29/5/19

Poema de Laura Yasan





gato a las finas hierbas

a las 10 la pastilla de sentir
algo      mejor
el esmalte de la sonrisa
la pasta
ayuda
usar desodorante perlas de nacar
25 horas garantizadas
sin oler como un camionero
bueno
un poco
tomar rejuvenece
no olvides tomar agua baldes de agua
a media tarde
comprimidos de no enloquecer
cuando pasa el trencito de la alegría 
con tres tristes niños y un pato gigante semidesnudo

sólo 15 minutos de TV
la vida afuera no es para vos
hay violadores sueltos
billetes falsos
trenes que descarrilan

colgá  fotos del face
hacete amigos en el acto
ganate un toque
ese me gusta arriba
abajo
ponete un color que levante
las chalinas disimulan la edad
aliméntate bien
hay papa con sabor a loquequieras
gato a las finas hierbas

no olvides la píldora de las 4
vitaminas para sentirte
menos    peor
a las 7 el piyama de frisa
la placa dental
te clavás dos pastillas de conducir
el coma
las medias de descanso
el antifaz de terciopelo

no sufras
los colores se deslucen con el sol
y al final de la noche todo cuelga
de la misma soga


© Laura Yasan

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Poema de Paulina Vinderman



 El cielo es tan bajo que casi alcanzo a tocarlo.
¿Puede la belleza causar pánico?
Extraño el cielo lejano de mi ciudad,
mi ciudad que habla a través de la bruma,
a través de susventanas: ellas pueden ocultar
la lealtad de la pobreza con una canción.
Me refugio en una tiendita igual a las de mi infancia:
madera oscura, una regla carcomida, telas baratas
de algodón de colores brillantes que se perderán
con el lavado.
(Oh, una madeja de hilo inglés, un metro de cinta blanca,
un cuarto de broderie y no olvides el vuelto).
Mi infancia toca las cuerdas del poema en Ciruelo
como un ciego adivinando el futuro.
¿Una emboscada?
El pasado es una emboscada, una batalla perdida
y un hotel al que no nos dejan volver.
Salvo la precisión de la sorpresa desvaída
en esta cueva camarote que huele a alcanfor,
tiendita desconocida y familiar en Ciruelo:
todo un mapa de fe.


© Paulina Vinderman

Poema de Teresa Gómez



LA BRISA

Hoy, una brisa sopló
sobre el cuaderno
y se volaron todas las palabras.
El aire se llenó de consonantes
girando como pájaros perdidos
que no aciertan
a unirse en la bandada,
tristes y opacos
como amores muertos.
Y la hoja es feroz con su vacío
de renglones perfectos,
un universo ciego se ha instalado
entre el signo y mis lágrimas.
Ahora estoy flotando
 en un desierto hecho de cal,
de aristas y de sombra
donde nada germina.
Hoy me quedé sin voz
en el destierro
de esta página blanca.

© Teresa Gómez

Poema de Nara Mansur Cao



“En la raya”                              

Que me mantuviera en la raya
con cuidado de no desear más de la cuenta,
con cuidado de no confundir utopía con fría acumulación
de zapatos, por ejemplo.
¡Ay!
pero qué magníficas sandalias rojas y ballerinas
y qué tacos agujas y boquitas de pescado. (Y se reía.)

Que no me olvidara de la sonrisa inalcanzable y del cuello
erguido de la bailarina, del sacrificio que me daba la paz
del sueño fácil, de las begonias florecidas del portal.
Que le dijera si había visto a alguien esperando con la cara
demasiado triste como para imaginar la hambruna o la violencia
o las ganas desaforadas de comprar
o las de salir del camastro desaforados los dos.
Que no dejase escapar los fugaces momentos de felicidad,
los besos principalmente, ser uno mismo y otros cuando besas,
(no decir más: “Ni esta boca es mía” o “Esta boca es mía”).
“No son ruinas” --le digo--, es mi boca abierta, mi parque,
algo necesario para mostrar algo después del sacrificio,
algo como un lúcido espejo que te habla sin parar
y te dice algo,
algo de todos nosotros, de nuestros errores el aliento.
Consagrados a la espera nosotros, pero con un amor
y un desacato cómplice, combativo e inútil, ustedes.
Y llega la hora de encender el fuego y poner la cazuela
con el arroz, el pollo y todo lo que encontraste tirado en el pasto
y también en aquel beso detrás de los árboles.
Y llega la hora y nos servimos en un plato hondo de cerámica
y buscamos los ojos y las bocas, la sal, los cubiertos buscamos:
el hambre del vecino, el hambre en el plato del otro, del extranjero principalmente.
Con cierta euforia contenida nos servimos, con cierta cobardía.

© Nara Mansur Cao

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Poema de Myriam Arcerito



Poemas del Ego

I

¿Es la vida que soñamos
la que se cuela en la faena  como gotas de tedio?
¿Es el futuro pretendido, alguna vez,
encumbrado de logros y fracasos -
y qué es el uno sin el otro-?
¡Dudas del ego ante la finitud!


© Myriam Arcerito

Poema de Ivana Szac


 



Ellas
son las piezas de mi ajedrez 

las copas de vino 
en mi garganta 

margaritas en cualquier desierto 

me alejan de toda caída 
son 
el barco que me salva 

     lobas 
defendiendo sus cuerpos 

como yo 
 muestran cicatrices 
en cada batalla 

ellas 
alimentan el fuego 
 que se enciende en mis versos 

 cerca o a la distancia 
me abrazan 
son mi  refugio  .





© Ivana Szac

Poema de David Sorbille





La historia de una vida
el gesto y la nostalgia
la construcción del amor
el origen de la tragedia
la esperanza y el abismo
los pecados capitales
el vacío de una ausencia
la inconcebible injusticia
el hambre y el dolor
la ilusión existencial
que acompaña la brisa
del alba encendida

© David Sorbille

Poema de Cecilia Glanzmann



CANTO A LA ALEGRÍA INTENSA

por tu abrazo 
hay regocijo  
en el bullente escarceo 
en las rías de mi sangre 
hay ofrenda entera a vos 
y la hay a mí 
con nuestras lunas que se reflejan 
y se incendian sin horarios

es el amor que nos reúne en este hoy 
venciendo 
a los anales del tiempo  

nos asombramos riendo en el abrazo.


© Cecilia Glanzmann

Poema de Carmen Amato


                 

Amurallada antes,                
ahora desmurada,                
con libertad de cielo                
sobre la roca                           
        que despierta                
cada vez que un nuevo pie                
pone su huella                       
            sobre el pie del tiempo.

© Carmen Amato

Poema de Beatriz Arias





Cómo se vuelve del arco violeta de la hora detenida
del tiempo que rodó en el mar como un gigante de oro
y la mesa fija
y la niña de hielo fija.
La ciudad se despierta por sus ojos de piedra
por el hombre que derrumba su futura orquesta de cenizas
por el amanecer limpio que derrama su garganta de niños
por los nombres antiguos de los muertos, por la vejez descalza
y el pan escaso amasado en el recuerdo amarillo de la espiga.
Cómo se vuelve del centro metálico del llanto
de los gritos altos, de las tormentas, que nos dejaron vacíos y lejanos.

© Beatriz Arias

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Poema de Aníbal Silvero






HOY ME VESTI

Hoy me vestí de imposible
Mis ojos, como los ojos lejanos de la pena
lloraron en la almohada
Hoy me vestí de nubes sin altura
de casaca roja y distraida
Desnudé sobre el cieno mi envoltura gris
opaco me bañé sobre tu cieno
Hoy purgué mis reproches
ya no convive el tiempo en mi memoria
ya no rimo
la flor y la experiencia
como unicornio enfermo me sonrío
con mi espejo ambulante
me sueño en duermevela
soy planta que se corre
cono, esfera
animalito blanco en el desierto
una introvertida semilla en el riachuelo
una palanca
de mísera extensión
Hoy la conciencia observa
a la conciencia
desde un palco marrón
el tiempo hecho cenizas se detiene
en el momento justo
e intenta solapado atenuante
disimular el frío y el adiós.

© Aníbal Silvero

26/5/19

Homenaje a MICHOU POURTALÉ en su fallecimiento


Se nos fue Michou y nos quedamos más solos. Los poetas nos quedamos más solos, los seres humanos nos quedamos más solos.
Mujer, amiga, poeta enorme que irradiaba luz y buena energía siempre. Es una tristeza su partida, Una tristeza para mí en lo personal y para el blog. Un abrazo enorme a sus familiares y amigos, Gus.





“Creo que empiezo a darme cuenta del 
placer propio de los bosques de pinos” 
                                        Francis Ponge 

Llueve muy manso ha llovido. 
Bajo el pinar van creciendo hongos 
blancos se muestran felices 
anacoretas fatuos 
con redondos penachos 
sólo un pie los sostiene. 
Algo velado los irá cubriendo 
de mortífera herrumbre. 
No saben que la constante humedad 
es motivo de su existencia 
tan frágil ante el más mínimo roce. 
Entre las agujas secas del pino 
la rutina de la naturaleza 
inexorable rotación de rueda 
expande naranja una fronda 
natural tapiz para ese hongo 
espontáneo curioso. 
Entre el bálsamo y la pausa 
con perfume discreto 
todo lleva a la contemplación 
y posiblemente a la luz 
don de un dios presencia inefable 
que a gusto deambula entre los pinos.                                                               

© Michou Pourtalé



La mujer sin espalda se sostiene
con un solo pelo de la nuca
vive en vilo constante el transmutar
remueve sin pala la tierra de un vacío
que detrás la vuela de su angustia.
A partir de un ojo iluminado
ella apunta adelante hacia la meta
no le importan el pasado o la víspera
del mañana, nada la tumba ni aflige.
Nada con estilo pecho suelta su universo,
agudiza el agua de la emoción
trance que la impulsa desde la orilla
cementada del estanque.
Espora de un raro helecho esta mujer
va rasgando las aguas de un infierno
con el arrastre del viento de su boca.

© Michou Pourtalé



El bastón del ciego desbarata la trayectoria
de las cosas que vemos y aquellas que no toca
las intuye como suyas ni siquiera ajenas
entre manos se adelanta con un toc toc
vacilante y al paso escueto nos abstrae.
Horizonte vertical, batuta utópica
la blancura del bastón ilumina la vereda
y el edificio más próximo irradia
en permanente estado de asechanza.
Los que llevan el iris, la pupila sana
a medias penetran la rara opacidad
de esos ojos, claroscuro sin semblante
donde un espejismo glauco llena dos cavas.
Nosotros abrimos la puerta y el ciego pasa
con gesto agradecido tiende candidez
sin apremio confía en el apoyo
de su bastón que alinea el paso incierto.
El ciego tilda el suelo, cada recoveco,
criterioso avanza, sabe que la gloria
lo acompaña, atravesaría con ella
cualquier umbral, nada se le interpone
sólo delinea una sonrisa inescrutable.

© Michou Pourtalé




Biografía que figura en el blog, no actualizada:

Michou Pourtalé nació en Azul, Provincia de Buenos Aires. 
Publicó los siguientes poemarios:
Milenaria Caminante, Botella al Mar, 1997.
Hombres en Sepia, Grupo Editor Latinoamericano, 2000.
Signos Tardíos, Nuevohacer, colección Escritura de Hoy. 2003. 

Sus poemas fueron publicados en las siguientes antologías: Veinte voces de Buenos Aires, Libros del Zahir, 1996. Antología del Grupo Zahir, 1996. Poesía Argentina de fin de siglo, Vinciguerra, 1997. Antología de Poetas 1, Gente de Letras, 1998. Libro sin dueño, Libros de Tierra Firme, 1999. Mar azul, cielo azul, vela blanca, Botella al mar, 1999. Antología de Poetas, Narradores y Ensayistas, 25 años de Gente de Letras, Dunken 2004. Summa Poética 2004, Vinciguerra, colección Metáfora, 2004. Doce Poetas Argentinos del Siglo XXI, ediciones Eleusis, Buenos Aires Argentina 2005 con prólogo, selección y notas de Nina Thürler.

24/5/19

Poema de Leonor Mauvecin



 DESATÉ LA TRENZA 

Recorrí los bordes prolijamente.
Detuve el corazón.
Trencé con los dedos cada diástole.
Hurgué hasta el fondo de la noche.
Hasta el último recodo.
Hasta el abismo.

Y desaté la trenza sobre el alba.


© Leonor Mauvecin

Poema de Sergio Gustavo Soler



“Los Puntos Cardinales”

III – Este/Oeste

Si fueran posibles las simetrías cardinales
me pararía equidistante del mar y la montaña
y tendría a mi frente al este/al oeste;
y viceversa.

De un lado me despeinarían los eolos nevosos y empinados;
del otro, acicatearían la piel los empujones salinos y arenosos;
y viceversa.

Desde lejos llegarían los aires de tonadascuecaszambas
pero también de cielitoscultrunesmilongas;
y viceversa.

Desde arriba titilarían, según los equinoccios,
las estrellas colgantes del velo lunar, del cenit al nadir;
y viceversa.

Desde abajo, todos los suelos posibles acolchonarían mis pasos peregrinos,
a babor y estribor;
y viceversa.

Entonces mis estes y oestes se entrecruzarían
como dos cuerpos en celos,
atrás y adelante; 
y viceversa.

© Sergio Gustavo Soler

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Poema de Clarisa Ollivier




Boca nómada
del ritual y usurpado polo
del lamiente de la aguada seca
de lo que se mantiene en pie
haciendo leña con palabras
al otro lado del día

Del desierto y del notro
de la coma almizclera
de la minke y la sobra en la garganta
donde el ámbar la lechuza y la Piaf
y en paloma
en paloma se oscurece

© Clarisa Ollivier

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Poema de Bibi Albert



MES NUEVE

I

Eternamente breve este querer nacer.
Ver esa luz al final del túnel
tan distinta a la otra, tan igual.
Claustrofobia. Cada año, cada vez.
Hasta el cielo me encierra, me aplasta,
llueve y llueve en octubre,
se me inunda este útero: la casa,
se empescada mi cama,
se me ahogan las fuerzas.
Ni nadar puedo, de brazos maniatados
(ni hablemos de volar).
Este ser topo, nutria, gusano
por los siglos de los siglos de estos días.
Este querer gritar
y no tener idea de una voz.
Esta espera,
este ascensor que se quedó entre nubes,
este subte entre abismos.
Esta yo // que no soy y que quién sabe
cuántas, cuántas veces más
no seré y seré y no seré.

No sé
cómo se siente la palabra siempre.

© Bibi Albert

Poema de Belkys Sorbellini





Desatino

Falta de sino, de prudencia
Equivocado
Desacertado


Puede ser acaso un despropósito
Tal vez
No  lo se


Puede ser  o acaso lo parezca
Que te mire a los ojos
Cuando todo indica no hacerlo
por prudencia.

Porque puedes ofenderte
Y preguntarme violando la cordura
y con violencia.
¿Qué miras? ¿Qué querés?
Y enfrascarte en un soliloquio
de agresiones que termine
con un arma en mi costado.

¿Sabes? los ojos no se encuentran.
No se  piensa y  se actúa con falta de prudencia
Equivocado
Inconveniente
Absurdo
Desacertado

Sí, todo eso y mucho más que lleve a la locura
La violencia ha ganado las calles
Los hogares
Las relaciones.

Se percibe
Se siente
Se practica.

Y todo, todo, todo
Se vuelve un desatino.

© Belkys Sorbellini

Poema de Adrián Terracciano





Lo que el frenesí
hace de mi aguardentellada
forma de partirle
el sudor lacrimógeno
que vistió mi pupilosa
disecancia de lo fascinario
que lacta de su mamaria
expelencia de lo sublime.

No existe barbarie obscura
no hay ungüentos delirantes
desde que su ritmo
de amatoriedad animal
hincó su champán supersónico
en los ardores de mi boca
un nunca más desvencijable
es aporreado por mi víscera
más azulada que el ojo
de un tornasolado dios

su magma mujeril
que abriga este contorno
calcina el fin de mi cansancio.


© Adrián Terracciano

22/5/19

Poema de Osvaldo Bossi





Si todo el mundo vive haciéndonos la guerra

No tengas miedo. El miedo
es otra cosa. El miedo es amor
a veces. No te cierres, no cierres
los ojos, el corazón. Por amor
por miedo. Te lo ruego, no hables
como si fuera ésta tu última
palabra. No. Llamá a mi puerta
mañana, cuando quieras. No soy
tan peligroso como parece.
En serio. Aflojá un poco.
El miedo, casi siempre, es amor


© Osvaldo Bossi

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Poema de Susana Szwarc


                                       

                                     
                                                                                                                                              
Nebulizaciones

“Nos abrimos para la cosa y la cosa se abre
para nosotros”
dice la soberbia de occidente
que pisa los talones
de mi propia soberbia.
Barrada hubiera sido si los árboles
descubrieran el bosque 
pero la barra se rompe
y yo, amigas, me caigo a pedacitos           
justo
en los intersticios de la historia
siempre ajena.
He ahí, digo, alguna ética
es decir, mi falta de principios
es decir, ningún comienzo
o “la libertad ésa que funda la verdad
y que a la vez –anuncian- la socava”.
De  lo que pacta el ser             
sólo se escribe en otros cuerpos
mientras (el sombrero es de Beckett)
hablada por lo mismo
me reparto.

© Susana Szwarc