Poema de Gabriel Chávez Casazola
Alivios
Aliviaba cierto dolor de la infancia
atesorando
piedras de cuarzo
recogidas en las calles de tierra
piedras
comunes pero tocadas por alguna veta mágica
que las había transfigurado
transmutado
guijarros ocres elevados hacia el mármol.
Las reunía en el patio trasero de la
infancia
y se las enseñaba a algún vecino pobre
alguna tarde pobre
a otro niño cualquiera como él que
sorprendido
las pesaba y admiraba entre sus manos
maravillado
por la existencia de una belleza que no
había entrevisto antes
guijarro ocre también él
y desde entonces surcado por una
contemplación secreta
por una veta
que elevaba sus ojos al destello del mármol.
¿Qué habrá sido, me pregunto en esta tarde
pobre de febrero,
de ese vecino y aquel patio trasero y la
colección de cuarzos?
¿Y qué habrá sido del coleccionista?
En cuanto a él,
abrigo algunas sospechas sobre su paradero.
De hecho
yo mismo alivio ciertos dolores de la
madurez recorriendo
las calles de tierra o de cemento de la
tierra
buscando piedras
comunes
—palabras—
surcadas por alguna veta mágica
secreta
que permita transmutarlas hacia el mármol
con solo saber escuchar
—caracolas calladas—
lo que podrían decir
reunidas
en un patio trasero.
Las recojo, las reúno, las atesoro,
me maravillo
de su belleza oculta
guijarro ocre
las transcribo
y se las muestro alguna tarde a algún
vecino.
A veces pienso que no sirven de nada
y una voz en el sueño me dice que no
alcanzan,
que no alcanzan.
Es verdad que la colección de cuarzos no
logró borrar el dolor que desfiguraba la infancia
del coleccionista,
sacar de la pobreza a su vecino ni mejorar
la calle o el traspatio
mas su solo estar ahí bastaba
para aliviar el mundo,
para transfigurarlo
para poner en los ojos un destello
y así elevar la piedra y aproximar el
mármol
haciendo al mundo ligeramente más bello
y acaso
también
menos
cruel.
© Gabriel Chávez Casazola
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