31/12/16

Poema de Rafael Vásquez


EL  POEMA

Rastro de la palabra que no siento
como esperable y lícita condena;
que no es prisión ni angustia ni cadena
sino el cauce abisal del pensamiento.

Porque en la letra cabe y es sustento
de la vida que pasa, de la pena,
del amor que no dura, de la buena
felicidad que aguarda su momento.

Rastro de la palabra y su escritura,
toda la voz al fin, la desmesura
de indagar al espejo de la suerte.

Y entre tanto, la página vacía,
la indecisión errática y baldía
que anticipa la sombra de la muerte.


© Rafael Vásquez

Poema de Graciela Perosio



Como telaraña que resiste.
Que aún desnuda y en el viento resiste.
Como la huella  de piececillos  en la orilla
que la marea aplana y borra
pero vuelve con los niños del verano…
La vida, frágil, regresa.


© Graciela Perosio

Poema de Noemí Correa Olivé


CITA INELUDIBLE 

I

Acostumbra a olvidar
relojes
para perderse
en tiempos sin medida

habita las horas
de un universo
en pausa,
un vacío de futuro
justifica la deserción
de su memoria

y con ojos despojados
de creencias
bucea en la fisura de los días
que se acercan

como tajos.


© Noemí Correa Olivé

Poema de Daniel Reyes


Sexocídio.

Como golpe de hojas cae el silencio
se rompe en mil gritos
en mil ventanas de grises vidrios
queda todo desparramado sobre los recuerdos
vencido por tantos muertos
por tantos sinsabores
fabricado como un perfecto mecanismo
que gira en torno a sus criaturas
a sus más bajos instintos.
De barro en el principio de los tiempos
frágiles a la lluvia
al fuego
luego todo se hizo sangre
desde sus manos hasta sus cabellos
conquistaron cada rincón
cada minúsculo lugar de las piedras
fabricaron torres
      murallas               máquinas             armas.
El hombre por el hombre hasta el hambre de los muertos
millones de calaveras colgadas del vientre de la tierra
todas se hicieron polvo de espacio y raíces
millones y millones
como sudarios a la espera de las profecías
se complementaron con el hierro
fabricaron religiones
y miles de ritos con vírgenes y santos
que nacen del suspiro de entes invisibles.
De todos los dioses crearon uno
luego a ese uno lo colgaron de los relicarios vencidos
y fabricaron otros dioses más perfectos
más pequeños
más al alcance de los bolsillos.
A todo le pusieron precio
desde el amor hasta la basura
a lo contaminado y a lo contaminante…
los besos se venden sueltos
o envasados al vacío
las caricias de las mujeres se pesan
se exportan de cama en cama
o de dos en tres
hasta las fiestas luminarias
prostituidas desde los libros sagrados
a los altares del sexocidio.
Todo lo corrompieron
lo pisaron
lo orinaron
lo dejaron humanamente humano
perpetuaron cada rincón como a una cloaca
un mundo lleno de excremento
en sus más bajos deseos…
Ese deseo a pecado!
De putas al aire libre
de putos hombres con garras y bombas mortíferas
todo el mundo se hizo transgresión
mortaja perfecta a sus instintos
de animal parido
                 en las sombras de una orgía
                                de dioses contaminados.



© Daniel Reyes

Poema de Amalia Mercedes Abaria



ORILLA

Donde el mar encuentra
       Al hombre.

Toda la historia golpeando una piedra, un caracol
       o unos pies que miran.



© Amalia M.Abaria

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30/12/16

Poema de Edda Sartori


Sherezade/Shariyar (fragmento)
Poema I

I

 (Sherezade)

voy arrebatando
tu noche y
muero al amanecer

         tus fauces me penetran


(ahora soy este tapiz
    reptil   grano   gota de antiguo origen    
    fuente    aguas primeras)

                                
         palpito
    cada mañana
          donde nuestra locura
                                      anida

me trenzo
en la avidez
de tu crimen
 que
    mi palabra
          suspende
              (mi  boca
                      múltiple
                        diluye los días)


o es mi atroz parpadeo
en este hoyo de espejos


© Edda Sartori

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Poema de Carlos Satizábal


LOS HUYENTES

Fair is foul and foul is fair.
William Shakespeare.

Caerá sobre los ojos sin lágrimas la sal del olvido
y sobre los labios mudos del grito el barro de la locura.
Huiremos por los campos arrasados, sin flores ni duelo
a sepultar más hondo a nuestros muertos, con premura,
espantando a las bestias carroñeras del cielo
y a los perros hambrientos que devoran lo perdido
y aúllan a la luna los huesos desolados de sus amos.
Una lluvia de arena roja quemará nuestros oídos
y el viejo olor de la muerte ahogará las huellas que pisamos.
Ni el agua ni el viento ni la espuma de los venenos
ni el trueno de las bombas, podrán detenernos.
Lo bello es horrible y lo horrible es bello,
a través de la niebla, por el aire impuro vagaremos.
Haremos nuevos caminos sobre la selva que se puebla.
Habrá otro suelo y buenas semillas qué cultivar.
Otro azul será el cielo y una casa nueva habitaremos,
Haremos arepas frescas y pan de maíz frente al mar
y beberemos en las mañanas el café recién colado.
Somos los huyentes que jamás se han ido. Los que nunca se van.

© Carlos Satizábal

Poema de Anny Guerrini


La niña
es un animal sin piel.
Flor cerrada
hurgando sabores de arcana madera.
Un ángel desmiga panes agrios
Y el viento fragmenta carne y huesos
Famélicos perros ladran en su puerta.
Afuera la noche es un pájaro mendigo.
Ella bebe la noche
bajo sauces que desgranan el ayer.
La obstinada memoria
incita con perversas caricias
secretas e injustas leyes.
El viento decapita violetas y apaga cirios.
La niña teje y desteje
una trama de recuerdos.
Inútilmente chillan los pájaros de Alción.
Inútil cerrar las ventanas.
Inútil la plegaria.
En las profundas aguas de la noche
navegan los sueños
y el dios de la muerte devora olvidos.
La noche es un latido invadiendo derrotas.
Aristas de hielo se clavan en los ojos de la niña.
Y el ritual del insomnio alborota la hojarasca
de la frágil memoria.
Una mujer solitaria
se arrodilla frente al fuego que la desgarra.


© Anny Guerrini

Poema de Aníbal De Grecia

  

La tempestad
devora tu inocencia y la transforma.


© Aníbal De Grecia

Poema de Claudia Ainchil


BOSQUE

Hallar esa contraseña
primer alarido en un azar de repente
o indiscreción cotidiana
oler las rebeldías como pasos hacia el no conformismo
quitar de la cima a ese héroe que intenta digerirnos.
Hallar la voz, nuestra voz y gritar
hasta transformar la atmósfera en madreselvas
enredaderas de palabras
para que no olvidemos pronunciarlas.
Quizás cuando salga al camino no esté el invierno
las voces sean solo murmullos
y estés esperándome para ser bosque,
nuestro propio bosque de nunca quedarnos quietos...

© Claudia Ainchil


Poema de Cynthia Rascovsky


Hacer  de la cama un barco 

II

Montábamos el barco
acelerando la proa
entre pezones anclados
haciendo sucumbir espejos
cubiertos de soles
mientras las caracolas rondaban
por arenas blancas
y los ojos de mar
prendían fuego.



© Cynthia Rascovsky

Poema de Alejo González Prandi




UNA MUJER

en una casa del Paraguay me enamoré de una mujer
vivimos durante dos semanas
alrededor de una mesa
comiendo la mandioca
entre los gritos de una santa que no hablaba español
y juraba crucificar a su hijo como Jesús

una tarde dijo que viajaríamos
a conocer el chaco del sueño
pero sólo nos miramos
sin queja ni dolor

ella solía llorar mientras planchaba
yo mientras ella dormía


© Alejo González Prandi

Poema de Cecilia Glanzmann


INSTANTE

En el árbol de las horas
suspiran
y bostezan
los pájaros sin alas

en el árbol de las manos
vuelan
en un ritual de soles
los amaneceres
diáfanos

de las horas que saben
se exilian
sin miedos
las sombras de la noche.


© Cecilia Glanzmann

Poema de David Rosales



Sueños

Las sábanas cuelgan de los sueños,
a lo lejos tus manos
siguen sin tocar sus ilusiones,
cerca, mi piel agradece los sonidos
atrapados en mis poros.

Me levanto con la pesadez de la historia,
estoy ciego.

Los pensamientos cruzan como ráfagas
sedientos de árboles
donde detener
el alba.


© David Rosales

Poema de Eugenia Cabral




LA HERMANA mayor comenta
el prodigioso tamaño del pene del amante
que circuló entre varias amigas.
Espantosamente grande. Era para varias.

La mujer sentada al extremo de la mesa
(cuando la niña huye hacia el fondo de la casa)
se coloca el índice sobre los labios
en señal de silencio.


© Eugenia Cabral

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28/12/16

Poema de Darío Falconi


. Fantasma .

Tocó el timbre.
Sorbió su café.
Me amó hasta dejarme
                             exhausta
                                    y se fue.


© Darío Falconi

Poema de María Del Mar Estrella


COMO EL VIENTO Y EL PAJARO

Vení a nacer conmigo, en este día
la vida huele a beso y es preciso
abrirse las heridas y las culpas
refinanciar la deuda de los sueños impagos
la fe en las derrotas.
Nuestra paciente herencia de esperanza-
Vení a nacer conmigo, la vida es hoy y quiero
llenarme de racimos la congoja
florecer las espinas de las lágrimas.
volver a caminar, después de tanto... 

Vení, nacé, reverdezcamos juntos
como la lluvia y la humedad subamos
por los poros gastados de la historia
a ser la vida una vez más.
qué importa de quién es la verdad.
Es preciso atrevernos, no asustarnos de la dura experiencia
zurcirnos los remiendos de la duda

apostar por el hombre.
Vení y en este día mágico
seamos nada más que un simple símbolo

como el viento y el pájaro.


© MARIA DEL MAR ESTRELLA 

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Poema de Mariana Vacs


Mientras el sol se derrumba en la colina,
se convierte, el silencio, en presencia
y espanta.

Los oídos se colman de nada. Siguen
estáticos los cardones. Desaparece,
el viento en la quebrada y la tarde calla
su presencia.

Aturde.



© Mariana Vacs

Poema de Orlando Valdez


INTERVALOS

entre concilios del rito
ofrenda costados de lunas
en intervalos
enciende velas
y asesina
al ángel de cenizas

cinco

o seis minutos antes
que la vez anterior



© Orlando Valdez

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Poema de Alicia Borgogno


SI SÓLO FUERA ATREVERSE
                                                                             
        Las palabras nunca alcanzan                           
cuando lo que hay que decir                                   
desborda el alma.                                              
Julio Cortázar


 El coraje no es sólo una palabra,
     es riesgo de morir o vivir cada instante,
     es miedo del instante anterior y posterior.
Con la risa escondida
      me miro en el espejo,
él me observa y me tiende su mirada.
Si sólo fuera atreverse…
Puedo  abrirme y cerrarme frente a vos,
aunque tal vez no nací para el combate.
Quisiera fugarme
     para no dispararte mi secreto.
Quisiera ser un ángel
     para que al soltar mi verdad,
                      no me juzgues.


© Alicia Borgogno

Poema de Carolina Zamudio


Certeza

La muerte no se llora en remolinos de certeza.

Sucede —casi siempre— en medio de arrebatos
de una alegría a otra
se calla y fecunda en el centro del miedo.
La vida es una grieta de luz
que transcurre entre el negro más puro
y la oscuridad infinita.
Vivimos encendiéndonos estertores
no lloramos porque estamos mudos
y —como música de cajas huecas—
queremos escapar del cuerpo buscando alivio.
La muerte anda por ahí burlona
aguijonea eso que nombramos ausencia
es quien manda a otros a que vistan el cuerpo.

Entonces tememos no ser rozados
abrazados ya por nuestros hijos.
Conjeturamos, tarde, otros finales
como dueños de esa vida que compartimos
—tiempo y espacio—.
Huimos, esquivamos
nos plantamos arrogantes desvalidos
ante nuestra propia vida.
Si acaso contuviera ese mohín
que no llora o se llena de argumentos:
ante nosotros, los otros
y el único con una certeza.

Creemos vivir
un espasmo
un cortocircuito
un infarto en la carrera entrecortada por el sueño
como ese del que despertamos
preguntándonos si es cierto
si seguimos vivos
o acaso fuimos nosotros.
Y descubrimos que la muerte puede ser
ese instante luminoso
que sucede tras el negro y largo rato
que alguien nombró vida.

La muerte vive y es la única certeza.


© Carolina Zamudio

Poema de Ivana Szac


POETA-EQUILIBRISTA
                                             
                            "Hay momentos que caminan
                               sobre una soga en las alturas"
                                           Osvaldo Rossi 

Se hamacan en el aire
disfrutan del vuelo 

queman sus palabras
como relámpagos 

a veces están solos
frente a la multitud
                                                      
no le temen a nada
 se sostienen a su locura. 

El equilibrista
y el poeta
sueltan las sogas 

y caen
en su propia tristeza.


© Ivana Szac

Imagen enviada por la autora del poema

Texto de Osvaldo Burgos


 LA ESCENA PRIMORDIAL

Nada hay más frágil que un niño cuando nace. Nada hay más débil que un viejo cuando muere.
Zeus no concibe fragmentos, ni interrupciones abruptas. Solo pliegos, señales, traspasos.
Tras las ventanas amarillas de los hospitales, cada noche, legiones de Sócrates sin escribas miran la cicuta, y no se atreven. 
Cada mañana, un Ulises llega a la isla de los lotófagos. Y después de la odisea del dolor, su madre prorrumpe en una calma que ya no volverá a tener; pero él no puede verla, todavía.
Entre la mujer que recordamos y la que nos imagina, solo hay un mismo abrazo suspendido.
Cuando el viejo llegue a ser lo suficientemente niño, se dispondrá a morir. Cuando el niño sea tan viejo como para nacer, recomenzará el rito.
En el origen del origen, túmulo, cueva, útero, eran una misma y única palabra.
Lo que niega la vida no es la muerte; sino el miedo.

© Osvaldo Burgos

Poema de Sandra Pien




Improvisar realidades
reinventar apuntes
por un amanecer templado de besos
apostar y perder toda la llanura
desde la puerta entornada.


© Sandra Pien

23/12/16

Poema de Patricio Emilio Torne




RED BULL EL MINOTAURO

A este laberinto he sido enviado
como presa que alimente al Minotauro.
debo sobrellevar con dignidad
la derrota que seguro ha de infligirme.
Nada te salva en esta circunstancia,
(ni siendo un ángel de la eternidad
ha de salvarte).
Antes que Teseo venga a darle muerte,
he caído en la tentación
de sus caricias. No mata,
como se supone, arrancando la carne
que habrá de devorar, sino encantando
con la yema de sus dedos,
para que la entrega,
más que un sacrificio,
sea un acto de absoluta felicidad.


© Patricio Emilio Torne

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Poema de María Teresa Andruetto


 
hay pequeñas azucenas en el patio
               y como un collar de arena
                 donde termina el bosque,

pero dónde termina el bosque
¿en la garganta? 


Llamamos a Celia, a Silvia,
a Clara...
                                          ayer fui
hacia tu casa, vi tus lacas, escuché
el latido de tu corazón

                                      yendo iba
                        descalza yendo iba
                pies de arenal cruzando
                               desvaídos lilas
                                                iba

                                íbamos las dos  

Si el tren pasa, si la vida pasa...                           
                       (¿no ha pasado ya?)
es porque el río lleva hacia
tu casa.  

Los camalotes van hacia el olvido
por encima del silencio van               

         señalan nuestros pasos,
              mi paso igual al tuyo. 

Van.




© María Teresa Andruetto

Poema de Marta Ortiz


Puyehue

                           para A. Mayol 

–Caía un velo de nieve sobre el dibujo urbano
caía ceniza –dice.

(ciruelos deshojan mi patio de infancia
el humo viene de la isla
gomas quemadas en la plaza de la protesta
no respiro)

Dice:
–llovía ceniza volcánica
arena volcánica
encintamos puertas y ventanas
un cubo de agua en el umbral
como quien tira un trapo de piso
y seca la lluvia de los zapatos;
usábamos antiparras
fuera de casa.

Nadie hablaba de nosotros
del Puyehue iracundo,
perdidos al sur del continente extremo
otra música sonaba, el hit de los '70:
It never rains in southern California

¿éramos parte del mundo?

–no obstante –dice–
seguíamos con atención la cadencia del país lejano
‒descorríamos‒
a cualquier costo,
la cortina de ceniza.


© Marta Ortiz

Poema narrativo de Mónica Cazón


Hora 2

por esa casa no se filtran las luces y todo sucede sin indicios. Las canaletas atascadas desatan el desastre en las noches de tormenta. Mil hojas resecas llueven del cielorraso y cubren las camas y las mesas. Así vive esa casa, peligrosamente, a mitad  del océano.


© Mónica Cazón

Poema de Máximo Ballester



Por ver el árbol
no vemos el bosque.
Por ver el árbol y el bosque
no vemos las raíces.


© Máximo Ballester