30/8/13
Poema de Marta Ortiz
Me desperté de madrugada deseando tener un vestido
blanco.
Y sería de gasa. Era un deseo intenso y lúcido.
Clarice
Lispector
En primer
plano un borde rocoso se acantila
amplía o embebe el viento mi vestido blanco.
Al pie del farallón /el bramido azulísimo del mar.
No recuerdo en qué película
de pie sobre el humus
-húmedo-
hundía mi huella
la traición en vilo / el paso en falso:
álgido arabesco y posterior caída
la tela vaporosa abría un embudo
perdía sus plumas.
Un toque de maquillaje y a escena.
La secuencia sobre papel de estraza
boceto a plumín y tinta china.
La misma.
Siempre.
© MARTA ORTIZ
Poema de Jennie Escobar Montes
El tiempo llama dos veces.
Un grupo de sillas
sentadas a la
mesa
escapan
de la escena.
Se congelan los golpes
en la puerta
como estalactitas.
Un dilema
arrastra su largo velo
al cruzar la habitación,
un escalofrío corta el rostro
con su puntiaguda lengua.
Pestañea el traje
de un cortometraje.
El tiempo
siempre llama dos veces
o vuelve
disfrazado de flor.
© Jennie Escobar Montes
27/8/13
Poema de Liliana Chavez
Dónde cavar,
cuándo cortar el gajo
en qué orilla.
No se detienen
los punteros del tiempo.
Se deshacen los moldes
en la curvatura de la vida
cuando se cree tener
todo
y de pronto,
nada.
© Liliana Chavez
Etiquetas: Liliana Chavez
Poema de Silvia Mazar
Caracol obstinado de la noche
brisa que mueve suavemente las cortinas
y mece el llamador de ángeles esquivos
Caracol endueñado, luz y niebla
tornasol en la mitad ausente de la luna
afuera pasos
en la caja antigua un yo encerrado
© Silvia Mazar
brisa que mueve suavemente las cortinas
y mece el llamador de ángeles esquivos
Caracol endueñado, luz y niebla
tornasol en la mitad ausente de la luna
afuera pasos
en la caja antigua un yo encerrado
© Silvia Mazar
Etiquetas: Silvia Mazar
Poema de Marcela García Ferré
El puente
Al atardecer, el
amanecer.
Como mirar hacia un sueño
flotar en el espacio
ser sol en el atardecer,
abarcar la misma luz
ver la energía del césped en
haces que se elevan
suspender el tiempo en una
mirada o en varias
y poder abrirle a la vida
el otro lado del puente.
© Marcela García Ferré
Etiquetas: Marcela García Ferré
Poema de Carlos Alberto Roldán
elegidas algunas cuestiones
para
deselegir no sé cuántas
para de un
plumazo
llegar tan
desnudito como nací
de mis
carencias y precariedades
ninguna ya
de las coartadas cotidianas
creencias
celestiales ninguna
un solo
volver a casa
y aprolijar
el reino de punta a punta
en las
líneas de alguna mano si algo se dijera
debería
consignarse esta historia apretada de margen:
es llanuras
estos cuatro días de adelante
y llanuras
cuando el hacha me encuentre
© Carlos
Alberto Roldán
Etiquetas: Carlos Alberto Roldán
Poema de Bibi Albert
PARQUECIDA
Todos los
parques son tristes.
Pero el de
Chacarita
es el más
triste de todos.
Nunca hay
chicos, ni con sol,
porque a
ninguna madre se le ocurriría.
Pero encima
hoy llueve.
No quiero
caer en el lugar común
pero estruja
ver llorar a los árboles.
Que acá son
diferentes: el cuerpo resignado,
encorvada la
espalda de los troncos,
artríticos de
tanto reprimir vehemencias,
sin hombros
que resistan lo que los hombres cargan
en sus manos
de luto.
Tal vez en
sueños
tiren pelotas
contra el frontón del miedo
-ese NO
interminable de cemento-
y se sientan
floridos y rotundos,
y llenen el
silencio de zumbidos.
Ni el
colectivo para, contrafóbicamente.
Y yo sigo
esperando, anegada, aterida,
tan invisible
como los de adentro,
sin decidirme
a rebrotar en canas verdes
y abrir los
dedos de los pies
para que
jueguen a ser rayos
de sol bajo
la tierra de este parque,
alumbrando la
mina de mis muertos.
© Bibi Albert
Poema de Fabiana Posse
Las palabras que nos piensan
Tengo que dolerme.
Tengo que incendiar una llama sospechosa en mi rostro.
Tengo que rugir en el
polvo de esta noche hembra.
Tengo que apiñarme con
princesas sin brújulas, reas de barro, trenes de cartón transparente,
y decidir con que
llave vamos anestesiar abismos.
Tengo que nacer
letras rabiosas dentro del ring de mi voz.
Tengo que aburrir al
viento de sinónimos y cenar coraje.
Tengo que fracturar la luz del alfabeto y adoptar un laberinto de pan.
Tengo que afilar tijeras y parir mis huellas que juegan
brillosas.
Tengo que vendar la
jaula de cristal que me abraza.
Esperar el verso.
Rodear mis dedos de cactus.
Comprarle a la hoja
en blanco unas vueltas en la calesita del celibato.
Dar tiempo al arrebato de la musa.
Abrirme toda al hipnótico
cifrado que morderá como una cobra.
Habrá que resistir el veneno entre las venas.
Hasta sentir la atmósfera que sostenga el peso exacto del
poema.
© Fabiana Posse
24/8/13
Poema de Néstor Cheb Terrab
te llamaría
barcelona
te pintaría de
tormenta
si encontrara
tus ojos invertidos
imantados de
púrpura dolor
pediría
clemencia
asustado por la
brevedad
de tu nombre
barcelona daría
tiempo
a los sentidos
con luz de luna
en noche de
penumbra
te imaginaría en
el desierto
de espaldas
montando el
caballo color monje
huyendo entre
las dunas
del presente
te llamaría
si me sale la
voz
por tu nombre
© Néstor Cheb
Terrab
Poema de Susana Szwarc
CANCIÓN DE CUNA
No quedarse pegada a la falta
de comida.
Hay otros textos que descifrar,
no ese agujero de la olla vacía.
En la heladera
inmensa como vientre del noveno mes
sólo un cartón de leche
aguada. Cada día habrá
más agua ahí.
A las niñas engañadas
les crecen vientres
como heladeras vacías.
La más pequeña entona y habla.
Mientras,
madres bajo la lluvia
empapeladas de diarios sus cabezas
miran casas
vacías para alquilar.
No quedarse pegada a la falta.
De casa y comida no se ha de morir.
© Susana Szwarc
Etiquetas: Susana Szwarc
Poema de Cynthia Rascovsky
Elixir
Derrama tus pájaros
en la humedad de mis nalgas
atraviesa mis labios
y bebe todo de mí.
Acomoda tu género
saborea mis pestañas
la alondra colorida
y juega con el goteo
de mi
manzana embebida.
Manifiéstate en el perenne arterial
atrincherado en la gloria
y fulmina con tu lengua
el elixir
de
mis piernas ardorosas.
© Cynthia Rascovsky
Poema de María Luisa Márquez
Fabulado blanco
donde los lobos
y las hormigas aparecen.
Recurrente de espasmos
vigilias, flores decapitadas.
Desde la mirilla deslumbras
tu acontecimiento.
Cargamos en los hombros
el parto de aullido.
Se corta el aire
con el filo del aliento.
Blanco satélite
que deslindas
otra vez el juego
y me prohíbes que te nombre.
© María Luisa Márquez
Poema de Laura Soledad Romero
El pájaro tirado
nuevamente
allì
el viento
el ruido
del último colectivo
Nos distanciamos
Es tarde,
pienso, mientras me alejo,
me preocupa no saber aún qué cocinar.
Con qué ingredientes
se alegra el momento
la noche
tiene un pájaro muerto en su recova
Estamos gravitando una eternidad
que nos es ajena
© Laura Soledad Romero
23/8/13
Poema de Carolyn Riquelme
La tiíta mira sus paredes
Su casa en miniatura le roza los brazos
No puede ahuyentar las sombras de humedad y miedo
no recuerda las oraciones ensayadas
de chiquita
ante su madre
que la vigilaba de reojo
como sin querer ver lo que veía
y ahora las sombras le golpean el aliento
de nada sirve azotar el cuerpo
en una casa mínima
de nada sirve escarbar
en la impiedad
de la memoria
La sentencia de su debilidad
es esta casa empañada desde adentro
además
nunca supo todas las palabras de la magia
© Carolyn Riquelme
Poema de Irene Marks
¿SÍ?
Hablaba
del silencio de los pájaros
los árboles resecos
la caída de millones de arañas.
Hablaba
de la tierra perdida
la diferencia entre pobres y ricos
de la lucha de clases.
Y ahora qué decir
cuando ni un solo ruido
ni un murmullo.
Hablaba
para oírse a sí misma
para comprobar
que aún
el sonido era posible.
© Irene Marks
Etiquetas: Irene Marks
Poema de Alicia Perrig
No sé
muy bien
el porcentaje de tu pérdida
no sé nada de porcentajes
en realidad
no sé
muy bien
tanto
ahora que florecen los lapachos
y camino
como siempre
con vos tan perdida de lo cierto
con vos tan perdida
tan desde siempre
lejos
con este porcentaje tan chiquito de
esperanza
(otra vez el porcentaje
que no sé)
de esperanza con el ruedo descocido
justo ahora
ahora
que florecen los lapachos.
© Alicia Perrig
Poema de Milagros Rodríguez
Impresiones en sepia II
Mi madre y yo pelábamos castañas
cuando el calor del verano nos aceitaba las manos
Ella, tarareaba una canción gallega
Yo, le miraba los ojos ¡tan lejos de las castañas!
eran dos pájaros al norte remontando la tarde
Al final del corredor, mi
padre se lustraba los zapatos
A veces, recuerdo aquella tonada lejana
y por los viejos ventanales que dan al jardín
se vacían los nombres, de los que ya no habitan la casa
© Milagros Rodríguez
Poema de Verónica Peñaloza
Somos una señora de anteojitos
Conocí a Hadaconhache
cuando era una mininube llena de lluvia,
me seguía y maullaba sin parar
Y una señora de
anteojitos,
directora del destino
nos miró y me dijo
“Si no te la llevás
viene una rata grande esta noche y se la come”
El andar midiendo quién la tiene más larga
la razón apropiada y que te lo digo yo y es así
querer ganarse todas las bolitas
guiñar el ojo aunque el ancho de espadas ni siquiera
esté en el mazo
sobrar que tenemos más fuerza que el ancho Peuchele
defenderse cuando no hay ataque
la estrategia de ataque cuando estamos vulnerables
hacer todo lo que se puede y lo que no
querer rojamente aunque eso signifique
entregar la última Toddy que queda en el paquete
hacer lo mismo que hacemos todas las noches
tratar de conquistar el mundo
la demagogia
ser de la mitad más uno
ser de la mitad menos uno
mirar para atrás cuando te caes en la calle
a ver si alguno te vio
googlear aprobación
en cada ser vivo o inanimado que te cruzás
persistir hasta que te manden al carajo.
No somos más que una mininube de lluvia
cruzada con una señora de anteojitos
maullando pidiendo al otro
que nos lleve un rato
porque mete demasiado miedo
esa rata grande
que nos come de noche.
© Verónica Peñaloza
Poema de Alberto de Jesús Goicouria
La ausencia
reverbera
en el alma
y la colma
de nostalgias
abrazando la
vida,
incluyéndolo todo.
El viento es
una voz adormilada
y el
silencio un suspiro:
simulación
fantasmagórica del fuego que se funde
en el
corazón de la piedra.
Nostalgia
etéreamente espesa.
Evaporación
de la decantada existencia.
Hoy, la
palabra
que amasija
la música inalienable del deseo
como una
herida sangrante en el amanecer,
el eco de
una mirada divisando el horizonte
esperando el
despuntar del alba en días de niebla.
Universalidad
que escalofría…
Sin la
mínima calidez de los cuerpo,
el sol es una efigie escalofriante
que
nos recuerda que el tiempo
pudo haberse
llevado también la luz.
© Alberto de
Jesús Goicouria
Etiquetas: Jesús Goicouria