28/5/22

Poema de Leopoldo Teuco Castilla

 


CÍRCULO

 

                              A José Antonio Gabriel y Galán

 

Concibieron al círculo radiante, su forma

partiendo desde un centro

y en realidad

fue lo exterior, el universo, esa silla,

un caballo

todo lo externo modulado

para finalizar en esa esfera

 

tu ojo no emite

                              atrae

 

ese niño con un balón entre las manos

juega

               con el último punto de la materia

               con el fin del mundo.

 

© Leopoldo Teuco Castilla

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Poema de Estela Zanlungo

  


El descampado 

 

Todos queríamos tener el fuego:

igual que en la primera mañana,

subía como después del roce de dos piedras.

 

Cuando toqué la lumbrecon un palito seco

me puse a arder en lo más alto de la pira.

 

¿Será por eso que de noche

se mojaban las sábanas?

Yo dejaba caer el camisón

me dormía desnuda

culpable de haber entrado en la fogata

por los ojos.

 

Esa noción del riesgo, desde

la idea del inicio hasta la brasa roja,

donde quemábamos batatas

la noche de San Juan.

 

© Estela Zanlungo

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Poema de Diego Roel

 


 

Invitación al Kremlin

(Invierno de 1405) 

 

El ícono de la Virgen de Vladimir

me miró a los ojos y me dijo:

 

«Búscame en el muro donde la tarde extiende su plumaje.

 

Estoy detrás de los estandartes de cola de caballo,

debajo de las hojas y los frutos.

 

Búscame en el aire, en las cenizas.

 

Estoy arriba del puente de todos los ríos,

encima de la huella de los lobos.

 

Búscame en el arco donde la sangre se desata.

 

Estoy bajo el ala de la noche».

 

© Diego Roel

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Poema de Esther Pagano

 


Acercamiento

 

                        Acercamiento magnánimo.

 

este no es el valle de los elegidos

guarda proporción con una verdad que no reconocemos

uno olvida que tiene cuerpo         alma y soledad

 

    la soledad nunca se queja

    es una flor desmembrada que me obligó a tomar

          evidencias de la escena del crimen

 

   ella duerme en mi única cama

   de mi única casa

 

   nos embriagamos bebiendo de la misma botella

   entre gente que hurga soberbias y vanidades

 

   nos despertamos abrazadas

   nos gozamos un día, otro y otro

 

    hasta alcanzar la hora de las víctimas



© Esther Pagano

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27/5/22

Poema de Roxana Palacios

 


Broncoespasmo

 

Mi hija es un mundo aparte,

lleva

países recortados en la espalda,

la negación del propio,

incluido su lenguaje.

Cuando era un bebé, solo reía

raíz pivotante y pasto verde

       cantándole a los animales

como si los prefiriera

por sobre las personas.

En la adolescencia quería

parecerse a mí,

le enseñé a plancharse el pelo

con cuidado de no quemarse.

Usaba mi ropa y comía

grandes cantidades de cereal

mientras escribía nombres

propios

en la superficie de un cráneo

que compartía con sus compañeros

de estudio.

Algunas noches, la tristeza 

o el vacío llegan a mí 

con rumor de broncoespasmo. 

Yo la abrazo, apoyo mi mano 

en el vapor de su garganta, 

 

             algo intangible, una pérdida 

de aire entre los pequeños dientes

como barcos en la deriva del ahogo.

 

Observo la cabeza de mi hija

entre mis brazos mucho antes

de que la guerra separara

de su familia a los combatientes.

¿Cómo vas a comprenderla

si ni siquiera comprendés la vida?,

le respondió Confucio a Chi-lu

cuando quiso preguntar

sobre la muerte.

 

                                a Luz María

 

© Roxana Palacios

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Texto de José María Pallaoro

 


JOSÉ MARÍA 

      Mi abuelo perdió una pierna. Luego, la otra. En honor a él llevo su nombre. En honor a él camino por este pueblo que lo cobijó como si fuese el suyo. Algunos piensan que soy sus piernas; otros, imaginan una silla de ruedas en el rincón más oscuro de mi habitación.

 

© José María Pallaoro

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Poema de Patricia Berho

 


 

Las sufrientes

 

Las sufrientes

de tiempos

       de espacios

de historias

Muchas se reconocen explotadas: resisten

Nada serian sin nuestras caricias: saben

Nada serian sin nuestras cuerpas: se iluminan

 

Extranjeras

             exiliadas

                     sospechadas

Por sus sonrisas negras

Por parir tantos hijos

Por teñir su cabello

Por hablar a los gritos

 

Hablar del miedo

Hablarle al miedo, sin saber que es.

 

 

Lejos

                 muy lejos del Edén

de la culpa original

sin Hércules

despiertan serpiente    

Despierta        despierta

repiten como mantra 

Repiten y resuena pujante.

  

© Patricia L.Berho

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Poemas de María Paula Alzugaray

 


La soga engancha

hacia arriba una pierna.

La silla tiesa.

 

 

Flojas las manos

hincan la daga amable.

Las tripas sangran.

 

© María Paula Alzugaray

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Poema de María Del Carmen Barrionuevo

 


Llueve

 

Santa Rosa se expresa

en este domingo

agostino, nostálgico.

 

Tu ausencia

hace añicos

mi esperanza.

 

Pronto llegará

la primavera equinoccial

con sus soles y sus flores.

 

Tu andar pendular

¿te traerá de vuelta?

 

¿Vendrás para

agraciarme un momento

y después seguir tu camino?

 

Tu ausencia

horada el alma

como la lluvia torrencial

horada la tierra.

 

© María Del Carmen Barrionuevo

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Poema de Edda Sartori

 

Subsuelo

 

3

 

cómo asesinar

a Rimbaud

cómo acariciar su lastimado cuerpo su bella cabeza

cómo diluirse en su dulce úlcera

en qué liturgia abandonarse

yéndose por la herida vaginal

de su frente

 

© Edda Sartori

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Poema de Jorge Valbuena

 


OUROBOROS

 

Ayer el mar talló la serpiente

para conferirle a la tierra algo de su levedad.

Olas que se fueran a poblar

el costado oscuro de sus ríos,

fundar en la roca un sinuoso rumor,

verter en el aire el limo de su aparición.

Así los días se apresuran voluptuosos

cada uno un sol

como un corazón que se resume

uno tras otro, ondulante

sobre glándulas de hierro.

El tiempo es veneno inmaculado

al fondo de una alforja de lava, sangre y viento,

el anzuelo del misterio duerme

intacto entre cenizas de luz.

Incuba otra eternidad,

otro desierto.

Cada respiro un cambio de piel,

los sargazos del estar

guardan la dificultad de lo vivido,

el destino de sus húmeros vigentes

engullendo la piedad del abandono.

Sobrevive la soga

se arrastra por entre los cántaros

sin rumbo, espora de lumbre, reptil de soledad,

aposento que no conoceremos

hasta que nos devore.

 

© Jorge Valbuena

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Poema de Liliana Majic

 


 

me mira un tomate

acá estoy             dice en rojo

claro

para recordarme el vacío

no sé          dice

                              en rojo

rojo

 

las bocas me miran

hoy no pude dormir

ni mañana

 

© Liliana Majic

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Poema de Irene Scalabrelli

 


¿Hay una hora mejor

para morir?

ese olor

un sonido

el ladrido lejano

que viene con el viento.

Hay, debe haber

una hora mejor que las otras

en la que morirse no desentone

tan verde todavía el mundo

es otoño y llueve

morirse no debería molestar

ni doler, ni cambiar nada

cada cosa en su sitio

el silencio perfecto ocupándolo todo

y de repente las hojas secas

con su ruido particular sobre el techo

o bajo las pisadas

hay tanta hermosura en eso

que no cabe morir a deshora

ni hoy ni cuando llueve

o el viento rompe el perfecto silencio

¿habrá una hora mejor?

es posible esa hora

en que morir esté bien

que no moleste

que se vea bonito.

 

© Irene Scalabrelli

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25/5/22

Homenaje a Ricardo Rubio en su fallecimiento

 Me entero del fallecimiento de Ricardo. Poeta, editor, buena gente. No era su amigo, pero siempre que nos veíamos su trato era cordial y respetuoso. Estuvo en los inicios de MISPOETAS y por muchos años. Hoy partió, una pena. Abz a sus familiares y amigos, Gus.



MEDIDAS

 

Reman los peces

     sus naves de luz acerada.

Las flores arden con asomo violento

y púrpura brillante hace el árbol

de cielo sus sonrisa.

 

Gritan las golondrinas altas

y suspiros dan los aires

por la violación del ala.

 

Temo saber un día

     cuántos átomos es un pájaro,

     cuánto cosmos, la distancia,

     cuánto volumen, el beso.

 

© Ricardo Rubio

 

LOS PREMIOS   

 

Si pudiera ser un miserable

      no haría versos con las flores,

      no temblaría ante el sol.

Si pudiera olvidar,

dejaría par siempre los gestos únicos,

y si empezara otra vez,

volvería a repetirme a cada instante.

 

Mi noches tienen un rostro ahora,

el caramelo sereno, cuando niño,

en las manos sabias de mi padre.

 

© Ricardo Rubio

 

MAGIA

 

Las palabras que insinúan los cardos,

los gritos que fingen las luces;

los finales valles donde mueren los insectos,

las aguas creadoras de hojas y malezas.

Los vientos que siembran pájaros por el aire.

La sombra que llena la noche

para que descanse el mirlo.

La prudencia de las tardes,

la mínima multitud del árbol

que nos alcanza el cielo;

la lentitud del color,

el silencioso murmullo del pez

y la mirada de un niño

conduciendo la mañana,

dejando para siempre

su forma aguda en un espejo.

 

© Ricardo Rubio

 

TROSPECTIVA

 

No vi en los azulejos el fondo de mi garganta.

Aquella tarde los hombres de blanco

propusieron las piezas y la voz tembló

con un miedo que habría de repetirse.

Crecí sin pausas hasta la pausa.

Luego ella llegó con sus caras

como un estandarte merecido,

eligió las costumbres,

las horas y los días.

Ahora mis gritos

-casi controlados-

pertenecen a otros.

La tarde revuelve la ropa

alrededor de la cuerda,

y el mismo pájaro trina para no ver.

 

© Ricardo Rubio 

 

 Ricardo Rubio nació en Buenos Aires en 1951. Publicó en poesía: 1978 "Invención de lo maravilloso y aproximaciones al margen del ocio" 1979 "Pie a Pie" 1980 "Clave de mi" 1986 "Pueblos repentinos" 1988 "Historias de la flor" 1996 "Arbol con pájaros" 1998 "Simulación de la rosa" (1er. Premio Leopoldo Marechal) 2000 "Epítome" 2002 "La leyenda de Tromentor" (epopeya) 2002 "El color con que atardece" (Mejor libro del mes, Revista Daphne) En narrativa: 1980 "Calumex" (novela/ ciencia ficción) 1998 "La trama del silencio" (cuento) En teatro: 1998 "Los remolinos" 1999 "La trama del silencio" (versión teatral). 2003 "El escriba nocturno" (2do. premio Ariel Bufano) En ensayo: 2000 "Emilse Anzoátegui 1956-1999" c/antología poética. 2003 "Elvio Romero: la fuerza de la realidad" (Asunción, Paraguay) 2006 "Elvio Romero. De la tierra intensa" Han sido estrenadas 10 de sus obras teatrales, una de ellas en Madrid, España.

(Biografía del blog, no actualizada)


Poema de Daniela Camozzi

 


Padre de ochenta

 

Cuando te muestro las

listas de actores y

películas que ordeno

en mis horas de tedio

sé que apenas podés

soportarme. También

era con ella así

pero ustedes tenían

otro idioma hecho de

formas de verse, balas

que se tiraban con

silenciador. A mí

me tenés a distancia,

me entrecortás y yo

no tengo más remedio:

giro en la calesita

y vos no te subís.

Desde acá te veo,

nena-vieja, puchero

de reproche.

Sería bueno que al fin

lo reconozcas:

yo soy

el hijo de mi padre,

el nieto de mi abuelo,

regla T, corte al ras.

No es para tanto:

jamás te arrancaré

el bello corazón.

Tampoco voy a ser

quien te libere.

 

 1 Los versos “Jamás te arrancaré / el bello corazón” aluden a un verso del poema “Papi” (Daddy) de Sylvia Plath: Bit my pretty red heart in two, que podría traducirse como: “me arrancó de un mordisco el bello corazón rojo”.

 

© Daniela Camozzi

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Poema de Ernesto Rojas

 


 

DOMINGO

 

lo que tengo es la voz

de tu palabra

este horizonte de tanto nombrarte

se hace sol en el invierno

y agua mansa en la tormenta

 

no llegas

y es mucho más que las sombras

mis yemas polvorientas dibujan a ciegas

el anden y la ventana

el sol

en esa quietud

observa volcánico

el margen perpetuo del fuego

                                        y duermo.

 

© Ernesto Rojas

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Poema de María E. Faini Adonnino

 


 Yo contemplo este ocaso

a través de mil cristales.

Un pájaro me lleva

en su estela invisible

al azul de otro ocaso

que derramó en mis venas

la ternura.

Fue un abrazo cósmico

Me transformó en estrella

y, desde entonces,

inevitablemente

busca

mi identidad enferma

hallar en todos los crepúsculos

la terrible cordura.

 

© María Faini Adonnino

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Poema de María Cecilia Piscitelli

 


"De la única"

 

Por el aire

despedazar el silencio

a un ritmo frenético

                            estampido

la opción excluyente

para rasgar las aguas

y sus truenos sórdidos

tentáculos inertes

las vías salvajes

de la petrificación

 

Sacudir- me

los vestigios del sitio

adherencias al mundo

de los tsunamis pequeños

                          pretéritos

                          pequeña

                          pretérita

mis ojos enormes

vidriosos de aludes

conscientes        despiertos          testigos

 

de la única

 

impaciente

e inevitable

batalla incesante

 

entre el amor y la muerte.

 

© María Cecilia Piscitelli

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24/5/22

Poema de Juano Villafañe

  


LOS TRENES DEL SUR

 

Me esperaba una mujer con sombrero en un andén del sur

En un andén de los trenes que viajan profundos por los jardines del sur

Como un extrañamiento de la luz ella me vio sobre un puente de metal antiguo

Nadie viaja al sur para ver una mujer en las extensiones de un tiempo que estuvo toda la vida

Toda la vida para esperarte y te ibas así como un breve paseo tan vestida como desnuda en las casas de un barrio

Hoteles más altos sobre la tierra y piezas bajas también con hierros antiguos como los otros puentes

Toda la vida te estuve esperando vestida sobre un andén del sur

Y ahora suave en tu cuerpo vemos otra vez los jardines de árboles

Y que no he visto desde la calle los interiores altos

Desde el andén en que me esperabas tan hermosamente vestida como siempre

Cuantos años hace que te había visto en ese anden del sur sobre la luz

O era Dios que viajaba por los andenes 

Que nos vio como criaturas amadas sobre las rosas de la calle

Para cada tarde hay una despedida

Para cada mañana un tren que sale en infinito para todos los años de esta vida en tren

Y un almuerzo sobre el agua

Una mujer que se viste y mira la calle por donde entramos una vez

Qué infinito nos queda todo

Para volver toda otra vida para verte con tu sombrero

Ahora desnuda para que los trenes vuelvan al sur

Recordarás que te dejé grabado para que me escuches ese paseo solitario

Sobre la estación más pobre de los trabajadores argentinos

Todo está ahora menos tú

Me despediste  tan parecida sobre el puente de los hierros antiguos

Y pensar que te vi un día sobre un andén del sur en el que esperé toda la vida para verte

Toda la vida que te fuiste con tu sombrero como un amoroso extrañamiento

Y con una hoja de agua que me regalaste sobre la boca

Mañana voy a esperarte de nuevo, sea el tren que sea, la ropa que sea, la mujer que sea

No se puede esperar para toda la vida esta brevedad que Dios nos ha dado con amor

Baja otra vez para que pueda verte desde el puente.

 

© Juano Villafañe

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