30/12/22

Poema de César Bisso

 


Enigma 

 

Pregunto a la isla: ¿quién es tu dios,

blasfema el sauce, adora el ceibo,

revelan las aguas el saber perdido,

eres sólo eternidad que resplandece?

 

Si nombro las cosas, aliento otra duda.

Entonces miro. Y callo. En el silencio

comienzo a construir mi fortaleza.

 

© César Bisso

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Poema de Nora Patricia Nardo

 


El Secreto de las hadas

 

                    Al recuerdo de  Nina Thüler

 

El sol se ha detenido

en las colinas

para verte pasar

sangre escarlata

aluvión del viento

infinita, arcana.

 

No son necesarias

las plegarias

ni los lamentos

no hay motivo

para el desgarro.

 

En el silencio

como en el bullicio

las almas se comunican.

 

No te abandonarán los perfumes

ni las calandrias, ni el rojo

ni el azul eterno.

 

Tu mirada perfora el mármol

anida maravillas

entrelaza el secreto de las hadas.

 

Este no es el último acto

lo supimos desde siempre.

 

Te reconocerán

            allí

donde el laberinto

traspasa el umbral 

y no existe el olvido.

 

© Nora Patricia Nardo

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Poema de Nora Raquel Quiroga

 


Fragmentos del recuerdo

 

Sobre el olvido, sombrillas,  islas,

fragmentos del recuerdo, anclados con desvelo.

Una mirada fija une pasado y presente,

abraza herméticas imágenes 

no disipadas en actos de desmemoria.                                                                             

Sueño todavía con el rumor de lluvia,

y el camino que tejió mi madre con su ausencia.

No puedo romper las esferas que anidé trashumante

del tiempo y mis palabras,

instante de sol cayendo sobre el verbo.

No puedo colectar el agua amarga del silencio,

tan sólo dejo que la piel escriba a borbotones.

© Nora Raquel Quiroga

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Poema de María Laura Decésare

 


MADRE


Aprendió de joven

a zurcir la vida.

Crecí viendo sobre la mesa

moldes y telas junto a la Singer

mientras ella tomaba medidas

para hacer vestidos de fiesta

o de uso casual.

Aprendí el oficio

pero me falla el pulso

a la hora de dar

con esa puntada justa.

 

© María Laura Decésare

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Poema de Jonathan Berumen

  


Mis dedos son el principio del iceberg

puntas que dan en el blanco 

que son mis ojos 

               no la nieve 

                           que los oscurece 

no las palabras que caen

por los entresijos de los cuerpos que se pliegan al primer contacto del signo

donde nada

queda en los labios.

 

© Jonathan Berumen

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Poema de Claudia Ferradas

 


 

XVII.  La estrella

 

La luz me ha conducido hasta el arroyo.

Aquí no hay carro, templos ni palacios.

Sin transporte ni abrigo,

en el seno nutricio de la naturaleza

me reconozco plena.

 

Ya no me quedan máscaras,

ropajes, distracciones, compañía:

tan solo los dos cántaros alquímicos

que supe recibir

del ángel generoso que me otorgó templanza.

En el sosiego, soy ondina, soy náyade.

 

Agua a las aguas

para que fluya la energía del mundo.

Agua a la tierra

para que se renueve el ciclo primigenio.

 

Bajo el mandala de luz que me ha guiado,

los cabellos de la Venus Urania

acarician mis hombros.

Las Pléyades

despliegan octogramas de orden ineludible.

Ungida con el halo del lucero,

ya nada me hace falta.

En las ramas perennes de los árboles

oigo al cuervo de Elías prometer abundancia.

 

La soledad carcome,

pero acepto la pausa y el reposo.

El centro de mi vientre

acuna el germen de la transmutación.

 

Caminante, no dudes:

la estrella de tu alma te mostrará el destino.

Despojado, vulnerable y desnudo,

encontrarás la senda que trazó el sufrimiento.

 

© Claudia Ferradas

Imagen enviada por la autora

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Poema de Silvia Rodríguez Ares

 


Estado de poesía

 

Esta luz tranquila

puede volver a faltarme.

Vivo en un hueco poroso

dentro de mí misma.

A veces llueve,

es natural en mis regiones,

y cuando el sol avanza

hay un furioso verdor

que me ilumina.

Entonces,

surge un gran pavo real

que abre su cola

pidiendo que lo miren.

Sean amables con él,

es lo único que tengo

para mostrarles.

 

© Silvia Rodríguez Ares

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Poema de Carlos Salinas

 


(…Tiempo y abrazos…)


Sigiloso late el corazón tras tu mirada,

pero ya se siente a reparo.

se anima de a poco,

va a llevar un tiempo.

Y abrazos,

muchos abrazos.

 

© Carlos Salinas

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Poema de Romina R. Silva

 


Somos tantos

 

El lugar dónde todo escasea

donde hay muchos para compartir lo poco

la espera es la suerte diaria

en la marañas de ruidos y voces

se ensancha el hormiguero humano

se abre por cada calle,

se estira y se enlaza en cada vereda

filas de hormigas humanas a la intemperie

voraces y calmas aceptan el destino,

la suerte fue echada

y somos tantos tantos tantos

que la verdad enlaza el tiempo

muerto en cada espera:

sacar un turno

tomar un colectivo

sentarse en un banco público

todo es largas filas de humanos hormigas

con sus bolsas y niños

con sus sueños a cuestas,

zapatillas gastadas de tanto andar

para llegar a dónde

para llegar cuándo

para llegar al refugio cálido

una familia

una casa

una mesa amiga

una silla

el descanso

un sueño compartido.

 

© Romina R Silva

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Poema de Marta Comelli

  


Nadamos dentro del placer,

del útero materno, 

del mar que nos conmueve. 

 

Crecemos rodeados de aguas fervorosas, dulces, corrosivas,  

y creemos haber aprendido lo suficiente y necesario 

para no ser infieles 

mezquinos 

miserables. 

Pues "el agua  lava todo lo que toca" cuando reconoce intensidad 

 y cierto grado,   de noble y justa perseverancia. 

 

Pero...a veces no. 

A veces...no. 

 

© Marta Comelli

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28/12/22

Homenaje en el fallecimiento a GRISELDA FACTA

 Me entero del fallecimiento de Griselda y aunque la conocí muy poquito me da mucha tristeza. Hermosa su poesía, joven, amable, amorosa pese a su padecimiento, siempre muy cordial. Hoy partió, y aunque estuvo solo un mes con nosotros,  habitará desde ahora en el corazón de este sitio y de los y las que lo formamos.

Un abrazo a sus familiares y amigos, Gus.

 


Hilvano versos sin razón

para no oír rumiar al dolor

mis palabras son hebras de luz

rogando por su suerte.

 

G.F.

 

 

Atravesar pasillos

donde el cuerpo de la debilidad

no tiene derecho de admisión

asumir en silencio

dejarlo en la entrada.

Esperar frente a una gran ventana

donde la luz juega a ser luz

mientras el alma reza en voz baja.

Soñar con un viento que pueda arrancar

de todo mal

su raíz aciaga.

Atravieso.  Espero, imploro,  sueño,

todo

por ese viento.

 

G.F

 

 

Desierta de mí

me deshago.

Filamentos ruedan calle abajo.

La vida esta donde el cuerpo

y viceversa.

¿En qué restito

el corazón

interpelará las manos?

 

G.F 

 

 

Hundir el cuerpo en éste mar

despiadado

bravío

asomar la cabeza alguna vez

inspirar

exhalar

volver a sumergirnos.

En la hondura no hay piedad

el infinito caudal

rompe su furia contra las piedras

frente a un montículo estamos varados

el enemigo avanza

saca

una mísera diferencia

la batalla está declarada

ay cuerpo mío

nada temas.

 

G.F.

 

 

El destino gira

como la tierra

y los demás astros

nada rota  igual.

¿Quién decide  el giro

dónde

cuándo?

Miro al cielo para no pensar

finjo olvidar

la hora

el mes

el día

el paso de los años

rozo la herida hecha cicatriz

vuelvo a la realidad

y sin embargo.

 

G.F. 

 

 

Me pregunto

si poesía es éste balbucear

este ir y venir

buscando el verso

si un poema 

se parece al amor

un cosquilleo

un temblor

una chispa

éste fuego.

¿Será la página en blanco  

el acaso 

que no puedo traducir

mientras la vida se desliza

en el tobogán del tiempo?

Si poesía y amor me son negados

¿Cómo exorcizo la voz

que rescata al corazón 

cuando deambulan perdidos

en el umbral 

de un nuevo desierto?

 

G.F. 

 

 

Escribo porque sí

ni para vos

ni para mí

ni con la voz de adentro

ni para los ojos de afuera.

Escribo

sin versos dados

y escasa ensoñación

intento

el boceto real

de mi existencia.

Escribo

porque el otoño avanza 

y algo hay que decir

ni siquiera así

rozo el poema.

 

G.F. 

 

 

Cuando las palabras huyen

las salgo a buscar

garabateo sin liviandad

en ésta arena.

 

G.F.

 

 

Otra batalla por librar

el cuerpo

la piedra frente a mis pies

el raspón

la posible caída.

Camino sobre un campo minado

indago hacia atrás

quisiera descubrir la cueva

el enemigo íntimo.

Asumo las vetas de la historia

la fugacidad

la última explosión

y éstas esquirlas.

 

G.F.  

 

Griselda Facta (1965) nació y vive en Ceres, Provincia de Santa Fe, Argentina.

Es abogada y poeta, egresada de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral.

Ejerce su profesión de forma independiente.

Siente que ha encontrado en la escritura poética la libertad de nombrar la realidad de distintas maneras.

Participó de los talleres de escritura coordinados por Mariana Finochietto y el Taller Tierra Fértil, de poesía, dirigido por la escritora Ivana Szac.

Sus textos han sido publicados en páginas y revistas literarias, así como en antologías nacionales e internacionales. 

Libros publicados: Preludio a cuatro voces, en colaboración con las poetas Susana de Iraola, Jimena Cano e Ivana Szac.

En preparación: El camino de la Fe. 


https://www.facebook.com/griselda.facta

https://instagram.com/griseldafacta?utm_medium=copy_link

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27/12/22

Poema de Loreley El Jaber

  


LA TELA 

 

La tela se ha zafado

No fue el uso constante

ni la densidad del género

fueron las manos suplicantes que se colgaron

furiosas

como si aquel pequeño sostén pudiese

aminorar la caída

 

La tela se ha zafado

está rota

Hay que vivir con eso

 

© Loreley El Jaber

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Poema de Gabriela Franco

 


 

acabo de ver el mundo

como un cristóbal

 

feroz

como una garra del mar

 

arriba el manto

agujereado de la noche

abajo la arena fría

lunar

 

me tendí

paralela al horizonte

 

una línea de flote

entre dos bóvedas

 

la inmensidad es un lugar

para escribir

 

© Gabriela Franco

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Poema de Gabriel Francini

 


UN PÉTALO EN UN MURO 

 

Es como ver el instante entre mil vientos.


 

© Gabriel Francini

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Poema de Marcela Rosales

 


PAUSON(IA)


     Pausón fue famoso por su cuadro ‘Caballo

     rodando en el polvo’. La obra estaba ejecutada

     con increíble realismo. Pero Luciano escribió

     que Pausón simplemente había dado vuelta

     el cuadro.

 

     Pascal Quignard, Los desarzonados

 

Él atraviesa el pasillo desnudo

como un animal sin tiempo

mientras la casa oscila

en un vaivén marino

que mi cuerpo hace propio

en cada clímax.

 

En la habitación, yo

animal de tierra

que poco sé del mar

como un cuadro invertido

cabeza abajo tendida

lo espero.

 

Allá en lo alto

Faetón suelta una

y otra vez

las riendas.

Se oye a Bill Evans

Tú y la noche y la música.

 

 

El vaho del cuarto

sobre el ventanal proyecta

un desplome de cascos

un barboteo de crines

arborescencia anticipada

de sumergidas Atlantis.

 

Él se desliza hasta mí y me besa

con precisión de molusco cada poro

mientras cava en la arena

el húmedo hueco

al que me arrastra

como a una mariposa ciega.

 

Entonces se detiene

y entra en pausa.

Piensa cómo asimilarme:

cupidine praedae.

En ambos, imperturbable,

prosigue su marcha la materia.

 

Lo dejo hacer.

 

Desde pequeña

sé quedarme

quieta en la oscuridad

hasta el ayuno de luz

del que nace el poema.

 

© Marcela Rosales

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Poema de Daniel Rafalovich

 


Si volviese atrás el orden de las cosas

un delito flagrante, una moneda

caería del bolsillo

y en el suelo

algún niño quizás la tomaría;

quizás la lustraría en su manga.

Bajaría el telón

un homicida.

Pero el orden no supera los azares

y esa moneda no encuentra

su bolsillo.

Vaga el niño sin pensar en otra cosa

que en su prueba cotidiana,

su amor inconfesado,

su pálido secreto.

 

© Daniel Rafalovich

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Poema de Stella Marys Darraidou

  


Brilla la cáscara sobre la mesa

y promete ser un buen día

un augurio carnoso y tierno

corazón de aguacate

generoso y duro a la vez.

 

La preparo en daditos, en puré con limón y sal

en ensalada con cebolla tomate y pimienta

pisada con tenedor

con mayonesa,

pero he descubierto que me gusta aún más

partida al medio, con sal y a cucharadas.

 

Amante sostenida y creciente de la palta

-en busca de un palto propio, un paso más hacia la felicidad-

he plantado su carozo de forma vertical y horizontal,

en macetas chicas, medianas, grandes y directo en la tierra.

Siempre brota, siempre viene, amorosa crece.

 

El viento mece en el patio a un palto joven y frondoso.

Todos los días lo visito, le retiro las hojas secas, lo riego,

le hablo, le pido la flor ¡El Fruto!.

Ya tiene cerca de siete años.

Estoy convencida que su figura de hojas grandes y lustrosas

me está diciendo algo,

me dicta para que al fin aprenda:

la belleza de la lentitud,

la paciencia y la adrenalina de la espera,

la hora exacta de la madurez de las cosas,

y su emoción.

 

© Stella Marys Darraidou

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