30/4/17
"Cielo de mí", quiero escribir un sueño dentro de
un sueño
o en el borde del
sueño, cielo de mí.
Siempre supe que los bordes cantan mejor
porque allí también
canta el miedo.
Y son el miedo y la muerte los que conocen la canción.
Un dulce recitado para este mundo complejo.
A eso vinimos:
centinelas en la noche esperando el relevo.
¿Dónde estoy?
En un hotel de terciopelos ajados y sin mi retrato de Emily;
sólo el reloj y el cuaderno en mi mesa de luz.
Un olor agrio en mis sábanas.
Aún recuerdo sus manos, eran suaves,
estaban llenas de posibilidad.
La luna se refleja en las aguas fétidas del lago;
las embellece pero no las sana.
Destino del poema, un destino lunar,
repleto de cráteres,
cielo de mí.
© Paulina Vinderman
26/4/17
Poema de Soledad Medina
toma
Convulsionemos
Volvamos sin lastima de la casi muerte
Garrotazo duro para la bestia
muestre su cogote perverso buen pulcro
muralla de tiernos dolidos aquí
encima de lo que aburre y lastima bailamos
¿ritual de los desesperados dice?
Mire como aplaudimos
al miedo para despedirlo
¿La transacción menos esperada no?
Ahora toca a usted
bailar la conga dolorosa
Aquí los sin planes los sin subsidios aquí la manada
hambrienta
Mire como aplaudimos
al miedo para despedirlo
Muestre su cogote perverso buen pulcro
Devuelva la buena voluntad sin uso que archiva
Aquí la respuesta al acertijo
Es todo un gran dolor el día
y basta de todo
Aquí los alcoholizados
del aire
Dementes por vivir aquí
Mezcladitos en el caos
¿a quien busca?¿nos confunde en manada?
Requise venga odio
amor odio amor odio
¿ritual de los desesperados dice aun?
Ahora usted la conga del dolor
Porque aquí los sin planes los sin subsidios
Aquí la manada hambrienta
Despide el miedo
Convulsionemos
Aquí dementes por vivir
¿ritual de los desesperados dice aun? Es todo un gran dolor el día
y basta de todo
Convulsionemos
Volvamos sin miedo de la casi muerte
© Soledad Medina
Poema de Carlos Satizábal
SONAJEROS DE SELVA
Traes un sonajero de semillas de la selva afinado con el
canto de las ranas.
Traes un sonajero afinado con el grito de las guacamayas.
Traes de la selva sonajeros con el canto de voces sin
nombre.
El bocado que cortas a las semillas en una de sus puntas
y el largo de los hilos que las atan al hilo madre
y el número de semillas y qué semillas cortas y a él atas,
todo está considerado en tu arte sagrada.
Así concedes al sonajero la semejanza para invocar al animal
que imita:
para danzar con su danza, para volar con su vuelo, para
curar con su canto,
para mover al pensamiento, y abrazados a la gran ceiba en el
sueño del juyungo,
en el viaje del gaxpi, en el vuelo de vixó, se haga fuerte
el pensamiento,
y ya no sea sólo rumor de la luz entre las hojas,
canción de los pájaros, baile de las ranas, melodía del
agua,
serenidad del cielo nocturno, vuelo del jaguar.
Y ya sea de nuevo memoria común, alegría compartida,
conjugada en la fiesta, en las danzas y los cantos
gozados al son de la sagrada agitación
que concitan con su voz tus sonajeros de selva,
abuelo bailarín, abuelo cantador.
© Carlos Satizábal
Poema de Juan Carlos Rodríguez
Cuánta paciencia acumulada
Si me propongo que mis manos lleguen,
que mis blazos claven las anclas
y que tu dulce olor sea un lugar presentido,
abriré la puerta de tu sexo,
que hoy no tiene cerrojos
y nuestras sangres alborotadas
se contemplarán…
Dios nos mirará callado,
tu corazón estará desnudo
y yo escucharé sus heridas
sin hacerle preguntas,
abrazaré tu compañía
y nos dedicaremos entonces
a lamer tanto zarpazo, tanta sangre…
cuánta paciencia acumulada
en tanta espalda, en tanto espasmo suspendido.
© Juan Carlos Rodríguez
Poema de Anny Guerrini
¿Cuál es la distancia entre el azul y la existencia?
Conozco la orden escrita en el caos: para sufrir nace el
hombre
aunque hile sus ansias entre la muerte y la vida.
Cuando regreso a mis tristes colmenas y abro las ventanas,
allá en la llanura, un mar virgen asciende hasta mis
espacios
y destruye los muros de la locura.
Entonces, exhausta, pliego las alas
y cuelgo mi espíritu en la cumbre de soledad.
Cuando mi prisión oscurece
¿qué hacer, sino morir o soñar?
© Anny Guerrini
23/4/17
Poema de Edna Pozzi
No sé si eras la niña
con un pájaro que ví una mañana
en el puerto
descalza y con ropas raídas ofreciendo la avecilla mustia en
su jaula de alambre
No sé si eras la joven del violoncello, en Esmirna, y su
sombrero de fieltro
recogiendo monedas brillantes que tenían la efigie de un
general
No sé si eras la mujer de rostro estragado que vendía chales
de seda
entre las mesas de un café y se oía un tango y era Buenos
Aires y algunos
compraban la delicada textura, suave como una niebla y entregaban
billetes
ajados que guardabas en el pecho
No sé si eras la mendiga de piernas varicosas en las escalinatas de la
Iglesia del Socorro y el tarrito de metal donde algún
transeunte desprevenido
dejaba caer una monedas.
Pero sí sé que eras la mujer alta de aros de perlas y brillantes
que caminaba envuelta en una especie de capa y se me acercó
en la esquina
de una calle sombría para preguntarme, suavemente, si me
interesaba comprar dos días
más de vida.
© Edna Pozzi
Poema de Marta Ortiz
fundaba la tarde un ciclo por venir
la vida por hacerse
estiramos el ojo:
¿de qué color se vería el mar
sumidero de toda lluvia?
© Marta Ortiz
Etiquetas: Marta Ortiz
Poema de Susana Szwarc
"DE HARMONÍA"
I
Algo me dolió hoy. Como si fuera un ferroviario
que extraña la máquina. Que se resigna
y la abandona sólo por el peso de una cuestión cierta.
¿Acaso es igual al hombre de hierro la mujer
de hierro? Preguntábamos
cada vez que oprimía la pantalla.
Aunque él se fue, a la guerra, sin mí. Habría de
desaparecer con la pregunta en la boca, sin mí.
¿Y yo? Cada uno está solo ¿y yo? en el corazón
de la tierra.
II
La muerte atonta y hacemos como que olvidamos.
Hasta que un día nos sorprenden las hojas
en las ramas. De los recuerdos lloramos,
o comenzamos a vestir
el cuerpo. Crecen niñas altas
arrojadas hacia mí. ¿Ninguna explicación hay
para el desalme del que debiera ser árbol? Extraña
ciudad de un país ésta.
Algunos parecieran no saber nunca nada. Desmemoriados.
Desalmados. Muertos blandos.
¿Cambiar de estrategia?
Nos preguntamos con las niñas, y decimos no.
(Me arropan wichís siempre desde un patio. Ellas
avisaron: ahí son de hierro).
Niñas altas y bellas. Las abrazo como ese árbol que sí
ama a la madera. Hasta que digan basta.
© Susana Szwarc
Poema de Antonio Cristóbal Pourrere
IRREVERENCIA
Tengo la voluntad y la esperanza,
arremeto con ansias la impostura
que aborda
la mentira,
esa, que nos demuele el alma.
Tanta ira que arrecia
tanta ignorancia suelta a flor de piel,
tanta
brutalidad envilecida.
Y el alma relegada al silencio,
la bondad,
postrada ante
el desprecio
sobre el amor, la vida, la consciencia.
Está llorando el corazón del mundo,
sonríen sus falsos salvadores
príncipes del oprobio y la soberbia,
seguidores del mal en propio beneficio.
Si se arrasa la Tierra
ya nadie será
salvo,
caerá la soledad
como una
muda lápida.
© Antonio Cristóbal Pourrere
Poema de Claudia Ainchil
LA HIPOCRESÍA
Una máquina indolente.
El rostro de un no amigo.
Oler cada rancio metabolismo
de pieles sin materia
besos como murallas blindadas.
Comprender que la vida solo es una
que sombra es igual a inexistencia
disparo a hueco sórdido
palabras tiznadas a texto plano.
Cada barco que zarpa
uno zarpando
ese libro releído hasta el cansancio
la felicidad con su ángel de la guarda
verte sin otro abrigo que tus ojos
que me veas tal cual soy
ojos negros
dragón que suelta bocanadas.
Es la hipocresía una antítesis
que va ganando al mundo.
© Claudia Ainchil
Poema de Marina Centeno
CONJETURA AL SILENCIO
Yo tuve que aferrarme a la sospecha
como una sugerencia a la desdicha
tratando de encontrar en las respuestas
metáforas que ahoguen las preguntas
Por eso es que desgarro los vestidos
que cubren al poema de falsías
y dejo a la intemperie cada verso
expuestos al asfalto de las quejas
Cansada de lidiar con estas sombras
deambulo entre pedazos de tinieblas
que inundan de vacío y oquedades
espacios donde habitan los recuerdos
Soy esa que labora entre el olvido
de tanto competir con el silencio
sin ánimo y afán más que estas horas
escurren su tic-tac entre mis dedos
© Marina Centeno
21/4/17
Poema de Valeria Cervero
Desde el colectivo leo el cartel
que promete soluciones para la vida y me pregunto
si la felicidad es algo que se aprende como
se aprende a quitar las manchas de la ropa o
a condimentar empanadas, si puede enseñarse
como algunos lo hacen con los pliegues del origami
–el trazado exacto y firme para que la hoja de papel
florezca en otras formas–, si es posible explicarla
como se dan las proporciones exactas de una torta.
La respuesta parece obvia, pero aun así
habría que pensar que no siempre prevemos
que lo que se nos desliza de múltiples maneras también
se nos brinda tanto como sus tontos simulacros.
© Valeria Cervero
Etiquetas: Valeria Cervero
Poema de Orlando Valdez
ALBATROS
OCTUBRE tiene
como noche huesos
acantilados
en lo profundo
de una ola
el ocaso infinito
de la mirada
algo salino. Ahora
vida o muerte es
albatros en su pico
© Orlando Valdez
Etiquetas: Orlando Valdez
Poema de Alicia Márquez
Dicen que mi abuela Carmen cortaba en cuatro una papa
brotada
la plantaba y cosechaba como cinco bolsas de papas.
Los vecinos le agradecían, porque además,
mi abuela Carmen era generosa.
Me la imagino, con su rodete y su vestido
blanco y negro, en el medio de la huerta
haciendo magia mientras recordaba su país lejano
y pronunciaba seguramente algún rezo, algún conjuro
mirando más allá,
los pies en la tierra, las manos tenaces,
la sonrisa escasa.
Cortaba una papa brotada y cosechaba cinco bolsas.
No heredé sus habilidades.
Aunque me esfuerce,
planto esperanzas y no cosecho certezas.
No tengo dedos verdes.
Hay que insistir, me dice
la sombra de mi abuela Carmen.
Hay que insistir.
© Alicia Márquez
19/4/17
Poema de Isabel Llorca Bosco
ONDAS
La cabellera gris a esa hora
era una escalera satinada
que añoraba otro
tacto por testigo.
Sin pensarlo, la búsqueda ciega
la llevó al mirador.
Y vio el cielo de plomo
entre celajes rosa
y el rosado del mar ebrio de espuma gris.
Peines, pinceles, pinceladas
apagaban las ondas fervorosas de sol
(del sol que se iba hundiendo con dignidad).
Ella vio el viento por el zumbido y la agitación
de los árboles abriéndose a la noche,
su teatro de sombras contra el vidrio.
El aire y los oleajes, las ondas, las ondinas
con los dedos surcaron la tiniebla.
Se acordó de la peineta solitaria de O. Henry.
De la cadena, de otra hora vendida.
De las cenizas y los fuegos de algún gran amor.
Y bajó a su prisión desértica
donde solo la arena
podía entrar.
Carta de María Cristina Di Lernia
3ra. CARTA PARA LA BISABUELA ESTEFANÍA
Estefanía:
A fuerza de perder, de equivocarme, de cargar el relámpago y
torcer los vaticinios negando la insistencia de tu abrigo. De sentir la voz de
tanta ausencia sin detenerme a latir en
el centro del temblor donde vibra
la luz innombrable de los ciegos, el grito implorante de los mudos, la incierta sinfonía de los sordos, la noche del
aroma y del incienso, me encomiendo a vivir...
A fuerza de vencer, de enderezarme, de andar por las veredas
acertadas celebrando concilios, sabedora del eco de tu sueño y de tu harina.
A fuerza de encontrar la verdad del Recinto y demorarme en
la sal que nos reúne, encima de la luna espero como esperan los que saben, los
que andan de amor con el dolor al viento.-
© María Cristina Di Lernia
Etiquetas: María Cristina Di Lernia
Poema de Gabriela Delgado
Dónde
¿Dónde la luna joven,
adornada de albores,
que pintaba el retrato
de mis primeros años?
¿Dónde ese arduo vidrio de estrellas
que copiaba
el llanto de las decepciones?
Alegoría de mí
en la purpurina de los ojos.
Plagio perfecto que tuvo el honor
de indagar lo indecible.
Pirata de mis muecas y nostalgias.
El guijarro del destino te ha quebrado
y siete vidas de mala ventura
se esparcen frente a mi cara rota
en infinitos pedazos.
© Gabriela Delgado
Etiquetas: Gabriela Delgado
Poema de Darío Oliva
Refugio en el olvido
me refugio
en dispersa
anatomía
del olvido
Celia I. R.
de Sallenave
Para no
pensar ni anclar mi voz
en el rumor
de tu silencio,
para
escapar del sueño de la sombra
-noche
inmaterial- y de las sábanas,
colgando
los párpados de persianas,
ventanas
cerradas al asombro,
la soledad
en pijamas…
Para
liberarme
de tu
ausencia y de tus ojos,
complacidos
como un ruego,
y del
espejo que duplica
los rostros
de mis muertos,
refugio mis
palabras,
la anatomía
del papel de mis cenizas,
en el
olvido,
sólo en el
olvido.-
© Darío
Oliva
Poema de Francisco José Malvárez
PENUMBRA
escribo desde la misma penumbra de la espera
sombra que
pesa sobre la espalda del alma
la espero,
lo espero… que vengan, que hablen
por ahí casi
como al descuido, hieren la espera y llaman, aparecen…
pero por lo
general aparece o llama el inesperado
ni bien ni
mal, así sucede
la realidad es de uno, el tiempo es de
ellos, el de ellos
y así
sucede, nunca concuerdan intereses y necesidades
(generalmente
la necesidad mía, el interés de ellos
cuando es
al revés es en el acto, llaman, aparecen…)
cada uno en
su bote pescando para su costal
pocas veces
miran la orilla, el río es bravo…
decía,
pocas veces miran la orilla, ahí donde se halla la penumbra
la
penumbra, la espera y yo… y así sucede
llevo, quizás, años en espera
casi como
si mi vida hubiese sido, siempre, una extensa espera, dura espera
siempre,
gris
siempre,
dura, áspera, árida, sofocante
siempre su
peso sobre la espalda de mi alma
por qué espero?..
será porque
no me queda otra?..
será porque
creo en lo que dicen?
que en
realidad siempre han dicho anhelos, deseos, mágicas buenas intensiones
y creo…
pero luego de la espera…
siempre
sucede igual, nada… sucede nada
salvo el
auto engaño de segur esperando
pero igual… nada… sucede nada… y pasa… pasado
y olvidado…
no me debo
ilusionar con las buenas intensiones y deseos o anhelos ajenos
lo sé, pero
no aprendo, siempre caigo en la espera y en la nada…
pero es que
me miento, creyendo, para no caer en el agujero de la muerte
ese agujero
negro donde todo pierde sentido… y te traga
muchas
veces es el único recurso que tengo
porque ni la escritura ni la pintura alcanza
para no caer… ya sé, soy trágico…
que lo parió, que trágico me estoy volviendo,
no?!
pero hay
que estar en este lado, en el cuero de uno
este cuero
tan favorecido para los errores, los desaciertos
con
respecto a la muerte, debo aclarar que no la voy a esperar
la saldré a
buscar cuando el agujero negro me haya agotado todas las mentiras
la puta madre!!! supongo que a esto no lo
debo mostrar ni leer ni publicar!!!
son malas
palabras!!! agónicas y trágicas malas palabras!!!
gritos del
lobo!!! aún así, es mi realidad, mi inexorable e ineludible realidad!!!
estoy harto
de esperar!!!
harto de
esta penumbra tan tediosa!!!
que es en
sí una especie de muerte vacía, sin cadáver a la vista
pero a mí
me está matando lentamente!!!
no culpo a
nadie, sólo a mí por esperar
es así, es
mi realidad, la misma intensidad de la vida como la vivo
pero estoy
cansado…
muy
cansado…
© Francisco
José Malvárez
Poema de María Belén Silva
CHISPAS
Te observo
despierta
te observo
dormida
te sueño en
ambos mundos
mi orgullo
sedado por el orgasmo.
¿Por qué no
puedes verme?
Todos los
demás pueden verme.
Tu amor es
un aparato elusivo.
Me
recuerdas a lo que quiero tener
porque no
lo puedo tener
¿por qué no
te puedo tener?
Fuego,
chispas que se desprenden
de la
fogata de mis fantasías
una a una
me queman
el vestido
hasta
dejarme desnuda
frente a ti
frente a
nadie.
© María
Belén Silva