29/3/14

Poema de Jorge Boccanera


El ángel de la muerte

Oigo pasos ¿será la boca de tiznar y el navajazo
             en pleno rostro?
Así te acechan como ¿será la antorcha de otra voz
             que va sobre la tuya?
Escucho pasos y ¿será el escupitajo en la tela de
             araña de tu infancia?
Así te azuzan como ¿será la cruz al rojo en tu
             mejilla?
Oigo pasos cerca de ¿será como esos guantes
             rozando tu estación?

En la memoria hay una puerta rota.
Los sueños son distintos y el final es el mismo:
            el asesino que te besa.


© Jorge Boccanera

Poema de Patricia Díaz Bialet


FETICHE

                  al hombre manta de silencio

sólo si así alguien me penetra 
yo florezco en cada espacio de polvo que me sobrevuela
sólo si así me dicen me contraen me retuercen con mano de estigma

si así me aplastan me lamen me aprisionan
aunque haya este vidrio esta pena
estos huecos exagerados en mi memoria

© Patricia Díaz Bialet

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Poema de Walter Mondragón





RONDA

II

Sus coros
Como trinos
Bajo el árbol de mangos
Del solar
Versos sencillos
Alados ecos
       (música a mis oídos)
Resuenan
Prenden el aire
Suben sus escalas
De colores
Alientan la ternura
Tras los visillos
Traen su calor
Mientras libres las niñas
           (de ojos o narices)
Gritan dichosas
En su danza de hadas
Fugadas en la niebla.



©  Walter Mondragón

Poema de Silvia Rodríguez Ares

  


Está bien

Perdí mi corazón en el camino.

El jueves me llamaron de la China.
Un monje lo encontró.

Me cuenta en su lenguaje
que los niños de su pueblo lo adornaron con guirnaldas
y lo llevan
de paseo bajo el sol.

Como a un perrito, como a un duende.
Un globo alegre en fa mayor.

Insiste en devolverlo.

Le digo que no importa.

Que está bien.


© Silvia Rodríguez Ares


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Poema de Olga Liliana Reinoso


LA VISITA

Ayer me sorprendió. No era discreto.
Era escándalo, vértigo, demencia
era un embotellamiento de temblores
casi fetales y onomatopéyicos.
Subió a mordiscos por mi piel de archivo
desempolvó los viejos cobertizos
germinó en durazneros opulentos
terciopelo y deseo
fiebre y salto.
Yo sé que de mirar hacia tan lejos
se me vuelve distancia la mirada
y no hay muelle en que atraque  aquella barca
donde vaga el fantasma que me abraza.
Pero vuelvo del miedo y la resaca
a lucir atavíos presurosos
y en un cosmos onírico, imposible
soy el nuevo arlequín de tanta farsa.
A este huésped de llanto y de saliva
sólo ofrezco el abismo de mi boca
sólo estas manos nómades, gitanas
de trasnochar laúdes incendiarios.
Le doy mi corazón –borracho insomne-
en un rito fatal.
Muerta a sus pies, despavorida o loca
me convertiré en nada.
Cuando parta.



© Olga Liliana Reinoso

Poema de Rubén Gómez



(cascarita)

no siempre se espera /
el golpe del sol en el cerro /
cuando cae se siente
golpe amarillo /
golpe otro naranja /
y más rojo otro /
después
es como una sangre áspera /
cascarita en el ojo que atardece /
una lágrima de mar //


© Rubén Gómez

Poema de Mariana Vacs


EN TRES TIEMPOS

1

Zumbido
Turbinas arrancan
los oidos a la mañana.
Explotan vidrios
implosionan edificios

No es la guerra
pero se le parece.


2

Estallan las palabras
antes de llegar al subsuelo
se desgarran sustantivos
ocultos en escombros.

Los nombres tienen cuerpo
y eso duele.


3

La rueda de la fortuna
se detuvo en esta ciudad.
Todo
 cae
en su peso específico.

Dimos la vuelta al mundo
de la peor manera.



© Mariana Vacs

Poema de Silvana Merlo


Melancólica resonancia

Atrapadas como esclavos
atrapada como un preso mirando a través de una ventana
atrapadas como espejos donde se dejaron de mirar
atrapada como gaviota sin cielo
atrapadas como gritos jamás escuchados
atrapada como un amor no correspondido
atrapadas como sueños no cumplidos

                   pero las almas liberadas
no conocen el encierro
en sus profundidades
reflexionan
creen.


© Silvana Merlo

Poema de Oscar Perdigón



Tengo que abandonarme a esta espera/
mirarme desde el centro mismo de mi perplejidad/
escribirme en papeles de instantes/
diluido y deformado en la tinta del tiempo/
y que el olvido/
me abandone en otra piel


© Oscar Perdigón

Poema de Mónica Fazzini

 

Lechos de intemperie 

veredas heridas
vidrieras impías
manos huecas
ultraje 

como si un furor de hiel
agriando el pan de mañana
no pudiese más que relamerse 

                           Buenos Aires, 2001


© Mónica Fazzini

Poema de María Elena Simoes



Celular

Un mensaje traza un deseo
alguien llama sin voz

la mano va hacia el prójimo
como a la fuente del habla silenciosa

un gesto se desnuda
muestra la bruma del miedo
o la briza del gozo

cuando en las manos el celular
comienza a temblar.


© María Elena Simoes

Poema de Néstor Cheb Terrab




gen tildado diferente
a la suerte de brújulas humanas
los sabios de la adoración
siembran caperucitas
en la cima de la perinola
desafían a los estudiosos del punto
inferior que rueda

mastico el derviche de sal
no encuentro la llave
de la caja vacía
de las siete caras
paredes que caen al cerrar
los ojos
toco chacras de la luna
despertadores de polvo alarman
al propósito

nadie sabe del derviche
sólo el rumor del hueco que eleva
quemado el espectro
del árbol
sal/pica al mosquito
para sacarle la poesía
a la araña no le gusta
salado
se hacen plaga
oxida
al que necesita
caer



© Néstor Cheb Terrab

Poema de Rita Kratsman



quiero seguir escuchando
el ritmo calmo de la urbe
sin que el agua todavía, vaya
a tapar el sortilegio del instante
y mi ritmo cardíaco más fabuloso
contra una pantalla en la semioscuridad
¿qué otra cosa de infinito
refugio
qué otro refugio sino de palabras?
mientras un avance de nubes por el sur
y la corriente de aire húmedo
hacen del amanecer
un solo poema


© Rita Kratsman

Poema de Sonia Rabinovich



                          Paisaje  ---- Fraticcelli           
   
Toda la visión se oculta
por ese cuerpo atravesado de cicatrices del pincel
El pintor dijo gris
y ningún trazo quedó lejos del nombre.
Una montaña gris,
espalda gris,
ausencia casi negra.
Solo deja ver dos árboles,
a la derecha una pequeña ventana iluminada
y a la orilla, cerca del marco
tres lineas blancas:
Un banco para descansar los ojos.


© Sonia Rabinovich

28/3/14

Poema de Álvaro Baltazar Chanona Yza


 EL EVANGELIO TURBIO DE VIRGO.  

Aún veo temblar los escalpes humeantes
de todos mis hermanos israelitas
en el crematorio helado de los nazis. 

Los clavos y los tres maderos que sostienen
el abrazo fatal de un carpintero
que no quería ser rabí. 

En la pantalla de plasma el estrecho bigote
                              de un nuevo dictador
la insoportable huella de un oso carnicero
hundirse sobre la nieve resignada de Siria,
Auschwitz y Terblinca. 

Los nietos hermosos de Palestina
inmolarse como pájaros de fósforo azul
junto a los gritos ensordecedores
de una ambulancia o un mortero... 

Mientras escucho un shofar
llorar sin descanso: el corazón de María
               en los suburbios de Getsemaní
en cuyos muros pretéritos
no ha dejado de orinar piedras y sangre
ese viejo gorila llamado
Herodes El Grande... 

El solo hecho de mirar me hace culpable
ser parte de esto es mi castigo... 



© ALVARO BALTAZAR CHANONA YZA.
Foto enviada por el autor


Poema de Álvaro Olmedo



morar en la inmensidad del desierto
en una tienda con la propia piel
            recostado sobre el cuerpo
ahogar lágrimas secas
y comenzar el peregrinaje

luego de siglos y sed
                 olvidar la sed
levantar un brazo una antorcha
descubrir el misterio encerrado bajo la palabra misterio

cabalgar de viento
                tormenta y arena al fin
y cuando no queden más que granos de sal
cerrar los ojos
bucear en el silencio bajo turbante
             o entregarse
             a la cobardía de la multitud


© Álvaro Olmedo

Poema de Xenia Mora


HUELLAS

Cuando caminas sin dejar huellas
surcas el inerme paso de lo incierto
el grito de las piedras te estremece.

Renuncias a la dignidad del ser
caes al precipicio del conformismo
llegas al cementerio de los pájaros.

Cuando te atrevas a escalar tu montaña
sigue el camino de las hojas que dejaste;
te esperan, recógelas y respira vida.

Mientras observes el poniente
sentirás la paz de dormitar
en el ombligo de tu luna.


© Xenia Mora Rucabado

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Poema de Alberto De Jesús Goicouria


Amanecerá mañana. 

Llegarán innumerables 
cantidades de días, 
muchos más
 de los que hemos vivido. 

Pasará el tiempo, 
recorrerá las nubes, 
la tierra árida 
como recuerdo de nuestro deseo. 

Renacerá la infancia 
frente al vértigo de la luz. 
¿Dónde están? 
¿A dónde fueron abuelos? 

Mi fragilidad 
es grande. 

¿Existen esas ventanas 
que revelan la noche la nostalgia la acuna?

Que no sea vana 
la inmensidad de los momentos que se nos escurren. 

Hoy es temprano, 
el alba aún no destella, 
quiero amar 
lo que ya tengo: 
este bello infinito 
de soledad y misterio.



© Alberto De Jesús Goicouria

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Poema de Cynthia Rascovsky


Anoche

Anoche deje que la luna llore por mí.

Vencí cada lágrima.
Desinflé cada molesto.
Escurrí toda pena.
Vomité todo desconsuelo.

Anoche deje que la luna llore por mí.

Me abracé a mi piel.
Humedecí mi boca.
Acaricié mis ojos.

Anoche deje que la luna llore por mí.



© Lorena Cynthia Rascovsky

Poema de Daniel Chao

  
Si venís al sueño 

Si venís al sueño, al común,
si con las luces desmayadas
y las ropas desprendidas,
si ya educaste
a tus poemas aun-no-tinta
para que a horas correctas
te cepillen los dientes,
te apaguen la boca
y entren en fila a tu almohada
Si venís al sueño, al rabioso,
al antiguo y niño cada noche,
desabrochate los tabúes
y mirá desde la espesura
de tus pestañas
a tus oratorias refinadas
declinar y enlodarse
en el hondo ronquido
de la verdad.


© Daniel Chao

Poema de Claudia Ainchil

  
CREO Y NO CREO            

Creo y no creo.
Como una contradicción estética
mundo enfurecido
que entrevista sombras exageradas
o itinerarios que nunca cumplo
por si acaso.
Después, las voluntades de la mariposa
perspectiva circular, tan momentánea
grotesco silencio apurado
contextos indescifrables
en el alma rara desquiciada
la gramática no me salva
cada mafia de eso que dice ser aire
esta atestado de palabras
inmóviles cuando deberían ser trueno
y tsunami que extingue la calma chicha del desierto.
¿Te asilas en un cuerpo nocturno?
¿Cómo obtener el trazo que divida al viento?.
Llevar la condena a rastras
buscar siempre buscar
y la nada orilla.
Moscas.
Soy cuando menos lo espero en la antesala
esa nada a la cual acepto
cierta trompeta induciéndome
por karmas acalambrados en las venas.
Ir manoseando abismos
ojos claros precipicios perforan iris
ojos negros no se resguardan en la pantalla
se hacen chiquitos analfabetos
no advierten el significado de las reproducciones humanas
la opacidad del quizás quizás.
Mi mirada me excede.
Creo y no creo en las palabras
ellas giran 180 grados
y las evoco
ellas vuelven
y a veces no me encuentran.


© Claudia Ainchil

Poema de Ramiro Pelliza



Segundas nupcias del Cielo y el Infierno

Dios se guarda el derecho de admisión. el Diablo tiene pase libre para chicas, 2x1 para pibes.
la Barra cierra a las 5am.

comprar el Cielo por teléfono para que te lo lleven a tu casa no tiene incluidos los costos de envío.
el Infierno publicita máquina de ascensos al Cielo para abdominales. pero los cables son cortos o los abdominales trabajados queman el alma.

el Cielo es una transnacional que tiene puntos de venta en los shoppings.
el Infierno vende lo mismo en los circuitos de La Salada.
qué venden:
Eternidad King Size
Deambulación espectral en primera clase o clase turista.

el Ángel de la guarda hace dos turnos
de 12 horas.

el Cielo está cifrado por las opciones del Call Center.
el Cielo es el Departamento de Ventas.
están faltos de stock para vender Indulgencias. y la salvación es un bien escaso.
la música de espera no es el Limbo, es la puerta del Infierno.
el Infierno se parece bastante al Paraíso: contratan a la misma empresa de Call Center.

La ira de Dios: colgar teléfonos mientras las telefonistas
hablan con nosotros.


© Ramiro Pelliza

Poema de Marina Cecilia Kohon

  
 Dublín 

Todo es volver al límite
                             de nieblas
de una ciudad donde se brota
                             y se muere
a la abrumadora belleza
                             de sus faros
a su gesto como incendio
                              de tréboles
a tu voz que no encuentra un lugar
                              para escurrirse
tu mirada que mantiene el orden de todo
                               lo visible e invisible
el círculo en el que estoy encerrada
                                en sus claves
todo abona el mismo oxímoron de lo lejano
                                dentro mío.


© Marina Cecilia Kohon

Poema de Daniel Martínez



LOS HIJOS 

Aferrado al último lápiz 
y al último papel 
viudo ya de la última goma de borrar 
y de la excelencia de un mouse 
que ya no es más 
que un obsoleto e inofensivo 
ratón tercermundista 
en manos de Don Gato y su pandilla 
entiéndase por esto 
los tiernos pequeños 
encargados del encanto familiar 

aferrado al último lápiz 
y al último papel –decía 
dispuesto a defenderlos con la vida 
como el argumento 
de aquella vieja película de John Wayne 
en la fortaleza El Álamo 

uñas y dientes 
para este héroe de la poesía 
en los pedazos de bastión 
en los despojos de la torre de marfil 
contra aquellos aliados a la causa de la entropía 
que hacen una cuestión personal 
de la segunda ley de termodinámica 
que dice que todo todo todo 
absolutamente todo 
tiende a la destrucción 

solo totalmente comprometido 
con la paranoia kafkiana de Gregorio Samsa 
haciendo carne eso 
de lo que hablaba Cortázar en Casa Tomada 
espero sobrevivir al encanto demoledor  
de esa raza llamada hijos 
que dejan la certeza que en este mundo 
todo dura menos de la cuenta 
excepto 
      claro 
          el amor 


© Daniel Martínez

Poema de Cecilia Glanzmann


LA SIMIENTE

“…lo que el Espíritu produce es amor, alegría, paz,
paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad
humildad y dominio propio. No hay ninguna ley
que condene cosas como éstas”. 
 Gálatas 5- 22,23

Se abren nuevos territorios
en la Luz de Cristo Jesús.
Gorjea en los surcos
regados por la lluvia del universo
la simiente de un ciclo en adviento.

En ella
el amor germina hacia el Divino Plan
en este mundo de llagas y de cantos.


© Cecilia Glanzmann

26/3/14

Poema de Carlos Enrique Cartolano


Tremor

Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura,
y yo te siento temblar sobre mí como una luna en el agua.
Julio Cortázar, Rayuela 7


¿Cómo no escribir cómo no postergar por describir
Al ángel de cuclillas sobre mi mansarda? Esa mirada
Lejía del alma que rompe hervor desde el tuétano
Hasta las uñas funde soledad con pelusas de la piel
¿Cómo no postergar todo y ofrecerle este sábado?

A la hierba nueva de mi mejor lado a quien bautiza
Poemas entre borbotones de la sangre a quien ama
Esta boca apenas temblorosa a la que julio pensó
Tendida sobre el agua ganando el diáfano en horas
De pasión ¿Cómo no postergar cuando ella convoca?


© Carlos Enrique Cartolano

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Poema de María Ángeles Pérez López




La mujer espera la llegada de los ciervos.
Se sienta en la cuneta y se descalza.
Con la uña más pequeña de su pie
rasca la tierra blanda y enmohecida
hasta arrancar un árbol de raíz.
Con un dedo invisible en su estatura,
remoto soberano primordial
empuja los nogales, los gomeros,
las hayas y los robles, los manzanos.
Después, bajo la lluvia, se arrepiente
mientras le late el pánico en la ropa.
El dedo mutilado es como el odio
del árbol mutilado, en la mujer
que se pinta en los labios treinta y dos
piezas dentales blancas, esmaltadas
con las que no morderse los pezones
ni llorar por los árboles caídos
y que suben despacio, en sus alvéolos,
como subió cada árbol a su copa.
Del tronco descuajado, vuelto torre
gemela de otras torres neoyorquinas
caen los pájaros muertos, las personas
como estorninos muertos, el ramaje
como chicharra muerta, los tablones
como féretros muertos para Irak.
La mujer entretanto se avergüenza,
guarda el dedo y su uña, sus dolores,
el esponjoso hueco de la encía
en que ató cada diente su raíz
y levantó una torre mineral.
A su lado, los árboles reposan
su tiempo de madera, griterío
de perros y de niños clausurados,
los brazos y las piernas como ramas
taladas con dolor contra la tierra.
Los animales huyen espantados.
Los ciervos se disculpan y no vienen.



 © María Ángeles Pérez López

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