31/3/18

Poema de Gabriel Chávez Casazola




Tatuajes

Una mariposa de tinta se ha posado en la espalda
de esa muchacha.

Una mariposa de tinta que durará más que la lozanía
de la piel donde habita.

Cuando la muchacha sea una anciana, allí estará,
joven aún, la mariposa.

¿Cómo se verá la espalda de la muchacha
cuando la lozanía de su piel haya pasado?

¿Cómo se verá la muchacha que ahora ilumina
la verdulería, como una fruta más para mi mano?

¿Los viejos de mañana se verán como los de hoy
y los de siempre?

¿O serán diferentes, ellas con piercings en los senos caídos
y ellos grandes aretes en las orejas sordas?

¿Volarán mariposas en la espalda de las muchachas viejas,
arrugarán sus alas sobre camas del coma, se marchitarán flores
de tinta dibujadas donde se abren sus nalgas?

Tal vez no pueda verlo, ya yo estaré ido para entonces
con mi mano temblando bajo un jean de mezclilla
o con la mente ausente en la cannabis
procurando aliviar dolores cancerígenos.


Ah, una mariposa de tinta se ha posado en la espalda
de esa muchacha.

Una mariposa de tinta que durará más que su aire.

Cuando ella haya exhalado por vez última
allí estará la mariposa todavía.

¿Echará a volar cuando incineren su morada de carne?

¿Se pudrirá en la tumba como una concubina egipcia?

¿La escuchará alguien volar o quemarse o pudrirse
y podrá venir para contarlo?

¿Escuchará alguien la historia desde la soledad de sus audífonos,
de los grandes aretes en sus orejas sordas?


¿No son estas las viejas preguntas de siempre?

¿Volveré a ver a algún día a la mariposa?
¿Volveré a ver a la muchacha?
¿Continuarán existiendo las verdulerías?


© Gabriel Chávez Casazola

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Poema de Flavia Soldano Deheza


                                            
                                                                 

STALINGRADO 

atrás bestia! detén yegua el olvido
digan ustedes los fragmentos las esquirlas
hablo de Stalingrado

       o la patria donde nievan batallas por la patria
    congelan trincheras confiscan memoria de carne enlatada

    hablo de Stalingrado

    cuando ella honda profunda en fría casamata de acero
    escuchaba ella el canto de grullas kaláshnikov kaláshnikov
    por pampa tordos urracas horneros kaláshnikov kaláshnikov
    silbaron pájaros como ráfagas en vuelo

    entonces ella

    honda profunda apátrida

    caía

    moscas de hielo liban los huesos
    en Stalingrado
    en pampa
    Undertierra


© Flavia Soldano Deheza

Poema de Elisabet Cincotta



quizá hoy ya no tenga nada que decir
a modo de saludo
ha pasado otro año
no espero nada

el tiempo castigo
vació la casa
las paredes gruñen
mi cuerpo se mece
la rigidez pobló ventanas
y el rosal florece como puede
valiente no se degrada

con veredas rotas
cojera en la mirada
el dolor se desparrama
por cumbres solitarias

ya no me queda nada que decir
aunque el pensamiento
crece y me inunda
crece sin fronteras
                       crece
                             casi me ahoga


© Elisabet Cincotta

Texto de Claudio Portiglia





Pensarte es un acto diario como rezar o alimentarme / sin embargo / yo no rezo como rezan los creyentes / ni me alimento como los metódicos o los precavidos / yo rezo y me alimento con desorden / con glotonería hedonista / por puro placer /

pensarte / en cambio / mirá vos / te pienso con devoción religiosa / no sé explicarme / con humildad quiero decir / como si te necesitara

© Claudio Portiglia

Poema de Anamaría Mayol





EN LA SALA DE  ESPERA 

Mujer que se toca se cuida” dice  el cartel
y yo me toco
me palpo
 me  aprieto

me doblo 
me  acurruco

me cuido  de  mi
de  vos (negándote)

de tanta  soledad
de  tanta cosa  de  mujer
que  muere


© Anamaría Mayol

Poema de Alicia Márquez





El lejano oeste

La calle estaba siempre llena de diligencias,
de bares sospechosos y de extranjeros
de mala fama, y si no era la calle era el fondo de las casas,
y si no era el fondo de las casas
eran los patios infinitos de la infancia.
Nos escondíamos y de ahí disparábamos
a los cuatreros, o a los sheriffs, a los indios, según como
soplara el viento.
Y entonces: ¡Shelly mani mai piú sinkenauer forever!
Y la contestación:
Tiki li mon, pichu pichu!
¡Pá, pá! ¡Muérete, te acabo de disparar,
maldito!
¡¡¡Ahhhh!!! Y se moría.
Y después, todos los muertos que estaban regados por
el piso se levantaban y nos íbamos a tomar la leche.
Y el verano nos acompañaba con el ladrido de
las cigarras y la sensación absoluta de la felicidad.

© Alicia Márquez

Poema de Mónica Aramendi



Bajan al mundo de las pestilencias
donde anidan voces que jamás se escuchan,
secretos y llantos prohibidos.
La escalera sólo baja
cada escalón encadena
la tapa que pronto cerrarán.
La ciudad escenario
Se prepara la función cotidiana.
Para que otros rostros
enrojezcan de risa
y olviden el olvido.
Hormigas subterráneas sin salida.

© Mónica Aramendi

28/3/18

Poema de Anna Pinotti



Sentí un alarido que no era animal
En mi propia lengua y
Cerré la ventana
Lo irremediable del prójimo
En mi propia lengua un animal
Sentí
Un grito que no era yo
Para calmar lo que reclama
Me dijo
No hay que buscar más
Esa huella
A nadie pertenece o si
Antes
A alguien
En la misma lengua
Masticada
Por ese alarido que no
Ese prójimo que no
Era un animal.

© Anna Pinotti

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Poema de Paulina Juszko




Nos refugiamos en oscuridades recónditas
-procul este nitidi-
el más sutil contacto nos aja
el mínimo resplandor nos agosta
la alegría es demasiado ruda
hemos renunciado a florecer
tanto aborrecemos
a tal punto tememos
la estrepitosa lucha
los ojos acerados de la multitud.

© Paulina Juszko

Poema de Máximo Ballester




Atravesé un bosque
cuya tierra parecía absorber mis pies a cada paso,
como si me conminara a ser parte de ella,
a fusionarme con los árboles, latir en sus raíces infinitas,
alzar mis brazos hacia toda la creación.


© Máximo Ballester

Poema de Carolina Zamudio



Reencuentro

Alguien en soledad se encuentra
se aleja del resguardo que conjuró el miedo
sus dioses íntimos
marcan caminos que como viento se disuelven.

No hay evidencias. Acaso individuales búsquedas.

“No se trata de amor”
el fulgor sagrado de dos cuerpos en vida
es permeabilidad que trasciende al destino
—no siempre concurren: espacio, tiempo—
el silencio busca
al mundo y lo encuentra
¿urge banalizarlo al quererlo conjugar?
dos almas que en el mundo no ha unido nadie
tampoco alguien podrá separar jamás.

© Carolina Zamudio

Poema de Silvia Gómez



Y si miro hacia la sombra donde la luz se deshace, temo también deshacerme y entre la sombra quedarme confundida para siempre.
Concha Méndez


Pasajera

Mira, se va desmarañando esta madeja,
tanta soledad entre los ruidos nocturnos,
tanta inquietud entre el gentío  que
espera
y esas voces profundas de cualquier
andén
que descansa ferviente tras estos viernes
de junio,
donde  cada motivo, cualquier motivo
me transforma en amante
de tus erráticas  sombras.

© Silvia Gómez

Poema de Mariano Parente



Los malditos

Son los malditos
los que nos roban la billetera de los sueños
cualquier mañana de resaca en marea alta
en la hondura de los recuerdos
desabastecen de afectos al corazón
así viven en el fondo de las alcantarillas
se pasan la noche limpiando la sangre que ha quedado
en el cuchillo
trabajan acaso para el mal de amores
aciertan siempre al hablar de los poetas
sus primos que viven en la melancolía
muertos de frío
abandonados
los malditos cercenan las venas de las palabras
las vacían de esperma y de alma
ya no le temen a los domingos
ni siquiera piden recompensa
le suman al eclipse su descompostura lunar
desaparecen en el cuerpo
se hacen migajas dentro de uno
cuando se los nombra
a los malditos

© Mariano Parente

27/3/18

Poema de Tom Maver



En Aña Cuá las plantaciones
son dominio del río
que baja entre los naranjales y se renueva
ante cosecheros mudos.

Todo es inmenso acá,
salvo las flores de la orilla.
Salvo mi madre en su vestido de novia
que se aleja remando.
Salvo los peces que saltan a la superficie
fascinados por un mundo
que vuelve a cerrarse a sus espaldas
mojadas por una luz crepuscular.
Salvo mi padre,
que se durmió mientras tomaba
el vino de su boda, murmurando
me olvida no me olvida me olvida,
su regazo cubierto de pétalos.

El Gran Cebú Blanco
sacude sus cuernos torcidos.
El río mira a sus criaturas.
Mi madre es un punto en el horizonte.
Mi padre está tirado. Me le acerco
y le susurro al oído:
Despertate que estás muerto.
Y todo esto le da risa a las flores.


© Tom Maver

Poema de Liliana Chavez





Kirguizia

Una costurera insiste
en darle sonidos al aire
la máquina de coser puntea
rayos de sol
enhebra alguna que otra sombra
después
al final del día
cuando la prenda esté lista
y el cansancio pese
caerán en el sueño
las únicas estrellas de su noche
como un acertijo para descifrar el día que vendrá.


© Liliana Chavez

Poema de Rubén Balseiro



Un pájaro 

Hoy se estrelló
en mi ventana un pájaro,
amarronado golpe de tristeza,
atontado silencio de la tarde.
Lo tuve entre mis manos
y sentí su latido,
era tan débil
que la tarde se fue haciendo ceniza,
luego un hilo de sangre en el lento horizonte
anunció
la llegada de la noche
              y el pájaro voló
                          quién sabe dónde…

© Rubén Balseiro

Poema de Fabiana León


            
                                         
Filos 

11.

Grietas en la carne son
los recuerdos
pequeñas hostias
clavadas
en el cuello
dagas de herrumbre y sal.


© Fabiana León

Poema de Marizel Estonllo





Que sea como el pequeño canto del agua en el borde del arroyo
Cuando salta cortita salpicando las piedras
De la  misma forma
Con el mismo modo
Como hacen aquellos que doman los caballos
Susurrándoles palabras al oído
De ese modo
Como cuando el animal dilata las fosas nasales
 y se estremece
fuerte, bajo mi cuerpo

Quiero que llegues al centro de mi corazón
Que conquistes la esperanza esquiva
El pliegue donde guardo infinita ternura
La sonrisa de la inquieta travesura

© Marizel Estonllo

Poema de Andrés Lazcano García



En los estados infinitos del otoño,
déjala temblar, me dije,
mientras haya al menos una sombra
en medio de nosotros,
una rumorosa huella,
más allá de todo
habrá un lugar que admita nuestro,
una perforación del mundo
donde caben todas las palabras,
la lluvia es apenas un resguardo
de su lengua de cristal.


© Andrés Lazcano García

Poema de Liliana Majic



ella

nunca
lejana
mujer de materia oscura
de los agujeros negros
del vacío
de la nada


© Liliana Majic

Poema de Marta Rosa Brignolo


Las Manos de mi Nieto.

Brotes de un árbol fértil,
emanan su tibieza.
Es su savia alimento
refugio de la sangre
vertida en la copa
de la vida reciente.
Las manos de mi nieto
anochecen milagros
entre polvo de luna
cuando buscan las mías
agrietado ropaje
arenillas de Sol.


© Marta Rosa Brignolo

24/3/18

Homenaje a Beatriz Martinelli en el día de su fallecimiento

Conocí hace mucho a Beatriz, una mujer noble, respetuosa, ética. Poeta y artista plástica que integró el blog hace mucho. Una mujer amorosa. Lamento su partida. Un abrazo a todos sus familiares y amigos, Gus.





aparece cada tanto
               sin molestar
                       sin premura
la palidez de la espera
el azul de la esperanza

aparece y es cierto
                el rosado sereno
el rojo ardiente
el amarillo soberbio

aparece complaciendo
      el recuerdo de una tarde
el fresco de tu sonrisa
la suavidad de tu mano

aparece y no creo
          sea un delirio
sólo un poco

apagado de distancia


© Beatriz Martinelli




ENTRE RECUERDOS Y AUSENCIAS

caminaré los senderos
                          del amor
el recuerdo de esa piel
la música del jadeo
la humedad del abrazo

caminaré los atajos
               hasta la colina
                    más ríspida y alejada
                                       de los deseos

retornaré los pasos
                     uno a uno
desenvolviendo el ovillo
                     que libere el recuerdo

© Beatriz Martinelli





lentos ritmos
callado el movimiento
una lluvia de madera
cuando abrimos las manos
                        empujando la vida
que examina
el escape de burbujas
                 brillantes y luminosas
                               de nuestros pájaros


© Beatriz Martinelli








TODAS LAS PINTURAS SON DE BEATRIZ MARTINELLI



Argentina, nacida en la ciudad de Buenos Aires
Licenciada en Artes Visuales con orientación grabado
Profesora en Artes Visuales especialidad pintura y grabado superior.
Me desempeño en la docencia ocupando diferentes cargos.
Ejerzo como profesora en la rama artística en Nivel Superior, en la cátedra de Pintura I y II año, Lenguaje Visual y Diseño del 1° Año introductorio, Medios Audiovisuales de III año, Grabado de I, II y Nivel inicial, Historia del arte de I y III año. Además como profesora en el nivel Medio en Educación Artística. Me dedico a la actividad profesional presentándome en salones de pintura y grabado provinciales y nacionales y en muestras individuales.

Me inicio como escritora de cuentos y poemas, y me publican un libro de poemas en México, Beatriz Martinelli SUS MEJORES POEMAS, editado por la Escuela Superior de Comunicación Gráfica, de Chihuahua, año 1999. Participo en las antologías de “Sensibilidades verano 2002”, “Sensibilidades otoño e invierno 2003”, nacido en el foro del mismo nombre y editado por Alternativa Editorial de Galicia.
Publico una antología en 2006 con “De los cuatro vientos Editorial”, Buenos Aires, Argentina.
Presento un libro publicado en Galicia en el 2006 “Un cielo me espera”, editado por El Taller del Poeta, Galicia.

Me publican en España, Italia, Venezuela y México en Páginas de Poesía.
Tengo dos libros digitales, “Todas las Voces una Voz”,de la UNED: poseía, pintura y grabado y “Pintando Palabras” en Yoescribo.com
Varios de mis cuentos aparecen en el periódico "La Voz del Pueblo" de la Ciudad de Atlanta Georgia, USA.
Recibo un primer premio en poesía en el año 1998.
Y sigo unida a la red que sigue alimentando mi espíritu y enriqueciendo mi alma.


23/3/18

Poema de Sandra "Tana" Pasquini





Empujábamos la muerte
con falsa distracción
con impostada alegría
algunas noches
comíamos mendrugos del amor perdido
engañando al tiempo
escondidos
detrás de algún encantamiento
cortábamos las bocas en idénticas mitades
con besos filosos como cuchillos
y arrojábamos certidumbres al fuego
sólo manchas de luz
alguna leve transmutación
retazos de un odio primitivo
desesperados
con obsesión
empujábamos la muerte algunas noches
como un aplazamiento de la herida.


© Sandra “Tana” Pasquini

Poema de Sonia Rabinovich




                              
                       a  Frida G 

hoy puedo dibujar tu nombre
en este renglón sin alambre de púas
ni ladrillo de gueto
Todavía nos unen palabras de historias
que por algo no recuerdo

Frida Grinberg, mujer que me dejaste
los ojos celestes y cansados
 Solamente el dolor de los partos
 la casa a la espalda
y la escoba en la mano, cetro que empuñabas
cuando aquel rayo dividió tu cuerpo
en la mitad del patio
Frida Grinberg, mujer judía, polaca
Por qué siempre te convoco
cuando tiemblo ante mis propios holocaustos?
Hoy puedo dibujar sobre la hoja
ese rincón del patio
 que te llevaste junto a los espejos
No reflejar la muerte
que no se multipliquen los cadáveres
Y que son los recuerdos sino muertitos
amortajados en la mente
Yo hubiese echado al viento tus cenizas
para tus ganas de gritarle al sol
tanta pena guardada entre dos ruedas.

© Sonia Rabinovich

Texto de Leonardo Vinci



Corro. Como lo hace mi propia sangre desesperada; una noria a la que el sol y las estrellas ordenan su giro y parada. Corro porque algún día burlando el rayo eléctrico de las gárgolas seremos bandera. Sé que las palabras son desorden, que los otoños han sido ingenuos y hasta serviles, y que las ventanas no han golpeado del todo convencidas sus aldabas. Pero corro. Porque a lo mejor seamos alguna vez boca y pan y beso que no se parte en la tormenta. Porque tal vez nos encontremos en alguna vuelta, perplejos ante la ira o una sortija, dándole un manotazo de insensatez al equilibrio. Y entonces quizás nos sumemos, digo, que en un salto de esperanza nos demos la mano, porque este andar multiplica el tiempo y los hallazgos, que no son peces sino botellas que trae el mar. Y corro, corro como un gato lleno de luz delante del relámpago; porque necesito cansancio después del cansancio, porque así es la oscuridad, y porque no hay remedio.

© Leonardo Vinci

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Poema de Mariel Monente





TARDE 

Es muy tarde
para confinarse
en la oscuridad del océano
que llama

un haz de luz llega
vislumbra días por venir, horas de dicha.
La risa, cáscara de mi pequeño caballo de mar,
nada
en mi.

Es tarde
para oscurecerse
la hora del crepúsculo es más luminosa, dicen
y desgarra
saberse así
otra vez
riendo.


© Mariel Monente