30/1/13

Homenaje a Élida Manselli en su fallecimiento

Me acabo de enterar del fallecimiento de Élida Manselli, poeta a la que vi pocas veces pero su cálida mirada, su afecto y respeto siempre me conmovieron. Hoy el cielo de la poesía tiene una nueva estrella. Un abrazo enorme a sus familiares, Gus.



BATALLA VERDE

En tanto te acercas batalla verde cortante.
Impulsas la orden de los mitos,
campaña lejana de aullidos dulces,
de caos suspendidos y de silencio...

¡ Desesperada misión tu pata en llamas!
Todo me impulsa
y vuelvo la cabeza a la caballería distante,
a los frentes sin sombras ni luces en la luna,
donde la materia era un trago perdido.
El hemisferio quebraba la membrana mejor,
la sangre se coagulaba
en las manchas violentas del siglo,

¡ Desesperada misión tu pata en llamas!
Desesperado galope de hierbas, matices y espejos
rasgando los latidos en el manantial reinante.
Yo tenía miedo en la paciencia.
Ascendía el agua mezclada de olores e infinito,
ojos, ojos para volcarse en llamas
como una serpiente desplazada cada día.





EL SAUCE

El aire del sauce
           savia de libertad,
la lengua del aire
sin cerrojos que amenacen
los reflejos del paisaje,
liviandad abriéndose en el cielo,
como un todo o una nada,
que acalla el tropezar del siglo.
Mi mano cerrada aún en un coliseo de aves,
donde los nidos del amanecer están guardados
dentro del dolor,
mis árboles aún guardado dentro de espejismos.
Mi espejo cincelado a medias
y este aire que alza mi planta,
que filtra mis deseos y las flores lejanas,
aire que clava el aguaribay de mi conciencia.

 
Élida Manselli, nació en Buenos Aires, República Argentina, en 1941. Ha desarrollado actividades en las Artes Plásticas y publicado los siguientes libros de poesía: “La guerra en la flor del aire” (Interlínea, Buenos Aires, 1973), “Gracia-Torcaza” (Ediciones Botella al Mar, Buenos Aires, 1978) “Manantiales que reinan” (Nuevohacer-Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 2005).
Ha recibido el Primer Premio Municipal a Obra Inédita, por su libro de poemas “Gracia-Torcaza”, Ciudad de Buenos Aires, 1974.
Se han realizado traducciones de sus poemas en varios idiomas, ha participado en numerosos congresos, jornadas, recitales y revistas literarias nacionales y del extranjero



Biografía extraída de mispoetascontemporaneos, tal como me la enviara en su momento Élida.

Poema de Edna Pozzi


En voz baja llamarlo.
Dentro de las vasijas en la hierba
que crece y crece
sobre las tumbas. 

Decirle: Hermosura. 

En voz baja llamarlo
para que nunca escuche
para que su oído no se contamine
de esta palabra
que solo los muertos deben escuchar. 



© Edna Pozzi

Poema de Héctor Miguel Ángeli


Poema Perdido

¿Fue a orillas de un lago, cierto día,
con árboles muy vagos
montados en los cisnes?
¿Fue todo lo que odiamos y quisimos,
la suave corpulencia del ocaso
y un sapo, vetusto y fugitivo?
¿Fue el halago del cuerpo en primavera,
por un fulgor llevado,
al lado, ya ebrio, de su altura?
¿Fue, casi la mano, todo el engranaje
de todo ese temblor que ansiamos
y ufano, en el tiempo, recogimos?
¿Fue, acaso?

 

© Héctor Miguel Ángeli

Silvia Rodríguez Ares


Un lirio
 

En el fondo de mi casa
crece un lirio
que una vez fue ángel 

Yo lo miro cada noche
cuando vuela
(Me estremece porque vuelve)  

Amanece y es perfume
 

© Silvia R. Ares
Foto enviada por la autora del poema

Poema de Fabiana León


Cavé hasta
el borde
del silencio
quise liberar
los ojos
y las manos
cavé hasta
hallar un mapa
una señal
de vida
donde
tantos otros
no pudieron.
 

© Fabiana León

Poema de Graciela Licciardi


 entonces me pregunto


cómo escribir de un cielo
que enmudezca a las luciérnagas
o un poema con la palabra luna
y además curiosas
y que alumbren para nadie
(las luciérnagas)


cómo escribir de las estrellas sin que suene cursi
porque de ellas me colgué hace rato
o tal vez pueda agarrarme del mundo
porque ellas no hablan
(las estrellas)
y seguir escribiendo
después de todo
sin planteos tan absurdos

 

© Graciela Licciardi

Poema de Carmen Amato


SEÑORA DEL AGUA

IV

No cese de alabarte el agua
No cese de alabarte el hombre
No cesen de alabarte animales y plantas.
Señora de la cauda transparente
Señora de la cauda larga
Señora de los ciclones
Señora de los terremotos
Señora los tsunamis
Señora de las tormentas tropicales
Señora de las derivas
Señora de los tornados
Señora de los desbordamientos
Señora de las presas
Señora de las contenciones
Señora de los ríos detenidos como el Bravo
Señora de los ríos empequeñecidos como el Grande
Señora de los mares de colores
Señora de los Norte y toda la Rosa de los vientos
Bienaventurada seas. Controla a tus elementos.
Señora de los fareros,
Señora de los marinos,
Señora de los balseros,
       Sé con ellos en su trayecto.
Señora iluminada por los rayos
Señora levantada por los vientos
Señora descendida por la lluvia
No nos abandones, no te alejes,
Amaina sobre nosotros tus amorosas tormentas.
No te enfades nunca con nosotros Señora,
acarícianos; gota a gota
arrúllanos; con tu ritmo acuoso
cálmanos; trátanos como a tus pequeños hijos
y sigilosamente márchate
cuando sin darnos cuenta nos quedemos dormidos
en medio de tu canto –Señora del agua-,
seguros y confiados como ahora.
Ahora y en la hora
               de nuestra muerte. 

 

© Carmen Amato

Poema de David Rosario Sorbille


UN LUGAR 

Al lado de un árbol,
hay un lugar solitario 

Soñé que viajaba:
perplejo,
debajo de un cielo azul. 

Soñé que viajaba:
 anheloso,
cuando estalló la primavera.
 

© David Rosario Sorbille

Poema de Claudia Ainchil


LIGHT

Es light el ojo untable
no se convierte en mirada
trueca herramientas en la aturdida carretera.
Blindada visión de universos
encerrados en si mismos.
Es light el desahogo de labios
taconean como voltios
pero no dicen nada
la tubería en donde el encendido
de repente es cristal punzante
y alegórico
trafico a oscuras
corren lavas de nudillos.
Y nada más.
Es light la mano que jadea interlocutores
no se respira a si misma
lanza un suave apretón de barrios
con arboles caídos
cubre a hurtadillas esas raíces asignadas
en el reparto automático.
No es hallazgo de días y noches
solo tijeretazos, incidentes de pólvora mojada.
Es light tu corazón? pregunto.
 

© Claudia Ainchil

Poema de Anny Guerrini


Un hombre va al encuentro
del yo y del otro
en la cruz de la espada.
Sumergido en el vértigo de Marte
viaja hacia el morir.
Un cuervo surca el cielo
oscuro augurio
que ahoga el canto
de una paloma ultrajada.
La luna creciente
degolla a Venus
y golosa se come la manzana.
El llanto de un niño
pasajero del mañana
se pierde en el estallido
de los cañones.

 

© Anny Guerrini

27/1/13

Poema de Paulina Vinderman


No me quejaría si pudiera hacer un buen óleo
de esta luz sobre el desdén nuevo de tus ojos.
Las largas sombras de la tarde viajaron hasta
el espejo del pasillo como una voz, clara voz,
acostumbrada a la verdad de las frías rocas anónimas
en la transparencia del viento.  

Ni vida, ni muerte ni tristeza.  

Ni orgullo ni declinación.  

Allí veo a la viajera que soy, columpiándome
en el sueño que me espera (¿una barcaza común?,
¿un sillón desfundado?).
En ese sueño vuelvo a Mayo, vuelvo callada,
tan callada que parezco no recordar.  

Había una caja de costura, con carreteles extenuados
y una rabia en la mitad de los nombres.
Intenté traducir.
Lo intento ahora, regresando a una esquina familiar,
apaciguada, al hacerse de noche. 

© Paulina Vinderman

Poema de Francisco Alberto Chiroleu


NOCTURNO 

Cuando
el hijo se cansa
lleva la sabanita
a la cara
y se duerme 

La casa
se envuelve
en un silencio tan atroz
que duele
escuchar
la canilla
del patio
gotear.
 

© Francisco Alberto Chiroleu

Poema de Susana Szwarc


Patios 

había
tocado la luna
dentro del mosquitero
(padre también)
Porque tuve demasiada sed
él fue hasta el aljibe
La música del balde
contra el agua
                      -nos despertó
y estaba en el balde
                        -nos ocultamos
detrás de las sábanas
hondamente y
blancas  

              -zigzagueaban en los alambres
               nuestras piernas

 

© Susana Szwarc

Poema de Lidia Vinciguerra


“Cerrada la única salida, tuve la llave 
de la certidumbre”. 
Beatriz Schaefer Peña 
Pude ver el ojo esa noche. 
Un ojo que contaba con una especie de placer  
y de displacer. 
Un ojo arremansado. 
Un círculo más humano.  
Era un solo ojo  
que acudía a concentrar 
todas las miradas. 
Ojo erguido. 
Ojo plural 
al que nada ni nadie 
había podido vencer.
 

© Lidia Vinciguerra

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Poema de Carlos Carbone



ELLA Y SUS VIDAS

Ella hace barquitos de papel
Ella abre la puerta por la madrugada
Ella toma lo que quiere de mi
Ella deja marcados sus labios en las paredes.

Ella pinta de gemidos el techo
Ella cocina y sube al azul
Ella lleva pájaros en sus ojos
Ella habita varias vidas.

Ella desafía los espejos de la muerte y me abraza.

 
© Carlos Carbone

Poema de Olga Liliana Reinoso




INVOCACIÓN

Caen las últimas gotas de la tarde
y junto a ellas se van los malestares,
estas penas de cántaro con agua
porque cantan en él todos los pájaros.
Los pájaros de siempre,
aquellos que recorrían los rincones
de niños sin amor.
Sálveme la memoria y el olvido
la paz y los conflictos
el público y privado sonreír de buen grado.
Así, cálido y tenue llega el alivio
a este frío de huesos desollados
que supo ser la trágica leyenda del ayer.
Venga la luz, la paz y la caricia
la cálida vasija de ternura
porque no todo es grito ni debe ser locura.
Que alumbre la palabra bienamada
sabedora de íntimos secretos
mientras derrama soles en vocales
con sonido lumínico, estridente.
Como el compás de adiós
en esta tarde.


© Olga Liliana Reinoso

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