31/5/17

Texto de Luis Luna


Miras tú los renglones como si conformaran alguna encarnadura conocida. Un sistema nervioso. Tu cuerpo verdadero.


© Luis Luna

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Poema de Mariano Parente


Diez segundos de luz

En la luz del fósforo
en su llama

ahí estamos



© Mariano Parente

30/5/17

Poema de Daniel Reyes


Cuerpos

Un orgasmo
de caricias 
elevado 
a la sumatoria
de los besos
es el resultado
de los pubis 
divididos 
en dos.-

© Daniel Reyes

Poema de Vilma Sastre

                       
                     
 Elipse                    

           cruzar infinitas veces el mismo umbral                                                                                             
                         hallar diferentes sombras


hay una elipse imperceptible ( justo en  los bordes)
que se inicia  en el vórtice de la espalda y
se inserta en el centro del pecho
para regresar simétrica en su bucle

me sorprende  con qué facilidad se adhieren
                                   algunas pertenencias
resabios de un pañuelo (¿saluda o despide?)
un ceño en firme provocación
                cierta angustia  (inofensiva)
el caso es que a veces
me permito que broten y se ahuequen en el umbral

y allí van
subversivas
manando por nervios y venas
a todo vapor 
recta la línea luego curvas (intervalos) instigando ponzoña 
a sabiendas de su esterilidad

confino entonces mi morada
la figura ¿original? se recompone
y a borbotones van cayendo
(como un perro que se sacude después del baño)
todas las palabras
en clausura

su retorno es inevitable
                y se repetirán desde el origen
                y a hurtadillas instalarán 
          su tejido de huellas
                reiterarán esa  invocación errante
                                   de vocablos azarosos
                con el solo propósito de trazar  idéntico circuito

las muy ingenuas
desconocen que en cada secuencia
algo se altera  en el centro de mi pecho                                             


© Vilma Sastre

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Poema de Silvia Gómez


Amanece en Praga.

Sobre el rojo de las tejas
 se desprende un segmento de sol
inundando los rostros somnolientos
             de las obreras que descienden
             en la estación Hlavní .
Amanece en Praga
los ojos sorprendidos ante tanta perfección
despiertan enmudecidos
para comenzar otra jornada de labor
en  esta ciudad que lentamente
se despereza sobre el mundo.



© Silvia Gómez

Poema de Máximo Ballester




¿Construirías tu casa aquí
entre los árboles?

No lo sé.

Tampoco sé del todo por qué vengo
a este lugar.

Creo que no construiría nada material aquí.

Aquí sólo es lugar de meditación
y averiguaciones.



© Máximo Ballester

Poema de Olga Liliana Reinoso



RECORRIDO

Quiero que des una vuelta por mi pena
que la recorras toda
que la midan tus pasos
que la toquen tus dedos
que la escuches temblar.

Quiero que te animes a mirarla de frente.

Yo sé que nunca volverás a dormir
que su fantasma morderá tus huesos
y en la conciencia llevarás la piedra
como Sísifo, como Sísifo.

Mi pena es toda tuya.
Es tu obra de arte.


© Olga Liliana Reinoso

29/5/17

Poema de Anamaría Mayol


CONSECUENCIA

Quién devela el misterio
de lo que subyace tras este rostro
 antiguo
perforado de muertes

Quién asoma a estos ojos
dormidos
en el torrente de un hombre
que me prestó su sangre

quién sabe de lo oculto
detrás  del viento

quién me cuenta otro cuento
para que  crea

quién inventa palabras
designa espacios con otros símbolos

quién devela
los nuevos paradigmas 

inventa
un posible universo paralelo

abre  el vórtice para nombrar
la noche y la memoria

quién lleva  la verdad
entre sus manos

las verdades
que  saben a verdades

quién escribe un mínimo poema
                               y salva al mundo


© Anamaría Mayol

Poema de Gustavo Borga

  
Debajo
de la higuera
se encuentra
una vieja muerta

A partir
de su mano izquierda
se le pudre el cuerpo

Con palabras
la mató un niño.



© Gustavo Borga

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Poema de Ana María Oddo


De poetas y Poetas

Por la escalera central
baja el poeta
con su traje de poeta
el pelo cortado a lo poeta
en sus manos un cuaderno
con etiqueta de poeta
en su cuello un echarpe
como usan los poetas.
Pero, cuando abre la boca,
las palabras se astillan en el aire
se llenan de arena sus silencios
se hacen lentos como desiertos
sus puntos suspensivos.

Por la escalera del fondo
baja el Poeta
desnudo
de sus manos de mago
despojadas
brotan origamis de palabras
y cada uno ve crecer sobre la piel
alas, cobijo, puñal, denuncia, herida, sanación, destino.


© Ana María Oddo

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Poema de Miguel Ángel Ferreira




A veces se me hace
Que el que me mira
Desde el fondo del espejo
Es un desconocido
De rostro semidormido
De ademanes inciertos
Y de blanca cabellera
Que se busca entre los cepillos y jabones
Entre toallones de baño
Y perfumes dulzones
Que se detiene en la cocina
A beber de su café
Húmedas paredes de invierno
Su entorno de escena
Se calza su traje de comediante
Y sale a la vereda a iniciar
Su rutina de saludos y ademanes.-


© Miguel Ángel Ferreira

Poema de María Laura Coppié


Ginger y Fred ya no bailan juntos 

Una tarde de este invierno tan crecido
el sol se fue dejando el cielo opaco
y blancuzco como un muslo de pollo
y él se despidió de mí.
Amusgó la voz y dijo
¿te hago feliz?
antes de pulverizarse.
Y sin embargo nada ocurrió.
El monitor siguió con su hipnótico ritmo,
afuera todavía crujían las hojas.
Un perro ladró una sola vez
y el viento de Ortúzar empecinado
sacudía el móvil, las ramas, el olor a alquitrán.
Puse la cara número cuatro,
sólo comenté que no doy tiempos
ni escurro camisetas embarradas
con lo que se queda en el alma.

Tendré que acostumbrarme a poner
cartesiana y ordenadamente
los recuerdos en orden antes de cerrar.
No predicaré frente al altar de sus manos
llenas de palabritas y cantos rodados.
Los superhéroes de ombligo ciego
no acudirán al llamado,
nadie pulirá los cuernos
ni calmará los pies espinados.
Su beso detenido en la esquina clara
no apañará secretos
porque nada habrá para ocultar.
Nunca dormimos,
ya nunca lo haremos.
No dormiremos jamás para soñar
con lo que se nos pose en la frente.

Nada etéreo nos separa
pero las palmas de luz asfixian
hasta verlo todo azul.
Estrepitosa lección
ésta de compartirse tanto
en quien no,
la de lamerse de agua piedra pómez
barriendo piel que no es nuestra.

Las uñas crecen aún en los muertos
pero llueve.
Lloverá hasta que él vuelva.



© María Laura Coppié

Poema de David Rosales

  
Murallas

Con las piedras que arrojo
construyen murallas,
las que abrieron mi cuerpo
son parte del altar de sacrificios.

Esculpí tu nombre en ellas,
Incendié una por una
hasta ver el polvo
cubrir el horizonte,

la ceniza que me cubre murmura
y en cada sonido te encuentro.


© David Rosales

Poema de Nerina Thomas


Magia 

Ella aprieta mi dedo 
cuando tomo su manita 
e intenta abrir los ojos 
cuando escucha mi voz. 

Delinea una sonrisa 
en mi rostro 
sin usar pinceles 
ni lápices. 

Se duerme 
cuando apoyo su cabeza 
en el hueco de mi brazo 
y lo entibia 
al menearla 
susurrando una nana. 

Nació ese día, en ese tiempo 
de gran fiesta de la poesía 
misma. 

Ella es mi nieta Bruna, 
una maga.




© Nerina Thomas

Poema de Claudia Ainchil

  

COMO NOSOTROS

Es tirano
historia
reloj de arena
algo que sucede
una explosión muda
nadie lo puede agarrar
se desliza como una quimera
de repente es destino
amor
o un áspero dolor que nada calma.
Cada día que acontece es una hoja
lo que no hicimos ya esta
son quebradizos los estrépitos
como nosotros...


© Claudia Ainchil

Poema de Ignacio Giancaspro



POEMA PRIMERO 

YO!
Atleta olvidado
Pensador sombrío
Soñador ardiente
Arcángel dormido
he escuchado corceles en mis venas
he sentido el Oráculo
anunciar los signos

En la noche espacial la magia alquímica
ausente de alquitranes de cristal
prepara mi retorno 

Yo no pensaba
que en mi sencillo atardecer
se abriera el canto
Pero allí están ellos
yo lo sé
mis ancestrales Dioses me lo mandan 

Debo renacer
¡Hoy he nacido!



© Ignacio Giancaspro

Poema de Sandra Pien


AÑO NUEVO

Tirando de la punta del ovillo
el de las esperanzas y los sueños
tenaz golondrina azul
un viejo año se va
memoria colectiva que se evapora
ante el potente radiotransmisor
 de alta frecuencia en Alaska
que nos vigila.
Un nuevo año comienza
en un dejarse ir yéndose
círculo cerrado de torrentes y ausencias
de desiertos de individuos
de champán por un rato alejador de miedos y males
de invisible escalera sin fin
de tan extraña estrella fugaz
navegante de orilla a orilla.

En este último convencional minuto
eterno hasta que dan las doce
acariciamos la infinita ciudad ineludible
huella íntima y propia
con deseos de quizá esencia a lavanda.
Pero esta noche ostenta en la frente
la marca inequívoca del giro
una nueva vida una nueva lectura nacen.

Hay aroma a manzanas asándose
y este crepúsculo que enhebra
las bendiciones de la gracia
del misterio y del canto
que tal vez conversarán
en diarias epifanías renovadas
para que todo cambie
para que poco cambie.


© Sandra Pien

27/5/17

Poema de Paulina Vinderman



Salgo a caminar al amanecer.
No he dormido nada (me temo que nunca volveré a dormir.)
Un perro me mira con fijeza. Sus ojos son opacos
y desconfiados pero bajo el claroscuro del cielo
creo percibir una ternura tan vieja como él, tan vieja como las guerras.
Me acuclillo y lo abrazo; huelo su pelaje.
Es un olor a pasto y a perro, tan simple como eso.
Desde la ventana de su habitación, D.
contempla la escena pero yo aún no lo sé.
Después me dirá:
"Ya te amaba. De otro modo, en ese mismo instante
hubiera comenzado a hacerlo."
Pero, ah, no sabe que estoy abrazándome a mí misma,
 a mi propia retórica intemperie.

Repito una y otra vez mi grado y mi número,
como un prisionero.
El mapa de mi corazón lo indica todo:
la hoja más frágil —a punto de caer—,
el pájaro de canto más hosco, la rama quebrada,
la despedida abrupta en pleno amor.


© Paulina Vinderman

Poema de Patricio Foglia

  

Vivíamos enfrente de la comisaría 52,
a unas cuadras del Jumbo. Con mi abuelo
íbamos al super para merendar.
A veces, me subía al changuito y me decía
que estábamos en un barco o en un tanque de guerra.
Juntos
nos robábamos gaseosas, galletitas
aprovechando sus manos de mago:
mi abuelo era un verdadero mago,
él me enseñó
a jugar a las cartas y a mentir en el truco,
pero lo más importante:
me enseñó a transformar
roedores en cautiverio en conejos
que huían directamente desde su galera.


© Patricio Foglia

Poema de Osiris Mosquea


Después de las diez                   

Pálidos hilos caen  sobre  New York 
la ciudad es un cántaro 
que recoge la ofrenda de la noche 
el frío una voz  huérfana 
creciendo dentro de mí. 

El grito de la sangre 
hace un nido multicolor 
desemboca en el punto de una aguja 
en la saeta que arranca de la barba del viejo Whitman 
sus  mariposas de escarcha. 

Saludo sin voz 
la presencia invisible que convoco 
que la clepsidra se dilata y se vierte 
mientras yo, sigo aferrada a los días 
que vírgenes se hacen pequeños 
suaves como seda de oriente sobre mi cuerpo. 

El día se viste de su edad al caer la tarde 
las sonoras campanas me anuncian 
que son más de las diez 
tiempo del laberinto 
de las cosas dichas y olvidadas. 

La noche tiene claro sus dominios 
y  se destocan en el horizonte 
las últimas horas de este viaje.



© Osiris Mosquea

Poema de Andrés Lazcano García


LATIR

No hay rastros de nosotros
y cuando digo nosotros digo lluvia
pero hay algo,
no lo tengo claro,
es que mi sangre libera lobos ciegos
como si quisiera poder explicarles
el color de la carne.
Solo sé que la soledad me hace falta
para entender los ojos del invierno.
Ella sabrá que es de nuevo la palabra
la caducidad de los ecos,
el pañuelo de las voces perfumadas.
Es que alguien construye huesos
afuera de tu ropa,
es algo, no sé, como un cielo fugaz
que da vueltas
el ritual de mi pupila
y escucho el corazón más cerca de la tierra.


© Andrés Lazcano

Poema de Alejandra Leonor Parra




Remo
sobre un pantano de prejuicios, y llego
no al muelle
sino a mar abierto

Imperio del después
                       Pabellón de inimputables


© Alejandra Leonor Parra

Poema de Marina Centeno

  

JARDINES SECOS 

También nosotros hablamos de la rosa
Ethel Krauze 

Palpita entre nosotros la costumbre
de vernos como vemos a las rosas
que muestran sus racimos enredados
fingiendo la estación de la belleza
así como en el borde se marchitan
los pétalos que acaban por caerse
cansados de la misma podredumbre
de ser protagonistas de lo efímero
mientras por el jardín cunde el murmullo
de secos organismos de nostalgia
que aplastan el verdor de la natura
y dejan su escozor como una pátina
...así somos los dos en la rutina
lanzando los suspiros de esperanza



© Marina Centeno

Poema de Clelia Bercovich


SE FUERON LAS GAVIOTAS

       Aún en la más dulce de las mañanas              
el viento arrasa hacia lo ígneo del ojo

Se han ido de la costa.
Lo han abandonado
                            en el  espacio breve
que media entre el día  y la noche.
Todavía  busca  entre  botellas enterradas
 En el sitio de las algas donde el agua se va y regresa
 En la sombra   de otros ojos
En otra suerte.  .
El cree  que el  llanto es  agua
 y   tiembla
sobre el agua

( pero  las gaviotas siempre vuelven)


© Clelia Bercovich

26/5/17

Poema de María Paula Alzugaray


Las corpulentas 

De buenas dicen cosita linda a la tevé.

¿Pero de qué modo son fuerza?

No alcanzan a cruzar los muslos
las amolda su propia forma precipitada,
recostadas en su sueño, manejan motos
cosechadas en cuerpos ocupados de paciencia,
de bancos atardecidos.

Minga del sudor de la noche en que dormimos la piel
y ese asunto de las mechas bordadas con yuyos;
carbonatos violeta a las patas,
panorámicos pollos asfixian: pormenores para desentenderse,
comen canciones en dormitorios floridos.
El día está pesado: ojo de bife alzando el macetón.
Redondas, laboriosas sin hartura.

Cuando la abeja va a la uva es que está a punto:
paqué salir, mejor espiar de la persiana.
Probablemente no alcanzaría
con desovar goce en bailes groseros.
Paqué saltar cascada, mejor hornear esponjadas harinas
quedarse en el valle de la cama
hacer callar lechuzas, cavar potes color fiesta.
La costumbre es su estadío original.

¿De qué modo?
Las corpulentas distinguen:
cualquier campana no es quimera.

El acabamiento: sus cuerpos a los canes.
La naturaleza no reconoce geografía.
¡Qué les importa!


© María Paula Alzugaray

Poema de Dardo Festino


Siempre que volvemos 

Me voy al sueño
bajo su frazada de lobos

Una lonja que ingresa
el aire
una lengua que sale

Me lleva el amor de tus pies
(especias de playa)
lego de arena

resisto las olas
pero desconcentra tu cuerpo
en el acto de agarrar el agua
de atar el aire
de envasar el sol

pretensiones de una memoria que sueña

Despertar
es pasar de moda



© Dardo Festino

Poema de Cecilia Glanzmann

  
  
  A  ESTER  DE  IZAGUIRRE 

La palabra es sonido que crea.
Una piedra pequeñita expande ondas en el agua
como destellos de  creación  en el universo de la vida.
Las imágenes de  los sentidos dibujan mandalas
y desde el silencio del corazón fluye el poema.
Una mujer bella dulce sabia y fuerte
supo de este misterio sagrado y fue poeta,
supo de un mandato pasional
para dar al mundo Poesía,
su poesía que
                  como en el agua
se expande en ondas
cuando su voz declama
cuando es pan pródigo
para la avidez del alma de los otros.
Supo del dar de sí todo en su docencia generosa
para que otros fueran poetas
amantes del sagrado misterio de la palabra.
Ester de Izaguirre es esta mujer
que nos abraza  desde años
y pone en el cetro laminado de soles
a la Asociación Americana de Poesía. 


© Cecilia Glanzmann

Poema de Edda Sartori



LA ANTIGUA NIÑA DE CABELLOS BLANCOS


                                                 La muchacha indecible
                                                Giorgio Agamben


Ella no se deja decir.
Se silencia en la gracia
de su desnudez.
                       
 (Un iris luminoso se desprende en la cacería.)

dónde está la Vieja  Niña
en cuál de las ardorosas penumbras
cohabita
la sospechosa
                          
                            (Toquemos ocultos
                             el escozor de la seda.
                             Rasguemos
                             inestable                
                                              la premura
                              en este goteo del océano.)


Ella tiembla sin cesar
mientras se da a conocer.

© Edda Sartori

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