30/9/16
Vuelo nocturno / Arte poética 2
El eje del mundo se ha movido hoy diez centímetros
a la izquierda o a la derecha quién lo sabe
pero los poetas esta noche andan revueltos
y se descalzan
y entran al río
y se ponen
a atrapar
el resplandor
de las estrellas
a atraparlas
con las manos
en el agua.
© Gabriel Chávez Casazola
Poema de María Teresa Andruetto
Árbol de la esperanza
mantenme firme:
sobre esta palabra que sostiene,
mantenme firme.
© María Teresa Andruetto
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Poema de Aníbal Silvero
Los dos polos
Invierno se enlaza con estío
Angosto se empalma con anchura
profundidad se une con altura
inmensidad se llena de vacío
Carencia se acopla con hastío
Lo recto se liga en curvatura
penetra lo puro entre la impura
se integra lo tuyo con lo mío
Naturaleza viste de vitriolos
se adhieren rosas y crisantemos
los muchos se agrupan con los solos
Minúsculos se alían con supremos
y límites y bornes de los polos
se tocan al final en los extremos
© Aníbal Silvero
Poema de Vilma Sastre
E L
Aunque tal vez sea un espejismo
O. Girondo, Ella
es un aficionado de playas encendidas
guía inaudito cuando me tallas
estrepitoso
espléndido
en una cobertura de lava
enlodados los dos
en alarde de balancearnos juntos
caricatura cursi casi culminando
en melodía rimada que se pierde
por
extremos pudorosos
es también intolerante de mi nada
que no
sea el deleite apocalíptico
dispendio fanfarrón
que atreve todos sus campanarios
exuberante
exhibiéndose en hálito sensual
a veces desborda los paréntesis
y
desmenuza mis flancos
es
cuando me acoplo a su espesor
sólo por el placer de ampliar su
ego
oblicuo
jadeo sentencioso
lamiendo
lengua-lengua la lejana línea
orilla de labios sorbo caliente
un éxtasis de arrullo
en el revés de
mis mejillas
voraz procaz falaz
feroz filibustero fálico
vertiginoso
vertical
osamentero mientras controlremotas mis contornos
en cadencia permanente
que amo
amor rozo que froto aglutino desmigajo nucleo
disperso que mutante reorigino abrazo entrecierro
y que me adhiero me adhiero me adhiero madhiero
© Vilma Sastre
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Poema de Rolando Revagliatti
Aprovechamientos
A la tía la asaltábamos en su pieza
cada sábado después del mediodía
sus sobrinos
Púberes, adolescentes
sin adultos en la casa
jugábamos a que era nuestra
a que la tía nos estaba destinada
Aprendimos en ella
nos adiestramos
los dos hermanos y el primito
Estimulada así la tía
casi muda nos daba todo
en su delicado estupor
A su manera nos aguardaba
y se concedía sus raciones de vértigo
Manuable, dúctil nos complacía
en familia
Mi primo sobreactuaba para no derrumbarse
alardeaba de sádico
y me parece que estaba
caliente con mi hermano
A los tres en fila nos mamaba la tía
La mía se la dejaba más tiempo en la boca
Mi primo se aferraba la suya
él dirigía su batuta
y la descargaba antes que mi hermano y que yo
Mi hermano fue sorprendido por papá
un jueves después de medianoche
sodomizando a la tía
Cegado, papá, el histórico
fornicador de su hermana
los acuchilló
Mi primo y yo nunca recordamos
estando juntos
a esos muertos
Dejó secuelas:
él se hizo stripper
y yo
coleccionista y
usuario de italianas
suecas, taiwanesas, mucamitas indias
embarazadas africanas, cadavéricas
muñecas inflables.
© Rolando Revagliatti
Poema de Lidia Cristina Carrizo
En la hora fijada
Nada será igual, aunque me empeñe desdoblar distancias.
Allí, un mundo desconoce mi sendero, los pasos ya dados.
En el quehacer cotidiano de las voces nuevas sorprendan.
Sus faroles enciendan desterrando luciérnagas nocturnas.
Miro el reloj , me cuesta creer tanto en lo pasado,
en los segundos, donde cuentas la hora señalada,
donde el signo negativo, nada cambia lo que suma.
Todo será como siempre, cumple en la hora fijada.
En la mañana se desnuda el día, con su música alegórica.
roza mis oídos como una llovizna, el jacarandá se desnuda,
y su piel azul-violeta se derrama, como una última aventura.
No quieras evitarlo, y aunque sientas caer el sol, por tu ventana,
déjame sentirte, déjame entender esas ganas aún, de ser un
niño.
Ya no vale la pena, salir corriendo fundando amor a las
campanas.
Pero pronunciar tu nombre, sin elegir qué hacer, no te
quedes
sufriendo insatisfecho, si puedes evitarlo, bella es la
aventura.
No quedes al borde del camino, sin dudas amor, es necesario.
© Lidia Carrizo
Poema de Edda Sartori
Breves balcones
lascia
amore mio la terra grana
los grises modulan esa
línea, apenas la descifran, y
ella acaba de pronunciar un nombre
ah
no es el mío
qué haré ahora
con el espacio de ese nombre ¿esa sustancia? dicho por ella
ya ajena a mí
el libro en la mano
desposeída
de mi nombre
esta visión ajada
trastorno que
desmenuzo
agua en el destello
retorno líquido de mi sueño
la sofocación
el sopor del recuerdo
cómo haré ahora
qué fluirá
dónde habitaré
más allá de su conciencia
tiniebla que
resplandece
en la memoria
doblez
doblez que remoza
ya infranqueable
qué se esconde detrás
quién o qué cuidó la
huella desvaída
hay sombra en la casa
el levísimo espejo de una gota de coñac escanciada en el
agua.
© Edda Sartori
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Poema de Claudia Ainchil
CIELO
Se forman arcanos, cada semblante
efigies de signos por letras códigos
y una pantalla gigante
son los pájaros en bandadas
quienes conocen su punto clandestino.
Te paras y contemplas
él hace lo mismo
¿quién eres para observarlo así?
te sumerges en cavilaciones
hay días en los que te divierte
el crucigrama de imágenes superpuestas
otros, en donde los interrogantes
producen tantos relámpagos como días.
Es un lenguaje de hierbas
quien adormece a la tempestad
y en la pantalla cielo las escenas se reproducen.
Sabes que a cada uno le corresponde un papel.
© Claudia Ainchil
Poema de Esteban Charpentier
IMPERMEABLES
Llueven pobres
Graniza su miseria En el barro de sangre
Vuela un perfume fétido En la soga tendida
Gotea la camiseta de Talleres
Ringo olfatea una torcaza muerta
Tiene hambre
Un grillo anda la corriente
Dentro de una lata de duraznos
Su canto reverbera
En la certeza del autismo
Dos niños nadan tras un pan hinchado
Que flota de fiebre
Llega la tele
Y comienza un coro de entelequias
En qué canal señor
Pregunta la abuela Nora
Vamos a ser las estrellas del show de siempre?
© Esteban Charpentier
Poema de Carlos Morteo
sin
fronteras
la sombra
lenta no fija un andar
un árbol
sin remedio la derrama
aun sin
hojas por otoños con sol
su sombra
es el país que reconoce
donde
creció y expandió su aura
y caen sus
desrames y sus frutos
brotando
semillas en su aguardo
donde las
arrojó el viento venerado
ningún árbol sabe de fronteras
no
discrimina a quien se acerca
en su tarda
paciencia inmemorial
ni hará
quejas cuando sea cadalso
de los
elegidos que dicen son mejores
© Carlos
Morteo
Poema de Marina Centeno
CUANDO CAE LA LLUVIA EN EL ASFALTO
Ahora tengo el disfraz hasta lo hondo
para mostrar mi sombra tantas veces
y no ser la carnaza de mí misma
cuando pongo certeza al diccionario
Es difícil correr cuando la lluvia
va punzando las manos y los ojos
con su arma de agua que sostiene
un manojo de culpas por los labios
Tengo la sal ardiendo en las paredes
el pleonasmo de las manecillas
atesorando al tiempo y su vacío
Cuando estén las heladas en el vértigo
caerá la llovizna sobre el cuadro
para alargar la letra y la esperanza
© Marina Centeno
Etiquetas: Marina Centeno
28/9/16
Poema de Liliana Chavez
La realidad
es esta memoria
que ya no clama
que respira sus silencios
como si entrara en la noche
por el camino de la niebla
el mar de las penas
recibe una flota
de
soldados muertos
la nieve tiembla
aprendizaje sobre el calor
de la piel
cómo sanar el canal contaminado
cómo sacar el tutor del árbol de la confusión
no puedo no sé
necesito un intento
de aire fresco
que coagule el instante.
© Liliana Chavez
Poema de María Ángeles Pérez López
En el
vientre impaciente de la lavadora
los
colores se mueven por capricho
cuando
voltea la máquina, se mece,
contorsiona
su línea vertebral
sometida
por leyes intrigantes
al
ajustado margen del temblor,
la
sacudida, el espasmo.
El
rojo, el amarillo, el verde menta
se
confunden y mezclan, recolocan
la
paleta original de los colores,
abigarran
el agua con sus tonos,
se
exprimen para ofrecerse hermosos y amarrados
al
jabón, la lejía abrasadora.
Componen
un universo impredecible
y
juegan a que tiñen el lino, el algodón,
las
telas indefensas en el inquieto espacio,
las
telas que se apropian del gris,
azul
marengo,
para el
forro o la costura primorosa,
aprensivas,
temibles en su ira
si el
resultado es torpe o irritante.
Hasta
que no interrumpo el movimiento
y apago
ese artefacto incomprensible,
no
vuelve cada prenda con su primera imagen,
con la
forma natural, la liberada
del
sueño, la fantasía venturosa.
© María
Ángeles Pérez López
Poema de Liliana Majic
sedienta
tiemblo
ante tu sombra
que tiembla si esta cerca
mi piel despierta hambrienta
y escucha esa bruma
en tu altura
crecen dedos
oscurece tu pelo
desaparezco muda
frente a tu interrogante
ojo callado que brota
coral infinito
de yeso y sal
que te consume
colores de tierra
llueven mi cintura
el vacío duele menos
abismo
siento lo extraño
vino dulce
amargo
suave relieve vertical
bajo mi curiosidad pudorosa
sed de nada
miedo a todo
que no bebe
tu líquida alma,
y la certeza
en las entrañas
gotas de besos
y un verde perfume
de cedro
me queda puesto
cuando te vas
sin mirar
© Liliana Majic
Etiquetas: Liliana Majic
Poema de Marizel Estonllo
Eso que espera
Espero la tormenta
mientras mis dedos juegan con dos pequeñas
esferitas de metal
Dos esferas magnéticas se deslizan
entre mis dedos y mis manos
van y vienen
suben y bajan
marcando la dirección de las caricias
envuelven y desenvuelven la trama de la atracción
pienso en vos y en mi
si nos alejamos ,
como pruebo hacer con estas esferas
nos atraeríamos igualmente
con la misma fuerza
con la misma fuerza de esta esperada tormenta
que viene desde el centro
desde su nudo oculto
de su tenaz oscuridad
las miro
ahora sobre la mesa
están muy juntas
es necesaria mas fuerza aún para separarlas
me encanta sentir entre mis dedos esa tensión
la magnifica fuerza magnética
Mientras
enredado en mi cuello,
vas entrando
cerca
muy cerca del destino.
© Marizel Estonllo
Poema de Marta Ortiz
persistencia
resiste
esta memoria de palabras
como líneas
de celestes nomeolvides
crepita
en el mimbre del sillón desvencijado
al lento fuego
de mis vanos devaneos
(sombras grises deshilan
cielos rasos
de
telas de araña)
persiste
esta lengua y esta letra verosímil
en la trama
de
las telas
sepultaban la piel suave de mi madre
y en la curva de voces como ríos
voces de viento
en sobremesas
noche a noche censuradas
perdura
canto primario
tacto a mapa antiguo
‒tiempo y gubia‒
en la corteza del ciruelo
y habría que ver
resiste creo
en el vaho aquel amarillento
olor naranja terroso
color grieta papel
viejo
del
viejo libro de cuentos
de Perrault
© Marta Ortiz
Etiquetas: Marta Ortiz
Poema de Gabriela Pais
La Ciudad del Padre
Los grandes conductores también erran la bajada.
Hay indicaciones incorrectas, malas interpretaciones de los
mapas,
errores conceptuales y sorderas varias
cuando de falta de autoridad se trata
o negaciones identitarias.
El camino se pierde, pide huella al origen,
cartel.
Voces ancestrales son ecos que retumban profundamente,
la voz del corazón habla desde un silencio anterior a la
ciencia.
Pero los Estacionamientos y las Basílicas
les devuelven la razón del viaje, el objetivo, la ruta y la
raíz.
Los grandes conductores también son atropellados,
aún cuando dominen el arte de conducir ciudades.
Es la falta de seguridad lo que sale por la nariz,
lo que se estornuda y se tose
en la Ciudad del Padre.
Qué aquí sean los gendarmes quienes pongan a resguardo la
evidencia del accidente.
El verde no conduce al campo esta vez.
La vía paterna está inundada de tal manera
que es imposible soñar con caballos
y respirar
sin sentir que la raíz ancestral y chamánica
se pudre en el pecho.
Falta media raíz que escrita con Z es tremenda,
dice el gendarme;
o el camino es perfecto al anegar la ruta
para evitar desvíos innecesarios.
Entonces hay que sanar los pulmones en la ciudad,
a orillas del lago o sobre la mesa donde se airean pastas
que recuerdan a Cosenza,
abuelas congregadas en el sabor de la acelga y pastelitos,
evocan carneadas, jamones, quesos, salames y corderos entre
otras violencias
y mudanzas,
segundas conquistas o planes gubernamentales
en la historia de esta tierra.
La ambulancia se lleva el atropello.
Es entonces cuando recupera
el amparo y el certificado de pertenencia
que por error perdió en el baile
mientras reían y jugaban
cual niños en el centro de jubilados.
Qué no se enteren del accidente,
qué nadie se dé cuenta del infortunio
a estas alturas evidente.
Pero se supo, el gendarme labró el acta.
Ella misma deberá, por ley, poner a punto la conducción y la
estética,
enderezar la rueda
y encontrar la ruta,
mientras sana los pulmones con caramelitos de Ambay y
Propóleo,
entre otras medicinas apetitosas.
Su Padre ofrece
colocar la cerradura en la puerta
para que se sienta más segura,
propone cambiar de compañía
a fin de asegurar los daños ocasionados.
Grueso error es pedir justicia por los bronquios
y verdad en los informes.
Las pólizas no están para reparar siniestros ancestrales.
La terapia de la cebolla es la indicación
si lo que se necesita es llorar
o disfrutar sin culpa
de los zapallos con derecho de autor.
Hay indígenas nómades en su carta natal,
Oh Pampa, tierra del sur.
Su apellido sigue siendo español,
esa fue la primera conquista,
la cobardía primigenia,
la derrota definitiva
y la verdad.
© Gabriela Pais
Pintura: Raquel Saéz Fliquete
25/9/16
Poema de Susana Rozas
Una suerte de chubasco
atormentado y quieto
como un arco iris del siglo pasado.
La clave que rememora
tu llegada
igual a una estación
derrumbada
de continuidad.
Sólo lo revive
la impasible zona de
silencios con música
esparcida
en la alfombra
al amparo
detrás de la puerta /
siempre allí
inmaterial y constante.
© Susana Rozas
Poema de Carolina Zamudio
Arraigo
Quizá sea un roble
con aroma a eucaliptus
cuyas raíces son ramas
que tanto anclan un fondo
como rozan una cúpula.
Exilios ciertos
ni hazañas tengo
la casa es campo de batalla
el cuerpo es la casa.
Alma
espíritu y vacío habitan en ella.
A veces en el silencio humeante
que presagia los sueños
me paro ante mí y pido.
Casi siempre me obedezco.
Alguna vez quizá plante un árbol
ahí donde mueren las palabras.
Por ahora me conformo con ser durazno
y que su piel desgarres, hija de una tierra
que tanto me crece como me carcome
rama de un tronco que se deshilacha lerdo
fruto del fruto de una y otras ramas
que crecen desordenadas, profusas.
Jardinera del desarraigo
quizá
alguna vez yo misma plante ese árbol.
© Carolina Zamudio
Poema de Francisco José Malvárez
VUELVO SOBRE LA NOCHE
vuelvo sobre la
noche
con los brazos extendidos sobre una cruz que no tengo
y de rodillas caigo exponiendo el pecho al frío bajo una
luna helada
a mis espaldas la sombra se hace un pequeño cristo negro y
crucificado, sobre el piso
no sé pedir perdón ni
dar gracias porque a pesar de todo estoy vivo
pero en un lenguaje extraño de aromas tibios habla, siento
que sabe que estoy agradecido
y creo que quizás, también, algo de perdón me insinúa
desde lo lejos, tan lejos que hasta su aliento divino huelo,
aquí no más, al lado mío
vuelvo sobre la
noche
sobre esta noche tan llena de misterios
y una calma milenaria me cubre como un manto sagrado
hasta que la llovizna de mis ojos se me desparrama sobre el
rostro
el silencio se hace
profundo dentro de mi alma, me quedo quieto, quieto
dejo que todo suceda, se manifiesta, ahí, la casi certeza de
la plenitud y la eternidad
y que este ínfimo espacio finito, que es la vida
se hace infinito acorde vivirla con intensidad, como la vivo
me es tan intenso
todo, que hasta este dios en que no sé si creo o no
da piolin a mí barrilete y espera sin rezongar sentado en
algún rincón
qué será lo que él sabe y yo no? se me da por preguntar
entre las tensiones del frenesí que experimento y se me
eriza la piel
vuelvo sobre la
noche, esta rara noche
de rodillas con los brazos en cruz
rara, mágica y dalileana, a mis espaldas, sobre el piso
se acuesta una sombra de un pequeño cristo, negro y
crucificado, todo erizado; raro no?
© Francisco José Malvárez
Etiquetas: Francisco José Malvárez
Poema de Romina R Silva
Intangible
Intangible experiencia
como ave plateada en un torrente de ideas.
Coronas sin espinas
de los olvidados en los meollos del tiempo,
en el lugar donde el hábito carcome las inmensas soledades.
La experiencia intangible siempre abraza
quiere que seas un nuevo lugar,
un amor crispado en los brazos del sol.
Vivencia intangible
atravesando una caverna filosófica
¿estaré en la verdad?
Dejaré el puerto,
el mar me llevará
el amor, el mar, intangible.
© Romina R Silva
Poema de Xenia Mora
VEN Y HÁBLAME AL OÍDO DEL ALMA
Ven y háblame al oído del alma.
¿ En qué estrella remontaron tus versos?
¿ En qué río se esfumó tu canto?
¿ Qué pájaro despojó tus alas?.
Ven y háblame al oído del alma.
Se inunda de bruma la tarde.
Lozanos campos,
son grises sombras.
No encuentro manantial en tu mirada.
Ven y háblame al oído del alma,
pero hazlo muy quedo, en susurro,
así no dolerá tanto,
es mejor así...
Como tenue luz,
se apagarán mis versos:
Mengua el latido.
Partiré en viaje
al infinito.
© Xenia Mora Rucabado