29/3/15

Poema de Paulina Juszko




VIAJE
tan repetido
 hacia la patria
   flecha de fuego en busca del blanco
   bajo cielos eternamente cargados de lluvia
    sueño de un mar amante depositándonos en playas
   infinita/eternamente doradas
     espejismos deslumbrantes engarzados en el paisaje matemático
 fuentes inagotables
     misteriosas bestias de Rousseau grandes gatos de Blake
     acechando entre el follaje o en poses de maniquí
y una luz
  elástica densa demente
   que se deja beber nos transita las entrañas
   hasta lo más hondo
    donde los veranos delirantes de la infancia.


© Paulina Juszko

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Poema de David Rosales


PARES

Somos
espiga
albaricoque
brasa inmóvil,
No, aún no sabemos,
que amar es el sino,
que tenemos a la ternura por lluvia,
la soledad fuera de casa,
la pasión a flor de manos.



© David Rosales

Poema de Raquel Fernández


SALLY’S SONG

Si yo tuviera diecisiete años
te diría
que hay algo en el viento.
Si tuviera diecisiete años o si fuera
un personaje de Tim Burton,
una muñeca hecha de remiendos
(yo también estoy remendada
pero a mí me duelen las costuras,
y esa manía tuya de tajearme el alma,
y esta manía mía de desnudarme hasta el llanto).

Si yo tuviera diecisiete años,
si  fuera una muñeca que nunca abrió las piernas,
que nunca tuvo como ruta el hambre,
que nunca salió a la calle con un vestido nuevo
para que un hombre cualquiera
(vos, vos, vos)
la convirtiera en reina, puta, poema,
te diría
que hay algo en el viento.
Te cantaría, amor, te cantaría.

Te cantaría
y no me dolerías tanto.



© Raquel Fernández

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Poema de Miguel Oyarzábal



Mi garúa

Garúa.
Se me encoge la mirada;
no es por vos,
ni por ninguna otra.
Es una dolencia antigua,
una enfermedad vieja.
Cómo explicarte:
Es el desamparo frente al reloj pulsera,
a un picaporte,
a la ventana.
En fin,
no me hagas caso.


© Miguel Oyarzábal

Poema de María Laura Coppié

 

Él vio, ella vio 

¿No es demasiado truculento
para vos?, me dice
quien me conoce desde
que ni yo sabía quién era.
Claro, no sabe que ya
no me ven esos espejos
la mirada que modificó el espanto.
Que no nado entre tornasoles,
que ahora abrazo cactus y
aprendí a afilar cuchillos,
sólo bordo del plateado que dejan
las babosas a su paso.
Enhebro husos malditos que todo lastiman.
Me maravilla el caleidoscopio de la sangre,
desconfío del mimo,
le rezo a un asesino serial, mi super héroe favorito,
invento patologías ásperas,
diseño más crímenes que tormentas.
Y sigo hablando con los perros
pero soy yo la que ladra más fuerte.

Mi amor de hoy no conocerá
aquella paciencia de valle
ni dormirá conmigo
siestas libando palabritas.
No se encontrará a la asombrada,
a la sedosa, a la frutal yo.
Mi amor de hoy ya no canta
quizás porque sin saberlo
su mano joven me extraña.


© María Laura Coppié

Poema de Sonia Rabinovich



                                   A mi madre

Caminé con su cuerpo entre los brazos
durante toda la noche.
Recorrí insomne los pasillos de la casa
con el cuerpo de su lágrima                      
apoyado en el pecho.

Caminé llevándola, hamacándola
a un consuelo que la devuelva a la boca
que hoy no acepta el trípode de la pena.
Antes se transformó en agujero
y después llegaron  los silencios.
La llevé , apoyada su impotencia
sobre mi hombro, durante toda la noche,
y caminé con sus piernas hasta quedar exhausta.
Caminé toda la noche con el dolor
de madre entre los brazos
y ahora escribo, dormida sobre sus ojos
sintiéndola erguirse      
entre la nebulosa de unos tacos aguja
mientras se acomoda el pañuelo frente al espejo.



© Sonia Rabinovich

Poema de Máximo Ballester



POEMA DE AUTOAYUDA nº 14

Considérese a sí mismo como un milagro.
Usted es único e irrepetible.
Nada tiene más valor que su vida.
Aléjese de pensamientos negativos o dudas.
Deje de ser juez de usted mismo. Pero antes
declárese inimputable.


© Máximo Ballester

Poema de Yanina Audisio



COSA

Una cosa como el disimulo
Llenando un espacio
Una cosa como la forma de vos
Nacido en eso que montás
El escenario de la caída
Te respira cerca
Una cosa como la casa
Que no alcanza a sostenerte bien
Y esa caja o ese cuarto
O ese fragmento de sueño
Mal dormido
Una cosa esquiva
Y sonreír apenas
Una cosa explorando debajo
Y el nombre muerto de todas las cosas
Una cosa miente entre los dientes
Que no mostrás
Una cosa se erige
Una cosa pesada que inmuta
La catástrofe
La planta no se secó a tiempo
Nada arde entre tus manos
Puede ser
Hoy o mañana
El disparo de la cosa
Encima del mundo que te sostiene
El disparo de la cosa
Encima tuyo.


© Yanina Audisio

Poema de Roberto Abad Jordán



AUTOR ELIMINADO POR EL PROPIETARIO DEL BLOG


                 
    

Poema de Silvana Merlo


Fuego que hiere

mis manos se desintegran
hasta contener tu dolor
mis manos se adormecen
en una pesadilla que transita
por oscuros pasillos:
                damas antiguas
niñas hablando idiomas extraños
que no se parecen a mí
ni a mi infancia
mis manos no imaginan
ni dibujan rostros rotos
ni escriben con una aguja de agua 

sólo intuyen
lo extraño
lo que no existe
lo que no se cree.


© Silvana Merlo

Poema de Yamil Dora


quién trajo este barco
a este puerto

qué mano buscando mi alma
apretó el botón
del dolor

quién trajo esta angustia

de enero

y quién vació mi bolsillo

quién juega conmigo
su juego
y le habla de mi
mal a dios

domingo de enero

te vi

y no estabas conmigo



© Yamil Dora

Poema de Teresa Gerez



DUDA

Después de haber leído esos poemas
que escribí pensando en vos,
me preguntaron:
de amor, no?
Respondí rápidamente que sí.

Ahora que lo pienso bien,
no sé.



© Teresa Gerez

Texto de Nora Coria


RENACER

Wayra… Wayra... dice en voz baja una de las warmis mayores mientras arropa con tejidos de llama al pequeño que duerme a su lado, a la intemperie, junto al círculo de piedras donde impera el Fuego.
Es que esta noche el Viento sopla fuerte en Los Andes y es necesario aplacarlo susurrando su nombre. Será el solsticio de invierno y todo volverá a nacer cuando el Sol se presente para iniciar un nuevo ciclo.
Wayra… Wayra…
Esta noche el Fuego es centro de consideración en muchos puntos de la América profunda. Miles de ojos sostenidos en las llamas a un mismo tiempo en torno al círculo que iguala.
La luna es una exigua fuente de luz.
Arde la leña, crepitan las astillas.
Se intuyen cuerpos, manos, bocas.
Las miradas aprenden el encuentro entre destellos.
Wayra... Wayra...
En Lengua Madre, un Abuelo inicia la ceremonia. Su aliento vibra en el silencio, su voz añosa se agiganta transmitiendo la fuerza del “Buen vivir”. El Inti Raymi aviva en las almas la certeza de esa única opción.
Fragancia de sagrada coca y humo blanco de copal ascienden enlazando Tierra y Cielo.
La palabra hermano creció hacia el amanecer. 
Y el Inti se manifiesta encendido.
Púrpura.
Naranja. 
Oro.
Wayra... Wayra...
El Viento obstinado aún busca melodías entre espinas de cardones.
Wayra... Wayra...



© Nora Coria

28/3/15

Poema de Elisa Dejistani

 

EXILIO PARA NO MORIR  

Despertar atraída por antiguos sitios
donde el vértigo es riesgo
de saberse enclavada en la tierra
sin embargo ajena
extraña
en un exilio para no morir.
Porque tiene infinitas pausas
este querer encontrarse
para someterse a una ley implacable.
Cuídate de la ruptura que surge filosa
y aprendió a volar a solas.
Cuídate de esos pesados sepulcros
de la tierra
para rehacer un gesto extraviado
aquí dentro: en esta jaula orgánica
continente de pájaros perdidos.
Quizás  vuelva a contarte
aquello que nunca creíste
con una voz indudable
esa que restituya la palabra exacta
pronunciada con labios anteriores
a este tiempo
de sombras agoreras.


© Elisa Dejistani

Poema de Catalina Boccardo



Pluma

insensato arrojarse
frenar la última décima de un precipicio

 el pájaro en su porte de seguridad 
cobra significados

pluma
sostén inconcluso



© Catalina Boccardo

Poema de Antonia Taleti



Del amor desconocido
me gustan las maneras
a  qué budacristoalá
o como lo llamen
dar las gracias por
el árbol florecido
el solcito detrás del vidrio
el abrazo del compañero
la cerveza compartida.


             © Antonia Taleti

Poema de Cecilia Glanzmann



TELAR CELESTE

 La Creación creándose… En alabanza y en silencio. 
                                   C.G.

Fíjate en lo que dices
y en lo que cuentas,
fíjate en lo que dice
al otro
el telar celeste.



© Cecilia Glanzmann

Poema de Daniel Martínez


TESTAMENTO 

Mis cartas de amor
mi biblioteca de Babel
mi Quijote de papel
mi eterna ilusión 

mis sueños mis dudas
mi discreto equipaje
mis fotos de viaje
mi retrato de Neruda 

mis copias de Monet
mis caleidoscopios
mi alma de cronopio
y mi minuto de fe 

mis fósforos tallados
mi colección de sacapuntas
mi mejor pregunta
mi secreto guardado 

mis recetas de cocina 
mis discos de jazz 
mi rincón de paz
mi canción preferida 

mi sombra mi huella
mi vino mi pan
mi cielo mi mar
mi reloj de arena 

mi ternura y mi pena
y todo lo que viví
y todo lo que perdí
dejo a este poema



 © Daniel Martínez

Poema de Cecilia González Gerardi


Rojiza,
hasta la carne,
horadando,
limpia,
la aguja del silencio.

Orificio sin salida
el hueco de tu no-presencia.


© Cecilia González Gerardi

Poema de Beatriz Arias




La noche joven asesina al sol,
se alzan los pájaros
como niños luminosos,
un horizonte violeta
me traduce la vida.
Estoy aquí,
dueña de las horas que envejecen
y cuento las heridas
de una mariposa moribunda


© Beatriz Arias

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Poema de Carmen Amato




Tatuajes y Grafittis

En esta ciudad me ha sorprendido
la educación de los estudiantes,
ellos no rayan las paredes
con consignas ni grafitean los muros;
civilizadamente hacen sus pintas
con gises de colores en el piso
a lo largo del corredor principal
que va desde la calle Universidad
hasta el Memorial Union:
protestan contra la marginalidad,
apoyan a los demócratas
y a las tropas,  invitan a la reflexión
ante las elecciones,  sobre la libre
elección sexual  y la próxima venida
de Cristo.
Es hermoso estar en el primer mundo,
donde la Propiedad Privada es un derecho
y su respeto un deber sagrado,
donde los  estudiantes reservan el grafitti
para plasmarlo en sus cuerpos.



© Carmen Amato

Poema de Teresa Vaccaro


BILLAR A TRES BANDAS

                               A Sebastián, mi padre.

Circa 1945. 
Dos hombres de saco y corbata. 
Engominados. 
Gemelos en los puños de la camisa. 
Un cigarrillo esperando. 
Chicos curiosos atrás. 
Paño, taco, tiza. 
De chiripa lograrán la carambola. 
Tal vez en el Café Dante de la Avenida Boedo.


Billar a tres bandas. 
Buenos Aires en sepia. 

Amistad duradera.



© Teresa Vaccaro
Foto enviada por la autora del poema

Poema de Amalia Mercedes Abaria


EL INOCENTE

Y en el ensueño,
ya no lucha
las piedras
una por una
le golpean la espalda.

Los otros miran
gozosamente
murmurando  sobre mortajas
y epitafios.

Ahora el inocente
recuerda aquel día
cuando su madre
y un Ángel?
besaron sus manos.

Inertes buscarán
nuevamente la plena luz
antes de llegar a esta tierra,
a este polvo, a esta nada.




© Amalia M. Abaria

25/3/15

Poema de Ana Guillot


yo era la pequeña
detrás del árbol, la tila

yo era la pequeña
en la sala de espera
de cada circunstancia
mirando de reojo
el sexo inmaculado
las costumbres
(el vientre a ras del piso
no dice lo que zumba)
(el vientre a ras del piso
esconde verborragias y placeres)

yo era la pequeña abrazada al árbol caudal
morada y desnuda
(los padres se abrazan 
poco
diluyen los gemidos
y el arte de cantar
son austeros sensibles laboriosos)

/ella cuece rosales aunque sea pequeña
quiere conocer
lo que duele
los picos de las aves
en su almohada
(el vientre a ras del piso es una esponja
un abrevadero de aguas)
(el vientre a ras del piso
promete vino y pan)/



© Ana Guillot

Poema de Mónica Angelino

   
humedad 
pintura blanca anti hongos 
en las paredes 
y la sensación gris 
que avecina la tormenta. 


© Mónica Angelino

Poema de Fabiana León



Domingo

Las certezas
se descalzan
las tardes
de domingo
muerden
nuestros talones
quieren saber
cómo seguir
mañana.


© Fabiana León

Prosa de Flavio Crescenzi




Balada para lo que sí vuelve 

     Todo en vos suena a futuro. Lo dicen mis brazos que se extienden, lo dice el viento en su sentencia, lo claman las campanas de un templo que se hunde. No sé tu voz ni tus recelos, no sé si hay huesos en los guantes, pero ya me han brotado mares de los ojos y un pez enorme se ha comido mi orgullo en dos mordiscos. Hay un revés de sombras en mi boca, ya se las escucha volver a sus corrales, tienen miedo de nosotros cuando tejemos brumas polvorientas, miel de estambre, pájaros que explotan de funestos perdiendo su gordura. Sobran las palabras, falta un cuerpo; sobran los cuerpos, falta un grito. Me he puesto pestañas de aluminio para que el sol no me enceguezca, me he puesto tu recuerdo de risas como líneas, toda eras de vidrio si tu palabra me marcaba, toda de una dulzura añeja y conocida. Sobran las palabras, falta un cuerpo; sobran los cuerpos, falta un grito. Tu rostro es un palacio del que debo rescatarte, las nubes se enciman como heraldos y cambiarán este buen clima. Ya piafan los caballos su coz de siete trinos y no hay relincho que quepa en un anzuelo. Sos la hermosura que viene a hacer justicia en un desierto de morsas que se expande, sos la hermosura y ya no importa. Sobran las palabras, falta un cuerpo; sobran los cuerpos, falta un grito. Me encadenaré a tu alma bulliciosa como un preso a la piedra que lo guía, me haré tu sombra compañera por los próximos eclipses, por los próximos fulgores y te haré saber de dónde hemos venido y hacia dónde vamos para amarnos. Que nos teman los cuervos pendencieros, que nos tema la estéril vanidad de los narcisos, que nos teman, vida mía, que nos teman. Sobran las palabras, falta un cuerpo; sobran los cuerpos, falta un grito. Un huracán guarda su semilla dentro tuyo, yo recogeré toda cosecha.


© Flavio Crescenzi

Poema de Claudia Ainchil


SI NO ESTUVIERA AQUI...

En un bar, en una taza de café
tumulto de humanos solitarios
cierta joven lee, nadie interrumpe su destino
cada universo intimo
aislado
es la música
son aromas contrastando silencios
un mortal y su mirada acribillada
un cascaron de proa
un ayer
quizás descartable
desiguales hormigas en su propia maraña
expresiones alertas que caminan sin moverse
un mundo demasiado ensimismado…
si no estuviera aquí
donde estaría?...
alguien ríe, nos damos vuelta
afuera de estas cuatro paredes se desata el tiempo
un tiempo que nunca se detiene..


© Claudia Ainchil

23/3/15

Poema de Gustavo Borga




algunos
poetas

dan
saltitos

se
esconden

gritan

hacen
cosquillas

ríen

clavan poemas
en los ojos

chupan
la sangre

asesinan


© Gustavo Borga

Poema de Laura Panizo

  
Secuencias

Que ocurra la huella
en el empedrado

y que la noche se sostenga
en aquel recuerdo.

Infeliz aquel
que no deja rastro
al pasar.



© Laura Panizo

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Poema de Jorge Moreno de los Santos


        Ser musgo,
ser átomo,
ser burbuja,
ser una policroma invención
de niños y de sábados.

         Algo más que huesos y cadencias,
algo más que brújula deshabitada en el transcurso.

        Acaso dulces:
como un mar atardecido.
Dóciles como la tierra mojada
y perdurables como cigüeñas y campanarios.

         Ser travesía
que ignora,
que todo acaba
donde todo empieza.




© Jorge Moreno de los Santos

Poema de Clelia Bercovich


Al poeta que perdió  un sauce

Con el súbito despertar de los veranos
Olvido  la trenza oscura que ato
y desato cada noche
Como si un final adormilado
fuese la única respuesta
Veo el sauce  inclinándose
el  imperativo deseo
 su cabellera que toca  el agua
Escucho  el canto del pájaro
 que hizo nido junto mi ventana
Sabe de su vida breve
 y canta
Hasta el final será  el trino
Veo el sauce  en el río

Lejos


© Clelia Bercovich

Foto: Gustavo Tisocco

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Poema de Marizel Estonllo


Alrededor  de la tarde

                            a Jorge  Cabrera


Esta hora en la que el sol pone su mano en los edificios laterales.
Hora donde dejamos las armas porque empieza el amor

Esta hora que es ciertamente dulce porque prevalece en su tibieza.
Soporta lo que es certero y final.

Todavía podemos alejar la muerte, distraerla,
Desatenderla. Desalentarla.
Ella se demora en los ojos de los locos
donde la furia y el pánico son los sellos
de las dos  manos que abren la desesperación.
No hubo dios del miedo, no hubo dios del dolor.
Pero la locura fue del dolor  su última defensa.

Y luego la  apacible tarde de los poemas griegos,
Sus consecuentes secretos
La única manera de conocerse en la amplia fantasía del  deseo
en la grieta movediza del sueño.
En la dulce caricia de la amistad.

Haber dejado de apurar los rumbos
Hacerse agua y deslizarse.
Juntar caracoles en la costa, para nada, para ningún fin.
Acercarse hasta la orilla sin haber dejado ninguna tristeza interrumpida,
ningún dolor apremiado.

Solamente el cauce limpio, la tierra abonada,
un poema escrito  en una habitación a plena oscuridad.

Una hoja iluminada, abierta  en la plenitud de lo otorgado .

Y ese gesto  se aproxima alrededor de la tarde, 

Como un oportuno modo de estar. 



© MARIZEL  ESTONLLO