30/8/19

Poema de María Teresa Andruetto



Ritornello 

Íbamos esa tarde hacia el centro, en el pueblo.
En el brillo de otoño, mi padre es un hombre
que va pensativo, que avanza sereno, con el pelo
retinto y los ojos brillantes. El silencio es su virtud.
Alguno quizás le ha soltado la mano, para hacer
que heredáramos tanta nostalgia. Lo recuerdo
esa tarde y después otra tarde desgranando maíz,
siento ruido de granos cayendo en la lata. Esta
vez me pidió que tuviera paciencia, se le nublan
los ojos. Es el humo, me ha dicho, no he logrado
que el tiraje mejore y ha venido el invierno.
Tiene miedo, lo descubro esa tarde. Es tu madre,
me dice. ¿Sanará?, le pregunto. Sanará, me
responde, y se queda en silencio. Yo
quisiera pedirle que me cuente la historia
del amigo lejano, que hagamos la cena,
pero él se levanta. No puedo hacer nada si no
está aquí tu madre, es cuestión de mujeres
los hijos, la casa. Son cuestiones del hombre
no saber hacer nada. Un día serás grande,
tendrás un marido, sabrás lo que pasa. Pero
yo no sabía, iba sola en el mundo con mi mano
en su mano. No sabía que tendría dos hijas,
que las hijas buscarían un padre, que otro
hombre les daría su moneda de sangre. Han
pasado los años, el invierno ha llegado, se
recuerda la escarcha, puedo ver crisantemos
desde el porche de la casa, una calle de tierra,
la vereda gastada, los zapatos del color
de los ojos, brillando. El piloto, el abrigo
que llevaba mi padre, la corbata…, yo
retengo esas cosas pequeñas, esos mínimos
datos, los preservo de todo, las cuestiones
privadas que se dicen a nadie, las palabras
de siempre: ya sabrás lo que pasa.

© María Teresa Andruetto

Poema de Marta Elena Guzmán



HILO 

Se cimbra la tarde sobre el sigilo.
La memoria guarda celosa 
la hebra ceñida al cogollo del tiempo.
Despacito, sin apuro regreso al sitio
donde la niña espera
ver pasar los lagartos a la siesta.
Los senderos de hormigas
que traían la lluvia.
La Manthis embaucada
 por el farol de noche.
El moño del delantal
sobre tu espalda, madre.
Un carretel de luna
Un carretel de palabras
Un carretel de mujeres
y un hilo de leche
sobre el almanaque de los días.

© Marta Elena Guzmán

Poema de Guillermo Siles


  

El desamor

En la luz de un verano
dijo que no me amaba.
Sus palabras tuvieron
la eficacia del rayo
que cayó dos veces
en el mismo sitio.
Primero
fulminó un tarco,
la cerca de ligustro,
el pasto circundante.
Después midió
la magnitud del daño
y se deshizo
en un ligero resplandor
sin estruendos ni luces.
Dijo que no me amaba,
en otra estación del año,
y le creí.
La vegetación del jardín
ha reverdecido
desde entonces
no volví a verlo.

© Guillermo Siles

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Poema de Nara Mansur Cao




“Diego en mi pensamiento” 

No veo las formas... arañas decapitadas
Vendería todo por nada. Nada tiene espacio:
vidas ensalivadas. Los niños son los días
que no soy yo... no ahora, tampoco las niñas
No escribí una carta a Diego. No oí a nadie
Un día sin bocas perdí mis retratos
Diego es un niño. Yo soy la gran plaza pública
un árbol otoñal, las cortinas que arden,
Sin ilusiones
... y la gente quiere palomas.

© Nara Mansur Cao

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Texto de Luis Luna





Sabes que esta línea que los días se trazan no te sacia ni puede describirte. De qué sirve esperar, nombrar lo separado. Convocar la memoria.

Bajo los mismos pájaros.


© Luis Luna

Poema de María Laura Coppié



Tsunami
  
Tenía 36 años
cuando juré no volver a creer.
Nuestra Reina del Trigo lo descubrió.
Puse en la salida las apenas valijas
y cumplí con determinación
-hasta un día en el que
en esa mesa escondida que da
a ninguna ventana de Boulogne Sur Mer,
en vez de pedir café dije te amo-.
¿Te amo? ¿Era ésa mi voz?

Nunca fui demasiado conciente
de lo irreversible
hasta ahora
cuando entendí lo que no perdonaba.
Lo que no puedo dejar pasar
es la demolición de mi estupidez:
la bomba sobre aquella estéril promesa.

Ni siquiera fue
la perseverancia del mar paspando la piedra:
vinieron la voz y esa mano de exposición
convirtiendo la convicción en papel maché.

Seguí el viaje
sosteniendo la certeza
de que en el invierno
cierro todas las puertas
y ahí en el km 308.
de repente la duda:
todas menos ésa
hinchada por la humedad y las ruinas:
la que (con el cambio de temporada
y el candado que se oxida)
probablemente
de un soplido
vuelvan a derrumbar.

© María Laura Coppié

Poema de Alejandro Cesario




Zapala 

Respiro sediento sobre las vías muertas, enmohecidas.
Yuyos crecidos granan a los hierros despreciados.
Voces otrora resuenan en la estación acallada.
Vagón de carga sobre rieles amnésicos.
La virgen de Luján en beatitud excelsa tapada por el polvo térreo.
El sol que se urde incinerando la fugaz esperanza.

Me siento sobre un durmiente prístino.
Es todo mutismo, soledad, sequía.

Es la Patagonia.


© Alejandro Cesario

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28/8/19

Poema de Valeria Pariso





Seguimos en el jardín como si no hiciera frío.
Date cuenta: tenemos las manos inmóviles.
¿Cómo es posible que ningún insecto
haya devorado los pétalos rojos?
¿Qué les mitigó el hambre posterior a la lluvia?
Hay hombres y mujeres que siguen
de cerca a las hormigas, y aun así
no pueden impedir una catástrofe.
¿Qué espíritu protege lo que cae?
Hace años que estamos aquí.
Hace años que estamos de rodillas
de frente a la belleza.
La rosa quebrada que miramos
no puede estar durando tanto.


© Valeria Pariso

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Poema de Diego Saravia





Sonrisa

En los escombros
encontré la sonrisa de alguien.
Levanté una piedra y vi un abismo,
donde morían y nacían los caminos.
Comenzaba un nuevo temporal.
Alcé la sonrisa
y esperé inmóvil al aguacero.
Todavía la conservo y me pregunto
de quién será algo tan molesto.


© Diego Saravia

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Poema de Ana Guillot


              

           
                   a mi nieta Juana 

casi fantasmal canta
no hay
en esa noche otro sonido
más carnal que esa voz
atenuada en su cauce
alivianando
negruras y tristezas
nido o manantial o canto
ella entona
lo que quiere la niña
que sonríe
deslumbrada  y frugal
pajarita en sus brazos
risa o mano que abre y cierra o pestañas
el canto que ahora late
el verde en ese canto
como si la naturaleza toda
iluminara
el pequeño lugar
donde las dos hembritas
se amamantan

la nieta tiene un hilo
en la mollera
de pura luz o brillo
y la abuela
tejerse quisiera en ese hilo
para reinventarse
como si el jardín
volviera en la canción
y ella estuviera
por detrás de la tila
esperando
sucesos y reencuentros
hay
en la habitación
un río que las mece
que se las va llevando
en lenta placidez
se amamantan las dos
vínculo o laboriosidad o herencia
de la herencia
apenas ese espacio
sencillo y tenaz
donde el nombre se amplía y persevera 

/(tanta raíz ahí
extrema curiosidad
femenina
si de madres a hijas
un ancestro vital en ese ojo/       

© Ana Guillot     


Poema de Susana Rozas



amé por la muda respuesta
que hoy desconozco
pero
hay vientres pareados
seduciendo sombras
hechizos íntegros
batallando
una danza
desnudez duplicada
tatuando roces
multiplicando
látigos de sol…

© Susana Rozas

Poema de Valeria Verona



anatomía de fin de año

cada paso que arrastro
en la arena de los días
me sangran un poco más los talones
en la profundidad mucosa de mi garganta
las palabras se pudren en su ira
y raspan la laringe/las amígdalas
descascaran los anillos de la traquea
la sienes cavan pozos de aire
los metacarpos de lava aguada
gastan el teclado hasta el cansancio
los ojos de piedra pómez
se pierden en el tornasol de la tarde
las neuronas se adhieren
como queso derretido a la olla del cráneo
hierve/todo hierve
todo a punto de estallar
todo el tiempo
todo estancado
todo hediondo
siempre—
y tu ausencia...
¡metástasis estridente
del dolor más húmedo!

*

por suerte
ya llega navidad
y me escondo dentro
de un pollo relleno


© Valeria Verona

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Poema de Carlos Alberto Roldán




La tierra 
Con su silencio hambriento 
Traga alrededor tus padres y amigos 
Los paisajes donde te demorabas 
Los lugares de encuentros secretos y furtivos 
En donde advino ramalazo de felicidad 

No hay brillo que no cese 
Resplandor que otro resplandor segundo 
No eche a olvido 

No encontrarás ese libro y sus palabras 
El poema aquel o la canción 
Que alguna voz hacía delicias 
El olvido grotesco allanará agrisando 

Te fatigarán las mismas nimias escaleras 
Aún la felicidad tendrá versión escueta 

Una tras otra 
Desaparecen las estrellas de esta noche


© Carlos Alberto Roldán

Poema de Inés Legarreta





Estoy haciendo limpieza en la casa.
Tiro papeles, frascos de vidrio, pedazos de tela, cartones;
tiro remedios vencidos, potes de crema antiarrugas, esmaltes de uñas
restos de perfumes, zapatillas, portarretratos, fotos.
A punto de tirarme: joven en una playa,
acostada en la arena, con unas piernas y un cuerpo
que parecían hechos para el traje de baño rojo
y el pañuelo y los anteojos negros;
además de estar ahí como si fuese una piedra
igual que el mar, igual que las olas y el sol.
Sólo en la juventud se es parte del paisaje.


© Inés Legarreta

Poema de Beatriz Minichillo



El olor de la dulzura

Ahora que la noche
es una búsqueda implacable
¿dónde estará el olor de la dulzura?
El color de unos ojos aquella vez
cuando el mundo era una tea incandescente.
Dónde la primera voz
que se escuchó detrás del estampido
de estrellas erróneas
en un cielo decapitado.
Estampas que nunca llegaron a colorearse
en este  mundo de dimensiones pequeñas.
Las fotos que el olvido
perdió detrás de una maceta
de malvones rojos
en la casa olvidada
construída por la imaginación
en un tiempo sin tiempo.
Dónde estaremos vos y yo
y ustedes, los otros
cuando sólo queden las palabras
en un abismo de amaneceres,
dolor sobre dolor, gozo sobre gozo
temblando como una lámpara tímida
en medio de la oscuridad
que la oprime, la derrota,
la aniquila, la vence.


© Beatriz Minichillo

Poema de Edgardo Brites





Fibro mía

A Mónica Angelino y su lucha


Hay una ley que evita el dolor
el de músculos y huesos
el dolor de los nuestros.
El sueño de muchos es el insomnio de ellos
una sonrisa dibujada en cuerpos que duelen
con sueños de una ley que no aparece.
Un propósito nos reúne hoy,
un dolor, un sufrimiento de esos cuerpos tan nuestros.
Las palabras sobran,
no quiero rimas, ni prosas
Qué aprueben esta ley!!!
 me duele lo invalidante
La invalidez legislativa
Me duele el músculo pesado de las leyes
Me duelen los huesos de este país
El insomnio no es solo no dormir,
es no permitir que sueñen con un mundo mejor
Despierten!!!
Para que no le duela
A Mónica,
a vos,
a mí
A tantos nuestros!!!



© Edgardo Brites

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Poema de Isabel Llorca Bosco



TRABAJO MANUAL 

Para que las manos no sigan desmayadas 
esta noche se ha sentado frente a una pieza para ebanistería, 
que intentará tallar. Tiene dibujos que no tiró en su momento, 
calcados por las mujeres de la casa hace cien años. 
Toma la gubia y va a lo más sólido de la madera. Y brilla, 
como si hubiera almacenado el antiguo saber. Las manos 
van coloreándose por el delicado esfuerzo de volver a vivir. 
Hace una guirnalda vegetal que sombreará de oro. 
Quiere espiar la expresión de su cara y se pone en busca… 
en busca de un objeto… hasta que se ve tímidamente feliz, 
pues en el agua del ensueño 
creyó haber usado sólo las manos (y esto era poco). 
No le han cerrado todas las puertas de la ciudad. 
Pero en algo sigue igual: no está en “la luna de Valencia”, 
sino en el centro de la mágica luna de un espejo.

© Isabel Llorca Bosco

24/8/19

Poema de María Magdalena Pascual



Piromanía 
                                                                                              
                       En el principio fue el fuego    
                                                     MMP                                                                                                           
                                                    

en la noche sin tiempo
recorro mis huesos
          desamparados
afuera también hay noche
a duras penas
las alquerías recortan
         sus cuadrados desvelos
ocultas casi
         por álamos
                      en ronda

me llega
el dulzarrón vagido
           de las sombras

entre un puñado de nubes
la medialuna de enero
me guiña
       su ojo solitario

cuando ya todos duermen
arrugas y cansancio
destapo
       sigiloso
el túmulo de ramas impasibles
enciendo
            su aliento retenido

los tejados se animan
el viento desata
        varillitas de vidrio
                           coloreadas
un rumor encandila
                    el sotobosque
mi borrachera suelta
su voz estrangulada
y en medio de la fiesta
que sube
                crepitante
el fuego recobra su memoria


© María Magdalena Pascual

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Poema de Graciela Mitre



Es hora de dejar de comer
Hallar el lugar apropiado
Reunir hojas de achiras
e hilar atentamente.

Hay que apurarse
antes de que el pasado
llegue y nos devore.

© Graciela Mitre

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Poema de Alejo González Prandi



RAPTO 

Una vez en la vida
puso el cuerpo donde lo tenía que poner
Estiró los brazos
las piernas
No inclinó el alma
hacia el grito familiar y denso
Por un momento fue feliz
desconocidamente feliz
sin ninguna otra acción
que pudiera darle la felicidad

© Alejo González Prandi

Poema de Sonia Rabinovich



Como podés llover todavía
Cómo podés golpear
sobre la ventana de mi vida
entrando aún cerrada
mojando mi saber acobardado.
Cómo decir con las alas húmedas
que se puede escapar de la nostalgia.

© Sonia Rabinovich

Poema de Verónica M. Capellino



Susurros en tu corazón de pétalo 

Te dirán que fuiste mala
o que alguna anterior
lo ha sido
perversa    te dirán
y no les creas
que antes     mucho antes
del cronista asalariado
y sus mentiras
ya acariciábamos mejillas
de flor de duraznero
ya cerrábamos los ojos
de los muertos
ya conocíamos los nombres
de las hierbas curativas.
Alguna vez te dirán, para insultarte,
                    bruja
no te intimides y sigue sintiendo   presintiendo
                   adivinando
la intuición es tu hermana        tu doble
                   -las brujas la tenemos-
dale crédito a tu hermana
a tu ángela guardiana    la de  poros abiertos
sabedora de la arquitectura
de la rosa y  su verano
la que conoce los olores que delatan
las lluvias venideras.
No dejes que te digan    te crean    te convenzan
jamás    Bella Durmiente
que la belleza es migratoria    pajarera 
y que ningún beso te despierte
irás  por decisión de la sangre
serás  quien vaya  al beso
pero sola despertarás
a las hogueras que encender
a los incendios que apagar
a  tiempo y sola despertarás
a  tu trabajo cotidiano 
de hacer del mundo    un  sitio habitable.
A esta altura de madre
ya habrás tomado la temperatura
de mis certezas y mis miedos
sabrás que todo lo que aquí conté
lo que aquí ha sido nombrado
todo lo dicho    todo lo que no pude decir
porque obstinada busco aún
los sustantivos    los verbos
es un largo susurro    niña de mis ojos
en tu corazón de pétalo
niña de tu madre    un largo susurro
de todas las mujeres    que antes de ti
hemos sido.

© Verónica M. Capellino

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