30/5/20

Poema de Lucía Carmona



Un día

nos convocamos para escuchar
los latidos de una piedra secreta.
Caminamos hasta el borde del siglo
pero
el resumen de la existencia
fue difícil
y cuando regresamos
solamente un mutismo de dioses inconclusos
aguardaba en la tierra.

© Lucía Carmona

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Poema de Paulina Vinderman





No consigo enfocar tanta pasión por la vida.
Oración tras oración, Ciruelo es una patria
                                                           escurridiza.
Adquiere su historia —cortajeada— cuando escribo.
Pero escribir es siempre una impostura rutilante
(y acá no hay novela escondida).
Coleccionista de atardeceres.
Fabricante de recuerdos.
La melancolía es el alambre que todo lo ata,
la segunda luna, la que todo lo ve
(borroneado según mis ojos miopes).
Ya no me asusta el amor.
Despierto todavía aferrada a tu clavícula
(aunque ya no está) donde pude depositar
la ternura.
En el fondo, en el fondo de todas las hogueras
deseamos el final para añorarlo:
la crueldad de un agua envenenada,
pero intensamente clara.

© Paulina Vinderman

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Poema de Amadeo Gravino





LA MÁGICA LLUVIA DEL POEMA DE
GONZÁLEZ TUÑÓN

Suena la Camerata Bariloche en la mañana gris/lluviosa/triste/
Que golpea la puerta de los desocupados
Las mujeres miserables
Y los niños mendigos

Mozart vuela en las cuerdas como un ángel

Para aliviar las penas de los solitarios
Para calmar el hambre y borrar la tristeza
Y también la derrita

Detrás de la ventana
Se oye la mágica lluvia
Del poema de González Tuñón

© Amadeo Gravino

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Poema de Norma Etcheverry




Radio Colonia   
                                                     
                 A César Cantoni

Cada día invariablemente
a las 7 am cuando abría los ojos
venía a mí
esa voz familiar y pegadiza
del locutor de Radio Colonia
que a cada rato repetía
“Hay más informaciones
para este boletín…”
No entendía por qué mi madre
cada mañana
escuchaba las noticias de nuestro país
en una radio uruguaya.


© Norma Etcheverry

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Poema de Sabrina Usach


  

a Brian David Delgado

Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.
Cesare Pavese

que este poema exista quiere decir que nadie
pudo frenar tu instinto tu rapto el hito
ni desatar tu nudo a tiempo porque solo
un ingeniero de su muerte andando
con ese ovillo de tormento a las espaldas puede
sonreír como tu boca y amar como tus ojos angelita
habitaba detrás de tu dentadura perfecta
un grito cuajado un silencio perpetuo el que te llevó
tu manera de apretar en el abrazo y tu vocecita
diciendo siempre te quiero con esa mueca
que te marcaba un pocito en el cachete
y si con ese gesto elegiste tu destierro
será menos sufrible la imagen de vos cortando
el hilo que te ataba al desconsuelo
o a eso que creíste tu puta vida

© Sabrina Usach

Poema de Natalia Leiderman



equilibristas

somos equilibristas buscamos 
la mayor cantidad de placer 
la menor cantidad de dolor 
dijiste y ahí estamos 
caminando en lo alto 
por un hilo radiante

aunque el amor 
no es cosa mesurada 
y vamos a estallar 
como bichitos al sol 
todo está bien 
todo está bien entre nosotros.


© Natalia Leiderman

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Poema de Nerina Thomas




Este nuevo amor
que me visita
ha creado una sonrisa
más afable,
la instala en mi rostro
cada mañana que llega.
No sé con qué la sostiene
pues no se desvanece.
Este milagro de la vida
me ha hecho tocar mis castañuelas
como crear cuentos con un títere,
que un niño madrileño
obsequió en su nacimiento.
Sólo sé
que esta niña
es mi cómplice.

© Nerina Thomas

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27/5/20

Poema de Mónica Laurencena





Las hojas del aire

Caían las hojas
calles habitadas
por miles de ellas...
Cielo azul tocaba
los aires...
Sobre un colchón ocre
iban mis pies.
Altísimos árboles
cantaban en la Avenida.
Allí, frente al Lapacho
del  poeta amigo,
querido Lacho!
Racimos de luces
sobre mis cabellos.
Otra vez visitado,
hubo una presencia...
Una mano buena cercana,
Casi vuelos  en alas
de tantísimas ramas...

Me sostenían las hojas
en medio de la nada!

(Frente al Lapacho

In memorian del Poeta
Horacio C Rossi)




© Mónica Laurencena

Poema de Juany Rojas




NIÑEZ

Descubrir la luz
sorprenderla mientras se aloja
en el rostro de la hija
Querer atraparla
distraerse
apenas un segundo
mientras uno se voltea a buscar
en qué cúmulo de emociones
guardar esa miel
Luego regresar
y ver
que al igual que la niñez
esa cálida luz
ya no está

© Juany Rojas

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Poema de Gabriela Yocco



letanía a mi padre

me equivoco de vos /te trabajo en la sombra
padre mío que estás en todas partes
ni tu nombre ya digo

sos apenas el eco en los surcos opacos de algún disco
las fotos corroídas por la humedad
cartas donde la tinta de tu palabra se desvanece
las cartas donde me nombrás y yo trato de saberme en ese nombre
hija mi hijita /  y no hay recuerdo sobre tus rodillas o tu pecho

cuánto daría / padre mío
por conservar al menos tu perfume / el abrazo de tus ojos
en el oscuro mantra del recuerdo

fue la soberbia contundencia de tu muerte y después
todo el silencio como una gran piedra
una bruma que cubre los días / todos los días
un manto de escamas sobre la serpiente del tiempo

crecí estirando las manos hacia tu altura de dios
tensé los pies como una bailarina hacia tu imagen
y vos / que tal vez querías de mí la piedad del olvido
fuiste  brújula y  sonda de los mares donde navegué
y las piedras que azotaron mi quilla también fuiste
y el incontenible temor a los estallidos
esos que parecen un disparo en la madrugada y un agujero
asombroso / en una nuca

así atravesé la infancia así me hice negra por dentro así me consumió la ceniza

ahora no hay navajas en tu nombre
padre mío / ni flores ni designios
ni un destino inevitable con el estigma de espinas y de clavos

no sorprendo tu silueta en los espejos
no le rezo a tu fantasma / no deseo la caricia imposible
y comprendo / sin tristeza
que estoy envejeciendo
padre mío / mi hijo / mi formidable ausente

© Gabriela Yocco

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Poema de Rafael Roldán Auzqui


                                      


A JUAN GELMAN
                                                          
(…) “y alguna vez condecorarán al poeta” J.G.                                                                            
In memoriam.

Te conocí de soslayo:
las luces de tu merecida fama
no me permitían entrar
en el cono que proyectaban.
Eso creí por entonces.
Fue hace ya varios años
-cuando viniste a Córdoba-:
no me perdono por no haberte hablado.
Se pareció a mi encuentro con Borges
y también con Atahualpa Yupanqui.
Los veneraba desde el silencio avizor.

Pero con vos fue distinto.
Quería hablarte por esto de la projimidad.
Hoy estás muerto:
la muerte me llega como una palabra última
que rechaza toda respuesta.

Ahora te confieso
que aquella vez te vi muy fatigado
como si no supieras que para tu poesía
“no habrá más pena ni olvido”.
Para vos tampoco:
olvidarás lo sufrido para siempre.

Tus sueños revolucionarios
te llevaron por los caminos del exilio
a “mundar” de un lado a otro.

Los poemas que acopiaste
a lo largo de tu azarosa vida
son testimonio y testamento:
la “señora” te ha visitado con insistencia…
Al fin de cuentas la poesía
fue tu causa suprema.

La revolución no fracasó.
Tomó otro rumbo insospechado:
tantas veces por la muerte golpeado sin más
ahora –como un Quijote redivivo-
alzas tu voz entre los hombres
y descubres que tu lucha
por la verdad y la justicia
se ha vuelto inmortal.
                                       
©  Rafael Roldán Auzqui

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Poema de María Fernanda Regueiro




Caminan serenos
buscando la manada
que los dejó
en la tiniebla

desamparados

las personas
andan
detrás de las personas 

vivir la vida hasta
la consecuencia
de deshabitarse 
por  completo.
Resumen


© María Fernanda Regueiro

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Poema de Reynaldo Farías



ELLA 

Un arcoíris de ojeras 
       cabalga noche al infinito 
            mientras una luna 
                    le crece entre los dedos.

Ella 
le pone alas a la madrugada 
        tiempo a la nostalgia 
                  y un poema a la garganta.

Ella 
 a veces  por la tarde 
      me mira con  ojos de metáfora 
                       y todo se vuelve poesía.


© Reynaldo Farías

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Poema de Marina Centeno


  
DÉCIMA

Qué yo no tengo postura
para decir lo que pienso
aunque parezca propenso
el modo de mi escritura
La forma siempre segura
de describir la verdad
me otorga seguridad
al sostener el derecho
que en este mundo maltrecho
predico la libertad


© Marina Centeno

26/5/20

Poema de Dolores Etchecopar




en alguna habitación se soltó la noche
desde entonces nunca es ahora
y la casa se mueve rápido
tan rápido que solo la lentitud se le nota

mientras aún tanteo en la oscuridad
un lugar donde vivir
el mundo se desliza
su velamen rompiéndose
en los ojos y los labios crueles
de las Personas Dormidas

© Dolores Etchecopar

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Poema de Rolando Revagliatti



Seré, si no 

Seré dichosa si no
te decepciono

Deberé trasuntar que no sé
lo que aprendí
lo que siempre intuí
y luego confirmé

Seré dichosa si no
te decepciono.


© Rolando Revagliatti

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Poema de Nora Alicia Perusin


  

CADA COSA EN SU LUGAR 

La mancha en el papel
el olor en las sábanas
el agotamiento en la noche
las cabezas atadas al espejo
las llagas en la sal
los cadáveres en el río. 

La mancha en el papel
ya nada te recuerda
así es el olvido
primero es la voz
después es algún gesto,
entonces se deja de nombrar
nombrarte 

El olor en las sábanas
después de haberse amado
el color de tus ojos
después de haberme amado
el color de los míos
después 

el  agotamiento en la noche
será siempre una necesidad
la noche es mi mano    
un surco que pregunta
la mano indica su jugada   se despide
y vuelve a preguntar. 

Las cabezas atadas al espejo
siempre hay algo detrás
de la otra línea
el pelo astillado
el paso del tiempo que delata
si fuera así, esa que veo
y no
me mentiría acaso
un poco? 

Las llagas en la sal
“no hay nada que comience


© Nora Alicia Perusin

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Poema de Marizel Estonllo





Alrededor  de la tarde

                        a Jorge  Cabrera 

Esta hora en la que el sol pone su mano en los edificios laterales.
Hora donde dejamos las armas porque empieza el amor

Esta hora que es ciertamente dulce porque prevalece en su tibieza.
Soporta lo que es certero y final.

Todavía podemos alejar la muerte, distraerla,
Desatenderla. Desalentarla.
Ella se demora en los ojos de los locos
donde la furia y el pánico son los sellos
de las dos  manos que abren la desesperación.
No hubo dios del miedo, no hubo dios del dolor.
Pero la locura fue del dolor  su última defensa.

Y luego la  apacible tarde de los poemas griegos,
Sus consecuentes secretos
La única manera de conocerse en la amplia fantasía del  deseo
en la grieta movediza del sueño.
En la dulce caricia de la amistad.

Haber dejado de apurar los rumbos
Hacerse agua y deslizarse.
Juntar caracoles en la costa, para nada, para ningún fin.
Acercarse hasta la orilla sin haber dejado ninguna tristeza interrumpida,
ningún dolor apremiado.

Solamente el cauce limpio, la tierra abonada,
un poema escrito  en una habitación a plena oscuridad.
Una hoja iluminada, abierta  en la plenitud de lo otorgado .
Y ese gesto  se aproxima alrededor de la tarde,

Como un oportuno modo de estar.

© Marizel Estonllo

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Poema de Norberto Barleand





Eternidad

Te amo desde siempre. 
 desde aquellas primeras sílabas
 que enhebraron versos y  sombras,
de una juventud plena ,
que el tiempo se encargó de evaporar
Inexorablemente
en el curso de los días ,
de cada día
de los meses  y los años   que palpitan  .
Como si la eternidad se acercara presurosa
a golpear las puertas del destino ,
nos reclama el fervor de las vivencias
Las arrugas de un tiempo  que fue ,
el que vivimos
lejos del reposo
cerca de la furia
por donde  vuelan y vibran
             las ardientes estrías de los cuerpos

© Norberto Barleand

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Poema de Alba Estrella Gutiérrez





yo jugaba de niño a la guerra
sobre el caballo enbridado de la muerte
no quería matarlos
los amaba
apenas eran pequeños abalorios
máscaras de huesitos fundamentales
yo jugaba de niño a la guerra
ellos eran plumas inquietas
solitarios camiones naranjas
entibiando la soledad de la siesta en el viento
no sé lo que pasó más adelante
los años arrasaron mi corazón de pájaro insurrecto
la piel de mis párpados lloraron ausentes
yo jugaba de niño a la guerra

dónde estabas dios
en ese entonces
acaso de pie

y arrodillado

yo jugaba de niño



© alba estrella gutiérrez

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