28/2/25

Poema de Hugo Mujica

 


PARA SIEMPRE

 

Desde su vuelo

                         un pájaro cae,

un pájaro que muere pájaro,

                          que vuela hasta el fin su caída.

 

© Hugo Mujica

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Poema de Marta Elena Guzmán

 


Hay en mí

un ancestral instinto de cacería.

Un ramalazo a la intemperie

de todas las murmuraciones.

Un insólito egoísmo

con relación a mi cintura.

Hay en mí

una complicidad

con mi arteria de loba

alimentada en la herida primera.

Una memoria de destierro

que justifica la soledad

hasta hacerla infinita.

 

© Marta Elena Guzmán

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Poema de Simón Dante Lorenzón

  


Como hermanas gemelas se miran

huelen el espacio que separa sus naturalezas

perra y gata, un collage de aromas disonantes.

Loli entró como quien no quiere la cosa

un vestido florido tipo minifalda

cubría sus heridas de hembra andante

y un corsé negro apretaba

las ilusiones de libertad.

 

La Curry no necesita presentación

ella anda desnuda por la vida

su piel tricolor seduce, engaña familias.

 

Nunca están solas, la compañía les sucede

hermanas prestadas, se huelen, se visten

se encantan.

 

© Simón Dante Lorenzón

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Poema de Alicia Waisman

 


Cuatro damas pronto vestirán tu patio

Las ves crecer, cerradas aún, verdes. 

De aquí poco, finos pétalos suaves completarán tu noche.           

La certeza de su blanco perfume nocturno 

apacigua el silencio.                                                   

                                                                                     

© Alicia Waisman

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Poema de Alejandra Boero Serra

 


Vamos a hablar.

De poética.

Digo.

Hablar.

Del tratamiento directo.

De la cosa.

La miel, por ejemplo.

De la importancia,

o no,

de la flor.

Quién recibe el perfume.

El néctar del elogio,

a quién se entrega

 

© Alejandra Boero Serra

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26/2/25

Poema de María Granata

 


La poesía

 

La poesía es el alma hecha palabra,

el último lenguaje, el que contiene

la ardua liberación de toda esencia.

Desandando sus éxtasis descubro

su aparición, su intrínseca respuesta

desde el alto, primer interrogante

y su sacudimiento sin cesar

en la osadía de mi adolescencia.

Recojo sus señales, sus anuncios,

su rosa estrangulada que no muere

más perenne si más se la lastima.

 

© María Granata

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Poema de Antonio Requeni

 

 

Parque Rivadavia

 

En el centro del Barrio de las Musas

(que decía Nalé) todos los verdes.

Isla fragante de silencio donde

sólo el rumor de niños y de pájaros

oigo mientras recorro sus senderos;

el romántico estanque y el aljibe,

Bolívar con palomas en los hombros

junto a la desnudez de las estatuas

que esculpió Fioravanti; el ombú,

jacarandás, magnolios, eucaliptos,

y un ginkgo cuyas hojas otoñales

al caer sobre el césped se asemejan

a un aletear de mariposas de oro.

Calmo rincón, oasis de belleza,

verde escenario del vagar ocioso.

Aquí quiero que esparzan mis cenizas.

 

© Antonio Requeni

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Poema de Natalia Leiderman

 


 cuando me amenazó

–a mis hijos, si decían malas palabras

les lavaba la boca–

imaginé una fiesta de espuma

burbujas tornasoladas

imaginé, sí, apenas

la insistencia de un cepillo

rígido contra los labios

apretados en gesto

de resistencia

imaginé mis palabras malas

guardándose

como un diamante entre los dientes

más abajo, en las costillas

o en los pliegues rosados

del sexo, después

no hablamos por varios días.

 

© Natalia Leiderman

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Poema de Alejandro Méndez Casariego

 

 

De dónde sacaremos la ternura

lo decoroso

para decir las cosas como no pueden ser

con la pulcritud del bel canto.

En esta trazadura de hormigón

no vemos nada.

Elegimos para decir

la vida que nos pasa,

como un gato lustroso entre almohadones;

la tibieza negadora,

los sabores que hartan de alegría.

 

Imposible tocar lo que, de verdad,

lástima o entristece

con cierta convicción.

Alejamos al poema de todo sobresalto

¿Quién escribe en el límite?

¿En qué lugar del borde

tenemos puesto un ojo

para evitar que el resplandor lo astille?

 

© Alejandro Méndez Casariego

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Poema de Belkys Sorbellini

 

 

Aun

 

Aun cuando la historia no me nombre

Y el dolor no quede registrado

Una huella de amor, valores y  principios

guio mi vida.

Huelo a salsa de la abuela

A canchita de fútbol y pases mágicos.

A un tío convertido en mago

para alegrar mis tardes

y sorprenderme con sus trucos.

 

Mi infancia resonó en zapatitos de charol

y botellitas de licor,

en “alcen la barrera para que pase la farolera

de la puerta al sol”.

 

Sol, que iluminó mis siestas  hasta quedar petrificada

con la mancha venenosa

hasta que mi hermano me devolvía

el movimiento con cosquillas

Y entonces, las risas habitaban la galería de la abuela

de la casa

                      de la vida.

 

© Belkys Sorbellini

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Poema de Anamaría Mayol

 


Los pájaros poseedores del secreto

se fueron con el agua 

en el primer invierno de la peste

 

el polvo

cubrió calles 

silencios

 

y el viento sur

trajo en su pecho hondo

la muerte 

 

como una bandada de cuervos

 

© Anamaría Mayol

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24/2/25

Poema de Edu Barreto

 


Hay ropa de hombre en mi cama

sorteando los perromiedos

¿Quién sabe calcular la velocidad

con que cae un calzoncillo

o los decibeles del beso más ruidoso?

 

Hay ropa de hombre en mi cama

y debajo un laberinto de zapatos sin pares.

La entrada es gratis,

la salida, crimen sin juicio.

 

Hay saliva de hombre en mi espalda

para que no se noten la edad,

la bofetada y el abandono. 

 

Hay leche de hombre en mi cuello,

ausentes las marcas y golpes.

Su semenperla, el más suntuoso accesorio.

 

Hay ropa de hombre en mi cama

todas las noches, todas las mañanas

y nuevos gemidos y nuevas posturas

que devuelven lo animal,

lo posible,

lo que no debería costar tan caro.

 

© Edu Barreto

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Poema de Susana Szwarc

 


Pasajeros

 

Se nos cansó, decimos, el caminar.

Pares, impares, acostados

miramos las estrellas.

Me arrimo a tu omóplato:

hay un sitio para descansar, digo

y saltamos al vagón.

 

Esos chicos del tren juegan: bailan

ahora sobre mi esternón

y reímos de los panes en las bolsas.

 

Residuales, eso somos esta noche,

este día. Y estamos contentos.

Las hojas del árbol, amarillas, entran

por las ventanas, adornan

los cuerpos.

 

Es de noche, es de día,

los gorriones en las ramas saltan.

Uno vuela sobre la hoja que cae.

 

© Susana Szwarc

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Poema de Stella Maris Soria

 

 

ANTES  POR FAVOR

 

antes que el sol se oculte para siempre

las flores dejen de exhalar su belleza con exóticos aromas

antes que nuestra sagrada casa con su emisión de gases

devenga en una profunda y triste agonía

antes que los peces mueran en los mares

las vacas se arrodillen a pedir clemencia

antes que la basura nos asfixie

antes que lluevan aves muertas de cielos apagados

antes que eso ocurra

 

por pavor

por favor

enciéndeme con tus labios

hagamos el amor.

 

© Stella Maris Soria

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Poema de César H. Suárez

 


 

                                       A Mariel y Margarita


Era el final /

y fue el principio

de lo eterno.

Cae en  serena tarde

de un abril /

en lenta primavera

que no quiere retornar

a su lecho /

Se desprende la flor

en íntima unción de bellezas.

Cae en ese     instante  universal.

Es mujer sosteniendo la fragilidad.

Es poema     en caudal de vida.

Es hombre contemplando/

en el silencio de comprender

ese       territorio poético.

Es nacer más allá de cualquier muerte/

 esa insignificante  muerte

 que nada determina /

 tan solo es un ciclo.

Mariposas  golondrinas instantes.

El cielo se viste de belleza

y cae en la manos de una poeta.

Una imagen  / dos mujeres

  La infinita verdad de lo eterno

                 nos cuenta la historia , nos dice

       la vida apenas es hoy.

 

© César H. Suárez

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Poema de Alfredo Rescia

 

 

Adolescente

en el día sin memoria.

 

Y en la noche

pesada de estrellas.

 

Oh, lucidez de la llanura.

 

Que mañana

más allá del aullido y la ceniza.

 

El corazón

cante aquellos sueños.

 

© Alfredo Rescia

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Poema de Alejandra Bosch

 


Mi padre estrelló su auto

Apenas tenía edad para ser

Joven y tomar vino

Tinto y jugar billar.

Mi padre fue atropellado

Fue destruido por un borracho

Estrellado su corazón

Sobre el volante

Apenas tenía edad para

Acunar a mi hermana pequeña

Para llevarnos al parque

A navegar en la lanchita a pilas

Para vender libros

Para ser metalúrgico

Para ser amante

Amigo e hijo

Apenas si podía imaginar el mundo

Con televisión.

Pero él se transformó en héroe

Y todos fuimos a su funeral

Y soltamos pájaros

Entregamos flores

Y repetimos su camino

Salimos a buscarlo

No sólo Telémaco.

Pero mi madre fue a la guerra

Pero mi madre recibió los golpes

Pero mi madre sudo y lucho

Parió con dolor y dio sus horas

Su bella cabellera por dinero

Sus noches sin comida

Fueron suyas

Pero mi madre fue juzgada

Y ella salió de ltaka

Nunca esperó

Tomó a sus hombres

Y se quedó sola ante la muerte

Como sólo una diosa lo hace

Hoy es mármol y leyenda

Recuerdo y literatura.

Pero de mi madre

Diré siempre

En mi cuerpo y sus marcas.

 

© Alejandra Bosch

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Poema de Norberto Barleand

 


EL FUEGO DE LOS DÍAS 

 

Camino los brotes del sol, 

sus caricias.

La vida con su vértigo impone ausencias

Propone     alternar el dolor,

volar con   las águilas al cielo

en el azul de una tarde, 

con   una estrella en cada mano

con un manto de  estrofas en la  aurora

transitar  con  las esquirlas y las flores

y una  mariposa  cenicienta

que sostienen con amor

                                 el fuego de  los  días

 

© Norberto Barleand

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Poema de Alicia Loza

  


Mate de leche


Amanecía tarde en aquel pueblito

dormido detrás del cerro

la leche con su manto amarillo

reposaba desde muy temprano

en la vieja Siam

sabía a verano volcarla

con el cucharón de alpaca

en el jarro enlozado

para preparar el mate

el mate de leche

alrededor de la mesa de piedra

acomodábamos nuestras tazas

para esperar el pan

el cielo era tan cielo

tan verde la sombra

creo que no hablábamos

daban ganas de quedarse mirando

y mirando

y escuchar el río a lo lejos

y a los pájaros

y a la quietud del viento

y nada más…

 

© Alicia Loza

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Poema de Carolina Kibudi

 


ENCRUCIJADA 

 

Coordenadas del tiempo

orientan

el curso de los días.

 

Una pausa

en el punto

en el que

INSONDABLE 

 

Remolinos

en el aire.

Danza azul

de la ventisca.

 

Del otro lado

del tiempo,

en sus bordes

marginales,

el sueño

sigue su viaje

hacia el fin.

 

Bocanada exiliada

de territorios

vastamente explorados.

 

Donde los restos

resurgen de las cenizas

para tener

nuevamente

un nombre.

 

Todos queremos lo mismo.

Y, sin embargo,

algo distinto

cada vez.

 

Todos buscamos algo

que es todo

y es nada

también.

 

Mientras el tiempo

nos guarece del olvido

al pie de escaleras

que suben y bajan

por rellanos crepusculares

que invitan

a descansar.

 

© Carolina Kibudi

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23/2/25

Poema de Carlos Norberto Carbone

  


QUISE DECIR SOLEDAD

 

Algunos días quiero decir lluvia

                                     Y digo TUÑON.

 

Otros días para nombrar el fuego

                                                   digo hijos.

 

Hoy

quise decir soledad

y dije patria.

 

© Carlos Carbone

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Poema de Silvina E López

 

 

Poema V

 

En ese pozo oscuro y lejano

Ahí estas

¿Hace frío? ¿Cómo huele la tierra?

 

Me siento al borde del foso, mis piernas cuelgan y se mecen

No quiero tocar el fondo

No quiero sentir la madera lustrosa del féretro en la planta de mis pies

 

Me quedo ahí

te acompaño

sólo un rato

y se me desprende un pétalo

el más suave el más amoroso

el que te ama

 

Otro queda en mi bolsillo

Está crispado, tiene surcos y grietas sucias que lo atormentan

 

No lo dejaré caer en tu lugar de descanso

No quiero que descienda en la fosa

 

Cuando sane

dejará de ser rugoso y mal oliente

entonces lo amaré también

y lo prenderé en mi pecho 

 

© Silvina E López

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Poema de Silvina Vuckovic

 


LOTO. Y YO 

 

Desde el pantano

sin arrogancia alguna calla y florece. 

 

………………………….. 

 

Ahí

al costado de los miasmas

de las incandescentes sentencias del amor ahí donde un dónde

                          no dice ni orienta

donde una acorazada inequidad susurra hasta el grito fatigado del silencio.

Ahí

en el lugar de tu quietud y tus manos dejo esta palabra callada y tibia

que me quema el día. 

El tiempo quema la ropa de la libertad

que nace desnuda,

igual que nosotros,

desnuda y hambrienta.

 

© Silvina Vuckovic

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Poema de César Bisso

  


Rememoración 

 

Barcas encendidas de codicia

navegan contra viento febril

hasta la gran boca del agua.

 

Deslumbra lo desconocido. 

 

La hondura de la tierra

presiente al cazador innoble.

 

Espadas siegan el sueño.

Por gloria de otro dios

izan los rojos pectorales.

 

Puños de luna y barro

embisten desde los juncos.

 

La barbarie domina el río.

 

Relincho del potro

estremece las orillas.

 

De aquella sangre, el pueblo.

Una cruz al sur, su historia.

Herencia de sol, al norte.

 

Hoy el río ondula otras voces.

 

Sobre una cabellera de islas

aún posan pájaros del ayer.

 

El polvo de la noche cubre

mondaduras de olvido.

 

© César Bisso

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Poema de María Julia Druille

 


“Y entonces vendrán diez caballos   a tirar la cola al viento negro….   Y vendrá la escuadra

 redondeando versos”

 Alejandra Pizarnik

 

Vienen locamente

Irracionales

Se lanzan a carrera

Y nos invaden

indóciles

Desprecian las órdenes

Los peligros del camino

Aceleran y vienen a quedarse

Y entonces nos dejamos llevar

por los vientos que corren

Qué otra cosa podríamos hacer

Más que domar el lápiz

y atravesar pacientes

los fuegos del crepúsculo

Alguien después se asombrará

¿De dónde vienen esos versos?

¿Qué viento los arrastra

y los deja en tu puerta?

 

© María Julia Druille

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Poema de Margarita Soto Frossard

 


Baile  en el vergel

 

Sombras anónimas

esfumados  espíritus en el vergel

entre guitarras

y

pañuelos

brota el universo

con un rayo de sol / desván del silencio

atraviesa la fugacidad del apego

la pareja flota entre brisa

y

sigilo

como flamencos blancos

desmontando camalotes

sombrean el piso

besan la gramilla  / agitan pañuelos

la falda floreada se ciñe a las caderas

bambolean las botas salvajes entre pliegues

dos figuras comulgan con el viento

en aquel paisaje extremo equilibran la pasión

y

en un destello en el río

a la vuelta del bosque grillos desahogan  su canto

rezan  los sauces de cabelleras azules

y

en un compás fatal el vacío se expulsa

entre el discurso de las ranas

los pasos sublimes desangran con el bandoneón

melodía lluviosa cae

sobre una cortesía derrotada.                                       

 

© Margarita Soto Frossard

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