25/9/19

Poema de María Teresa Andruetto



El peso de tu boca

El cabello tomado con hebillas
y tu corazón, pequeña luz, en mi cuaderno.
Yo ardía en la difícil claridad, en las camas
donde duermen los parientes. Vos sobre
tu falda, como una niña cuidada por su madre
y nosotras ahí, entre tus brazos, sin el amor
de nadie y sin consuelo. Eras muy joven
todavía y nos quemaba tu vivo corazón.
Arroyo limpio, humildes aguas, viajes en tren
a la casa de la abuela, tu voz como el cristal
y nosotras esperando esa palabra que no cesa,
que no ha dejado de llegar. Hoy veo cómo
se va muriendo todo, una se va volando a casa
porque es noche, pierde poco a poco las ideas
y hay una chica pobre y sin trabajo, una chica
que no sabe si sabía, si vivía en la carencia.
¿Qué esperabas? El peso de tu boca,
espejo de tu ropa, un gigante
que hace viento con su aliento, con su sangre
hace ríos y hace hombres con las pulgas
de su cuerpo, con nosotros, madre mía,
y completa su tarea de gigante.

© María Teresa Andruetto

Poema de Laura García Del Castaño





El tiburón que viene tras tu bello pie

la pitón que regurgita un perro grande hermoso
el gato que duerme a los pies
el pájaro que pende sin sol para erguirse
esperan porvenir

Los leones a cada lado en la entrada del sueño
La peruana que estira el pimiento cuando pasas
el muro de los diques
espera porvenir
y es un tiburón que viene tras tu bello pie

lo rojo afligido
lo rojo ausente
el vivo que levanta una pared hasta el odio
el muerto que bebe de tu vida transparente y fresca
el mesías que eliges para el desierto
es porvenir

Mientras tanto reímos camino al cementerio
en medio de la confabulación reímos
ante los remos pesados de la compasión
 sangrando la cara al sol
a falta de tartamudez y marcapaso
reímos
mirando cortos de torture porn
injertando cactus anaranjados y exóticos

reímos

(enjuagando puñales
hasta desfallecer

Cuando al fin el porvenir llega
estamos desorientados y exhaustos
intoxicados de la alergia y el pánico
picoteando en la jaula la caliza del mutismo
calcando sobre la mesa el dibujo de un cordero
ese antiguo disfraz
su vigente engaño

© Laura García Del Castaño

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Poema de Patricio Emilio Torne



DESPUÉS DE LA GRAN SEQUÍA MISÉNICA

Ahora que las palabras fueron
vaciadas de sentido, ¿has de creerme
si te cuento que vi morir a los hombres
a orillas del Jordán?
¿Qué detrás de las banderas levantadas,
todavía hay polvo, sangre seca,
sobre esos cuerpos derrotados?
Los higos saben dulces más allá de las muertes,
y aún se tallan corazones en nombre del amor en los olivos,
pero vienen los bulldózers,
sus cuchillas gigantes,
obligándolos a dejar las tierras,
la agricultura heredada de los cananeos.
En las forestaciones de las colinas,
en las laderas de las montañas se asientan sus enemigos,
ya ni el derecho a las aguas de su río les permiten,
la lluvia es la escasa fuente que ha de besarles
la boca y sus sembrados.
Dicen que mientras haya aceitunas,
los campesinos serán invencibles,
por eso los invasores descargan su ira contra los árboles.
No se pueden imaginar, estos hombres,
sin la tierra y su especial modo de vida.
Hace miles de años,
después de la Gran Sequía Micénica,
los antepasados formaron una unión simbiótica
con el olivo, los viñedos, el asno,
las pequeñas vertientes de las montañas
y sus altares en las cumbres.
Quieren destruirla, que se pierdan sus raíces,
que esos hombres se estrellen
contra la roca de la historia.
Pero, me pregunto, cómo hacer la advertencia,
denunciar el crimen, o detener al imperio,
si ya estrellaron las palabras,
las vaciaron de sentido.
© Patricio Emilio Torne

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Poema de Mariana Finochietto





LA PLACIDEZ

Junto a mí,
tu mano que duerme
es un dulce animal en espera de la luz.
Yo rozo tu mano. No quiero despertarte
ahora
que los hijos duermen
tan lejos de la urgencia de las fiebres,
ahora
que podemos soñar
los sueños de los justos.
Busco en tu palma
las líneas de tu vida y de la mía,
acaricio
la piel que empieza a ajarse
donde tu puño aprieta las ganas de vivir.
Me guía
una certeza clara y deslumbrante.
La placidez también debería ser una emoción.

© Mariana Finochietto

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Poema de Luciana Ravazzani



Quiso cambiarme su semen por un ramo de jazmines tempranos.
Acomodé flores y hojas,
cortando los tallos en diagonal
para que pudieran absorber mejor el agua.

El dolor de después, de un sabor salado,
un mar de pececitos muertos.

© Luciana Ravazzani

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Poema de Humberto Botana



Sombra

Sigilosamente levanté a mi sombra, 
la acuné entre los brazos y sentí, 

Un caramelo oxidado, 
zapatillas sin cordones, 
agujeros rodeados de llantos, 
dos pequeñas manos implorando. 

Suavemente la apoyé sobre el empedrado, 
seguí caminando con los hombros encorvados.


© Humberto Botana

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Poema de Fernanda Berdiñas



El dolor quema. 
Recorre. 
Toma y agita la mente. 
Domina mi emoción, 
enaltece mis miedos. 
Como un cuchillo corta entre mis piernas. 
Pierdo el aliento 
El sueño y la cordura. 
En mi cabeza es trueno. 
Desciende por mi cuello y me destruye. 
Cae en lágrimas. 
Quiero detenerlo 
Pero se suelta y me surca entera. 

Yo sé que sanaré si tú me nombras.


© Fernanda Berdiñas

Poema de Carlos Carbone



PREGUNTA

Alguna mano
responderá al llamado
o todo
seguirá igual
               en la cansada ventana
de los días?

© Carlos N. Carbone

Poema de Cecilia A. Olguín



Patio

Desde la periferia crece
aquello que acabará
con la inmovilidad del páramo.

El desierto, removido,
avanza hacia un jardín.

© Cecilia A. Olguín

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13/9/19

Poema de Claudia Tejeda



Amianto 

Después del incendio 
hubo una paz 
muy parecida a la muerte 
como en el monte 
cuando huyen de una sola vez 
todos los pájaros. 
Andábamos bajo sospecha 
mojando fósforos 
reiterando las promesas del sí quiero 
en el umbral de las plagas. 

Es que malversamos el ardor. 

El amor no debería dejar ampollas.



© Claudia Tejeda

Poema de Bibi Albert



REGÁLAME ESTA NOCHE

Pido regalos. Siempre los mismos.
No me hago la espiritual ni la desinteresada.
Pido regalos que vuelen alto.
Que confirmen quién soy. Quién fui.
Y quién seré.
Que sorprendan a otra gente.
Mis pedazos de mí,
como si repartiera mi torta con velitas,
mi conjunción sagrada.
Pido esos regalos, nacidos de estas manos,
del mismo corazón,
para que lluevan sobre todos.
Pido que me canten mis canciones.
El antifuneral que me merezco.

© Bibi Albert

Poema de Silvina Vuckovic



Armas

Debajo del silencio, que es no ser de muchas cosas,
una trinchera oculta
las armas más letales.

Palabras

© Silvina Vuckovic

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Poema de Mario De Luca





La piel extendida

miren, la piel extendida al cruzar la medianoche
se parece a un bosque negro bañado de luna

por cada poro que cuenten reluce una estrella
y una medialuna se forma en su cara

la risa perfecta de dientes brillantes
alumbra el camino que lo lleva al cuarto

igual que otras noches se acuesta en el piso
y duerme sin pensar en el día que viene


© Mario De Luca

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Poema de Marina Cavalletti




Santiago 

Lo sueño cada semana desde que lo han ido
lo lloro hondamente como si fuera mi hermano
Lo es, universal, en este mundo

Hoy hay un abismo
en una familia
Y en todas
Porque no fue el río

Y aún así,
con la tristeza a cuestas
 el viento siembra su mirada,
de pájaros
de magia
de nomeolvides.

© Marina Cavalletti

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Poema de Aníbal Costilla






INFANCIA

                           A mi madre, Mercedes

Yo nunca tuve nada, pero tuve el río,
la arena caliente debajo de mis pies,
la risa rebotando en los cerros azules y lejanos
como un eco ahogado por los recuerdos,
la infancia esfumándose con el sol de la tarde.
               
A pesar de todo, tuve los ojos
pensativos de mi madre
mientras sacaba algún pez a la superficie,
y mi hermano y yo saltando de alegría,
rodeándola, festejando su suerte:
dos niños pescando ilusiones
que nunca más serían las mismas,
pero sabiendo que la felicidad dura para siempre
en ese pequeño trayecto
camino de nuestra casa hasta el río.

© Aníbal Costilla

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11/9/19

Poema de Graciela Perosio



“Dobla triste el dos de Noviembre”
Cesar Vallejo
                                                                                                                         

un 2 de noviembre para doblar algo más 
que la rama del presentimiento, triste César, 
         en nuestro altar de muertito cada uno: 
la ilusión perimida 
los hábitos caducos 
los modos de pensar que se han vencido 
vínculos     entregas sin retorno 
tanto libro  tanto escrito tanto 
abusos varios        místicas políticas 
cuánta adolescente historia 
tanto muerto con nombre y apellido 
y una página en blanco 
para recomenzar

© Graciela Perosio


Poema de Aldo Luis Novelli



dos amigos 

se encuentran una tarde en un bar 
y hacen una promesa: 

- voy a escribir la historia de la humanidad - dice el historiador. 
- intentaré escribir los deseos de esa humanidad - dice el poeta. 

treinta años después 
se reúnen en el mismo bar. 

el historiador le entrega a su amigo 
veinticinco tomos de 1200 páginas cada uno/ 
el poeta mete la mano en el bolsillo 
y le da un papelito ajado por el tiempo 
con una frase escrita en lápiz: 

"ser amados en una tierra de libertad.”



© Aldo Luis Novelli

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Poema de Anamaría Mayol



 DECONSTRUCCIÓN

Sobre las alas de un pájaro
vacío de sombras la noche
acariciando el miedo sobre sus plumas
cuento las horas de sueño
y es la muerte que se lleva los ojos
las lágrimas
la que me esconde
de tu boca
la que nos niega
nos deconstruye
nos alimenta
la que se venga en silencio
de todos los destierros
los desaciertos
Sobre las alas de un pájaro
vacío el llanto
se alza
sobrevolando en círculos el cielo
en busca de otra presa
el azar no nos elige
y es esta
otra forma de interpretar el desnudo
recostado sobre mi cama
de in visibilizar las manos
los gestos
de horadar intemperies
otra manera de maldecir
esta terrible soledad

© Anamaría Mayol

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Poema de Mónica Angelino



cuando sientas 
que tus sueños de canario 
se quedaron en la jaula 
y sientas que no hay 
mijo ni pan ni alpiste 
que abra los cerrojos 
hay que pararse en el palito 
pisar a pata ancha 
hacer un hueco en los barrotes 
volver al pájaro 
antes que la vida 
vuele.

© Mónica Angelino

Poema de Celina Feuerstein



acá estamos y no importa saber para qué
mientras los cuerpos ruedan por el pasto
que hace picar la piel
y llena de abrojos la ropa
damos saltos como ranas o sapitos
todo verde se mezcla con el azul
acá estamos y no hay indicio de qué nos trajo
a este mundo que gira
no hay razones para explicar
nuestra danza alocada

¿y vos, qué esperás?
¿qué querés?
¿por qué insistís en agarrarte de esa cuerda
cuidando cada paso
previniendo
golpes y caídas?

soñé que no llegábamos
el camino se perdía entre parajes
desconocidos
pueblos que no estaban en los mapas
el sueño era inquietante pero aun así
no quería despertar
ansiando ver qué había
del otro lado

no pude saberlo abrí los ojos
y mi habitación estaba quieta
sin verde ni luces
sin ruidos de ese mundo ajeno

sueño mucho en estos tiempos
con vos con él con mamá
ella es joven y hermosa y anda por ahí
sin preocuparse por el tiempo
radiante como si morir
no estuviera en sus planes

sueño como si soñar fuera distinto a vivir
pero no hay diferencia
con el mismo cuerpo recorro la vida y los sueños
mi habitación hoy es tierra propia y ajena
y las sábanas blancas y suaves
están cubiertas de marcas verdes
abrojos
hojitas de pasto

¿qué esperás? ¿qué querés?
por qué te agarrás de esa cuerda
si siempre fue así
todo tan propio
y extraño

© Celina Feuerstein

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Poema de Daniel Tomás Quintana



soledad

el ángel solitario
del domingo
duerme en la frontera
del ocaso

una muñeca de trapo
solloza en la cueva
de su pecho

el viento grita
y abre heridas


© Daniel Tomás Quintana

Poema de Claudia Molina



Pájaros

A cierta hora del día
los pájaros
atrapan el viento
entre sus alas.

A cierta hora del día
los pájaros
atrapan los sueños
que no fueron.

A cierta hora del día
los pájaros
atrapan el alma
con sus voces.

A cierta hora del día
vos y yo
somos pájaros.

                  
© Claudia Molina

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Poema de Gisela Galimi



Mis caderas no son un Haiku.
No tengo la sutileza
de las curvas
de las mujeres de Japón.
La gozosa forma mediterránea
de la culpa
está aferrada a mi carne.

Nunca seré
un acto mínimo de enunciación. 

© Gisela Galimi

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Texto de Sonia Quevedo



Fue cruce de dolor y alegría; ángulo agudo;
punzada interior acostumbrada como sombra;
refugio de infortunios, morada de carencias, desamores y ausencias.
Fue desdecir lo antes dicho y desabrazo desatado de improviso.
Lo insensato de una tarde inesperada y deshecha.

© Sonia Quevedo

Poema de Walter Mondragón





LUZ Y SOMBRA

Angustia
De sentirte
Fuera de mí,
De que tú seas tú
                     (solamente)
Sin mí en ti,
Iluminando
Luna plena
El lado oscuro.

© Walter Mondragón

8/9/19

Poema de Sonia Rabinovich



Ya está abriendo el cielo
me dicen,
tormenta de verano, 
mientras truena
un dios insuficiente
con sus rayos.

© Sonia Rabinovich

Poema de Fabio Cardarelli




       No era mar sin vos,
       el cóncavo hermetismo desviado de las lámparas
un eslabón impiadoso lacerando
sobre el mármol de una lápida

no era mar sin vos,
apenas un agua ociosa contenida en cualquier recipiente
un agua sin cardumen

       era lo que debía ser
       justo y entero
      pero ninguna vida nace
para ser justa y entera,
       nos seducen obstinadas
aquellas puertas que no abriremos
misa de breve oleaje
en el árbol de las carencias

no era mar sin vos
era el éter
la mirada vacía de las estatuas
la imposibilidad de reducir a unidad
desaciertos múltiples.

De pronto.
Si.
La luz.

© Fabio Cardarelli

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