22/4/14
a Eduardo Romano
andaba tan sin rumbo por veletas
que escribí tenaceando tras mi nombre
yo sé tal vez pensés che no jodás
mirá qué verso
pero trastabillaba letras usted disculpe
por conversar un poco las gracielas
por durar en los bordes los andenes
las fronteras los muros
vos sabés mis hogares
© Graciela Perosio
Poema de María Montserrat Bertrán
En el centro
Si decidiera no filtrarme más
por los poros de tu piel
si la húmeda transparencia dejara de
rozarme
si tacto y olfato
serpentinos
danzaran y ascendieran
al sagrado reino
si mi cuerpo tormenta quemara
torrencial lloviera
sobre el viejo árbol de los deseos
sólo entonces
virginal
retoño
resplandor de vos
gozo en mi centro
si allí llegaras.
© María Montserrat Bertrán
Poema de Ignacio Giancasprpo
Un pedazo de pan
un pedazo de pan a cada uno
Y un sorbo de vino
Así celebró la misa
aquel
sacerdote/poeta
de Solentiname
Ernesto Cardenal
el
de Nicaragua
No había hostias
no
había Cáliz
solo un vaso de vidrio
como sagrado Grial
Su catedral
la selva
Así rezaron
aquellos
campesinos
Puros
de una fe envidiable
Así rezaron
Dios sonreía
¡Como no rezar con un poeta!
Así triunfaron
© Ignacio Giancaspro
Poema de Antonia Taleti
Pensando en Franco
Del cuento olvidado
la imagen perdura
resiste la copa del árbol
el viento, la cuna.
Función iniciática
relato primero
que da bienvenida
y corre un cerrojo.
Es campo la página
de toda aventura.
Tal vez yo pudiera
con mi mano vieja
llevarte a la tapa
del sésamo exacto
y allí despedirme.
Es tuya la historia
suspenso o sonrisa.
Ahuyenta los monstruos
silba suavecito
no temas perderte
trampas y desvíos
desdentados gnomos
de agudas narices
brincando en tus hombros
ventean astutos.
El camino sigue, casi ni te veo
no vuelvas , no gires
disfruta el sendero.
© Antonia Taleti
Poema de Marina Centeno
Insecto II
Ya la milpa se cuece bajo el sol
se
parte el abecedario
con
lengua en chaac mool cubriendo de matices a los campos
la luciérnaga juega a ser luna menguada
Ya el oráculo cubre la madrugada con su
manto azulado
se pizarra el movimiento del insecto en el
desorden de las alas
Ya la langosta se alborota en sahumerio
que eleva la arrogancia en los azules
cielos del mayab
con sus nubes que cubren la naranja
de un marzo que hierve hasta abril
Ya mi nombre de mestiza se sonroja entre
las ramas
desborda el amarillo en el maíz cuando la
larva muere crucificada
al evocar el signo del alux en el ritual de
los mayas
© Marina Centeno
Poema de Sonia Rabinovich
Mujer
a punto de llorar
Carlos Alonso 1963
(Técnica mixta aglomerado)
Cualquier mujer a punto de llorar
pero ésta desnuda de la cintura para abajo.
Pubis dejado a oscuras
en el blanco y negro del acrílico
sobre el aglomerado.
¿Qué técnica mixta te dejó la mirada vacía ?
¿Sobre qué punto ibas a llorar?
¿Qué lágrima que todavía no cayó
diría más
que tanta pincelada negra
debajo de tu cuerpo ?
© Sonia Rabinovich
Poema de Francisco José Malvárez
HEME AQUÍ
heme aquí detenido
por mis pasados actos (mis actos al fin)
hierros candentes que golpean sin pudor el alma
y desde adentro retuercen las costillas…
heme aquí, por lo
mismo condenado a ver caer aquel imperio
forjado con la inocencia de los sueños y la ingenuidad de la
confianza
mis actos de
credulidad me atan, amordazan y me destierran
para quedar así lleno de impotencia ante los sucesos que se
están sucediendo
y los más que se sucederán
y ver perder todo por la acción estúpida de la ciega en
quien confié
(por quien aún hoy daría la vida si las circunstancias lo
requirieren)…
fallé en creer y
confiar
fallé en creer en la lealtad incondicional y atemporal
fallé en creer en los vínculos profundos más allá del bien y
del mal
fallé en creer en la cofradía de las almas al creerla
indisoluble
…otra vez el mundo
me muestra que me equivoqué…
…no hay lealtad ni
palabra
sólo egos que como perros rabiosos atacan en pos de su
conveniencia material
quedando uno así,
(mero instrumento desechable una vez conseguido el objetivo)
vacío de todo, con el alma seca, atado y amordazado
un espectador en el siniestro teatro del terror en que ha
convertido los ideales
heme aquí gritando
en el hueco sin eco… en vano, en vano
pero sepan que no
me voy a doblegar…
se quemará roma y los quilmes en éxodo han de ir o el mar
muerto resucitará
pero yo, yo seguiré sosteniendo el ser que siento y creo ser
aunque otras mil veces me vuelva a equivocar en confiar…
no tengo bronca, si
impotencia
y lo antes mencionado no quita que una pena inmensa alimente
mi tristeza
ya que ellos nunca podrán ser más de lo que son:
unos pobres miopes con dentadura de plástico que entienden
nada de nada…
(en ellos incluyo en quien confié, no lo duden)
© Francisco José Malvárez
Poema de Laura Soledad Romero
Los muros blancos
El horizonte es apenas blanco
desnudas las paredes
casi no tenemos fotos
el momento a recordar
está en el aire.
La llave se distancia de la puerta.
Miro a mi padre
creemos que alguien
vendrá por nosotros.
Vamos a tener que permanecer parados
todo lo que dure la espera.
Dejemos de creer
para que la fuerza del paraíso nos golpee.
Somos inocentes
nos merecemos el agua.
© Laura Soledad Romero
19/4/14
Poema de Paulina Vinderman
"Toda
despedida es promesa"
y las ceremonias
incluyen un reto (un desafío)
en el jardín de
la nada.
Desde el cielo
de abril
cuelga una luz
como un spot, para una pintura
sobre un panel
de álamo (oh Leonardo)
o una carta
escrita sobre una partitura.
El peso del
mundo
está en mi mano
que dice adiós a todo lo que toca.
La pasión es la
urgencia.
Si me lastimo
por la rugosidad de las paredes
¿me curarás?
© Paulina Vinderman
Etiquetas: Paulina Vinderman
Poema de Elena Cabrejas
ESPANTO QUE CRECE
En las cavernas de mis sueños
crece el espanto de una granada a punto de estallar
duermo en el escalofrío de la locura
que me acecha como a una tigresa herida
cuando me dejas tu ausencia gigante igual que el río
y te pienso en mi piel
extendiéndome rosas de carne amanecidas
para este amor que a sorbos me lleva hasta el delirio.
Tu boca y sus dos únicos pétalos de fuego
llenan el viento de
mi nombre.
Y no sé como puedo perderte a cada instante
esconderte en mi sangre amarte hasta el desgarro
saber que es demasiado este amor
que da miedo
este irme despeñando por el túnel estrecho
de tu voz.
Adentro de mi hay un caballo blanco
que despierta tus
manos
cuando comienzas
a deshojar mis
suspiros.
© ELENA CABREJAS
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Poema de Jorge Moreno de los Santos
Existe un territorio
para el prodigio y la indolencia.
Cada palabra ausculta
el fragor de una línea divisoria,
el perfume salubre de tormentas transparentes.
Nos enseñaron a conservar los días
con formol y duermevelas
que fuimos almacenando
en sucios tarros de cristal
y en despensas prefabricadas para la desidia.
El dolor cruzaba de costado
nuestra vida, como un viento indiferente;
creíamos que el amor
sólo era un juego de fogatas y pervivencias
y atornillé la angustia entre mis huesos
como un cimiento desconocido por el tiempo.
Hay disturbios en el pensamiento
dispuestos a derrocar tanta intransigencia.
Y óleos impensables
para enterrar los maniquíes
abandonados en la tarde.
Ahora el recuerdo,
es una estrella muerta
en la frente del crepúsculo.
No te preocupes: he aceptado
los chantajes del invierno
y conozco territorios
que sólo aguardan el regreso.
© Jorge Pablo Moreno de los Santos
Poema de Alicia Márquez
UN PÁJARO EN LA VENTANA
El frágil pájaro
calienta su tesoro
que quizás es blanco
sentado y quieto
en su pequeño ovillo
de hojas y de ramas.
Desde mi cuarto lo vigilo,
escucho su silencio,
su solidez inmóvil,
su paciencia eterna,
sus ojos obstinados.
Eligió el ficus de mi patio
para ignorar al mundo.
De pronto,
su canto inunda el aire.
Un canto intrépido,
vibrante,
distinto al conocido.
Parada en medio de mi cuarto
escucho la nueva melodía.
No es sólo para mí,
es para toda la tierra:
el que quiera oír, que oiga.
¿Cómo pueden salir
sonidos tan potentes
de un pájaro tan tenue?
¿Júbilo?
¿Orgullo?
¿Arrogancia?
Es que empollar la vida es cosa seria.
© Alicia Márquez
Poema de Claudia Ainchil
SIN PUNTOS
Vidrio pensado a través de otro cristal agua
Buenos Aires manada de otoño invierno
café dando tiempos al tiempo escondido
distancia minuciosa del personaje
por antesalas que llevan un nombre
pegado, urbano impuesto de una época
que nos mantiene extrañamente con ceño
y arrugas y paginas del alfabeto
que se asfixian a si mismas
cima pequeña con gente alrededor
medio kilo de café molido fino
no estar esperando
lágrima en pocillo pequeño
esa palabra
el poeta conlleva tarjetas de llantos
alegría repentina express
retumbar cuando los derrumbes se aproximan
de pies a cabeza tirito en tu mirada clara
dije hombre sensible una vez
destemblar si digo amor y tu viaje continua
yo como un imaginario numero invisible autónomo
un culto a la propia esencia
situándola en el asador sin pudor
otros se espantan, lo huelo
puedo advertirlo en sus gratuitos dedos señalando
el por que desde otro ángulo
orillas vacilantes, esperas inconclusas
la habitación política como un transgresión por resolver
se florece o desanda me pregunto
tanto alquiler de almas
contextura al revés en el instante en que todos corren
y no alcanzarlos
no.
Es tocar el timbre cuando me voy.
© Claudia Ainchil
18/4/14
Poema de Catalina Boccardo
aliento a kim ki duk
cuando tu aliento
no humedezca el vidrio
la muerte mi
amor
cada estación se habrá ido
cuando el tajo la sentencia
te haga callar
un bosque de sangre en la garganta
las estaciones se habrán ido
y quedará el invierno
última
prisión
se habrán ido
las flores abiertas en verano
último dibujo del amante
y quedará
tu lengua enhiesta
invierno
una muerte mi
amor
© Catalina Boccardo
Poema de Liliana Chavez
De dónde, desde cuándo
este paciente oficio de costurera
zurciendo todo
hasta las sombras.
© Liliana Chavez
Etiquetas: Liliana Chavez
Poema de María Ángeles Pérez López
La
mujer pinta de plomo sus pezones.
Le
pueden los corajes, las heridas,
el dedo
con que aprieta contra el aire
un
lamento de plomo, un grito largo
que se
quedó descalzo y sin pendientes.
Al
caminar furiosa contra el viento
que
ensucia sus caderas de hojas muertas
y
trozos de ramitas embarradas,
sacude
a manotazos la cal viva
con que
la dictadura había borrado
sus
pies y sus apremios, la belleza.
Entonces
aparecen los diez dedos,
media
suela aterida de un zapato
que
caminó ruidoso sobre el mundo,
restos
blandos de tela indescifrable
y un
grito que revienta en su metal
porque
hay pelo adherido a ese dolor
y la
mujer camina arrebatada
con su
roja clavícula en la mano
para
escribir su nombre en las paredes
y en la
calcinación de la caliza.
Del
reverbero le arden los pezones
pero al
llegar la tarde se consuela:
la
tibia, el peroné de su esqueleto
apagan
el rencor blanco de cal
y
disuelven el óxido y el talco,
el
miedo, las fracturas, los manteles,
el agua
endurecida por el odio.
Y
cuando duerme, olvida que en Oswiecim
guardan
el pelo humano en una nave.
En el
sueño, además, hay una niña
que
duerme acomodada por completo
sobre
un sol acabado y circular
como
una mandarina luminosa.
© María
Ángeles Pérez López
Poema de Ariel Giacardi
A CUALQUIER PRECIO
Tomarse un tiempo para ver el día
que cuelga de unas nubes habituales
y nutre de celeste a los abismos.
Detenerse en la forma de una hoja
que cayo, por un soplo de diluvio,
sobre la espalda mansa
de tu asombro y del mío.
Arrancar dos astillas al silencio
sin que nadie lo advierta,
dulcemente,
para no despertar a los jazmines
o alucinar los ojos del rocío.
Tomarse un tiempo, digo, y descubrirte
como si nunca hubiese caminado
por la extensa región de tus pestañas
con todo el corazón amanecido;
como si nunca,
amor,
como si
nunca
te hubiese numerado gota a gota
cuando el alba me dicta
su conjuro de antiguas confidencias
y elijo tu recuerdo
y no lo elijo.
Y no tomarse un tiempo de emergencia,
un tiempo estrictamente necesario
manido a los cuadrantes boquiabiertos
con dedos clandestinos,
sino un tiempo de pájaro, de yema,
de llanto agazapado en la distancia,
que no tenga perfiles militares
ni síntomas de cárcel
ni rumores de juicio.
Tomarse un tiempo, digo, a cualquier precio
para ser elemento que sucede,
para quedarse inmóvil dos minutos
a ver cómo conspiran
los plátanos aquéllos
que se dicen aromas al oído,
y estar solo
muy solo
como Dios cuando reza o da las gracias
y ver
la soledad
cómo edifica
la obcecada estatura de la ausencia,
pero contigo,
amor,
pero contigo.
© Ariel Giacardi
Poema de Sonia Del Papa Ferraro
“Entre mi amado y yo siempre hubo una espada; / justo en el
medio de la pasión el filo helado, el fulgor venenoso/ que anunciaba traiciones
y alumbraba la herida en el final de la novela” Olga Orozco (La mala suerte).
La Espada
Tú eras la espada y la herida
el jinete y la traición,
también la victoria inútil.
El deseo carcomiéndome la piel
detrás del sollozo.
Eras un mar ahogando
mis días de juventud,
y esa perversa persistencia
de buscar y responder donde no hay cielo.
Como un castigo terrenal fue tu amor.
Ya pagué todas mis culpas,
si las tuve.
© Sonia Del Papa Ferraro
Poema de Marizel Estonllo
Los Ojos de
Atlantis
A Juan Carlos López,a su obra Atlantis.
... Y de la fricción de los cuerpos nació el
primer fuego
tal vez fue en ese momento en que la tierra
dejó que ocurra el amor.
Acaso un dibujo pueda ser la escritura de una imagen
sumergida en un océano dorado
o el testigo de un tesoro ahondado en su propia memoria.
De esas miradas asoman los cuerpos
que desnudan la arena.
... Y los cuerpos se
funden en otros cuerpos
y en los
cuerpos de otros cuerpos
en atléticas cópulas vacilantes como garras de terciopelo.
Y los seres
son fantasmas imbricados
en recintos
aéreos o acuáticos
donde el cuerpo es isla
donde el cuerpo es continente
Y donde siempre la luz es ese múltiplo infinito de la
tiniebla.
Un trozo de piedra grita sus presencias.
Y en la extensión de su antiguo laberinto,
se precipitan las formas de un duelo silencioso
mientras hay enigmas que asoman
con la nitidez de un designio en una noche celestial
Y los cuerpos se columpian insensatos
como si en el rostro, la soledad
dejara las manos
impresas en las leyendas del miedo
Ella es la hija del gigante que sostenía al mundo.
Ella se ha perdido en las profundidades.
Pero el imperio de la luz sigue emitiendo las señales
y solo en la noche vemos los contornos del día que amanece.
Mientras tanto,
escuchamos las memorias
al acecho del tiempo necesario para abrirle ventanas al
cielo.
© Marizel Estonllo
Poema de Carmen Amato
Los pájaros regresan a la tarde.
Rafael Alfaro.
Temprano se despiertan los
pájaros
son los deseos del mundo
suspensos bajo la piel del aire.
Son mis deseos, los tuyos,
los deseos de todos brotando
en la fluidez de su canto.
Los pájaros pertenecen a la
tarde
a ella vuelven antes
de disolverse en las sombras
y ser uno más con el árbol.
© Carmen
Amato
Poema de Álvaro Olmedo
hay un alma
lo dice la sed y
el agua
Hugo Mujica
el desierto desnuda
no de sed
de desnudez
deja el alma despoblada
azota el tajo
quiebra sin violar
y termina en un viento
que envuelve al viento
ese dios de polvo y clausura
afuera interminable
nos devuelve arremolinado al cuerpo que somos
apenas
una flama soplando palabras
hay un alma
olvidada entre cubos
deshuesada en el fragor
escarbar
el aire de los granos de sed
el rocío del silencio bajo el sol
la raja incandescente
no quemará más que hombres
tanta sequía
tanta sed
acaso
la única fuente
© Álvaro Olmedo
16/4/14
Poema de Elisabet Cincotta
Desde el aliento
desde este aliento
que me sigue cada día
en soleada caminata
como en gris atardecer
con este cielo cada vez más cerca
y mil pesares que entristecen la rutina
con el barro que salpica mis rodillas
y el tiempo que se apura en mi almanaque
desde esta soledad sin risas
y la lumbre del esfuerzo
con paso de corcel y lentitud anciana
sin pecado nuevo que confesar a mis amigos
es este aliento que me habita
quien me resurge en la mañana
para convenir con la memoria
que esta es la mejor parte de la vida
con este ser garabateado
entre presencias confirmadas
y ausencias que duelen
es este aliento cotidiano
quien supera inestabilidades
para reformular motivos
y seguir siempre adelante
© Elisabet Cincotta