30/7/22

Poema de Gabriel Chávez Casazola

  


Examen de conciencia 

 

Nunca pude contemplar la migración de las ballenas

Jamás visité Bucaramanga

No amanecí en el éxtasis de dos muchachas

oscuras, relucientes como el ébano

 

Más tarde, más tarde.

 

La redondez de la tierra vista desde el espacio

El abismado fondo de los mares

El cráter incandescente de un volcán en erupción

posiblemente no los verán mis ojos

 

¿O más tarde?

 

Hay ciertas bocas que todavía no besé

Líneas que aún no escribí y están redondas en mi cráneo

Ominosas omisiones que es preciso reparar

Un justo, necesario abrazo

 

Será un día de estos.

 

La vida consiste en dejar

cosas pendientes

mientras pendemos

del hilo de la muerte

 

Solamente ella es inaplazable.

 

© Gabriel Chávez Casazola

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Poema de María Ángeles Pérez López

 


 

En el exacto centro de su centro

la mujer pinta el vértigo y se asoma.

Como los gatos negros de la noche,

camina alrededor, mide el vacío,

se asoma a su avispero, su intervalo

de dolor a dolor, su abismamiento

y acerca los dos pies, la coyuntura

en que el barranco traga las palabras,

piedritas ya vencidas por su lastre.

Con su rencor purísimo y amargo

que es la fermentación de la mentira,

la mujer vuelca ácido carbónico

en su esternón, el hueso decidido

cuya forma es la grieta, la fractura

en la concentración de la materia.

Vierte también vinagre y disolventes

sobre su corazón como una zanja

y en el abismo pinta un nuevo abismo,

un agujero negro en que la luz

nunca puede salir, queda exigida

a su larga derrota, su fortuna

de los días fatídicos, sus trece.

Asomada a su pozo, ya invisible,

se entrega a la pasión, la noche opaca,

el vértigo pintado sobre el hueso

de quien subida al piso veintiocho

en su azotea y su angustia vertical,

se tizna con carbón, tiñe su piel

de negro sobre negro y ensombrece

desaires, precipicios y basaltos.

Tan solo brilla el miedo, el corazón.

© María Ángeles Pérez López

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Poema de Marcela Minakowski

 


 

licores 

 

apuro el vaso mínimo y

pienso mientras la

garganta avisa que

 

soy tu hija

padre

bebo con devoción

estos licores

 

me hago isla cuando

tengo miedo

yo no sé desarmar

esas cuestiones y vos

no tuviste tiempo

 

tengo algo que perdimos

ese tiempo a mí me sobra

como sobra el hilo

que cae

por los bordes de un vestido roto

 

qué haremos

padre

con los hilos de esta trama

habrá un lugar donde

encontrarnos y fumar

fumar como antes?

vos sacabas tus negros y

comprabas mis rubios

padre ya no

fumo

desde que te fuiste

no fumo

 

no sé extirpar estos

rumores

sigo bebiendo

los licores de

la angustia compro

compro todo lo que nunca

seré y te ofrendo

padre

te ofrendo la que no seré

la que no viste ni verás

te ofrezco el humo del

cigarro que no vuelve

las vetas de este aire

luminoso que aborrezco

 

dame de tus nubes

padre

dame de ese cielo que

no existe

de ese azul grisáceo que

sabemos

no existe padre

pero igual lo pido

 

con la misma fe

con que esa vez te

pregunté si había un cielo

te pregunté si me querías

si había un rincón para

no escondernos padre te pregunté

para bailar a la vista de todos

y fumar

y beber hasta caer

redondos

redondos y felices padre

como nunca fuimos

 

© Marcela Minakowski

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Poema de Marcelo J. Valenti

 


Las copiosas lágrimas del otoño,

una inútil producción. Me

asfixio de tristeza.

¿Pasará?

 

© Marcelo J. Valenti 


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Poema de María Lanese

 


 

La calle es más pequeña que el mundo/El mundo es grande/Tu sabes como es grande el mundo                                                      

                                                                                                    Carlos Dummond de Andrade          

 

En el mundo

el cielo

nos aloja.

 

Es en la calle

donde reina

la intemperie.

 

El destino de la calle

es sucumbir

sensible, como es

a los pasos y a los días.

 

Nuestros latidos impulsan

el mecanismo de los cielos,

su corazón, es sensible

a nuestras súplicas.

 

© María Lanese

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Poema de Daniel Ruiz Rubini

 


CUANDO EL SILENCIO CALLA

 

5.

 

demasiados poetas

envuelven las metáforas

con lunas de amor o de abandono

con cuerpos sudorosos de caricias

 

                           la miel se resbala

                           entre los versos

 

demasiados poetas

manipulan una autopsia

de métricas vacías

 

           y la poesía se pudre entre sus manos

           como el cadáver de una niña

           ofrendado a la venganza

 

© Daniel Ruiz Rubini

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29/7/22

Poema de Juano Villafañe


LA PARED


Cuando una pared se pinta de blanco

Queda bien blanca 

Con los días avanza el primer brillo

Una segunda naturaleza y una rara luz encendida 

Cuando una pared se deja blanca

Por cierto tiempo

Pasa a ser una pared con espíritus que hay que volver a blanquear

Cuando uno olvida de pintar definitivamente una pared con los años

Es una pared donde queda todo: besos secos, gritos impregnados, la humedad de los días Espejos rotos, una muñeca, una respiración, un humo que todavía circula casi solo 

Las fatigas con fantasmas y con miedos.


La pared así es un tiempo oscuro, casi blanco, indescifrable

Es una pared real 

Como el amor real de lo perdido, con infinitos besos adheridos por el mundo.


© Juano Villafañe


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Poema de Águeda Franco

 


 

Se secaron en mí las hojas

sin previo aviso

corroídas por el dolor

ensangrentadas de soledad.

Seré sin rama florida

sin alboroto de plumas

tronco de savia reticente.

Seré oscura terquedad

estéril, inflexible

en la lujuria de la primavera.

Pero aún se hundirá mi raíz

en la arenosa tierra amada

aunque arrase el viento

aunque el incendio desaparezca el monte

aunque el río se seque.

 

Hojas y flores no seré

pero raíz,

ay, sí raíz

que camina hacia adentro.

                                                            

© Águeda Franco

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Poema de Marta Ortiz

  


Skaters

  

Cerca de las dos de la mañana

una tribu de skaters larga a rodar sus patinetas.

 

Bandadas en la noche blindada

alrededor de la plaza

en el globo de silencio

el rechinar de esas ruedas

saca chispas

no deja dormir.

 

Suelta el otoño

otra clase de rueda

más blanda

no tan aceitada

late la vida

sobre la savia vieja

desata

los cuatro vientos

colisionan

no dejan descansar.

 

© Marta Ortiz

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Poema de Juan Armando Rojas Joo

 


El palpitar   el eco

 

Yo soy la ciudad en medio del desierto

 

Un mimo y un poeta

de una ciudad que está en medio del desierto

 

Soy quien sueña esos cuentos

de un mimo y un poeta

de una ciudad que duerme al centro del desierto

 

Frontera incierta

de un mimo y un poeta

que juegan con los sueños

de una ciudad en medio del desierto

 

Voz del silencio

Frontera

               mimo   poeta

escenario del sueño

donde una ciudad observa los destierros del recuerdo

 

Soy el camino

hilando vidas

de mimos y poetas

que por jugar en serio

sueñan los cuentos

de una ciudad en medio del desierto

© Juan Armando Rojas Roo

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Poema de Juan Botana

 


Santos y zapatas

 

Zapata es así, un loco

un santo en la selva donde espera

para muchos poco

un sol que alondra primaveras

la luz

que irradia en la montaña

Chiapas

y el calor de bosque en la pradera

la sombra

la espuma que sale de su boca:

ruje

huye

muje

oye

a tantos mudos

que hablamos con silencios

coje

para llenar de amor los pensamientos

un amor indio amor

al descubierto

el barro y el olor entremezclados

de aquel deseo

maltratado

Si no nos miran, mostrémonos

Si queremos algo, digámoslo

Si hay miedo, que se note

Si nos dan asco, vomitemos

Si no nos escuchan, acerquémonos

y apretémosles el cuello con la manos

limpias

de usar cloro y adjetivos

Si no somos Zapatas

somos santos.

 

© Juan Botana

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Poema de Flor Defelippe

 

 

si tuviera una hija

intentaría hablarle

lo menos posible

del futuro: evitaría

promesas

a pesar de todo

iría al encuentro de ese amor

con pavor y sorpresa

tal vez

si ella crece lo suficiente

podrá entender o

dejarse llevar por

la vida tranquila

incluso

 

traicionarse

 

pero ahora la imagino:

se acerca al jaramillo

a sus ramas

no deja de moverse

la veo colmarse del mundo

esas cosas que suceden

solo una vez en la vida

 

© Flor Defelippe

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Poema de Graciela Chisty

 


 

si no es barro

es tal vez

una huella

 

la magra historia

de algo

 

de un paso

–solo–

de urgente travesía

 

después

 

un aire polvoriento

sin memoria

 

sin olvido

tampoco

 

© Graciela Chisty

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Poema de David Sorbille

 


                          A Jorge Luis Borges

 

En el largo atardecer

de los arrabales perdidos

la ciudad es una metáfora

de espejos y laberintos

mientras la hiedra que trepa

y la flor que nace

son un ritual que se convierte

en el símbolo de sus dones.

 

© David Sorbille

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Poema de Anamaría Mayol

  


VIOLENCIA

 

se levantó del piso 

humillada 

descalza 

con el cabello revuelto 

el vientre golpeado 

y ese niño adentro 

adentro 

que antes de nacer 

sabía ya 

del horror 

y de guardar silencio.

 

© Anamaría Mayol

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Poema de Anahí Duzevich Bezoz

  


MIRANDO LA NOCHE ESTRELLADA DE VICENT V. GOGH 

 

           “Raro y celestial don, el que sepa sentir y razonar al mismo tiempo.”

                                                                                           Vittorio Alfieri.

 

          “La locura, a veces, no es otra cosa que la razón presentada bajo diferente forma.”

                                                                                            Johann W.Goethe

 

Hay en la noche un efecto misterioso

una luna  Borgiana  ( amarilla)

un azul gastado de lucidez y locura

y un maravilloso salpicar de estrellas.

Los sueños pueden penetrar el universo

vagar concientes un instante pleno,

y en madeja tenue e infinita,

con los ojos abiertos, inspirar un verso.

Antes que la noche me quite sus estrellas

quiero caminar por mil senderos pincelados

abierta al mundo del misterio.

Sentir que existo,

que arribo de otros tiempos,

que perpetuaré mi luz en otras vidas

hasta hoy desconocidas.

Hay en la noche

un espejo  de locura

que penetra el universo,

una  luna  Borgiana

y un maravilloso salpicar de estrellas.

 

© Anahí Duzevich Bezoz

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28/7/22

Poema de Leopoldo Teuco Castilla

 


SITUACIÓN 

 

El cuerpo es siempre otro lugar 

ella es un estado mío

y su cabeza sus zapatos su boca

se hacen a la calle en mi cabeza

van con mi zapato

me llaman en mi boca

 

así

hasta que yo sea la mujer

a quien yo ame.

 

© Leopoldo Teuco Castilla

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Poema de Marta Elena Guzmán

 


 

UN INSTANTE

 

Sin violencia, el ojo de la luna

se ha clavado en el patio.

Indago en él alguna de las tantas

respuestas necesarias, pero no contesta.

Solo mira y escucha

lo que la noche guarda como alhaja.

El grillo tras el cuarzo del jardín.

El caracol en su excursión por el muro.

Una mariposa perdida en la farola.

La gata cazando alguna estrella

tu silencio y mi silencio.

Un instante.

Y él tampoco entiende

pero no pregunta, por suerte.

 

© Marta Elena Guzmán

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Poema de Marilyn Zumbo

 


El rescate

Fruto de dos mitades.

Es un depósito de almas,

en espera.

Están ahí,

atrapadas,

con las cadenas invisibles del amor que no fue.

El rescate creció.

Buscó un lugar para envolver la ausencia.

Tejió otros cuerpos,

otras miradas,

otras situaciones,

que robó la verdad.

La libertad de saber

dónde se gestó,

y por qué la arrebataron.

La cueva del amor prohibido,

está saltando,

sobre besos y caricias robadas.

El rescate fue alejarte,

de lo real.

Ahora espera el tul negro,

el esqueleto hueco de respuestas.

La gota que agota el tiempo.

Él la distrae,

ella espera el tic tac

que el tiempo le entregue las fuerzas.

Mientras sentada,

el espejo talla otras sombras,

se resbalan entre las dos mitades.

La amarga que amarra,

la dulce que entrega

la claridad desgarra todo.

Hay una regresión geométrica

que envuelve todo.

Y el rescate ahora

es real.

Nada puede bloquear

las sombras de tanta ausencia.

Las mitades se unen,

las raíces se juntas.

El espejo estalla en mil pedazos,

mientras el tul negro escapa.

Y la muerte se entrega.

Los cristales del tiempo,

salvan el amor,

que se unió sin fisuras,

revindica el corazón en llamas.

Y se entrega a la nueva vida,

que ya no calla.

Porque él envolvió la palabra.

Y el perdón,

garabato siniestro del olvido,

Encontró el lugar,

para purgar su alma.

 

© Marilyn Zumbo

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Poema de Alejandro Cesario

 


Calle 

 

Segundo cordón,

anillo que te prensa, te estruja.

 

Su mujer y sus cinco hijos,

su petate con la ropa, su virgencita

y sus bártulos.

 

Arrastra los pies, pisa la tiza del duelo.

 

El barro la espera, los ladridos

y las lluvias penetrando el techo.

 

Rabia.

Destierro.

Jornal halado.

 

Dos hijos enterrados.

 

© Alejandro Cesario

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Poema de Melisa Mauriño

 


 

QUISE ENHEBRAR EL OJO DEL CALAMAR

no tenía claro si la tinta era sangre o sólo tinta

como cuando se corre lo que escribo y se mancha,

como cuando lastima

los puntos en la herida cuando se va secando el poema

¿cuántos puntos o versos

hasta que se alivia lo incurable?

 

tenía ocho años y extendía sobre la mesa el cuerpo

flexible, tendida en la bandeja

de aluminio reluciente espejo

mi imagen, el bisturí

un tallo plateado entre los dedos

las suaves membranas de la piel

los tentáculos salinos

tan húmedos y sus cráteres rosados,

quería lamerlos y ensuciarme los labios

y las manos con su jugo

azul o negro, probar

su rigidez con mi lengua

 

yo escribo porque duele y la pluma se desborda

pero si fuera sangre, ¿qué pasaría?

¿o acaso no es sangre lo que se enfría y se va

tornando oscuro, escritura

debajo de la terca paciencia de un cadáver?

 

© Melisa Mauriño

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