31/3/21

Poema de Eduardo Mileo

 


Caos en la siesta.

Sordos

ruidos que se dejan oír

y no de acero.

Cuesta entrar en el sueño.

Los recuerdos imponen

su música de espanto.

 

© Eduardo Mileo

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Poema de Susana Szwarc

 


Entremiradas

 

El cuerpo vertical

sufre un declive.

 

¿Vinieran otros a decir

revoluciones

en mi boca

para que olvidara

la fiesta del invierno?

 

Si nadie estuviese ahí

al mirar

o delante del espejo.

 

Caen como ojos

los ojos

al mar. 

 

© Susana Szwarc

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Poema de Nicolás Antonioli

 


23/07/10

3:22 a. m.


carnes ayunas para alimentar las bestias

carnes ayunas para adiestrar las sombras

las calles apenas rociadas de sed

y de transpiración de espaldas

y tumbas terriblemente abiertas

obscenas elucubraciones

las ellas que se revuelcan

usureras del tiempo en que escribir es mentir

en eso que maliciosamente llaman nueva generación

es diestra con pena y tintes de birome

ayunas carnes que clausuran

y recomienzan los amargos nubarrones

que retuercen el origen

de lo masturbatorio y ludibrio

carnes ayunas como las de los tipos de mi ahora

después de que la carne reabsorba mis lágrimas

y continúe en ayunas el músculo que soy

se puede uno descreer

al respirar tanta humareda

tanto bajón esquivo

la contrarrevolución es tan real

como la luna que te negué anoche

para saciar tu carne

tu ayuna carne

 

© Nicolás Antonioli

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Poema de Emilio Hernán Herrera

 


 

UN NARANJAL DE ARÁNDANOS

 

reescribís las recetas

de tu madre

una copia exacta de tus orígenes

entre lo que deja ella como herencia

y tu ventana donde el viento corre

 

como aquel azul de los arándanos

que desde la sombra del naranjo

van también cayendo

y serán pronto una infusión

 

ahí escribís tus poemas

pensás en esa historia ya pasada,

imaginás una liebre corriendo

por nuestro jardín

como un manantial de Mendoza

los arándanos preparados.

 

© Emilio Hernán Herrera

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Poema de Marcela Rosales

 


Yuyos del centro


 sólo las grietas de la calle

 dibujan vida en la tarde

 Cielo Razzo


Inmunes a toda primavera

acomodamos el gesto

a la fugacidad del encuentro.


Él vende palabras en la calle

(yo también)


-Llevala, por favor, es la última, me pide.


Quiere irse de aquí

(lo sé bien, porque es mi frase favorita

desde que llegué)


“FE Y FUTURO”, leo en la tapa

y rebusco en los bolsillos

no tengo, pienso, dinero sí.


Se lo entrego. Igual no sirve.

Los dos sabemos que las grietas

no dan revancha

apenas una oblicua superficie

propiciatoria de malezas ralas.

Y aun así…

 

© Marcela Rosales

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Poema de Eduardo Espósito

 


primera migración


                       a Nino, mi padre


Te abandonaron los pájaros

que sostenían tu respiración

fuiste por unos segundos

un huevo abandonado

en la mitad de la vigilia

aves en suspensión

y la carencia

mayúscula intemperie

de la que no se vuelve

en el vinilo caliente

de la noche

se desmoronaron los ácaros

guardianes imperiales

de tu almohada

uno a uno te robaron el aliento

hasta asumir tu delgadez

y fuiste légamo

lluvia que remonta vuelo

un padre en su gravedad

y yo tu espermatozoide victorioso

más vástago que nunca

me quedé con tus últimos oxígenos

de rodillas

absurdo

para llorar tu muerte.

 

© Eduardo Espósito

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Poema de Marta Comelli

  


Llega, te enfrenta,

te  muestra el abismo   su fondo más oscuro,

la noche.

Golpea tu pecho

lo estruja como a un papel de seda.

Te deja sin habla

sólo lágrimas.

Nada, nadie puede

sostener tu alma entonces.

No responde a reclamos, abrazos,

amenazas,  ni a la ciencia

que sabía cómo hacerlo… hasta que ella asoma.

Así, como si fuese natural

como si de  tierra fuéramos

nos devuelve a ella.

No se inquita, no llora  ni reclama  ni reza  ni argumenta.

Sin cálculos de horas ni segundos amados

sin manos extendidas "pidiendo piedad",  va.

 

Es tan indolente.

La muerte.

Josefina. 

 

© Marta Comelli

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29/3/21

Poema de Marta Elena Guzmán

  


El día se aclara 

a la hora de los gorriones 

y son heraldos de la risa 

en la cruz del otoño. 

 

No habrá mesa de pascua. 

Solo las mariposas llevarán el presagio 

repartido en el aire celeste de las lilas. 

 

Hora tras hora la voz de las abejas 

hace coro en la piel terciopelo de la rosa. 

Un ligero temblor en la tarde 

recorre el asombro de la noche. 

 

Pienso en los dioses cotidianos 

en cada una de todas mis ternuras. 

Cómo será morir de pie y sin un grito 

nombrándolos.

 

© Marta Elena Guzmán

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Poema de Nito Biassi

 


 

Marcharon hacia el sur

 

Marcharon hacia el sur,

para vengar rencores antiguos con furias nuevas,

para recuperar tierras viejas con sangre nueva.

Marcharon hacía el frío,

para devolvernos una tierra nuestra,

para devolverla en la memoria y en los mapas

y quizás, en los corazones de la mayoría.

Marcharon hacia el sur

con un fusil viejo, con sentimientos nuevos,

con un espíritu espartano, con jefes alcoholizados,

tus soldados, mis soldados, nuestros soldados 

en el frío y la soledad pelearon

no los olvidemos, que sean para siempre recordados.

Marcharon hacia el frío,

marcharon hacia el sur,

algunos en esa tierra para siempre quedaron,

no lastimemos su memoria,

fueron y serán héroes presentes y nunca olvidados.

 

© Nito Biassi

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Poema de Reynaldo Farías

 


INFANCIA

 

El huracán de los juegos 

deletrea su voracidad y fuego 

en el árbol crecido con la infancia. 

El corazón de la tarde 

ha teñido rojo su pañuelo  

para despedir el sol. 

En el silencio piedra 

una hojarasca de juguete 

es herida y viento 

en la soledad de una lágrima. 

En un mar de sombras 

la niñez con algarabía  

le clava las uñas al destino 

y camina horizonte cielo 

allá, donde el búho 

es un rezo 

y los gorriones 

una lluvia de nostalgia.

 

© Reynaldo Farías

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Poema de Raquel Jaduszliwer

 


 

Los días que anteceden a los últimos días resplandecen

proyectan luz oscura sobre lo que vendrá

 

Caravaggio, que no conocía la hora ni la fecha

ni circunstancia alguna de su futura muerte

lo registraba todo en la tiniebla

lugar de donde emergen las apariciones

 

deslumbra para siempre la convulsión del claroscuro

el destello del drama en su guarida refulgente.

 

© Raquel Jaduszliwer

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Poema de Rubén Capodaqua

 


Fundaste solo

ausencias en mis brazos

No te diste cuenta.

 

© Rubén Capodaqua

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Poema de Sandra Gudiño

 


Mentiras

 

        I

 

Una puerta abierta 

 antes de la lluvia 

Un pájaro negro 

encorvado en la rama 

La curva de la boca 

abriéndose 

a una mentira 

Breve cielo 

indeciso            Entonces 

                         es la vida

 

© Sandra Gudiño

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Poema de Silvina Anguinetti

 


También he muerto, sí

muerta

como una página

que se consume en el fuego

como la flor silvestre bajo la nieve

como la piedra que cae en el pantano

como la puta que mira el techo y espera

como el desvelo que busca al incompleto

como las manos que hurgan la basura

y acusan la barbarie

estoy así, muerta

tras las rejas que labré

para salvarme de mí.

 

© Silvina Anguinetti

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Poema de Sebastián González

 


Aprendizaje


Aprendí a llorar

sin necesidad de excusas.

A expulsar eso que raspa adentro.

Despreciando enseñanzas obsoletas

de boludos que no saben

cuánto duele implosionar.

 

© Sebastián González

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Poema de Susana Rozas

 


Confinamiento


No. No es raro que pienses eso

quedarnos en casa.

Y, desde esta vivienda que habito

me fui allá. A la casa

donde cada escondite

nos susurró el  futuro imposible; teníamos nubes de risas y

bancos ajados:      

                          Era la infancia.

 

Y ahora, en estos  rincones

Nuevos/ de años finales

es quizás la posibilidad

de  espantar muerte

con una mano arrugada

que  puede tener futuro

o desasosiego. 

 

Confinada a abrazar

al árbol

con su llamador vibrante

entretejiendo música

con las otras plantas

 

que también descansan

en su raíz.

Todos descansamos

en el confinamiento.

 

© Susana Rozas

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28/3/21

Poema de María Del Mar Estrella

 


CAMARADAS DE SUEÑOS                        

                                           

Camaradas de sueños

artesanos  de verbo vulnerable

argonautas de sombras

 

ustedes, que comparten el pan de la palabra

y el vino espirituoso de la amistad

 

poetas:

 

regálenme un racimo de utopías

un cántaro saciado de metáforas

una manta tejida de quimeras en el telar del mundo

un puñado de libres   rebeliones que defiendan la dignidad humana.

 

Quiero

que sus voces me arropen

que atraviesen la vida y la reflejen

para hacerse camino entre mi sangre.

Y allí funden la patria del asombro

el país del abrazo

 

ese himno sagrado de alabanza.

 

© María Del Mar Estrella

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Poema de Rodrigo Galarza

 


Variación de un poema de A. E. Lahitte

                                                                                                        

En el fondo de vos un dios oscuro se convierte en tu siervo

y no sabés cómo humillarlo,       

cómo crearlo a tu imagen y semejanza.

 

**

 

Pensás en el barro y sos el barro.

Le insuflás tu aliento y mirás hacia arriba.

Luego desconfiás, que lo que arde en tus manos

                                                     sean estrellas.

 

© Rodrigo Galarza

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Poema de Graciela Perosio

  


perder todo vestigio de ropaje 

sin memorias 

así viaja el fuego 

desde el fondo del tiempo 

como si surgiera del abismo marino 

y con fuerza irrevocable 

pronunciara su pregunta 

por lo faltante 

por lo que atrae 

por el anhelo 

         (al que no se renuncia)

 

© Graciela Perosio

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Poema de Claudio Gómez

 


la lluvia era un todo

seguí el sendero

el viento se escondía

en nosotros

el monstruo era yo

no pude articular

las palabras

el silencio rebotaba

 

le dije amor al cielo

al agua tu piel

no pude nombrar a las piedras

la tormenta crecía

 

¿cuántas galaxias hay

en el recuerdo?

 

me alcanzaría con el mar

tu cuerpo

una ola

sobre los declives

 

© Claudio Gómez

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Poema de Claudia Vazquez

 


SILENCIO II


“La belleza  nace del diálogo, de la ruptura del silencio

y de la recuperación de ese silencio.”

René Char 

 

II

 

“Ha caído mi voz, mi última voz, que aún guarda mi nombre.”

Jacobo Fijman 

 

Yo estaba en Galilea

en la orilla más profunda

sumergida

entre mis muertos 

 

llevaba 

una rosa disecada  en la voz

 

en la mordedura de mi nombre.

 

© Claudia Vazquez

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Poema de Raúl Pignolino

 


TAREA 

 

Vestidos  de silencio 

se pierden los ojos de la tarde 

Tal vez algunas muertes están rondando 

 la esperanza 

Mientras el viento juega 

Como un niño de aire 

Por detrás de los pinos 

De cabellera verde. 

En la casa distante 

A veces sueña un hombre 

Con ojeras de ausencia. 

Sentado ante la mesa 

Dibuja cada instante 

Deletrea caminos 

Antiguo nombrador de soledades 

Junto a sus ojos quietos 

Se descuelga la noche 

Lentamente 

Como un reptil de sombras 

Los gastados objetos 

Derraman su letargo 

Casi al pie del olvido 

Y el hombre continua 

Con sagrada inocencia 

Tallando las palabras 

 junto a la eternidad

 

© Raúl Pignolino

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27/3/21

Poema de Alejandro Méndez

 



Un cuáquero en la corte de los milagros 

 

La educación sentimental

fue un título con abandonos documentados.

 

La educación sentimental

fue pura vocación crónica y automedicación.

 

La educación sentimental

requirió posgrados y maestrías.

 

 

Sentimental,

la ambición por el mar proclamada desde la orilla.

 

Sentimental,

la disposición del repertorio de nombres propios.

 

Sentimental,

la nota más alta en el karaoke.

 

 

Mi educación sentimental

fue como el grito de guerra de los esquimales,

en silencio.

 

Mi educación sentimental

               fue como el rezo secreto de los ateos.

 

Mi educación sentimental

fue como el ave fénix, pero mis hombros

no cargaron el cadáver de mi padre.

 

 

Educado

con el metrónomo de las pasiones menores.

 

Educado

en la creencia del dios de la simetría.

 

Educado

para mirar el Rubicón sin cruzarlo.

 

 

Una educación sentimental

para poder contarla y despuntar el vicio por los aforismos.

 

Una educación sentimental,

ahora que la lírica está muerta y hay déficit de laúdes.

 

Una educación sentimental

revisionista y autoindulgente para llorar a secas.

 

 

Sentimental,

la mano que escribe ajena al cuerpo que la sostiene.

 

Sentimental,

aun leyendo los diarios o sacando la basura.

 

Sentimental,

en los 0.4 segundos de la sístole y otros tantos de la diástole.

 

 

Tuve una educación sentimental

con temblores como un cuáquero del siglo XVII.

 

Tuve una educación sentimental

jacobina en las despedidas y garantista en el placer.

 

Tuve una educación sentimental

supersticiosa a la manera de los pigmeos.

 

 

Fui educado

por la didascalia homoerótica de mis tías.

 

Fui educado

en el dojo de un cinturón negro

para aprender a caer con elegancia.

 

Fui educado

               para ser paciente como un filólogo

               con su piedra Rosetta.

 

 

Sentimental,

por las mañanas separando las hebras del té.

 

Sentimental,

el tarareo del estribillo de esta canción.

 

Sentimental,

la diáspora de amantes.

 

© Alejandro Méndez

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