27/2/16

Poema de Miguel Oyarzábal


EL FONDO DE LA NOCHE 

Cómo no navegar hasta el fondo de la noche
playa de acantilados ambiguos
y mareas de límites dudosos
donde los relojes se detienen
o así de simple, ya no importan.
Cómo no dejarme ser, al garete,
cuando es el horizonte preciso
para igualar los sueños de los chicos de la calle
con los sueños de todos los chicos.
Cómo no recalar en la hondura de la madrugada
si la habitan el asma de las prostitutas y la verdadera poesía
porque se puede hacer el amor
o escribir por oficio,
pero cuando está a punto de descolgarse el alba
y mientras ellas:
las putas, las palabras,
desesperadas,
arañan los sueños que no alcanzan.
La sangre desborda el costado izquierdo del alma,
y hecha poema,
dice al hombre que le duele.


© Miguel Oyarzábal

Poema de Paulina Vinderman


Océano Índico 

Escribo en mi cuaderno como en una tablilla
de monje budista cerca del arrozal.
Cavo un pozo en busca de agua
y desentierro palabras plateadas bajo el lodo.
Busco a mi hermano,
triste cordero soñante en el Océano.

Ah, vida, me tocó este viaje: el legado de
muertes en embarcaciones precarias.
El bordado del vestido de mi abuela Paulina
pegado a mi sombra,
cosido con mi propio pelo al corazón
(a la garganta).

Ella apaga la lámpara, con su hijito muerto
en los brazos sagrados
y me deja las imprecisiones del arte del insomnio
(el arte de la caligrafía).
Verde oscuro como el jade tu vestido y tus ojos,
verde como la selva.

El amor siempre es una muerte, escribo, prolija,
olvidando para siempre la velocidad.
"Lejos" es una palabra que toco con cuidado
y que es bella en sí misma.
Estoy muy "lejos", hipnotizada por la canción
de las hojas, por el deseo indeleble de una historia
más hospitalaria que este destierro
(valiente, sordo, disfrazado de aventura).
Reclinada sobre los reflejos
no tengo modo de saber
porqué partimos hacia tierras
que tienen tan poco que ver con las que amamos.

El sostén del mundo
es el aliento de un lobo en las noches
                                                     sin luna.
(él sabe esperar el hechizo del futuro
en los ciclos del cielo, en plena oscuridad).



© Paulina Vinderman

Poema de Miguel Ángel Ferreira

  
Te escribo no para perderte sino para arrimarte esa
Lejanía siempre planifican las dunas para nosotros.


Recorrí el fraseo de tu voz
Más allá de los cables
Entre otros edificios
Alejada de mí, áurea
Entre el silencio de estas oficinas
Desde las calles alargadas de mis horas
A esa calidez espaciada tuya
Caricia intermitente de mujer
Esparcidos besos en las miradas
Piel extrañada de la tuya,
Recordaba aceleradamente
Paisajes, noches,
Amaneceres,
Distancias, paisajes
Y tu voz
Más allá de aquí
Cerca de mí.-

© Miguel Ángel Ferreira

Poema de Teresa Gerez


Cómo sujetar las cosas
con sus nombres.
Cómo penetrarlas
para decir.

(¿Cuál es mi diagnóstico, doctor?)...

¡Quijote, a conquistar el mundo
a través de lo nombrado!

Como en una ecografía borrosa
de la vida
así vamos
señalando con palabras
posibles alumbramientos


© Teresa Gerez

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Poema de Gustavo Travi

         

… ir a más alto,
                             tan alto,
más vale caer de la cima,
merecer el vértigo

abajo,
todo suelo
caerse da lo mismo



© Gustavo Travi

Poema de Sandra Pien



Papel mojado

Música anterior a la palabra
presencia primera
el silencio inicia
degusta
promete el ser
el llamado al sentido mismo.
Un ida y vuelta se excede
impone encontrarnos allí
donde antes de hablar se escucha
el encuentro entre el temblor y la luz.

Fundamento fundante
de abierta realidad
agridulce pulsión
de papel mojado.

Donde la vida nos busca
para saberse
en nosotros.


© Sandra Pien

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Poema de David Rosales


Palabras

Con mis palabras
te creo y destruyo,
te llamo y apareces,
con tus palabras
                perezco.


© David Rosales

Poema de Alicia Borgogno


  ESTÁS

                   Adivino tu rostro entre estas sombras…
                                     Octavio Paz

La planicie de mi cuarto
         en la humedad de su sombra.

En este espacio de pisadas ausentes
        imagino ángeles ansiosos de cielo.
Una luz tenue derramada
       dibuja tu contorno
              cruzando el marco.
Y estás aquí…en este amanecer
             testigo de ansiedades. 
Tu perfume me roza.
 Siento tu claridad invadiéndome,
        abriendo clausuras
              para estrenar desvelos.
En esta planicie húmeda
       sos piedra soleada que quema,
       soy hierba débil a tu sombra…
      sin escuchar el tiempo.
             

© Alicia Borgogno

Poema de Aníbal De Grecia



No puedo hablar
intento escribirte en el polvo
esa eternidad mutilada.


© Aníbal De Grecia

Poema de Amalia Mercedes Abaria


EL INOCENTE 

Y en el ensueño
ya no lucha
las piedras
una  por una
le golpean la espalda.

Los otros miran
gozosamente
murmurando sobre mortajas
y epitafios.

Ahora el inocente
recuerda aquel día
cuando su madre,
o un Ángel?
besaron sus manos.

Inertes  buscarán
nuevamente la plena luz
antes de llegar a esta tierra,
a este polvo, a esta nada.


                © Amalia M. Abaria

Poema de Teresa Vaccaro



ELLA QUE PIENSA

Quién es ella que piensa,
que se detiene en el aire
y manotea recuerdos.
Quién es ella que vuelve del infierno con ojos inmóviles
a refugiarse en el silencio.
Mezcla de blandura y brío,
de látigo y caricia
en la espesura
de su desierto poblado.
Quién es ella,
y quién soy yo entre las hojas de los libros.


© Teresa Vaccaro

Poema de Víctor Hugo Valledor



Nadie es dueño del corazón de nadie….   
Vírginia Amado

ni de sus aromas o de sus alas
de sus territorios a fuego y el brindis aromático de la tarde,
de las regiones comprendidas e incomprendidas de lo que palpita en el cofre personal de cada uno.
Propiedades de sed o de agua,
llamas que se encienden ya agotadas,
memorias del tiempo que nos indica el rumbo del sol.
Libertad de las cimientes que crecen en lo absoluto de lo ignorado.
El corazón de todos en el corazón de nadie. Un mismo latir en las coordenadas del tiempo.


© Víctor Hugo Valledor

Poema de Lelia Recalde Deponti



Entonces encontró un mundo de ruinas
un canibalismo de palabras cegó la mirada
se arrugó la piel y el lago azul le ofreció el lodo
ese lodo que ella no había descubierto.


© Lelia Recalde Deponti

Poema de María Del Carmen Barrionuevo


LAMPEDUSA

brioso
el corcel de mi espuma
altera la quietud de la playa

rápidamente
las extrañas figuras
se repliegan

el viento es mi aliado
la marea me empuja
hacia la arena expectante

desesperada
agito en los fondos
mis brazos salobres y acuosos

aquellos
que no volvieron
dejaron sus lágrimas

dispersas e inquietas
recodo de huellas
marcando la historia

silencio de luces
tristeza de algunos
descuido de todos


© María Del Carmen Barrionuevo

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Poema de Vladimir Jantus Castelli



Héroes

Caerán tus héroes
caerán y serán apenas polvo
y volverás a levantarlos
a sostenerlos
aunque duelan
traerás su noche desde las cenizas del tiempo
en tus ojos brillara la eternidad del instante
una infancia apenas perdida
desnuda y hermosa
con fragancias de tilo en la sonrisa
sera el talismán de las caricias lejanas
sera quizás la ultima canción romántica
que cantaste bajo la tormenta
quizas bailaras bajo la lluvia de verano
haciéndole el amor a las sombras
sera tan hermoso el estallido
que nadie podrá hablar


solo tus besos
traerán respuestas



© Vladimir Jantus Castelli

Poema de Andrea Marín


HORA VENCIDA                                                                                                                   
                       
Bajo un techo de cenizas
los minutos se visten de noche 
un paso antes de la hora vencida                                                                                           

  
     I                
                                                                      
      Noche ciega

  Hora de huir por la cornisa de las sombras                                      
  hambrientas  de esqueletos vivos.



© Andrea Marín

Poema de Gloria Oscares


HOSPEDAJE 

(1)

Las hojas del reloj
Las manos con los fragmentos de aquel sitio
La uva mojada
La mesa del bar con nombres de poetas
La noche desprendida de una campanada
con el fulgor del territorio que marcamos

Te veo correr en un río pedregoso
sobre el agua y la tierra en el mapa
en el reino de las ocupaciones invernales


© Gloria Oscares

Poema de Pablo Albornoz


ella
se
quedó
en mi
mente
durmiendo
con mi
remera
de los
doors



© Pablo Albornoz

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Poema de Nilda Barba


hombre emplumado
muerde suave sus labios en el beso
                            siempre toda
                            siempre más
la tensión deliciosa
el destello de su ingle
ahora pájaro

la maravilla es morir
muy hondo

(en la casa
plumas)


© Nilda Barba

26/2/16

Poema de Graciela Perosio

            
en el corazón de la noche 
reposar sin velos 
sobre el cuerpo tibio de la Tierra 

habitar lo mínimo y lo inmenso 

                       - diminuto punto abierto 
                       en el corazón de la noche- 


y por instantes breves 
saborear la gratitud 

un sabor apenas dulce 
sin hartura


© Graciela Perosio

Poema de Elena Cabrejas





EL BALDÍO

Noche
boca abierta a la eternidad
tiempo sin ojos
paredón desnudo
abismo
por donde cae el silencio.
Dos sombras se arrastran
como serpientes heridas
el baldío
chorrea su fetidez.
Cruje el misterio.
Una muerte crece
se alarga
hasta tocar la soledad.
Las manos del trueno
prenden luces amarillas
el miedo extiende sus raíces
ahogando las gargantas
arañando el silencio
que es más fuerte ahora.
Nace un lirio del vientre de la noche
traspasa su densidad
exhala aroma a inocencia.
El baldío y la muerte
quedan atrás.



© Elena Cabrejas

Poema de Susana Szwarc





FORMALES

Alguien traza una franja de penumbra en el día
que comienza. (Hemos puesto la ropa
en remojo). Alguien cuenta
su revelación, fluye
como el agua por la franja que se estrecha: 

                         viajaba en un tren,
                         desde la ventana veía el pasado
                         y el futuro, lo que muere,
                         rompe, muere, reguero de luz
                         y sombra sin cuerpo, sin fortuna
                         en el lugar común del grito
                         del sueño que nos despierta y cambia
                          la dirección de la mirada.

Alguien cava un pozo en el día
que comienza (cerradas, las puertas de la casa).
Y habrá una posesión
una especie de rezo habrá. Después
rodajitas, costras de pan. (Hemos puesto
la ropa en remojo.
Sólo fluye el agua y lo soñado
casi ya no insiste). Lloramos
por la fuerza del agua.
Por la imposibilidad de su captura.

© Susana Szwarc


Poema de Carlos Alberto Roldán


hubiéramos querido detenernos
hacernos más preguntas poner hechos
en los tramos vacíos del viaje
hubiéramos querido otros hubiéramos
y ya puestos a un costado del camino
agasajarnos mimarnos recorrernos con la mirada hambrienta
de los distantes
saber del otro es saber al otro
la degustación de frutos imaginarios
un caudal de palabras arrojadas al río las amplias lagunas
y los mares
un saludo de paso
el apurado perderse una y otra vez
como que es y era el juego y acaso
deba aún seguirlo siendo.
vemos la escena rigurosa del otoño
imaginamos un café y sus historias
un confortable amparo entre fríos y niebla
al fin como a gesto necesario
se manotea la mochila se balbucea o tropieza
una palabra que pocos o nadie oirá
algunos salen a la noche y es a ellos
-curiosa ley de hierros-
que la noche sorprenderá en caminos


© Carlos Alberto Roldán

Poema de Gisela Galimi



Sobre esta playa de guijarros parada

Pequeñas rocas, mis rocas, mi pasado.
Lento corazón de casa
que el amor ha estallado y pulido.

Ya no hay roca, ya no hay casa.

El corazón vive libre a la intemperie,
late, vuela, canta.
El muro que lo contenía ha caído hecho carne
todo es presente en esta playa de guijarros.

La arena no es fina y blanca
no es virgen de pisadas
no es azul el agua.
Es un paisaje que queda
tras la íntima pelea de la sangre.
El cielo es rojo,
roja el agua
verde la mañana.

Soy yo a pesar y por lo tanto
Ni grande, ni pequeña,
humana y peregrina.

© Gisela Galimi

Poema de Marizel Estonllo



SUAVE

Giraba en movimientos ondulantes dentro del mortero
/ de mármol
esa blanca masa que ya mezclada
beneficiaría las manos de la mujeres del barrio.
Se llamaba diadermina,
una blanca promesa sin perfume.
Ellas venían a buscarla con sus frasquitos abiertos
y se llevaban el pasaporte a una pequeña felicidad.
Todos los días terminarían de lavar los platos y la ropa sucia
y esa pátina evanescente sería la promesa de una caricia
Y el anhelo de otra caricia.
Después de todo
nada mas parecido
al tacto que tiene la proximidad del amor en una mujer


© Marizel Estonllo

Poema de Fabián Leppez


• DESCONFÍO •

Un patrullero pasa sigiloso por
la puerta de casa.
Lo miro
con la misma desconfianza que se mira
a un encapuchado merodeando
por la cuadra/
Con la misma desconfianza que se mira
a un cajero acelerado entregarte el vuelto/
Con la misma desconfianza que se observa
a una novia irse de vacaciones con
las amigas a Villa Gesell/
Con la misma desconfianza con la que
entro a casa de regreso si encuentro
la puerta sin llave/
Con la misma desconfianza con la que
se manda al nene a comprar al almacén,
una lista enorme de cosas/
El patrullero pasa lento, casi rengo.
Sus destellos azules iluminan como relámpagos
y la desconfianza es instantánea
como cuando mirás la ropa colgada sobre
el congestionamiento de nubes grises/
Como cuando mirás a un amigo borracho
agarrar el envase traspirado de cerveza/
Como cuando ves que va a patear el penal
ese que todos sabemos que la tira a las nubes/
Como cuando llamás y no te atienden/
Y volvés a llamar/
Y no te atienden/
Y te invade la desconfianza
como cuando ves pasar a un patrullero despacio/
relampagueante/
por la puerta de tu casa y el barrio está tranquilo.
Tan tranquilo que asusta.
Tan silencioso
como si la basura hubiese amordazado
todas las bocacalles
minutos antes de la inundación.


© Fabián Leppez

Poema de María Lanese



Clave

Celebremos cada día
lo que el azar nos propone
después vendrán las causas
a acomodarnos un pasado.


© María Lanese

Poema de Raquel Fernández


LOLA

“Mañana
me vestirán con cenizas al alba,
ne llenarán la boca de flores.”
Alejandra Pizarnik 


No, no me vas a convencer. 
Las mujeres no nacemos 
para ganarnos, 
a los quince años, 
un par de alitas de papel de arroz. 
Para vaciarnos de cardúmenes rojos 
y repletarnos 
de velones y rosarios de plástico. 
Para obtener el status de estampita 
y quedarnos inmóviles. 
Para siempre. 
Para siempre. 

A los quince años los ojos fracturados como un paraguas herido de viento, no. 
La mordedura letal de la arena y el sol como verdugo, no. 
El miedo tejiendo nubes de vidrio que se rompen al respirarlas, no. 
(El verano es un caballo azul que sangra 
porque mi cuerpo 
es una llaga abierta en su lomo absoluto). 

Un angelito más en el cielo. 
Y en la tierra, ¿qué? 
En la tierra algo que se quiebra, 
(una mujer que no será 
o un pájaro), 
el lobo omnipresente 
y el horror de saber que el bosque crece, 
sin paréntesis, 
como un tumor de sombra.



Lola Chomnalez fue hallada muerta en el balneario Barra de Valizas de Uruguay el martes 30 de diciembre de 2014 tras estar dos días desaparecida. Había salido a dar una caminata por la playa a primeras horas de la tarde. Por su asesinato no hay ningún detenido. Lola tenía 15 años.



© Raquel Fernández

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Poema de Aníbal Silvero


Te recuerdo
en las madrugadas largas
donde las cenizas del olvido
se fuman la memoria de tu nombre


© Aníbal Silvero

Poema de Bibi Albert


Cada quien con su vidita.

Cuesta imaginar
que en esta mansedumbre con cara de semana
haya científicos, artistas, héroes.
Todos oscuros, de negro y de bordó
para que el único color sea el otoño.

Unos recién bañados, pero los más
mostrando sus duelos con la almohada.
Después de una afeitada de memoria,
o de comprar tintura para el pelo,
o de atarse el cordón de los zapatos.
Irán a sus trabajos, tendrán hijos o no,
deberán el alquiler o las expensas,
estarán mascullando por el martes:
la amenaza de paro que asumimos
como más de lo mismo, como las nubes en el cielo.

El almanaque es el camión de la basura
que se adueña del medio de la calle
y nos va levantando.
Un chico andrógino saca su guitarra
y toca un poco. Nadie mira.
Yo
hago la plancha en mi café.

Todos científicos, artistas, héroes.
Cada quien
                    con su vidita.



© Bibi Albert