30/4/20

Poema de Yrene Santos





A veces

A veces,
un relámpago es un poema que se instala en los oídos,                                         
para quemarlo adentro y así volverse eterno                                                                         
A veces,
un poema es un relámpago aclarando los sentidos,                                                
para que los cinco se junten, 
y creen una nueva
vida  
A veces,  
una vida es un poema en todas sus vertientes                                                        
Y de vez en cuando todas esas vertientes,                                                                           
son una leve brisa,  
levitando en el poema                                                                                                               


© Yrene Santos

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27/4/20

Poema de Susana Rozas



Oportunamente
nos fueron despojando
de nuestro paisaje.
Incautos
hoy
caminamos un lugar
desquerido.
Pero no hemos sido tiernos
y olvidadizos
desde los huesos
siguen flotando
aromas sin tiempo.

© Susana Rozas

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Poema de Norberto Barleand





DE AÑOS Y  DE AMORES

Años que fugan en el letargo de los días
con amigos en la luz de los espejos,
fogones y guitarras
Amores que se fueron con estribillos del alba
 Se alejan con las cadenas del olvido,
el que perdura en la retina del recuerdo,
 Y el que vendrá a retomar
                    la piel agitada   de silencios.
Esta noche alberga la quietud de suspiros,
crujen y sentencian
 Hablan de ella,
cercana, distante
perfora las venas sedientas de amor
retumba en la nostalgia
Y el amor muere, como una herida
en los claveles del sol
                                    Y éste gemido

© Norberto Barleand

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Texto de Verónica M. Capellino



La maga     
                             
          “Nada me desengaña, el mundo me ha hechizado”                                                                      
                           Francisco de Quevedo

No es maga por mérito propio ni dones concedidos, no tiene poderes insondables ni la circunda un halo iridiscente... La maga, lo que tiene, es que es porfiada con lo de la belleza del mundo, única magia que ejerce por arrimo, con más gusto que orden y más alegría que rédito.

© Verónica M. Capellino

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Poema de Alba Murúa





Sé piadoso:
Te he parido
como a otros de mi sangre              
que me reclaman
en atroz silencio
estos versos.

© Alba Murúa

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Poema de Dolores Pombo




cuando cae la luna 
vuelvo al cielo perdido 
pedazos 
solo pedazos 
cuando cae la luna 
ya no brillo


© Dolores Pombo

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Poema de Mariano Shifman



EL POETA FIEL

Ah, si pudiera ser como el gitano
que iluminó entre versos Federico...
Un centauro tan fieramente humano,
de aire espontáneo y de galope rico.

Una mitad de instinto casquivano,
la otra mitad constante desde chico;
pero soy el que soy, este Mariano
que a veces -lo confieso- no me explico.

Se me cuadra un soneto, no un romance
para hacer por defecto este balance
de mi marcha, muy poco suculenta.

No puedo hablar de nácar y de nardos:
la cierta consonancia exige cardos.
¿Los fui sembrando yo, sin darme cuenta?


© Mariano Shifman

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Poema de Sandra Gudiño


Abuela

No me culpes.
Por recordar 
esa mirada hielo 
de los que emigraron alguna vez.
Destino de fuga
esculpido en la frente
yo también estoy cansada
siempre otra ciudad
otra mudanza.

No me culpes.
Por ensayar 
tu lengua de dos mundos
y extender silencios
como vendas 
sobre tu memoria.

No me culpes
por planchar las camisas 
en doce pasos 
cuando todos duermen
y la plancha me mira 
con su ojo de gato
a la temperatura exacta.
Matemática pura:
doce pasos.

Herida abierta
no me culpes
por quedarme parada
justo ahí
en el surco
que dejó tu sangre.
¿Nadie te dijo
que el desarraigo
es ese monstruo
demasiado grande 
como para derrotarlo sola?

No te culpo.

© Sandra Gudiño

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Poema de Teresa Gómez



RENACIMIENTO DEL CREDO

Una baldosa en lo escondido,
 un hueco.
La limosna de tierra que hace falta
para el abecedario cotidiano,
para la reducida muerte diaria.
Un punto donde quepa
yo con mis cruces, mis ausencias, 
con la devanadora que cada tanto
me viste a nuevo la esperanza antigua.
Un rincón en el área del destierro,
un estrato que encima o por debajo
de otra napa se nutra.
La realidad, la guerra,
el armisticio todos los días sellado.
Mi porción de planeta.
Mi parcela de sombra.
Y otra vez este anhelo que florece
simple como una rosa.

© Teresa Gómez

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25/4/20

Poema de María Teresa Andruetto



El orden natural 

La nena no sabía hablar, pero la madre
dijo es esto y esto y le enseñó a la nena
y la nena aprendió.

¿Sabe ahora?
Sí, sabe.

La madre dice ésta es la casa
donde se hacía el guiso, la casa donde
estábamos de fiesta. Y ésta es la belleza
de la casa. La belleza es nomás eso,
nadie sabe para qué sirve,
pero ni a nonna ni a figlia
se le olvida.

La hija se pregunta cómo fue
que pasó todo, la rueda del tiempo,
la vida sin fin y sin principio.

¿Sabe ahora la nena?
Sí, sabe.

Ciao cara, ciao figlia
              
Ciao, mamma.


© María Teresa Andruetto

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Poema de Patricio Foglia


me tomó años aprender
cada una de las funciones del tablero
esa inmensa pared adornada
de botones
miles de millones
de botones de colores
que me hacen volver a ser
un nene
extasiado de formas, de relieves
extasiado con ese tablero
enigmático
con el que a veces puedo viajar a la luna


© Patricio Foglia

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Poema de Marita Rodríguez-Cazaux


  

DESVELO

A Leandro, mi padre.
En su memoria


¿En qué horizonte posaste la mirada
antes de que tus ojos se volvieran como piedras?

¿Rumores? ¿Silencio?
¿Qué último paisaje bebiste de tu patria?

Acaso hayas sentido frío,
mojado de neblina.

El corazón cóncavo en un pozo
 sollozado de océano perpetuo.

¿Cómo pudiste sostenerte, padre,
apartado del lar ?

Desvelada de pensarte va mi vida,
hurgando los cajones
en un espasmo de dolor desafinado.


© Marita Rodríguez-Cazaux

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Poema de María Ángeles Pérez López




[Lo podre]

Lo podre del mendigo y del pescado
en la ciudad bellísima e irreal
es una luz mezquina que alguien corta
de un golpe, eviscerada en una tabla
que rezuma del hambre y su cuchillo.
Las gaviotas protestan. Pesadumbre
de animales inquietos y escasez
bajo el magro chillido que atormenta
la espina desahuciada, las agallas
rojas y empobrecidas de angostura.

En su entraña, el mendigo y el pescado
digieren larvas, cuerpos diminutos
y formas protozoicas de pesar
como si fuera cierta la condena
a la férrea atadura del despojo,
depredación y escama en el acero.
No hay alondra ni halcón de cetrería,
solo la red tupida de los signos
que atrapa contra sí pescado y hombre
mientras boquean sangrando oscuridad.

Miserable mixtura del amor
en que el pan se endurece sin lamer
la boca, su llagada pertenencia.

                  con Alejandra, Cádiz 2012-Santiago de Chile 2013


© María Ángeles Pérez López


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Poema de Gladys Cepeda





bajo los vagones
ves el dolor perpetuado
en la carne de esas sombras vagabundas
llagas en muecas fatales
designio cruel  donde  hay rezos mudos
andan las sospechas como las moscas
con sus boletos deslizándose sobre los dedos
los pasillos no tienen sueños dorados
solo estalactitas
atraviesan el grito destemplado
cada estación es un cementerio
donde vivos y muertos se conforman
con ser almas trashumantes
en un horizonte de pretextos
del café express y las chimeneas
un reloj  bajo el humo
se contrae bajo el corazón seco de la ciudad

© Gladys Cepeda

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Poema de Gabriela Yocco



te doy estas tetas / las que llevan tu lujuria escrita como condena
las de mamar tus hijos

te doy el sexo / éste
el mío
el que lleva tu mirada y tu mano y tu deseo
el que supo a fuerza de siglos también desear y ser mío

mi sexo
mi culo
mis tetas
más allá de tu tacto  de tu mirada y de tu hambre

te los doy

cargá ahora con esta pesadumbre de ser hembra
tomá / tenelos
sé la que teme / sé la que deja de ser
sé vos / el del poderoso nombre de la raza / vos hombre
sé quien tiembla en el fondo de la noche
sé quien calcula el tamaño de la camisa

ardé en la hoguera

vos / sé ese
y parí con dolor /  y sudá tu trabajo
y cada última luz en el silencio  / rezá fuerte y profundo y hondo
para que no te maten


© Gabriela Yocco

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Poema de Eduardo Espósito



imposibilidad del poema

Remedo de pájaro 
el poema 
pólvora mojada 
remedo de nada 
alas no encontré.


© Eduardo Espósito

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Poema de David Sorbille





Poema en tres palabras

“La esperanza es un deber del sentimiento”
Fernando Pessoa

Enamorarse:
al vivir en la plenitud
del que parece que llega
sin lograrlo nunca.

Ilusionarse:
al sufrir la locura
del que recurre al milagro
ante el avance de la nada.

Esperanza:
al intentar lo imposible
haciendo de un verso un destino
una pasión y un olvido.


© David Sorbille

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Poema de Darío Oliva



Retrato de lluvia

detrás de las cortinas 
espera en el zaguán la lluvia  

sobre la mesa 
grises los relojes y retratos 
reflejan la triste soledad 
de flores casi muertas

gotas resbalan en el cristal  
helado de la pena

ni una sonrisa queda

resquebrajada el alma
huelen a hojas secas 
las lágrimas que caen allá afuera.


© Darío Oliva

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Poema de Patricia Corrales





Por que la creación deja caer estrellas fugaces como un zurcido de punto flojo? 
Como el padre que limita hasta que su hijo se rinde , no pareciera haber amor 
o se debe pagar tan cara la osadía de pretender ser uno mismo ? 
Es fácil otorgar el libre albedrío para luego sentarse a observar cual Poncio Pilato 
desdeñando el poder de la libertad. 
Acaso hablar con el corazón está devaluado? 
Yo vi como la guerra se jacta de los huérfanos , 
como una plaga puede ser letal al ser humano, 
como también vi un inmenso pozo de agua vacío en medio de un desierto de almas blandas. 
Acaso hay dolor más grande que la indiferencia ? 
Nadie puede tener plumas en sus extremidades si solo existen barreras de egoísmo y 
excentricidades. Un dolor que atraviesa el madero de un maestro desoído en medio del océano sin peces. 
Como es arriba 
es abajo suelen decir pero acaso alguien nos enseña o solo somos títeres del poder? 
La lluvia me entristece 
va haciendo surcos por mi piel envejecida 
porque por fin puedo entender que somos el banquete 
de una vil manipulación. 


© Patricia Corrales Marozzini

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24/4/20

Poema de Leonor Mauvecin



AUSENCIA 

Tejo la trenza
sobre el costado izquierdo de mi cuerpo
sobre el pecho.

La vida te ha llevado lejos, pero el fuego en el brasero
donde canta la pava para el mate
huele, como siempre, a tomillo y a poleo.

Y estas manos rigurosas, trenzan la ausencia.

Trenzan el silencio.

Se me enturbian los ojos de nostalgia
mientras tejo y destejo, la trama de mi pelo. 


© Leonor Mauvecin

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Poema de Norma Etcheverry





Preciosa infancia

Y eran las moras
las que nos detenían
a la vuelta de la escuela.
Pequeños frutos frágiles,
oscuros,
dulces,
breves,
que nos atrasaban
en el camino de regreso.
Era la oscuridad sabrosa de las moras
lo que nos demoraba,
eran los guardapolvos los que nos delataban
siempre
manchados por las moras
que nos demoraban
a esa hora preciosa de la infancia.

                                                                   
© Norma Etcheverry                                                  

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Poema de Nito Biassi




Así
Así, así, despacio sin apuro
como demoliendo una pared
junta por junta, ladrillo por ladrillo,
Así, así despacio para sentir
y sin que uno se de cuenta,
va perdiendo de a poco todo.
Hay paredes que no son de cemento,
hay paredes construidas de nada
que son más duras y resistentes.
Así, así despacito como caminar de oruga
se llega al punto de la quietud
que ni la inercia te moviliza.
Así, así … empieza el reino del vacío.

© Nito Biassi

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Poema de Marizel Estonllo






Acorde 

La hora del sol intenso ha pasado.
Las marinas acunan sus barcos en la  siesta meditada.
Los rincones de la ciudad se llenan de recuerdos
en la memoria siempre nueva de la primavera anhelante.

Tus pasos en la vereda de la infancia.
Las manos temblando debajo de las ropas adolescentes .
Los besos en las calles oscuras de la paralela a la avenida
donde mucho del amor era posible
Y la risa invadía de pudor al rostro  inocente
Toda la dulzura se acumulaba en esos instantes escapados del rigor.

Allí se respiraba la vida que sin duda olía a jazmines frescos y glicinas ,
 Era  encontrada por el olfato ansioso del deseo fuerte
del deseo vestido de entusiasmo
como el brote que inaugura la rama.

Una vida pudo haberse suspendido en el recuerdo de una caricia.
como una necesaria condición
de la escala aprendida en un piano prestado.

Tus ojos vinieron con la mirada de un antílope perdido
Y el tiempo se compactó con el espacio
Y fue ,
la sede del éxtasis,
el cruce de dos calles en la convergencia del amor.

Hoy dos alfiles  atraviesan un tablero de reyes caídos
y la ciudad hace llorar a las horas caminando las tardes muy grises
hasta vaciar viejos sitios de la mente.

Escuchar a Hypnos ,
a sus genios, visitantes en mis noches,
Traen la abundancia en sus mensajes.
En las manos de un artesano,
anticipan un  lenguaje puro,
un preludio liberando  las formas.

Sereno , decisivo,
un acorde suave aproxima en su combinación

La eficacia de  dos notas exclusivas.


© Marizel Estonllo

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