(...La guerrilla de los solos...)
Se encontraron los solos en la calle
De los dejados.
Estiraron las manos y se encontraron.
Se miraron a las caras y se entrevieron.
Se camuflaron con las escaramuzas
Dejadas por los felices activistas
Del amor,
Pero se terminaron convenciendo
De que “esos” no eran ellos.
Se empecinaron en comprar flores
Para adornar corazones en espera,
Pero las esperas sólo consiguen oler
A flores marchitas
Y nunca compradas por solitarios.
Teorizaron a ultranza teorías sobre
“la inserción a los amores duraderos”
pero sus aulas estaban vacías
y tuvieron que cancelar la cátedra
Por falta de alumnos.
Organizaron entonces cuadrillas
Para embestir a la felicidad
En la calle de los sueños,
Pero la realidad terminó
Con la guerrilla de los solos
Y sus cabecillas fueron condenados
A patear latitas que nunca
Se dejaban patear,
Para luego ser torturados hasta el hartazgo
Con fotos de novias que nunca tuvieron.
Y así las cosas volvieron a ser
Lo que son:
Los solos asumieron la humillación
De tirarse siempre a menos,
Y la felicidad siguió echando panza
En los corazones hermosos,
Y la guerrilla fue la utopía
Con la que se alimentan los dejados.
© Carlos Salinas
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