29/4/23

Poema de Lucía Carmona

 


LA LUZ DEFINITIVA


 Han de seguir viviendo

después

de la incesante luz

en esta casa

y  cuando estén cegados

ya no tendrán las manos del ayer.

Huellas digitales

se han distanciado

hasta perderse.

La caricia es un intento

por acercarse al borde de la tarde…

 

© Lucía Carmona

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Poema de Eduardo Mileo


 La percepción (como una piedra de locura)


I


Veo una piedra. Es

una experiencia del tiempo.

Pequeña y roma

límite del roce.



II


La oxidación de los metales

el silencio helado de la noche

en la insondable altura.

Condiciones de una vida estoica.



III


Los metales pesan

pero dejan 

su peso en alegría.

Naranjas verdes ocres

en las vetas conviven las

cicatrices de la belleza.



IV


Una piedra

posada como un pájaro

sobre otra piedra.

¿Quién 

descubriría ese nido?



V


La piedra en la cabeza es

fuerza centrífuga.

El que se enfrenta a lo real lleva

su locura más

allá de toda percepción humana.



© Eduardo Mileo


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Poema de Gladys Abilar

 


 

HARTAZGO

 

Estoy harta del gris de los andenes

de los atardeceres grises que fagocitan la ciudad

de las garúas que se suicidan sobre el asfalto

de los otoños grises por no atreverse al oro

y de los grises desvelos de la culpa.

Estoy harta de los pensamientos grises,

de las hostias grises que se duermen en mi paladar,

del gris de tu ausencia, porque no te atreves,

del gusto a gris que tapiza mi boca cuando bebo la vida.

Estoy harta del gris de los gorriones

de los balcones grises que abortan golondrinas

de los escombros que devoran los pasos vacilantes del miedo,

de las sombras grises que exterminan la inocencia

de la escarcha gris, puñal de madrugadas.

Estoy harta de los grises zaguanes paridores de silencio

del gris de las plegarias que se encadenan en mi lengua

y de las promesas grises que demoran la dicha de amar.

 

© Gladys Abilar

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Poema de Carlos Vitale

 


UNA NOCHE CONJUNTA…

 

Una noche conjunta vimos

la cara del horror imperfecto.

¿De qué exilio volvía

a disiparse ante un gesto

de la desolación severa?

Con la gravedad de un cadáver hastiado

anfibio mostraba la boca rigurosa.

Venga ahora la luz.

Ya llegará el tiempo de mirar lo oscuro.

 

© Carlos Vitale

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Poema de Carolina Brieux Olivera

 


Vidrio 

 

Mirá que viene cansado ¿tenés la cena lista?

 

Cuidalo, que si no, se va a ir con otra.

 

Atendelo bien. Dale todo lo que te pida.

 

No le rompas los huevos, yo sé lo que te digo.

 

 

Mientras me maquillo el párpado

cuento  los minutos

¿Fueron cinco?

No,

fueron diez.

 

Diez minutos tarde.

 

Error de cálculo, dijo,

mientras dejaba caer

el plato de comida.

 

Dale, arrodillate.

 

¿Cuánto tiempo es para siempre?

 

Lo saben el conejo

y también  la mariposa

cuando se aplasta

contra el parabrisas.

 

Su mano en mi nuca,

mi cara contra los pedazos

de vidrio,

la salsa en los ojos,

el pollo quemado.          

 

© Carolina Brieux Olivera

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Poema de Carolina Zamudio

 


 

De las aficiones

 

El mar al atardecer,

cuando llueve al bajar o subir

la marea, mientras alguien muere

y más aún si alguien nace, fresco y pleno.

 

El ruido de las hojas de los árboles

en todas las estaciones de la vida,

el de los libros sean niños o viejos

quienes ejecuten su melodía.

 

Todas las formas del silencio,

que no es lo mismo el de la noche

cuando se está solo y dentro,

que el de la tarde en esas ciudades

donde los caminantes se recluyen

dejándose vencer por el respeto.

 

El de los oyentes de simplezas,

pero más el de quienes intentan descifrar

el cielo propio, tras la mirada del hablante

y el dibujo de los labios que es otra forma

de callar diciendo. Y el de no decir

porqué somos y elegimos hablar

con estas y no otras palabras.

 

© Carolina Zamudio

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Poema de David Sorbille

  


El Día (27-04-2019)

 

                                A Sebastián Jorgi

 

La calle irrumpe con su ruido infernal.

Una bandada de pájaros resiste

ser interrumpida por el festín de cemento 

y manos abiertas a la limosna sin tregua.

No hay respuestas a los eclipses cotidianos.

El pasado es arena en la memoria

y parece que la ignorancia no cede.

Las máscaras del tiempo

nos persiguen en un laberinto

en donde la ética se pierde en la vigilia.

Mientras tanto la noticia surge

para no sentirnos incompletos

como decía Olga la eterna

y desafiar el imperio de la nada

que es peor que la muerte.

Acá estamos en el día

que proclamaron beato al padre Angelelli

y un aire distinto nos impulsa

a no bajar las banderas

y seguir diciendo las cosas por su nombre.

 

© David Sorbille

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Poema de Estela Smania

 


DESAPARECIDO


Franqueó  todas  las puertas

y se alzó  con mis huesos.

No sé  si me desato

o soy hurtado

del anclado paisaje

que me esconde

pero todavía  sus ojos  y los míos

se topan  por las noches

en la ciudad que aúlla.

El otro es quien se lleva

los insepultos miedos

a la cama.


© Estela Smania


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Poema de Ernesto Rojas

 


INTENSA CENIZA

 

Ayer nos perdimos el viaje de regreso

camino tras camino

para traer los brazos que amamos

desde ese misterio

puedo nombrar los destinos

uno, dos, tres y caen los colores en medio de la lava,

un mar intenso envuelve la ceniza del siglo

para morir poco a poco como los relojes

la oscuridad y el desatino.

A pesar de ese espacio universal

hay una luz que no alumbra la pupila,

dejamos quieto ese viento

que trasciende la sangre

y esa precaria señal

de un sol envejecido

devora el silencio.

 

© Ernesto Rojas

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Poema de Susana Zazzetti

 


 

se arrastran solemnes.

perfuman los pies

 con aromas desconocidos.

aprietan la cintura

estas  imágenes que vuelven

pegadas a la ventana.

se retuercen en actos

ya conocidos.

hambriento de repetición

el cuerpo tiene la idea absurda

de inventar

otra vez el desconcierto.

 

© Susana Zazzetti

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Poema de Teresa Palazzo Conti

 


 

REMOLINOS

 

Llueve lluvia gritada en copas,

en manteles terrosos,

entre la otra marea de labios y de puentes.

 

Lluevo, a veces, desde el caparazón

que lava culpas;

a gotas,

a nubes negras,

a chaparrones robados en diluvios primeros.

 

Me cielo en ese pedacito celeste que me cubre,

en ese lago de lavanda,

en capullos que arremolinan

sobre la tierra del milagro.

 

A pasos de agua me tormento,

trueno y caigo llovida y luminosa,

ligera de relámpagos;

luciérnaga festiva.

 

Me briso 

en otras posibilidades,

entre el ayer y la noche;

entre la tarde y el ascensor;

sobre la cama y los perfumes del toilette.

 

A flor de frío,

nievo,

acuosa;

al ras de la oscuridad me trombo en las paredes de la casa.

 

Me aglomero

en un torrente;

me cataclismo en las curvaturas del ciclón,

en las ráfagas donde abundo

y ardo, y te refracto en el arcoíris

que inventa siete colores

en algún verano que no existe.

 

Chaparrones en las diagonales,

en la hoja en blanco,

en mi mente que perdió

el camino de la tinta.

 

Destello que reordena la palabra,

insólame.

 

© Teresa Palazzo Conti

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26/4/23

Poema de Bárbara Alí

 


Hay días

en que el corazón pesa

como si se hubiese llenado de agua

y voy flotando entre las cosas.

Esos días me tiro en el pasto

para devolverme a la tierra

esperando echar raíces

de una buena vez.

 

© Bárbara Alí

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Poema de Gabriela Franco

 

 

nicole tiene trece años

está desaparecida desde junio

salomé y natalí

tienen catorce

salieron

fuera de foco

y no volvieron

 

son miles

 

la dirección de rentas

aprovecha el dorso de la factura

para difundir sus caras

 

no hay alumbrado

en la búsqueda

 

© Gabriela Franco

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Texto de José María Pallaoro

 


MATRACAS

 

      Algunos poetas beben el vino de la abundancia. Su origen nada importa. Adoran la pestilencia del mercado. Hacen del mundo su hogar y le dan vueltas y vueltas… La existencia del ser es un territorio dramático de donde aferrarse y lo sufren para las cámaras. Usan la máscara adecuada para cada situación que lo amerite. Descreen de la política. De la historia. De la filosofía. De su país. Del pensar que no sea “el pensar”. Nada saben del saber. Son eso, hacedores de hojalatas y mascarillas. Poetas matracas, hacen un carnaval de sus pedos. Existenciales y profundos.

 

© José María Pallaoro

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Poema de Patricia Alonso

 


INSTANTES


Cómo detener

el vuelo del colibrí?

Cómo sostener

las hojas

que en otoño caen?

Transitar opiáceo

es el día deshojándose…

 

© Patricia Alonso

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Poema de Ricardo Di Mario

 


algunas veces bailan desnudas

 

A un lado de la ventana una estatua perfecta de pájaro

todo es quietud en ese aleteo ausente

al otro lado y hacia adentro alguien escribe

suena esa voz que busco desde el primer poema

se esconden las agujas detrás del péndulo

solo las palabras danzan en un juego

parecen un fresco de Degas

tomadas de las manos bailan despojadas

sin ropas

sin dueños.

 

© Ricardo Di Mario

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Poema de Lydia Helander

  


 MELINCUÉ       

 

            ( A Mireille, 1956)

 

No era el mar

sino una laguna

de agua salada

y con yodo,

perdida

como si fuera

el océano

en medio de la llanura

que alguna vez

 habitaron los pampas.

Nosotras dos

 apenas si sabíamos

algo de esa historia

o la del hotel

ahora en ruinas

adónde iba la oligarquía,

al que veíamos asomar

 lejos,

sobre la superficie de una isla.

Sólo queríamos nadar

 respirando  

el suave soplo de la brisa

que acariciaba los pastizales

mientras oíamos

el bullicio incesante

de las gaviotas.

Después de bracear

durante horas

cuando ya caía la tarde,

ebrias de sol

y rojas como cangrejos

dejábamos atrás la laguna

y el canto de los pájaros.

Entonces,

tomábamos el colectivo

que nos llevaba a Casilda

observando agotadas

desde la lejanía

el precioso plumaje rosa

de los flamencos

junto a la blanca figura

de los patos

y regresábamos a nuestras casas.

 

© Lydia Helander

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Poema de Martha Goldín

 


esta casa aún habitada es mi casa

                                       la primera

      aquella donde se amarraron

                                       los destinos  

     de los que me amaron

                     y de mis  más amados

      esta casa  aún  habitada tiene  los peldaños que escalé

                                      en mi vida

     también los otros  que transité

                                     casi sin saberlo

       contiene las marcas

       de mis imprudencias y mis desafíos

                          los que tanto me costaron

        perdida en el tiempo

                              insiste e insiste en volver

    mi memoria, entonces, recobra la edad

    el espejo se empaña

    y sueño con olvidar

                                olvidar

 

© Martha Goldín

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Poema de Norberto Barleand

                               


HOJAS EN PENUMBRAS

 

Los vientos del oprobio

poblaron las fatigas

con los huesos  polvorientos de llanto

en el estribo de los Dioses ilustrados

 

Frágil sustancia que se agita

entre amuletos y fetiches

cuando

        el fuego corroe las violetas

y las cenizas abrevan en pupilas

para observar los rostros del milagro.

 

En ese rincón construimos

              los muelles de la indiferencia,

las bóvedas vacías del

             miedo y las mentiras

 

El último grito en la distancia

desde el fondo de los tiempos

abandonará la queja

                  hasta vencer las ruinas

 

© Norberto Barleand

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Poema de Marisa Cascallares

 


hasta cuándo el horror

sobre tu cuerpo

 

tu rostro es

una sombra de aquella que reía

con desparpajo

en la adolescencia

 

rebelde

altiva

 

¿aún quedan máscaras

para ocultarte?

 

© Marisa Cascallares

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Poema de Estela Porta

 


TUAREG


justo en la orilla

donde suelen claudicar los sueños

me tocas con los bordes de tus párpados

de hombre azul

y me reconstruyes intacta

desde la herida

 

© Estela Porta

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24/4/23

Poema de Natalia Schapiro

 


A veces el pecho

se enciende a ilusiones

una mañana soleada

me canta en secreto.

Pero las cosas suceden en orden ajeno

siguen su propia corriente

desconociéndome.

Veo caer piedras entre las costillas

mi mañana soleada

se marchita sin nacer.

 

© Natalia Schapiro

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Poema de Fabián O. Iriarte

 


HIGGINSON’S PROBLEM

 

Como si la escribiente hubiera tomado

sus primeras lecciones siguiendo (tachadura

imitando / estudiando) las famosas huellas (intercalado

fósiles) de aves (tachado fosilizadas)

en el museo de la (tachado esa) ciudad (añadido estudiantil).

 

Me llegó con su carta el problema

nunca resuelto hasta ahora.

 

Qué lugar asignarle a lo que es tan notable

y sin embargo elusivo.

 

“Mientras mi pensamiento está desnudo,

puedo distinguirlo; pero apenas (tachado lo visto) le pongo vestido,

parece igual, igual que otros, y se duerme”.

 

(Tachadura insensible,

somnoliento, aburrido, se paraliza).

 

Ni la propia abeja evadió la persecución

del chico de la escuela como ella a mí.

Hasta el día de hoy me siento perplejo,

igual que ese chico.

 

© Fabián O. Iriarte

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Poema de Jorgelina Soulet

 


La espera es

el corazón de la orilla.

 

Vivo en la orilla

en silencio contemplativo

en forma de pequeñas olas

como piedritas de colores

o juncos

enlazados con el limo.

Vivo en la orilla

donde el tiempo

se suspende

si no vuelve la barca

con sus pescadores

sus redes

sus anzuelos.

Y aunque no sepa

desde mi quietud

cómo se mueve el río

aguardo

tal vez

que me arrastre

la creciente

que me arranque

del corazón de la espera.

 

© Jorgelina Soulet

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