despojo,
derribando derechos encendidos sobre esclavizadas lenguas
avergonzadas.
La trama encastra perfectamente en el puzzle del desamparo,
ave de rapiña descarnada que adormece sobre las llagas de
manos en ayuno.
Dibujadas sonrisas
con trajes de rojizos labiales aprendiendo a amar,
defilan solitarias
sobre la pasarela realista,
mientras ante el
impredecible minuto del hoy
el alma confundida
clama, por la necesaria savia nutriente de una renovada existencia.
© Mary Acosta
Poema de Vladimir Jantus Castelli
Venérea
II
Venérea cobija sustancias que provienen del fuego
las oculta en su pecho
las mantiene secretas
a sangre
saben sus labios
el trance se palpa en su piel
sus besos son el veneno de las víboras
rojas y chispeantes
en sus ojos se reflejan
las hogueras de la noche
las toxinas que incendian las ciudades y sus muros
que envilecen a los vagabundos
que la veneran
ellos veneran a Venérea
© Vladimir Jantus Castelli
Poema de Nora Coria
Intuición
Tarde es verde el mediodía.
Mínima luz.
Pupilas intuitivas.
Cerca una voz cerca la mía.
El tiempo se despierta.
Entonces... es la vida.
© Nora Coria
Etiquetas: Nora Coria
20/5/16
Poema de Paulina Vinderman
Me dejé un sueño sobre tu cama
¿o fue en la mesa donde leímos las cartas
de Abelardo y Eloísa?
Olvidarlo implica tanta confianza que
no volveré por él; ya sabrás qué hacer
(incluso perderlo entre las botellas del lavadero)
y aunque no lo sepas, la noche que pugna
por entrar a tu casa hará que lo recuerdes.
Era más dulce y más oscuro que el jarabe de arce
de Nueva Inglaterra
y tenía una inteligencia gastada.
Era diminuto, espinoso, difícil.
Como nuestros encuentros, como la dificultad
de tragarnos la gravedad, los demonios, las voces
del crepúsculo.
No era el Paraíso ni era volar un puente
a medianoche.
Ni un país de nieve,
ni una cuchara generosa.
Era de ébano, de oboe, iba descalzo.
Era arrojar una palabra a la oscuridad
y "escuchar qué clase de ruido regresa.
Como un fundidor que da un golpe a la campana:
¿está agrietada o está entera?". *
© Paulina Vinderman
Poema de Patricia Corrales
En su nombre
Como brote que se riega
con una sola gota de rocio
en los primeros inviernos, como peste
en campo de refugiado,
fui alejado de mi tierra y de mi sangre.
Rojo vierte mi herida después de tu castigo.
Cual fue mi error en este destino de sureño fuera de
cualquier impronta europea,
cual sino injusto a mi inocencia?
No debías llevarte las células que fecundarían estos valles
o estos ríos.
Mi hijo parió tanta tristeza con mi exilio
que tuve que sufrir sus ojos tristes
y callar mi bronca ante tu imperio.
Te prometo sobre su tumba,
volverán a ser arboles
volverán a florecer en el grito del águila
o en la boca de un pez, volverán en el viento, en la palabra
escrita,
en un canto de plegaria como eco en su nombre , volverán
para tomar montañas y esteros,
tierra negada desconociendo la historia.
Te prometo que verás en cada gesto solidario su razón de
ser, las alimañas
se esconderán por siempre
porque será por su memoria,
su memoria intacta
© Patricia Corrales
Poema de Silvia Mazar
Creo esta tierra que mece mis pies hasta otra aurora
esa seda de hocico de cachorro
que me es dada solo con mirarla
creo que alli donde la pausa parece demasiada
hay una vida pequeña, silenciosa
que brota como un jazmin del cabo
con su blanca perfección a cuestas
Creo que al fin la muerte nos engaña
y es una forma solapada de belleza
© SILVIA MAZAR
Etiquetas: Silvia Mazar
Poema de Esteban Charpentier
HUMANINIDAD
Alguien pinta el mar con agua de mar
Y pocos lo advierten en el lienzo
Señala atajos pasadizos
Que la gente evita
Porque prefiere los caminos
Silba melodías
Que copian los pájaros
Para sus amigos que tatarean
Propagandas de un celular
Hablan del amor
Quedándose en silencio
Y nadie escucha
Pero paradójicamente
Dicen la palabra Luna
Y todos miran hacia el mismo cielo
© Esteban Charpentier
Poema de María Luisa Márquez
ESTAR AL DÍA
Decide albergar
con tañido antiguo
al bienhechor bálsamo.
Resucita en canto diario
la fuga de luz
cuando hay
reclamo.
Necesidad
para cicratizar
los rincones perdidos,
donde se apilan ecos del corazón.
Sobrellevar
la manada
de oscuridad
los himnos anestesiados,
la cartografía con resignación,
el espacio donde el ángel
quebró sus
alas
y el propio paso
para
decir
adiós.
© María Luisa Márquez
Poema de Ofelia Pereyra
“Un hombre desnudo”
Es una
tarde de enero,
la caricia
de una mano,
sólo por
alcanzarlo quiero
un
horizonte lejano.
Como la
arena caliente
y bajo la
piel tostada
encontré su
corazón
perdido en
la madrugada.
Podré saber
sus secretos,
mezclarme
en sus pensamientos,
quitar de
sí cada ropa,
veré sus
labios sedientos;
recorreré
su figura
todo con
pasos muy lentos;
me detendré
en sus brazos
que ya
estarán hambrientos.
Era su
cuerpo desnudo
como del
ángel despierto;
desnudo en
aguas del mar
imponente
cual desierto;
desnudo
estuvo en mi lecho
con el
deseo abierto;
desnudo,
una y otra vez
sólo para
ver que es cierto.
Quiero tenerlo de frente
y
nuevamente desnudo,
sentir que
el pulso se agita
y de pronto
queda mudo.
Yo lo
contemplo absorta
como un
huracán que viene,
desnudo y
en el silencio
tanta
belleza que tiene.
Sobre las
sábanas blancas
desnudo
yace a mi lado,
deshojado
en cien pétalos
encendidos
y rosados,
maduro
fruto fragante
se deshace
en un bocado.
© Ofelia
Pereyra
Etiquetas: Ofelia Pereyra Nadal
Poema de Cynthia Rascovsky
MATADURA
La cicatriz de mi auxilio
amontona
silencios.
La ventana golpea mi cabeza.
El triste regreso
de
telas colgantes.
Amortajada derramo huidas.
Duele el perfume de los jazmines.
Todo es caos y el espíritu deslucido
arrastran el satánico desfile
de serpenteos de este cuerpo.
Esqueleto soberbio
cínico vientre
de exhalaciones .
Chuparé de la garganta la obediencia
y
dejaré a mis dedos
desbocar mi piel.
© Cynthia Rascovsky
Poema de Cecilia Glanzmann
PROFANANTE VANO
El hombre nace y anda, anda y profana,
profana para
nacer y para la muerte,
y el hombre sigue andando.
Es el elegido y el miserable.
El hombre es el que llega con el universo nuevo y entero
-el agua canta y
juega mientras fluye en llanto,
el agua siempre
llora el universo entero-.
El hombre es el que llega con la posibilidad de abrir
/ la puerta
con la llave justa
-el agua corre
divertida y herrumbra el cerrojo
el hombre no
logra abrir la puerta
todos lo miran
todos esperan
el agua tose las
preguntas y sigue.
El hombre es el elegido y el miserable,
y se muere con el universo nuevo y entero
-el agua sabe y
ríe
el agua ríe y
sigue-.
© Cecilia Glanzmann
Poema de Jorge Moreno De Los Santos
Hablan los árboles
de lejanas ventiscas.
De cielos vagabundos
obstinados en sucederse
en el humo de los días.
De delirantes clepsidras
que inventaban luciérnagas,
crisoles, duraznos de menta
y un absurdo ditirambo
para después de la llovizna.
Hablan de violetas mercancías.
De indómitas muchachas.
De las historias que los viejos
susurran en el parque.
Del oro que derrochan los inviernos
y de un paisaje denostado,
llovido de pájaros enfermos
y de cíngulos desceñidos
para ciertas despedidas.
- Y parecen las calles
una consecuencia hostil.
Una efervescencia
tácita o fehaciente;
diluyendo sus pértigas de vidrio
en la salada espiral de los ecos.-
Y otra vez
oigo a los árboles hablar del sol:
que trasnocha,
que bebe demasiado,
que se consume
sin remedio en su infortunio,
que pregona su desdicha
en prostíbulos y tabernas.
Y que el mar (amante infiel)
es cómplice inevitable
de su absoluto desamor.
Se compadecen
los árboles del sol:
de su abandono,
de su alcoholismo
y de su derrumbe solitario.
© Jorge Moreno De Los Santos
19/5/16
Poema de Gabriel Chávez Casazola
Memento mori
Ni el arco que contempló las pomposas victorias de César
Marco Aurelio Antonino Augusto
ni aquél que casi fue rozado por la tiara del Papa Rey
erguido en una cabalgadura
preciosamente enjaezada
ni ese otro que vio al Gran Corso desfilar con sus tropas en
el cénit
de su tardío imperio decimonónico
y ni siquiera el pequeño seto de pino bajo el cual paseaba
el Libertador,
hombre más bien menudo,
en la quinta de San Pedro Alejandrino,
cobijaron el mismo poder
que el arco que forma tu cintura
ni celebraron mejor
la frágil duración
de los reinos y el reino de este mundo
que la curvatura de tu espalda
cuando mi mano, en el alba, la atraviesa.
© Gabriel Chávez Casazola