Poema de Hugo Francisco Rivella
Mis manos tal vez las que buscan tu cuerpo
en la penumbra
penumbra sol penumbra vertiente penumbra de
papel penumbra sola
mis manos y el adiós que en infinito cava
cuevas de olvidos en el tiempo
cava soledades en el solitario y cava cava
cava ausencias en el desaparecido
las manos que juntaron la basura que la
ciudad arroja en el abismo
abismo de morir a cada rato en las cosas
que mueren sin nombrarse el niño sin futuro
la niña sin recuerdos el pozo circular que
traga al hombre
las manos de matar y desangrarse
las manos del verdugo en tanta ruinas
las manos del espejo repitiendo un mundo
sin piedad cruel y ficticio
las manos en la frente del calvario las
manos del napalm y de los drones
las manos insepultas del naufragio del que
escribe en la celda no puedo más
mañana me fusilan me envuelve el celofán de
la mentira
las manos que se juntan en el rezo para
pedir a dios que no abandone
la piel de los lagartos las llagadas de
cristo del minero del sembrador de trigo
y de mañanas
la semilla que germina en las manos del
muerto que se quema
las manos panaderas
las manos del jardinero que cuida el
estallido de las flores
las manos que despiden a los muertos caídos
en la guerra
las que lavan el cuerpo de las bestias y
bendicen al niño que ha nacido
las manos insepultas del calvario con los
estigmas del clavo a cada golpe
las manos de amarrar todas las velas con
las que el náufrago sueña ser Ulises
© Hugo Francisco
Rivella
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