27/9/14

Poema de Edna Pozzi


Es la primera vez
Tu pie se ha posado en la tierra
y bailas
Mariposas de vidrio pretenden
atraparte
pero bailas

Astillas y fragor de la belleza

© Edna Pozzi


Poema de Paulina Vinderman




El ritual de la ausencia exige un color
que envuelva el paisaje escarchado.

"Ojalá nevara en esta ciudad" dije,
como una amante caprichosa, y se cumplió.
Nievan tus recuerdos diminutos
en una oscuridad tan opaca como los bordes opacos
de la noche.
Y la escritura alambra el territorio,
me encierra en mi cárcel lírica donde
juego con mi melancolía como si ella fuera
mi muñeca de trapo (mi muñeca de miedos).

Me sostuve del alambrado para ver mejor
y ahora tengo las manos vendadas.

¿El rojonegro de la sangre, escondido
en la venda es el color del ritual?



© Paulina Vinderman

Poema de Carlos Carbone


INVENTO

Ella inventó la belleza
Una noche de libros
Cuando despertó mi sangre.


© Carlos N. Carbone

Poema de Susana Rozas



Blanco

Anduve astenia
porque dejé de coser
rimas atolondraras
como cuando muchacha desbocada
llegaba hasta el ruedo de tu almohada
a llorarte sexo

Y era blanca
la coronita de novia

como album,
continuado en tus dedos…

como camafeo de los días
y del mar

como una frase
que nos trasladó;

como efigie
que marcara las entrañas


donde te llevo.

Y la fiebre   siempre
simula enfermedad.


© Susana Rozas

Prosa de Flavio Crescenzi


Patibularios

I

     Mi corazón, en su afán de no ser piedra ni reliquia, insiste en suavizarse con cualquier sumiso advenimiento: se arroja a los pies de damas leves y les lame las suelas y las sombras y espera, jadeando, a que le arrojen el hueso merecido. Inútil es advertirle de su error, acusarlo de complaciente y de rastrero, no me hace caso; como mi hígado, esta otra achura se rebela queriendo abandonar la gélida fortaleza que lo cubre. Por ahora, lo tengo controlado. Las mujeres que frecuento hasta dudan de su existencia debido a sus escasas manifestaciones, pero no puedo darle rienda suelta, sé de lo que es capaz de hacer si me descuido. El corazón, ese fruto amargo que nos come, no está preparado para la filosofía ni para otras estrategias. Como todo animal es un tirano, como todo tirano es un temblor de dientes o un volcán que nos ordena.


© Flavio Crescenzi

Poema de Mariana Vacs



ROPA TENDIDA

En Amatlán, un patio descuida
la ropa al sol y la montaña
protege mi sombra del abismo.

La soga enarbola los manteles:
los borda de pájaros y frutas,
y el cielo va secando
despacio
este desorden de colores
que flota entre los árboles.


© Mariana Vacs

Poema de Germana Martin

  
árbol genealógico

sanando las raíces con papá
desandando sus huellas,
pisando firme en mi sendero,
amándolo tan diferente a mí,
tan igual a mí,
tan él,
tan yo misma
sanando las raíces del destierro,
tan solos los dos,
tan huérfanos de flores
construyendo el nido.


© Germana Martin

Poema de Miguel Oyarzábal



Sin regreso

Imposible retornar las agujas,
algo se ha roto dentro del reloj;
o ha sido la palabra del tiempo,
que es definitiva.
La tarde va hacia el oeste
se agacha hasta tocar la noche.
Ahora la mirada no reconoce las formas,
la voz tiene que medir los ecos,
las manos están condenadas a intuir.
El hombre comprende, sin regreso,
que habita en la patria del desarraigo,
donde la nostalgia mira a lo lejos.


© Miguel Oyarzábal

Poema de Carmen Amato



Cada mañana desde donde está posada mi cabeza
mis ojos ven la luz que revienta
entre un racimo de buganvillas.
Es como el ojo de Dios mirando
desde el centro de día hasta mi cama.
La ventana con guirnaldas de flores rosas
es el regalo diario de la vida,
un nuevo despertar abre mis ojos
al mundo que me recibe y dice
estás viva, da gracias.



© Carmen Amato

Poema de Norberto Barleand



Canto a media voz 

Estás en los espejos de la lluvia ,
en el morado ardor de la certeza,
los conjuros celestes del suspiro
y en cada aguijón de la ternura, 

Estás en el trajín de algún otoño
o en la primavera del milagro,
que transita por  veredas de la ausencia.

Cuando el viento grita   su pregón
fugan con labios de pureza
un árbol de frutas y rocío
desde fértiles semillas del  futuro. 

La voz crece
                            en sutiles  melodías ,
multiplicando
versos y canciones,

vibran en los violines de la noche
para que nunca
                   se apague la alegría 
                             en     las guirnaldas
                                              de tu canto.


© Norberto Barleand

Poema de Nora Coria



HOY HE VISTO en UNA MUJER

Hoy he visto una mujer. Hoy,  acaba de nacer.
Fijé en sus ojos los míos,
ella también detuvo su mirada en mí.
Lleva la belleza y el bien en sus pequeñas pupilas.
Parte de un estratégico destino dormita
delineado en el iris de uno de sus ojos;
y en el otro, el azar es misterioso.
Sé que desde hoy,
incapaz en descifrar herméticos diseños,
e inhabilitada para predecir fortunas,
intentaré imaginar infinitos futuros de armonía
en su mirada.
Sé que desde hoy, empeñada en su felicidad, seré mejor.

Hoy me ha sorprendido otra mujer.
Hoy, por primera vez, acaba de parir.
Me ha mirado como nunca antes, y me ha visto diferente;
acaso se ha reconocido en mí,
acaso se ha encontrado, definitivamente, conmigo.
Yo siento en ella apenas otra…
Es para mí la misma chiquita
en cuyos ojos deseo advertir, siempre, la felicidad.

Hoy he visto una mujer, he visto dos, y somos tres.
Hoy supe del amor, un poco más.



© Nora Coria

Poema de Sonia Rabinovich

  
A quién decirle del agua
que se cuela en las grutas
por la madrugada.
Y cómo humedecerle la piel
con la palabra para que se haga musgo
en el poro otro de mí.

Contarle a quién
de esta mudez impuesta
por falta de mérito.
de esta transparencia que se quiebra
para que pueda clavarse
en el centro de la hoja
 y beber.


© Sonia Rabinovich

Poema de Silvana Merlo


Ningún lugar

Si buscaras otro mundo
te quedarías imaginándolo
si miraras otro mundo
perderías el sol
junto con el mar
y tus horas veraniegas.

   Si creyeras en otro mundo urdirías tu muerte.
El otro mundo
no está en ningún lugar:
ese mundo sos vos.



© Silvana Merlo

Poema de Lidia Carrizo


RUEDA EL PAN...

Los ojos entran en las caras devoradas como una roca
de dolor, la muerte y el consciente, en esta vil pobreza.

Crudos de dolor en invernal frío, la hora de esta verdad,
entre llantos de una crueldad; la voz de los cantores, nos
traspasa el impacto que ahoga, se agigantan sus gargantas
burlando al miedo, el hambre en el torrente de los niños.

Rueda el trabajo, rueda junto al pan, los ojos del niño.
Curtidos entre basuras, entre cartones y diarios.
La indiferencia en la ciudad es una filosa espada.
Niños, están ahora desnudos de la palabra amada.

Las puertas de los bancos son sus moradas,
en el silencio de las noches, y tanta infamia,
como una sacrílega locura natural, perfecta.

Allí, donde nacen y mueren como maquetas humanas
traspaso el impacto del veneno acorralado en mi sangre.
Mi rebelión se escucha con un concierto de la esperanza.



© Lidia Cristina Carrizo

Poema de Eduardo Espósito





STAIRWAY TO HEAVEN

                           Hay una dama que está segura
                           de que todo lo que brilla es oro
                           Y ella compra una escalera al cielo

                                                                Led Zeppelin


Perdonalos Señor porque no saben lo que hacen
ni lo que escriben ni lo que enseñan
Por arrojar manteca a las alturas
forzando la caída de los cisnes
Por desplomarse redondos después de cada coito
sin una pizca de amor en las rodillas

Por mancillar el eco de la rosa
y ultrajarla en el templo del silencio
Por disolverse en fuego frío
cuando el sol acusa los poros de su edad
Volar dormidos y aterrizarse muertos
En fin

Perdonalos Señor
Por el Everest bancario
La Cruz del Sur corrida de lugar
La poesía de engorde y sin nutrientes
Los labios de la esposa en el bolsillo

Dales a cambio un manto de piedad
para que duerman el sueño del injusto
Abandonados a su suerte entre los astros
Desarropados de vos en lo finito.


© Eduardo Espósito

Poema de Norma Gianico



DESTEÑIRSE 

La vida
roedora como carga indómita
gira tejiendo hipótesis de arañas
picoteando sobre lágrimas lo sobrenatural.
Un telón se descubre y
en escena
la quietud desteñida de un escondite más.


© Norma Gianico

Poema de Daniel Martínez



BLACK MAGIC

                    a Tato Pringlense

La trompeta de Miles
iluminando la noche
y la espuma de los recuerdos
que trae restos indecisos de lo que ayer fui

navego por el humo y el alcohol
buscando no sé qué
que es la mejor manera de llegar al fondo de las cosas

un poema que quizá no llegue a amanecer
dejándome este naufragio de palabras
y el momento único
                 irrepetible
de estar mano a mano con mi sombra
en el presente exacto
en el lugar exacto

con el resplandor exacto

de la magia de la trompeta de Miles

© Daniel Martínez

Poema de Cecilia Glanzmann

  
ESPÍO

Espío
espío por el pequeño ojo de la semibóveda
casi un calco de los arcos de La Alhambra
casi un Arco de Triunfo de París
casi una alcantarilla del barrio
casi una media luna en un cielo oscuro…

espío la casa del mundo:
ando por los laberínticos zaguanes
y escucho voces con arcaísmos sobrepuestos,
me habla la gente de culturas diferentes
avanzan mis ojos
avanzan mis oídos
y es como un atisbar lo velado a la actual conciencia

espiando busco quedarme como un ovillo de tiempo
a un costado del universo
es fugaz todo y a la vez indeleble,
espiando retrocedo ojos y oídos.

El abrazo del Arcángel me arropa
y me siento en el brocal del alma.


© Cecilia Glanzmann

Poema de Claudia Ainchil



CUIDADO

Cuidado, ha llegado la musa
traten de no chupar su sangre
para que no se desvanezca tan pronto
ella viene resistiendo a través de imperios
y holocaustos.
Es misteriosa.
Misterio sin vocablos.
En pleno desierto de espejismos
quiere quedarse y a la vez ser forastera.
Manuscrito feroz de un tiempo extraño.
Agua corriendo a toda prisa.
No es de las que golpean la puerta
solo invade
repentinamente cambia decorados
como los latidos, el hambre
cada pensamiento sueño.
Tal vez ya se ha ido
y en este preciso instante
es humedad rocío pancarta
o lágrima.


© Claudia Ainchil

Poema de Néstor Cheb Terrab



eunuco que suelta paradigmas
montado en la belleza de la distancia
le falta la nariz
quemada por un entrecejo inquieto
expande pende sus ojos
transforman percepciones
sostienen el fuego tenso
respira por el vórtice del vapor
ciertas almas desprenden
colores cobalto
ciertas voces desvían sentires
(tiene con quién reírse)


© Néstor Cheb Terrab

Poema de Xenia Mora



 CAMPESINO

Eres ramaje camino
de brazos crujientes
callas palabras
que hieren y sangran.

Ramaje camino
tus manos rasguñan
polvo de hambre.
Con sudor de lágrimas
riegas tu cosecha.

Ramaje camino
con viento y sequía
espasmo y frío,
nadie escucha
el desgarro
de tu tierra.

Ramaje camino
te sofocas entre grietas
de tanto desierto andado,
llagas tu sudario
y quiebra tu espalda
confines de dolor.

Ramaje camino
te entrelazas
rama con rama
y buscas agonizante
sinergia de savia tibia,
-último abrazo con la vida-


© Xenia Mora Rucabado

24/9/14

Poema de María Del Mar Estrella


GRACIAS 

Qué palabra pequeña  y qué inmensa plegaria,
mariposa que emerge
de una crisálida profunda en el árbol oscuro  de la sangre
y remonta serena más allá de la vida y de la muerte

delicada conciencia de nuestra propia finitud y maravilla
de un sueño  que hace sombra en la tierra.

Moneda de Caronte que nos cruza a la orilla
donde se salda toda deuda. 

Rama de olivo que sostiene
esa  ofrenda inmortal de quien se anima
al rito luminoso
de la reparación, la gratitud humana.




© MARIA DEL MAR ESTRELLA

Poema de Cynthia Rascovsky


Ese reloj me corta el tiempo
    no deja de pegarme en el ojo.

Ese reloj me corta el tiempo
      no deja de rasgarme la cara.

Ese reloj me corta el tiempo
no deja de encorvarme los huesos.

Ese reloj me corta el tiempo
      no deja de comerse mi piel.

Ese reloj me corta el tiempo

                          … y yo he decidido 

   Simplemente, seguir mirando al sol.


© Cynthia Rascovsky

Poema de Gustavo Borga




debajo
de la higuera
se encuentra
una vieja muerta

a partir
de su mano izquierda
se le pudre el cuerpo

con palabras
la mató un niño


© Gustavo Borga

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Poema de Fabiana León



Una nueva marca
junto a la boca
tilde que nombra
 lo no dicho
acento que anuncia
el epitafio
pequeña flor
al borde del camino
que nadie ve
concentrado en el viaje.


© Fabiana León
Foto: Gustavo Tisocco

Poema de Alicia Corrado Mélin


 

RONDA 

Descansan las nomeolvides
en una tarde de ronda
manos apretadas
bajo la melodía de sal
tu Dios huyó en verano
y tus ojos se extraviaron
entre la parra
del patio de tiza.
Esperando a un rey mago
que todo lo ve y todo lo sabe
verdes
        dorados
                   guirnaldas
y tu cara sucia lucecita
ahora perdida en un cielo
mentiroso.



© Alicia Corrado Mélin

Poema de Aníbal Silvero



Sobre mi amor

Mi amor es antorcha en la caverna
gravedad absoluta que no pesa
una fractura expuesta aunque ilesa
sentencia inflexible pero tierna

Es una continua corriente alterna
una paloma libre que está presa
arena movediza muy espesa
una luz exterior que no es externa

Mi amor es el séptimo pronombre
una laguna azul anegadiza
un quijote que niega verse hombre

Es una flecha viva arrojadiza
bandera flameando con tu nombre
y llama que renace en la ceniza


© Aníbal Silvero

Poema de Beatriz Arias

                         
             
                                        a Daniel

Entonces volaré hacia tu sitio de siempre
y pediré perdón por mis errores
dejaré mi mochila de recuerdos
al pie de la silla donde gira
día a día tu trabajo.
Las imágenes me cuentan sus historias
y a veces no escucho que me dicen,
entonces volaré muy lejos
pero siempre de tu mano,
siempre de tu mano.



© Beatriz Arias

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Poema de Anamaría Mayol


CÓMO NOMBRAR  EL SILENCIO

Cómo nombrar  el silencio
acallar los pasos en falso
ecos del recuerdo que traiciona
ola en el aire

con qué nombre nombrar 
los sueños que migraron

romper la roca del pasado
vertido entre las manos

pulverizar la ausencia
ensordecer la diástole
 la sístole

cómo nombrar el silencio
el abismo del grito
la muerte entre los labios.


© Anamaría Mayol

22/9/14

Poema de Esteban Charpentier



LAS MUCHACHAS QUE YA NO

Las muchachas que ya no puedo amar
llevan enjambres de peces alborotados en sus mochilas,
tiñen sus cabellos del color de las hojas del ciruelo,
vuelcan collares de almendras en sus camisas,
desvirgan sus orejas
con setas y caracoles hundidos.

Las muchachas que ya no me miran
vuelan con alas de seda de bautismos,
toman lo que quieren de los escaparates
elevándose en un vuelo infinito,
llevan guirnaldas encendidas en la frente,
y una cajita de música por vestido.

Las muchachas que ya no me aman,
me dicen, señor me da permiso?
tienen un aire tan elemental, tan Blancanieves,
que piden desvestirse con la luz encendida
y muerden las manzanas de a poquito.
Las muchachas que ya no me nada
portan panales pequeños en sus corpiños
y vierten sus primeras mieles escarlatas,
en el trono de un príncipe maldito.

Las muchachas que digo, que ya no conmigo,
llevan entre sus piernas
perlas y animalitos.
Dicen que sí tantas veces,
que enamoran hasta a los grillos
y lanzan por las ventanas
sus desnudos cristalinos.

Las muchachas que ya ni mirar puedo
se sacan el corazón para exhibirlo,
tienen dientes de risa nacarada,
pies de mariposa albina,
boca de azúcar y membrillo.

Las muchachas que ya no puedo amar, ni me aman ,
que ya no me miran, ni miro,
las muchachas que ya no me nada,
que ya no conmigo,
traen la muerte blanca en sus caricias
y yo les acerco la mejilla
en una suerte de suicidio.


© Esteban Charpentier

Poema de Antonia Taleti



Cuando ya no exista diremos
que el mar era el poema.
En su sinestesia, salobre y colorida
porfía en un ritmo de olas
para alcanzar el borde de la playa
donde el verso acaba.

Transmutado el sentido
se aloja en lo profundo
preso en la forma diminuta
o monstruosa
emerge y centellea
sólo un instante para ser percibido o capturado.

Los dioses marinos sellaron en la sima
las claves del pasado y el devenir desmesurado
los niños avanzan inocentes hacia el
mar, reconociendo el juego que nunca
olvidaron
 el agua mece, abraza,  penetra,
la boca se cierra y todo
el cuerpo percibe lo intraducible
volver.

Cuando ya no exista diremos que el mar
era el poema.


© Antonia Taleti

Poema de José María Pallaoro

  
CANTAR A TIENTAS 

Hace una cantidad de años
se solía dejar ciegos a los canarios
para lograr en su canto
mayor belleza
–actitud típicamente humana
como cortar lenguas
cercenar gargantas–

Hoy las cosas no han mejorado
y los pájaros que aún sobreviven
cantan
a tientas
todo el tiempo

con señas desesperadas



© José María Pallaoro