26/2/12

Poema de Edna Pozzi


Palabras a mi madre

Porque tu nombre adquiere la sólida fijeza de los ríos
y con espadas clamorosas inundas mis noches de pánico
y descubrimos juntas la torpeza de la ausencia.

Porque ni un solo hilo me ata a tu matriz derrumbada
a tu tiempo frágil y perdido
a tu blanca humildad definitiva.

Porque no sé los signos que pudieran rodear
tu cabeza
ni transferirte los restos de esta antigua tristeza.
Porque no me has amado, ni te quedaste en el desierto
aguantando la sal y los metales, el duro-amor,
la dura-permanencia, la dura condición
de los vencidos.
Por eso, madre, madre, no me hables
de tan lejos, no esperes que te escuche y que te quiera
y cuelgue tus retratos y te mire.

No esperes que me vaya de esta mano
herida y extranjera
que aún sostiene mi mano
bajo el cielo.

© Edna Pozzi

Poema de Susana Szwarc


NOTICIAS

................a Vilda Discacciati

Ninguna guerra
detendrá la escarcha
ni la risa.

Florecerán
los lirios
aún
después.

© Susana Szwarc

Poema de Luis Benítez


Cinco contrapuntos para Erasmo de Rotterdam

IV.

No, decididamente no se escucha tan diminuta vocecita,
Tan mínima, casi, casi inexistente,
Que dice desde los intersticios del piso de madera,
Desde el cemento arrasado por miles de pasos,
Desde una mota de polvo que tal vez sea el sol
De otro universo recluido:
“Oí, todo saber es imaginario”.

© Luis Benítez

Poema de Patricia Díaz Bialet


PISTA DE BAILE (III)

Bajo el foco celeste y con la mano siempre ocupada
A lo largo del piolín desgajado de su pierna
El borracho se despluma de afectos, de podredumbres ajenas
Mientras empuña las copas impensables

Uno tras uno los elixires le aguijonean el recuerdo
Ya no importa quién es o quién ha venido a buscarlo
El borracho presenta su tapón de sueño, su anillo de hastío
Y siente cómo una mano apresa su cintura
Pero es inútil asirlo:
Todo el que se acerque se prende fuego

(Anida un vaso de azufre en sus entrañas)

© Patricia Díaz Bialet

Poema de Marta Lía Brossa



“Con los ojos vendados”

En cada arruga de las sábanas
hay olor a vos, a tu huella
a tu impresión nocturna,
puedo escuchar palabras
que lamen los pies de la nostalgia;
puedo sentir en la agonía de la noche
sueños ondulantes que arrebatan sombras,
fantasías nuevas que se invitan solas,
estás a mi lado,
no hace falta verte para presentirte
bebiendo mi paisaje interior,
nieve derretida, hojas en el viento,
flores en el cuerpo que pusiste vos;
en cada lágrima manantial de vida
se multiplican tus ojos,
se anuncia tu vuelo,
se acoplan silencios,
ternura y lujuria.

Enamorados,
ángeles y demonios en la misma cama,
Enamorados,
con las mismas ganas de ser un ejército de dos,
avanzamos un paso,
Enamorados,
con los ojos vendados,
NOS RECONOCEMOS.

© Marta Lía Brossa

25/2/12

Poema de keyla Holmquist


Un efímero haikú
de espejos
para restaurarse
la apariencia

Con su paso
de campana sola
a veces se pone a posar
y le falta
el sentido del límite

Una enredadera
de varices sube
por la columna
de sus piernas

Lleva la sabiduría
en el paladar

su cocina es templo
del fast-food


© keyla Holmquist

Poema de Irene Gruss


ESPEJISMO

Otoño cubierto de niebla.
Todo parece que va a caer
o morir
o resignarse.
Pero es mentira.
Aún
un pájaro vuela entre la niebla.

© Irene Gruss

Poema de Florencia Lo Celso



Ahogarme
en este fuego
que confunde
el abrazo
arrancándome

......................... esta mitad,

como si los bordes
se llenaran
en aquel punto

.......................... donde nací y
.......................... he muerto.
© Florencia Lo Celso

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Poema de Julio Carabelli


A ” Eliahu Toker z”l
in memoriam

Te reconocerán
dijo mi madre al despedirnos
te protegerán
y abrigó mi espalda con su talít.
Esa seguridad
me acompañó por el tortuoso camino
mas nunca imaginé
que procuraría no ser reconocido.

© Julio Carabelli

Poema de Nina Thürler


hay ausencias que flotan en el aire

..............A Janos Kutti Horvath i.m.

I

hay ausencias que dejan
un brillo en las ojeras empañadas de asombro
un estremecimiento en las pupilas
algo así como un rayo que se pierde
en la oscura oquedad de los abismos

hay ausencias que flotan en el aire
/que viven más allá de la memoria /

a veces nos sorprenden con antiguos resabios de tristeza

son aquellas ausencias que nos quiebran el pulso
nos dejan en silencio de este lado del llanto

son aquellas ausencias que han quedado presentes
viajando en nuestra piel y en nuestra sangre

.............. no hay manera de huirles
................... nos persiguen
........................... nos buscan
se quedan custodiando nuestro insomnio

a veces en las noches
................ cuando todo es silencio
llegan hasta nosotros y nos miran
reviven el temblor de nuestra piel
recorren nuestro ambiente
nos contemplan calladas
intentamos en vano clausurar la memoria
.......................... sin quejas ni reproches
pero todo es inútil
................. se aposentan
.................... del lado luminoso del recuerdo

........................... -no hay forma de alejarlas-

© Nina Thürler

Poema de Nilda Barba



ay

se nos rompe el techo de barro
construimos un nuevo nido
se desmorona
se desmorona
se mueren
pobrecitos los pichones
de barro lágrimas
nenas y varones
cinco cruces
y las rodillas rezan

© Nilda Barba

Poema de Adriana Maggio



Amores

Amores perros,
gatos / buitres.
Amores fantasmales,
pedestres / aéreos.
Amores de cristal,
transparentes / en pedazos.
Como piedras
en el cuello / sobre el río.
Amores de madera,
erguidos como árboles.
De arena,
dispersados por el viento.
Amores antiguos,
pastoriles, despeinados,
fluorescentes.
Suaves, ásperos, dentados.
Perfumados, podridos,
inodoros.
Insulsos, acres, diabéticos.
Ruidosos, musicales,
mudos.
Clandestinos amores,
secretos / inquietantes.
Amores desperdiciados.
Sanguíneos / flemáticos / neuróticos.
Amores grandes / nimios.
Danzarines,
paralíticos,
hepáticos / renales / cardíacos.
Calvos / desdentados / celulíticos.

Amores acostumbrados,
desidiosos,
descartables,
desolados, negligentes
desamores.
© Adriana Maggio

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Poema de Luis Alberto Ambroggio


LOS TRES ESPOSOS DE LA NOCHE
“Negra cabellera enamorada”
..............Borges

Habla la leyenda
de una mujer morena apetecida,
Noche. Seduce los espíritus
con sus joyas profundas y brillantes.
Innumerables son los pretendientes.

Luz negra apasionada,
en un cielo donde lo prohibido no se escribe.
Madre de los dioses, Hesíodo la llamaba.
Diosa que también es aventura.

Dama voluptuosa de ferviente dominio
viste de negro para ocultar sus llamas.
Enamora con mansas brisas
y se une en orgasmos de luna llena.
Los planetas inflamados son testigos.
La Noche que nunca fue virgen,
visita con frecuentes hechizos.
Es un error creer que sólo se comporta
como cómplice pasiva
de humos ajenos,
de cautelas olorosas,
de palomas insaciables
de dóciles acontecimientos,
de diálogos húmedos
de la penumbra espesa
que tiene manos, lengua, vapores rojos,
carnes que gritan
gotas de incendio en hornos desvelados.

Fueron tres sus esposos,
dicen los vikingos en su leyenda.

De la noche el primero, Naglfari,
un príncipe azul o dorado, deseado mancebo.
Satisfizo su ilusa inocencia de amante
en un lapso, fugaz e intenso
como se doma un fuego joven.
Con él tuvo un hijo amplio, incierto,
puro Espacio - su nombre-
cual la vida por delante
después de romper el compromiso.

La unión duró un momento oportuno
(y no más), enfatiza el mito.

Ella, Noche de muchos, la cortó una vez agotado
el salvajismo sin experiencia de los músculos
que penetraron sus fibras oscuras, enardecidas,
hasta el fondo de lo que es superficialmente penetrable.
Su misterio de mujer permanece en ella,
inagotable, atractiva tras la cabellera desatada.

Libre ya, busca alguien que la consuma y aparte.
La noche conquista.
Bóveda suave de secretos
oculta las semillas del bien y el mal en sus caprichos.

El segundo esposo, como en los concursos,
es el que más interesa.
Su nombre es “el Otro” (no tiene otro nombre),
según la leyenda antigua.
Alguien supremamente desconocido
con quien la intimidad puede ser absoluta.
Oído, paño, agua y fuego en el desierto,
cuerpo de fiesta que anima el recinto descuidado.
La noche se le entrega osada, disuelta,
valles y cielos se conjugan
en oscuro juego sin fronteras.
Pájaros, chicharras, silbidos lejanos, cantan, festejan;
vientos nocturnos, respiraciones, pálpitos negros mecen
la seguridad cómoda que el anonimato enardece.
Fácil la entrega. No la acechan ansiosos interrogantes.
Con el Otro sabroso un manjar comparte
de ardores secretos. El silencio no duerme.
A veces apaga cobardemente los brillos.

Y de la Noche (de su vientre hermoso)
y el Otro, nace una hija, que llaman Tierra.
La trágica tierra, hija de la noche y el Otro,
casi huérfana y a menudo confundida.
En la mitología vasta, también Odin, fue padre
de una hija cuyo nombre era tierra.

No discute la leyenda si hubo un divorcio
ni la desnudez indescifrable de sus bodas,
mas sí que por fin la Noche, en su madurez opta
por escoger un tercer cónyuge aceptable,
rubio de raza, brillante, prometedor, vikingo
(en conformidad con los cánones casamenteros de las madres).
Amanecer, Delling, su nombre preciso;
nombre reflejo del alma, poder en letras y sílabas,
pausas y horas destinadas.
“The third time is the charm”, dirían en inglés las lenguas chismosas.

Y del Amanecer y la Noche, diosa acogedora y llena,
nace Día, como si de la muerte brotase
una blancura concreta y explosiva.
Nace con todos sus dientes.
Desnudo como niño y como liberada doncella
tomando el sol a sus anchas.
A la familia del padre se parece.

Hundidos tras ariscas decisiones, sus esposos muertos,
la Noche fértil perdura en el Espacio, la Tierra y el Día.

Los nacimientos y las muertes de la Noche
no tienen hora, se pierden, se alargan
en la embriagante negrura donde todo crece.
Quienes gozan el amor intenso de sus caricias oscuras
sufren un ardor oculto bajo su cuerpo robusto y suave,
cuerpo de luz y de tinieblas.
(Roque Dalton amó a la vez cuatro mujeres lejanas).

La noche, madre y esposa.

Las tibias sombras que cobijan magias y paradojas inventan
poblaciones invisibles y ciertas,
el paraíso y el infierno.

Negra cabellera enamorada,
la Noche siempre se casa tres veces.
Su piel es como la nuestra.
La leyenda no termina. Queremos hijos.


© Luis Alberto Ambroggio

Poema de Cecilia Cavadini


"INFANCIA"

Hoy quiero invitarte a jugar conmigo;
¡Juguemos, juguemos hasta que se termine el día!
¡Qué pronto se pasa la Vida!
¡Jugá, jugá conmigo...!
Que tus pantaloncitos largos, ya te quedan cortos,
y mis cabellos, ya no tienen moñitos con hebillas...
¡¡Jugá, dale, jugá conmigo!!
Qué ya me tienta pintar mis ojos y mis labios
y a vos chocar las manos cómplices con alguna chica...
¡¡Jugá, por favor...jugá conmigo!!
Que tu pelota de fútbol se quedó atascada en un árbol,
y ya no volverán a hablar mis muñequitas.
¡¡Dale jugá conmigo, te lo pido !!
Que mis libros de cuentos infantiles pronto se llenarán de polvo,
y tus autitos se detendrán en la repisa.
¡¡Juguemos, juguemos porque la noche se aproxima!!
Y no vendrá más papá y mamá a darnos el beso de las buenas noches, ni nos dejarán la luz del velador encendida.
¡¡Dale, no permitas que éste día se termine...!!
¡¡Juguemos, todo lo que la energía nos permita...!!
Que mis polleras se acortan,
y tus remeras de dibujitos, has hecho trizas...
¡¡Jugá, juguemos te lo ruego...!
¡¡No nos permitamos que la infancia se termine..!
¡¡Qué me da ganas de llorar, y el rimel se me corre...!
¡¡Juguemos otra vez más, dale juguemos!!
Que desde que mi hermana mayor se fue de casa...
la habitación parece tan grande ...y vacía...
¡¡Jugá,jugá, NO TE RINDAS!!
Ya sé, que la compu te atrapa,
y que las penitencias de papá, te dan risa.
¡¡Dale...juguemos, que el cielo se volvió azul,
y las estrellas brillan!
...El día termina.
Ya pronto, no jugaremos más...
porque ésta etapa finaliza.
Papá, no te columpiará...
...Y mamá...ya no me mima.

© CECILIA CAVADINI

Poema de Olga Liliana Reinoso


POSMODERNIDAD

Tiemblas tu propio frío
en tanto se congelan tus palabras.
Te vuelves nieve
hasta ser un alud que se desprende
arrasando los rostros sin duda ni paisaje.
Y un poquito de luz
sólo un poquito
tal vez el último aleteo del sol
o el suspiro mortal de las estrellas.
Anónimo,
no distingues la estela de tu sombra
y te quiebras en dos
por no estar solo.

© Olga Liliana Reinoso

Poema de Fabiana León



Con los brazos en cruz
orinaste la conciencia
abriste un río de lodo
que no para de correr.

© Fabiana León

Poema de Silvia Loustau



bajo la sumisa luz
de la tarde
monedas de tiempo
se transforman en sirenas.
escondido en un cerezo
alguien acompaña
sus cantos
en un pequeño violín.

© Silvia Loustau

24/2/12

Poema de Cecilia Glanzmann



Cuando se me escapa la luna
tras el fuego del agua
lujuriando el crepúsculo,
los pies dejan huellas de sándalo
en las arenas
que corteja el mar.

Cuando se me escapa el agua
tras la sed de la hoguera
el poema
se me queda pequeñito
desvestido de todo.

Una huella el poema.
© Cecilia Glanzmann

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Poema de Roberto Reséndiz Carmona


HORAS COMPLICADAS

Mayo recuesta
pálidas nubes
mece
vientos del sur
horas complicadas.

Desnuda
en la mitad del lecho
grita un nombre de sol y cuerdas atrapadas
cambia de sed
la atónita mirada
el silente gemido de un ángel sin memoria.

Gira el cuerpo
en el letargo de la media noche
se hace ovillo
jaula solitaria
un arlequín morado en primavera fría.

Volar quisiera
para alcanzar octavas
la cuarta dimensión del escenario
ronronear en la humedad florida
dejarse caer
eterna en el abismo.

No es Dafne
ni vive en el país de lo jamases
cohabita en soledad
en tejidos de lana
entre la pelvis que crepita.

Puede manar lagos y costumbres
enrollar las hojas de los árboles
tapetes persas
deseos sobre su vientre plano.

Ondea cortinas de gasa con las piernas
tintinea en la habitación que la contiene
y en el norte
un espejo de cobre .........le sonríe.

© Roberto Reséndiz Carmona

Poema de Marina Centeno


“ a veces suenas como si fueras el mar, y yo tiemblo”
Alejandra Goerne

XXVIII

Una canción de mar para tristeza

En el austero silencio del naufragio
cuando le sobra océano a la lengua
inmensidad de sombra a cada puerto

Una tonalidad de agua
arrastra espuma de sal hacia la orilla

Un sol negro eyacula su crepúsculo
por temblor de líquido se asfixia
para morir de ausencia


© Marina Centeno

Poema de Miguel Oyarzábal


CREPITAR DE LA LLUVIA

Llueve en el mundo;
o por lo menos
en esta parte del planeta.
El paisaje juega su papel;
lente húmedo y convocante,
por el que la realidad
la ficción
y el pasado,
se entrecruzan sin torpeza alguna.

Es esta la hora,
en que me toman por asalto aquellos nombres,
prisma de recuerdos aumentados,
errores que muerden suave,
palabras, que no dichas a tiempo,
aunque débiles,
aún transitan por el paladar.
Y yo
soledad enternecida,
vuelo trunco en la garúa;
me dejo estar,
ser espectador de mi propia película;
sin revelarme,
porque al fin y al cabo,
la leña de ayer no quema,
trae calor.

© Miguel Oyarzábal

Poema de Graciela Maturo


El rumor de la rosa

Escucha su rumor.
Es una rosa que es un trueno que es un pájaro,
un bramido que crece como un bosque.
Una estrella que ruge,
un incendio nacido de un invisible corazón.

Escucha su rumor, nada viene a acallarlo.
Ni el ruido del fusil, ni el miedo, ni la noche,
ni la dura palabra de los sagaces.
Nada viene a curar esta llaga esta rosa
madera cruz ardiendo en la tormenta
furia del huracán que entremezcla los tiempos.
Flor de la tempestad
estallando entre lápidas de mármol,
manchando con su púrpura de amor
las inscripciones muertas.
Es una víscera caliente,
un corazón de todos y de nadie
nacido del calor de una muchacha
que amamanta su hijo a la intemperie.
Crecido en la soledad del hombre,
amargo del dolor del que nunca descansa,
oscuro en la negrura de una mano aterida.
Rosa oscura naciendo del fuego callado de los pechos
nutrida en el delirio, en la esperanza.
La lluvia cae indiferente sobre los signos del despojo.
Un gran silencio llega, mojado de neblinas
en la oscuridad del invierno.
Oye el rumor de la rosa que despierta.
Es una loba ardiente que alimenta
a las auroras del futuro.

© Graciela Maturo

Poema de Leonardo Martínez



VUELTA A LA NOCHE

Antes fue la noche
Es hora de regresar a ella
El bosque está en penumbra
La arboleda guarda en su ramaje
el vapor de todos los alientos
y la grieta de donde emergimos
se abre a la sombra del padre que cuida
En la hojarasca nos dejamos caer
y con la oreja pegada a la tierra
sentimos el largo latido de años que se esfuman

© Leonardo Martínez

Poema de Marta Braier


Domingo al mediodía

Las hermanas
han comido en silencio

Restos de vino en los vasos,
migas sobre el mantel a cuadros

Blandos los cuerpos, frágiles,
tan cierto este aire
del recuerdo
................... Tres mujeres
Pesa el calor del patio.

© Marta Braier

Poema de Cristina Chaca


AMANECE

Despierto con los últimos pájaros de la noche
aleteando sobre el borde oscuro de mi vientre.

La luna es apenas una sonrisa en el cielo
y como hilachas, cuelgan irracionales,
los vestigios de un mundo enajenado.

Cae la última estrella,
el cielo se parte en dos.
Una serpiente deja su último vestido,
para morir de cara al sol.

© Cristina Chaca

22/2/12

Poema de Betty Badaui


22 DE FEBRERO DE 2012

Feliz Losar
-me dijeron-
y aún ignorando
ritos y costumbres
imaginé celebraciones
deseos de buena esencia
y el Dragón
que yo recreaba, decía:
..... no es fácil,
..... amiga,
seguir escuchando a
..... Strauss
en el azul de su Danubio
si burros, niños y cartones
van alargando las calles
con rencores subterráneos
en las miradas.

Y sí,
no es fácil,
pero que nunca el peso
nos impida celebrar.

© BETTY BADAUI

Poema de María Paula Mones Ruiz


A VECES CUANDO DUERMO

A veces cuando duermo
memorizo poemas
y una procesión de insomnes versos
rescata mis ojos náufragos.
Entonces el sueño
descansa de mí.

© María Paula Mones Ruiz

Poema de Jorge Manuel Herrera



Apocalipsis

Dada la separación del mar y su fondo
La caída de las nubes y su cielo
El exilio de plantas y animales de su origen
......... –Tras lo invisible al descubierto–
Escucharás un ruído inaudible
Por los pocos que aún te acompañen en el mundo
No alarmes y con toda la calma de tu sombra
Avisa que soy yo
murmurando tenue tu nombre.

© Jorge Manuel Herrera

Poema de Rosa Lía Cuello


Soy

La eterna palabra en el país
de lo posible
la mirada que se encuentra
donde nadie la espera
el hueco en el silencio
que nunca está vacío
el retorno que gira
en cualquier universo
la sangre que hierve
cuando el frío congela
la caricia perdida
que dos cuerpos encuentran
el principio del tiempo
devenido en mujer.

© Rosa Lía Cuello

21/2/12

Poema de Amaranta Guevara



Sobre papel de arroz,
así camino la vida.
El pabilo crepita
cuidando no morir.
Me rodean los rostros deformes
de una realidad ilusa,
un sueño equívoco.
Caen suaves los pétalos de una rosa
dejando una corola seca
que ya no volverá a ser lo que era
como la mariposa
que ha superado su ser de crisálida.
Sobre papel de de arroz,
en el estado lábil
de un niño prematuro,
así pasan mis días
y dios que no aparece…
Es una tristeza que orbita
del naciente al poniente,
un laberinto de frustraciones.
Necesito de tu abrazo,
saber que no estoy sola.
¿Dónde está mi entraña alimenticia,
el lago amoroso en el que nadaba,
dónde el cáliz de mi madre,
en qué lugar la paz de no ser?
Sobre papel de arroz,
Ineludiblemente sola,
el rayo que se crispa en lejanía.
Así, mi vida sucumbe
en un mar tan azul que parece negro…
Cada día que pasa es ceniza…
Sobre papel de arroz.

© Amaranta Guevara

Poema de Sonia Rabinovich



Quién tocó tus labios entre los hilvanes de la niebla
y los untó con aceite de ciervo apuñalado
en medio de la noche.

Quién dice no importa más que esta palabra
que te mece de frío a trópico de pasión a muerte.

Quién dijo asomarse a la orilla del mundo, descubrir
quién dijo descubrir la piel caída de costado
la piel y carne viva al margen de todas las fronteras.

Quién dijo eso es el hombre, solo eso es el hombre.

Quién te tocó la boca y los dientes
para que aprietes la palabra y la rompas sobre la hoja.

Quién te sopló en el pecho y en los ojos
para que con eso te sea suficiente.

© Sonia Rabinovich

Prosa de Ana Guillot



Como navajas esas celdas. Como cuchillos, y el filo es para mí. Los días se suman y ellos permanecen en mi rango. Quieren estar. Plegados a la mujer, que no cede. Me pregunto si eso es lo que les atrae. Segmento por segmento mi tela se extiende sobre el piso, blanca la hilada, blanca la seda que habré de utilizar. Una lazada y sigo. Una lazada y tenso, me pincho. Sangra el dedo, se atenúan las uñas con el va y viene de la rueca.
Me paro para sanar el dedo. Y ellos permanecen ahí. Tomando el vino del esposo, usando sus enseres, sus ropajes. Cómo evitar. Quieren a esta mujer cada vez más delgada cada vez más pequeña y ojerosa. La piel ya no es la que era. Mis pechos son pequeños, inmaduros. Los huesos se marcan al andar. Vuelvo, con el dedo sanado y ahí están, siempre. Me siento otra vez. Me acurruco en el telar de esta espera. Vaivén y lazada. El tejido cubre, las costumbres y el duelo.
Cuando llega la noche, los que están permaneciendo en la casa tosen, eructan, y se van a dormir. Mañana, cuando la aurora resuelva el pormenor del rocío, volverán a ocupar la sala, el largo corredor, los jardines. Sólo mi alcoba es respetada. Pero siento el olor de sus pieles, el resoplar de la intención. Mañana, digo, será exactamente igual. ¿No ven que el tejido recomienza con el canto del gallo? ¿No ven el retroceso, la astucia? Creo que no les importa. Ellos beben, sudan, ríen, hablan con grandes voces, suponiendo que Ulises no vendrá.
Sé que no quieren a esta mujer envejecida y triste. Ellos esperan conquistar el trono. Ítaca para ellos, como si se pudiera. Usurpar la fidelidad, destrozar el hilado de los dioses.
Telémaco es joven y no puede con ellos. Aguarda él también. Que la barca se acerque. Que Ulises me bese, y sea yo una joya en su boca, un perfume en su riesgo y en su vuelta. Una ponderación para sus ojos.
© Ana Guillot

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Poema de Susana Rozas


CARCELERÍA

No es cierto que pinté esta cárcel
...... La fui fabricando
Con restos de Dios
Con coágulos de mármol
... Y alas mutiladas.

Levanté paredes, impíamente
.... Donde arrodillé puertas

Con lágrimas enhebradas
. Que ofrecieron azahares
Para lumbrera de cada reja.

.. Mordí cerrojos con serpientes
Me entretuve en recetas veniales
.. Donde amortiguar el sabor.

Construí esta cárcel/ con paredes
.. De pura saliva adiestrada.
© Susana Rozas

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Poema de Carlos Carbone


TRAS UNA MUJER PEQUEÑA

Existe una mujer pequeña
que cabe en un suspiro.

A veces deja mensajes extraños
que escribe con resto de comida
siempre pensé que me volvería loco
pero ella tiembla, me abraza
y pide que le rasque la cabeza.

Recorre la ciudad alborotada
como un circo recién llegado.

Yo voy tras ella.
© Carlos Carbone

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