31/1/18

Poema de Paulina Vinderman

  

Me dice que siempre tengo el aspecto
de volver de lejos.
Nos dibujamos uno al otro sobre cartones
con las carbonillas secretas de su bolso mágico.
Sentados sobre un muro.
Esperando la apertura del Museo
—un museo minúsculo, puro jardín—
El calor no entra con nosotros, paga los boletos
y nos espera. Nos enseña paciencia.
Nariz contra el vidrio, permanecemos embobados
frente a unos pendientes precolombinos
en forma de pez.
El oro no los hace más valiosos sino
más persistentes, como nuestra joya:
ese amor boquiabierto hacia un futuro que no será,
una muerte que tampoco será.
Nos han pescado.
Estamos condenados a brillar un poco menos
por estar sin el otro.
La soledad es la que brillará, la espera
de la estación de las lluvias en un trópico
al que no regresaremos.


© Paulina Vinderman

Poema de Rafael Vásquez




LOS ABRAZOS

¿Cómo van los abrazos por el aire?
Caben en los correos electrónicos,
en las imágenes cinematográficas de skype
(que no puedo nombrar en castellano),
se meten por sorpresa en las tarjetas
que el cartero aun reparte.
Cuando los deletreamos
algo nos dice que siguen siendo ciertos.
Es otra forma de sentir a solas
lo que la ausencia deja en nuestras manos.



© Rafael  Vásquez

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Poema de Susana Szwarc

  

EL VENTILADOR NO GIRA 

El tren ejemplar apunta
su recorrido de cartas por las islas.
En sueños el retrato de una voz.
(Desde el vidrio soportamos
su quedarse padre).
Días y noches rumian su silencio
las hijas, expuestas al olvido.
Cavilación inútil bajo una llovizna
como única insistencia. 

Hay chispas en el patio y en el tren
la polvareda nos pinta
los labios.



© Susana Szwarc

Poema de Carlos Alberto Roldán



Es problema de los náufragos 
Llenar de razones el horizonte todo 
Obstruir con ellas 
Distancia y tiempo 
Prodigiosos repliegues del océano 

Así como a una cornisa 
Se aferran los desesperados 
El náufrago argumenta 
Vocifera putea 
Acaso gima sin oírse 

El mar 
Solo organiza 
Un tablado de provincias




© Carlos Alberto Roldán

Poema de Sandra “Tana” Pasquini


Cuando mi Padre dice agua quiere decir sombra
dice pan para decir boca
tiembla y sus piernas se doblan como las de una marioneta
cuando mi Padre me mira con su mirada hueca
con sus terribles cuencas vacías
-no es a mí-  es al mundo a quien mira
eleva el aliento mi Padre para decir la nada
y los bulevares se bifurcan como nubes
en el azul tremendo de sus ojos
todo lo envuelve en su fuego
ojos de jade pulido
atado de pies y manos a una cama
como un cristo postrado en su colchón de olvidos
fabula mi Padre fantásticas visiones
y ríe como un niño
cuando mi Padre dice -hija-
un yunque brutal cae de sus labios
confirma la sed y los abismos
duerme con la muerte apretada contra el cuerpo
como restos de fotografías calcinadas
ríe mi Padre como un recién llegado
deambula en el recuerdo por los corredores de la infancia
cambia de nombre
de ciudad
de padres
y de hija
me despierta a media madrugada aullando
dice que se quema
que sus huesos se queman
que todo el es una inmensa llamarada
llora acurrucado como un niño
ruge como un desesperado
el dolor lo va abrasando
va tallando su agonía
cuando mi Padre dice muerte quiere decir -cuerva horadando-
costado roto por sus filos
todo él es como una cuadriga adormecida con venenos
sostenido por las pinzas del letargo
brota la voz de mi Padre como volutas negras hacia el cielo
se arranca con las uñas la palabra que lo atora
siente como el tiempo le trepana la osamenta
cuenta los silencios y las pausas del jadeo
languidece mi Padre en lo sagrado
y dice -la putrefacción no es más que un hecho-
y es que lentamente va sabiéndose cadáver.


© Sandra “Tana”  Pasquini

Poema de Luis Luna


Los ojos no pueden concentrarse en un punto.

La corriente los alza
por toda la extensión
como una larga frase
que dijera la luz.

Sin ser oída.



© Luis Luna

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Poema de Vanesa Almada Noguerón




ladrillos rojos

me gustaría saber
si desde ese balcón se pueden ver
las ciudades que hubiéramos visitado
o las manchas de calor de lámpara
de manos convulsas
de penitencia

en los libros que nos hubiéramos prestado

este cuaderno que escribo tiene el color atormentado
de un vaso de sangre
¿son rojas también tus venas,
tus suspensiones / todas tus ropas
después de haber pensado tanto el amor
después de haber pensado en las formas simétricas que van tomando
los diálogos
que nunca pudimos intuir ni soportar?

la radio sigue diciendo esa canción de Edith Piaf
(sigue diciendo tormenta)
me gustaría saber si mañana la lluvia (o algún otro fenómeno)
nos va a ofrecer
algún principio o algún final
algún reflejo en el barro donde no sentirnos tan huérfanas
donde no sentirnos
tan verbalmente vulneradas


© Vanesa Almada Noguerón

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Poema de Gustavo Gottfried


Fují

duermo arropado en una blanda
nube de humo
una espiral de fuego me protege
conjurando en su perfume
a todos los demonios
que ansían mi sangre
dejo mi cuerpo así
confiado y me cruzo
muy tranquilamente
a la otra orilla


© Gustavo Gottfried

Poema de Inés Legarreta


La puerta abierta de la cocina/ el sol a mitad del comedor/ los mosquitos y moscas/ / los pies descalzos a la mañana y
mi despertar taciturno
(con tanto ruido que trae)
una falsa alegría
el verano dura más que el invierno/ más que la primavera/ se prolonga
el candombe, la batucada, el festival
hasta diluirse en la esquina
Si ahora todo es expansión cuando venga el frío
hablaré en voz baja
el otoño no empieza pero las hojas del sauce ya caen/ cuánto agobio en las mujeres y las escobas por limpiar la naturaleza/
es imperdonable esa enjundia
tantas horas perdidas
si los árboles sólo hacen lo que tienen que hacer
cuando venga el frío dejaré descongelar la heladera
y sacaré las botellas de cerveza
limpiaré los vidrios empañados del otro lado del día
y como todos los domingos del año
prestaré más atención
a la tristeza de las cosas


© Inés Legarreta

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Poema de Víctor Pajarito Cuello


julia y su padre

“a mi hija le hago tostadas y le digo que es pan con ruido”
edgardo lois

julia y su padre descubren sonidos

- ¿oyes? eso es una lágrima
- ¿y eso qué es papá?

- eso es un ojal

- ¿y eso?

- eso / julia/ se llama caricia

todos los días/ julia y su padre/ oyen
los sonidos que sólo el corazón puede oír

todos los días el poema ríe en las migas de pan



Edgardo Lois (1962) Narrador y periodista.
Colabora en “Tiempo argentino”; en el periódico “Desde Boedo” y en otras publicaciones.
“Bitácora de lluvia”; “Miradas al acrílico” y “Morir por Perón” son algunos de sus libros.
Es el orgulloso papá de Julia. A quien le hace pan tostado.



© Víctor Pajarito Cuello

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Poema de Rolando Revagliatti


Acorde 

Pagame
bastante

Acorde
a mi actitud

A la felicidad
que proporciono

a la ilusión.




© Rolando Revagliatti

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Poema de Jimena Arnolfi




MIS PERROS

Mis perros son felices pero si van al monte
encuentran animales muertos y los devoran.
Al volver pasan el día echados con resaca,
orientan desolados las orejas hacia atrás.
No sienten culpa ni angustia,
no tienen miedo de sí mismos.
Alguna vez, casi siempre, no importa
qué tan breve sea el momento de placer.
Mis perros se purgan en público.
Creerán que a veces hacer todo mal
es lo que hay que hacer.
Aplico mi oreja en sus estómagos,
escucho el sonido de las tripas rancias
que después vomitarán.
Cuando por fin sucede hay mucho para limpiar.


© Jimena Arnolfi

Poema de Gabriela Rivero




Veo tu sombra
de piedra preciosa
entre las flores
cuando cambias por vida
los granos de tierra.
Un hilo de ácido se escapa
lastima
lo más tierno de los brotes.
De mirada inquietante
sabías ensuciarte
hasta descomprimir el corazón
de tanta palabra salvaje.
Una pena
ser una niña tan limpia.


© Gabriela Rivero

Poema de Norberto Barleand

                     

Confusa Agonía

Amé con un halo desteñido,
confusas agonías,

para bebernos,
y derramar ternura
por las huellas que faltan, 
el color del vino

Amé desde las cornisas de tu vientre.
con espigas crecidas sin los tallos.

La distancia de tus párpados
el cuarto,
los espejos perfumados

y el alborotado éxtasis
del tiempo
horadando el suburbio del sollozo.

Única y total
desde la medula gris de las penumbras

                          hasta la oscuridad del exilio


© Norberto Barleand

Poema de Mariano Parente


Cariño mío

           A Leny, mi padre.

Disfruto la simpleza de las grandes cosas que nos van creando,
del aliento que pide al oído perfecto un abrazo,
que acompañe tal vez un dolor,
en el profundo pecho,
no me olvides por favor.



© Mariano Parente

Poema de María Silvia Paschetta


Aquí está tu pincel
El aire es blando
La noche no se apura (no te salva)

Hay una piel de ojeras que desliza
buscando la mirada

Hay un silencio detrás de las canceles
que grita
que reclama

(dale tu voz al grito del silencio)

(empuñá tu pincel)

(abrí palabra)



© María Silvia Paschetta

Poema de Lidia Cristina Carrizo


Hebras Doradas 

El sol cae en paisajes humanos, 
danza entre su bullicioso andar, 
sobre los pétalos de otros días. 

Calladamente, camino esas calles, 
con mi corazón alerta. Y tuve alas, 
me sentí bella, en hebras doradas de otoño. 

Te concebía en la grandeza del arte profundo, 
tu huella poética, presencia de hombre-simple 
trayendo ternura, tus brisas de un nuevo amor.

El otoño atrevido, en ternuras  tú y yo, 
nos contuvimos en la certeza del amor 
presente, como un trofeo de oro antiguo. 

Cabía en párpados-húmedos del otoño 
y el tapiz oro, con su magia las estrellas, 
el amor en las hebras doradas del otoño.



© Lidia Cristina Carrizo

Poema de Josefina Fischer


CERRAR LAS PUERTAS

mis manos
               impotentes

cómo anidar
                  sin nido

resisto
crujen las bisagras
lo oxidado
            el tiempo
                      todo voltea



© Josefina Fischer

Poema de Nora Coria


FEDERICO, luz clavel
te imagino
por desiertas callecitas
y por amplias avenidas.
Vas andando
fresco, alegre
frente en alto
luminoso, perfumado
luz, clavel.
¡Quién pudiera haber ido de tu brazo!
Recitando
con voz clara
en las siestas pueblerinas 
y en las noches de Granada
los amores
de mujeres y varones
despertando libertades
con tus letras
los amores
de mujeres y mujeres
descubriendo corazones 
con metáforas
los amores
de varones y varones
entre versos
y canciones temerarias.
Quién pudiera haber ido de tu brazo
recitando 
¡tus poemas, Federico!
(no mis pobres garabatos).

Y si el mal nos persiguiera
con sus botas
(como suele a los poetas)
e intentara silenciarte...
¡A correr, luz de clavel!
A escapar con la belleza
y sus navajas
donde el mal pierde el olfato
y no encuentra las palabras.
¡A correr, luz de clavel!
donde el mal ya no se anime
a callarte con sus balas
(como suele a los poetas)
ni a nombrarte
ni a tocarte
ni una ceja
ni tu boca
ni esos ojos de gitano
bien parido
por el Arte. 


© Nora Coria

Poema de Darío Oliva


Maldecir la noche

He aprendido a maldecir la noche,
porque ya no salgo a encontrarme por sus calles,
y a respirar el cigarrillo de su insomne lumbre,
encerrado en estas geométricas paredes
que entumecen mis huesos
y la delicia de imaginarme
al sueño diferente a la vigilia,
pero no lo consigo,
y raspo con la palabra inoportuna
mis ojos y mi boca
en el espejo de un papel cualquiera
hasta la ceniza azul de la madrugada,
y doy una pedrada al ángel que me anuncia
la raíz del día en los rastros de un sol
que despereza su marcha,
y me pregunto qué vendrá mañana
sobre la sombra del poema que me espera
para maldecir también la sangre y el esperma.


© Darío Oliva

Poema de Nilda Barba


salta al vacío de bruma y niebla
sin saber
si agua    si fuego
pausa sin playas sin margen
en silencio
absoluto silencio inmaculado
salpicado de espinas
ausentes todas las flores
ausentes los pájaros
no hay nidos    ni árboles
ningún color
tampoco sueños
nada
bruma y niebla



© Nilda Barba

Poema de Noemí Correa Olivé


OTREDAD

Le pregunté a mi padre
por lo oculto, el Más Allá
y respondió con su certeza por lo eterno
lo intangible
por la fe en el fruto y la mordida,
respondió con su alma saneada por lo puro
encadenado a la metáfora
“vos podrás ser médium”
de qué, médium de qué
¿acaso existe un pasadizo a un Otro incognoscible?
Y no hubo dudas.
Otro, con mis ojos
habitaba otro universo,
y dijo, es como volar y sentir que estás desnudo
que pueden verte por dentro
como si fueras transparente
como si te dieran vuelta desde la boca
y el adentro sea igual que el afuera
y viceversa, o como saltar cada vez más alto
hasta despegar del suelo
y asomar los ojos
 a lo desconocido
y ni aún así ese ignoto que ves
es lo Otro,
porque lo desconocido
el Otro, dijo
nos habita /
es tu mismo rostro
tan ajeno /
que te mira.

© Noemí Correa Olivé

Poema de Susana M. Baquero



Encender
la radio,              
el ánimo,
el abandono,
el deseo.
Dejar
que un temblor
se acomode
en la palma de tu mano
como quien deja enraizada
una señal
en el desierto, una vez más.



© Susana M. Baquero

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Poema de Ignacio Giancaspro


Hay que inventar la vida

                           A Élida 

Hay que inventar la vida
Cuando todo es oscuro
Y nada tiene sentido
Buscar el sol en las pupilas
Y  el  Arco Iris  en la tarde
Hay que inventar la vida
con un aro mágico
de manos  entrelazadas
y danzar
Buscando ese espacio interior
donde  realmente somos
y habitualmente no estamos
Cuidar aquel jardín olvidado
que alguna vez fuimos
para que vuelvan los pájaros
con el regalo de su canto
y la tersura juvenil
de los jazmines



© Ignacio Giancaspro

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Poema de Susana Lobo Mayorga


EN LA PEATONAL 

Estaba acá
cerca de mi sombra
tomando  cerveza en la peatonal
cuando se levantó sin decir nada
dejando todas las cosas en la mesa

La tarde hilaba sus secretos
y él caminaba  hacia Santo Domingo
mientras le  crecían alas celestes
rosas, amarillas, translúcidas
que goteaban amanecer en la calle.


© Susana Lobo Mayorga

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Poema de María Del Carmen Barrionuevo


Ya no danzan
los pasajeros de la melancolía
navegan las tristes luces
deshojan espumas invisibles
ya no hay dunas ni tamariscos
los puertos fueron borrados
entre ensueños
entre olvidos
cautelosos los delfines
esconden su algarabía
ya no danzan...
ya no danzan...
no...


© María Del Carmen Barrionuevo

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Poema de Olga Liliana Reinoso


LA SOLEDAD II

Mi amante despiadado,
hombre secreto
de locura voraz.
Me hiciste a tu medida
ocultadora fiel
de la violencia.
Fui tu presa infeliz
tu estrecha risa
tu monigote
de temblor azul.

Te comí el corazón
sin darme cuenta.
Y ahora nos besamos en la boca
con desfachatez.



© Olga Liliana Reinoso

26/1/18

Poema de Dolores Etchecopar


durante diez años
no escribí ningún poema
mentía blancura mi bandera
eran tiempos en que sólo así podía asirme 
a la tierra hendida por una semilla negra
cuánto rotaría mi alfabeto
para encontrar su respiro       su alba?
el mayor cuidado de esos días 
era que la tenue luz girara 
bendición suficiente
hacia mis hijos

tenía diez años el silencio
cuando vino y habló
         (ninguna explicación sobre lo sucedido)
respira respira        me propuso
nada te pertenece
los renuevos    susurró
no crecen del árbol abatido
sino del hacha
de su júbilo

© Dolores Etchecopar

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Poema de Hugo Francisco Rivella




Me habré de despedir sin oropeles 

Me habré de despedir sin oropeles ni fantasiosas formas del olvido. Inclinaré la testa, miraré por la ventana el pájaro fugaz de dios y sus demonios. Fingiré mi tristeza. Le pintaré dos lágrimas al ojo.
Será mi muerte verdadera, el cajón, el cirio con la luz bamboleando y cristo colgado de la llaga del alma. En un rincón la noche celebrará el oficio de despedir a un excomulgado.
Será la muerte un sueño recurrente porque cada soñador repetirá los juegos, el laberinto de la casa vieja, los tarros de papel y el antifaz, y el poema enjaulado como un mono.
Si es posible la muerte es posible el final.
En ese punto, la escritura me salvará de la eternidad.



© Hugo Francisco Rivella

Poema de Leonor Mauvecin



TIERRA AJENA 

Es una casa prestada. Tiene una sala pequeña
y una ventana
donde el sol se asoma por las  tardes                     .
y el aljibe, me  regala su agua clara.

Miro pasar  la vida por la calle
y  los días, son un manojo de pasturas
que devora el tiempo.
                             Sin embargo
he plantado algunas hortalizas  en esta tierra ajena
algunas  siemprevivas para no olvidar, cuando me vaya
el camino hacia la casa.


© Leonor Mauvecin

Poema de Susana Giraudo




MENDRUGO

Será invierno
sobre todo latido
invierno
cobijando el ovillo
a techo abierto
y el palpitar
de la indefensión
en las manos frías del inocente
en los párpados que abrigan
una mirada vieja en la calle
con la bolsa del pan
a contraluz de la tarde
allí
el mendrugo
y la desesperanza.


© Susana Giraudo

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