29/6/13

Poema de Edna Pozzi


Aquí están mis escudos
Mis emblemas
El emblema azul, azul
y el número colgado en mis entrañas
Sólo faltan los pájaros
Los pájaros huyeron
No creen en el derecho de asilo
Ni en estas confusiones de la derrota 

© Edna Pozzi

Poema de Irene Gruss


TERCERA PERSONA

Tiene problemas con su lenguaje:
Habla y no se le entiende,
escribe y no se le entiende.
Ironiza, da todo
por sentado, cree que lo que ve
es simple,
claro,
nada fácil para traducir.
Por ejemplo, mira la luz
natural:
la conmoción no le basta.
Pide un vínculo,
no sabe, no puede retener
sólo palabras
ni solamente
hechos,
luces,
delicadas luces.


© Irene Gruss

Poema de Jorge Boccanera


 Lo dijo una libélula:
“Toda la selva
es una rosa”.
 

© Jorge Boccanera

Poema de Claudia Isabel Lonfat


Banderas

             a Daniel Omar Favero

¿Dónde van las cosas que nunca sucedieron?


Por ejemplo,
¿a dónde fuiste vos que no me sucediste?
¿en qué calle arbolada, qué pena, qué manos
nos fuimos perdiendo sin hallarnos?
Vivimos un descompás perpetuo
un parpadeo gastado
detenido en el alba, en la cuerda tensa
sobre la garganta
Ya no estamos;
vos porque desapareciste
yo porque no fui, no estuve
y en la locura del tiempo lineal
nos esfumamos
Vos marchabas con tus herramientas
por los caminos más hostiles;
llevabas el corazón en la mano
para tus pobres,
para darle sentido a las cosas
Yo , púber revolucionaria,
me rebelaba en mis poemas,
me atrincheraba bajo la almohada
y lloraba, lloraba sin saber
porque la tristeza te invade y te quema
lloraba sin saber de dónde nacía
tanta pena.
De pronto todo lo que parece normal
es un esqueje mal plantado
que se pudre lento dentro de algo vivo
Afuera, un mundo de mentira
transcurre igual
y aunque todas tus calles

te lleven a la villa
y la esperanza sea tu sino
la verdad es que
ya no estamos;
vos porque desapareciste
yo porque no fui, no estuve…


 

P.D. Hoy miro tus ojos verdes, desde una foto en blanco y negro,
estás eternamente joven en tus veinte años
y quiero decirte que tus poemas,
tan profundos y hermosos, como tus ojos,
son esas banderas.


 

© Claudia Isabel Lonfat
Foto enviada por la autora del poema

Poema de Norberto Barleand

                         
                                     

   ESQUINA 

Me alejé del barrio
con una fábula de imágenes
hacia los umbrales del futuro.  

Rebeldías inciertas,
multitud de ágoras perdidas,
jornadas,
laberintos. 

Parodias de cotidianas espesuras,
tembladeral  de pasiones y diluvios.

Las ausencias  sucedieron en mi mente
olor a recuerdo,
casi olvido 

Transcurrieron 
años ,
congojas,
sonrisas 

Cuando volví a la  esquina
encontré al flaco Trejo
en el mismo lugar
debajo del farol ,
ajado de tiempo
        y telaraña de noches sin retorno
 

© Norberto Barleand
Foto: Gustavo Tisocco

Poema de Rubén Gómez


(receta) 

el viejo rompió la madrugada de un salto /
y con un fósforo / encendió los leños de la cocina y alguna penumbra /
picó cebolla y ajo y pimiento / del rojo /
llenó de agua la olla de noche y la puso a hervir /
va a tardar dijo el viejo / y puso más leños y más sombras en la cocina /
peló papa y zanahoria / no hay nada más / dijo el viejo /
y pateó el cajón que se hizo astillas contra la pared / también el cajón a la cocina /
y el fuego en su apogeo /
y la olla más noche / con su balbuceo ahogado a borbotones /
puso cebolla y ajo y pimiento / papa y zanahoria en la olla / el viejo /  
y esperó a que el aroma le hiciera cerrar los ojos /  
después tomó el hacha / puso su mano derecha sobre la mesada /  
y la cortó a la altura de la muñeca /  
con la izquierda la metió en la olla /  
vio como el rojo escribía poema en la madera /  
en la mesada / en el piso /  
y el viejo rió y rió /  
no estaba en la mano / dijo el viejo  
mientras se desplomaba /  
desnudo  
escrito /  
rojo // 

© Rubén Gómez

 

Poema de Norma Segades


 LADY GODIVA 

Compadecida de los sufrimientos y apuros de sus vasallos, a los que su marido esquilmaba con tributos abusivos, se solidariza con ellos pidiendo a su esposo que rebajara sus impuestos. El conde accedió con la condición de que su esposa recorriese Coventry a caballo, sin más vestidura que sus largos cabellos. El día elegido, mientras ella cumplía su promesa, todos los pobladores permanecieron encerrados en sus casas, para no perturbarla en su desnudez
Coventry – Inglaterra (1040)
 

Vacía la ciudad ante mi paso.
Vacía la ciudad.
Nadie en las calles.
Nadie en los laberintos del mercado.
Corridos los cerrojos tras las puertas.
Ciega al fulgor
la piel de las ventanas
mientras cabalgo
a lomos del silencio,
de esta pulcra piedad hecha convenio,
de esta caritativa desvergüenza
exhibiendo mi ingente compromiso
con la fidelidad de la palabra
que empeñé
por amor a tantas víctimas
despojadas por tropas implacables,
por mesnadas de usuras,
por rapiñas
inaugurando crueles abstinencias,
asolando sus breves esperanzas.
Yo soy Lady Godiva,
la señora.
Envuelta en el pudor de mis cabellos
transito entre discretas soledades
a cambio de un gravamen en menguante
que permita el consuelo de la hogaza
porque ya es tiempo de pensar un mundo
regido por preceptos solidarios
donde no nos oprima la injusticia,
ni la postergación nos avasalle
con eclipses de pena acantilada.
Porque ya es tiempo de parir conciencia,
de engendrar cada honesta rebeldía
con esperma de cielos perentorios;
desnuda,
desafiante,
responsable,
avanzo bajo el sol,
hacia la plaza.
 

© Norma Segades

Poema de Miguel Oyarzábal


POR CRUZ

Te rezo, Dios;
desde esta mesa.
Con la ginebra frente a mí, por cruz.


Te pido:
por los nervios que me abandonan;
por lo difícil que se me hacen los dedos;
por el sol, que no veo
por los chimangos que desde hace un tiempo andan por el techo del cuarto
por las horas que me quedan de café;
por los rincones oscuros de la madrugada;
por la vida que se me seca en la garganta;
y por lo que ya no recuerdo, y todavía me duele.

 
© Miguel Oyarzábal

Poema de Darío Paiva



Incertidumbre

      (…”la Viajera no viene, no vendrá”…)
el poeta enamorado de la viajera;
el eterno ausente;
el recién llegado,
         cubierto de asombro y río.
de todos estos Hombres,
por cuál soy habitado hoy.
quizás:
el que mira reventar los hormigueros,
en los días de humedad,
y no siente la espera inútil;
o quién para no saberse distante,
se conversa en la noche;
¿el insomne fracasado bajo el rocío?
y de todos Ellos,
cuál resignará primero
        lo que no llega,
        lo que jamás será nombrado. 

© Darío Paiva

Poema de Lidia Cristina Carrizo


Nos pertenecía. 

Aquella casa donde vivíamos, guardaba todos los recuerdos.
Allí, donde ha quedado tu mirada más pura, el inocente beso,
que nos encendió a los dos, los rostros abiertos al cielo y el
amor era tan bello y lo creíamos muy lejano. Nos pertenecía. 

Volví a buscar sus ecos en la casa, descubriendo lo
que quedó en su crecida memoria, una magia única,
en pequeños remolinos, que tatuaron mis temblores
de dicha, como cuencos sagrados en la casa de oro. 

Sin fecha gastada caía la llovizna, que teje y entreteje su música inigualable,
mientras leo lo escrito hace un tiempo, líneas, rayas, puntos, curvas que aún
respiran aunque soplen tantos vientos, se caigan los pasos en la memoria de
atrás, donde sumerjo mis pies en esa casa, donde desnudos recorrieron sus
galerías de silencios y las mañanas me sorprendían como si fuese un laberinto. 

Un patio, un nogal pegado a sus raíces.
Mi memoria, un aleteo de pájaro, la vida.
 

© Lidia Cristina Carrizo

Poema de Silvia Mazar


 
 
Un arco, de colores
la rosa cromática
el desvelo
una nieve que nos baja
el mensaje, bajo el suelo rocoso 

La mirada, sin espejos
el carácter milagroso de la espera
que nos mueve
en dirección contraria del infierno 

La caricia, de esa mano
que por tanto conocer nos es distinta
y el índice señala
las veces
en que los ángeles nos recordaron 

sin apuro, a hurtadillas
voy quitándole las capas
                                   a esta vida
 

© Silvia Mazar

Poema de Eduardo Espósito


EL MIEDO MANEJA EN LÍNEA RECTA 

Ella despierta El Miedo maneja en línea recta
Ella no sabe dónde duerme apretada la belleza
Sólo admite un sueño de tragedia griega
como si los dioses chusmearan con la almohada
los más grises secretos de un marido
Ella lo despierta con el más común de los lugares
Su pubis un grueso alfiletero
Él la calma seguro de sí y de su amor
Frota ventanas desiertas
Reduce aquel sueño a una ecuación inexistente
La vaguedad de la escena se desliza
como un pan que nadie muerde en la vigilia
El sol hábil en subir los ánimos del pájaro
aniquila el pavor de lo irreal
Él la colma de escamas de sábanas gastadas
para que Ella abreve en lo tangible
En tanto el Miedo desconcertado por el clímax
saca la mano para doblar.  

                         A Theodore Sturgeon 

© Eduardo Espósito

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Poema de Cecilia Glanzmann


oración 

Doy gracias por la merced de la vida
que es siempre esperanza de principio.  

Doy gracias por la palabra en el poema.  

Doy gracias por este percibir el equilibrio
en el aparente desorden de las fuerzas.  

Doy gracias por sentir tan hondo
vibraciones de la Luz.  

Doy gracias por el Cristo Cósmico
adviniendo.
 

© Cecilia Glanzmann

Poema de Nilda Barba


la lengua materna
como si el zorro y las uvas
el lobo y las ovejas
como si todo fuera sencillo
se ven morir
las hermanas
buscan el aire
en esas residencias
los refugiados
no se le parecen
esos viejitos no se le parecen 

la lengua materna falla
tiene que haber un hogar
que no aniquile
esa mano extendida
en las caricias
que sólo él
que sólo papá 

uvas y ovejas
como si todo fuera sencillo 

no se le parecen
 

© Nilda Barba

 

Poema de Alberto de Jesús Goicouria


Seducir es también acoger al otro
pero eso qué importa
si la vida es un denodado fugitivo
que lleva la radiante mascara del tiempo justo.
 
Escribo
para no ser sólo el guardián de mis visiones.
En cada verso figura mi agradecimiento a las luciérnagas.
 
En las buenas intenciones
hiere incansablemente la impotencia,
camino tras camino,
sendero tras sendero,
el sacrificio deja una huella
visible desde la oscuridad más distante.
 
Pero es en el día
         que sabremos
que al dormir
               somos invisibles,
porque la vida pasa
                     y soñamos
en un confín de inmensidad
          y es entonces
           que nos disgregamos
             armoniosamente     en el mundo
hasta dilatarnos envueltos en todo,
pasando sin reconocer
los efectos llamada de la vida,
la galantería del color en el paisaje,
el desmangado realismo de los sueños
y tantas otras
maravillas.
 

© Alberto de Jesús Goicouria