16/9/24

Poema de Luis Benítez

 


la muerte asustada de nosotros

 

la muerte es una leyenda

vagando por la avenida de su soledad

como una vieja demente que grita para sí misma

es esa muerte asustada de nosotros

 

una ausencia que retumba todavía

ahora en una época arrogante

hecha de papel chamuscado

y residuos de sus propios sueños

 

pero en la noche invencible

como siempre

el ruido de las campanas

reúne a los muertos y los vivos

 

se irá nuestra respiración

pero no lo sabremos

 

mientras pasa un avión

enseguida lo olvidamos

atentos sólo al añejo asombro

de un niño que señala el cielo

 

© Luis Benítez

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Poema de Mariana Miranda

 

JESÚS


Unos ojos negros

reflejo azulado

Pollera muy sucia

sandalia de trapo

Una Virgen viene

se trae despacio

a un Jesús de tierra

que duerme en sus brazos

Y entre paso y paso

se canta una copla

coplita que canta

a la Virgen sola

Y María asoma

la mañana tosca

el pelo muy largo

y alguna limosna

Un niño pequeño

refugio del hombre

es casi como un sueño

un sueño sin nombre

Y María lleva

una piel muy sucia

un vientre de arena

una carne pura

un amor de años

en alma serena

una fe callada

que derrite fronteras

Y María lleva

un Jesús chiquito

Jesusito-tierra

Jesusito-barro

Jesusito-piedra

Jesusito-canto

Y María tiene

una piel muy dura

una piel-miseria

una fe segura

Y clava un camino

hecho de esperanzas

de sangre de hijo

de espinas gastadas

de cruces de espanto

de almas profanas

Sangre de maderos

en rutas mojadas

fue dejando el Cristo

al dejar el alma

María

tu cuerpo

lleva una pregunta:

Si Jesús ha muerto

¿Dónde está su tumba?

 

© Mariana Miranda

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Marcelo González Del Río

 


¡Qué frío de otoño se estampa sobre mi ventana!

Tiene forma de cosas arrugadas y traslada un gélido

aliento que hace vapor sobre los vidrios y los empaña

volviéndolos espejos de mi alma nublada.

                             

Ahí mi frío.       Soledad Bravo canta

en mi memoria sus Tonadas de Ordeño, “noche oscura

y tenebrosa préstame tu claridad”. Soledad Frío.

Bravo Otoño es el mío.

 

             Sobre el vidrio empañado escribo

“¿cuántos otoños más harán falta para el olvido?”

Mientras mi dedo repasa sobre la forma de la nube

que despacito, muy lentamente, comienza a borrarse

          sobre la ventana, por encima de mi frío.

 

© Marcelo González Del Río

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Poema de Teresa Palazzo Conti

  


EPIDEMIA

 

Lágrimas en las catedrales,

detrás del púlpito;

incertidumbre encallada en la neurosis.

 

Adónde se escondieron los sermones;

la imagen infiel de días lujuriosos

explota en candelabros.

 

Se clausuran las criptas

y las vírgenes buscan asilo en la calle,

en los bancos de la plaza;

venden castigo con atuendo de prostituta;

en el hospital ofrecen paz al mejor postor,

oraciones con barbijos de incienso.

 

Adónde se llevaron el misal;

el cáliz sin agua bendita esparce mentiras y virus,

y en la cama del hombre

la peste cobra un peaje soberbio.

 

El ahogo del mundo

me toma de rehén

cuando mi casa toda se incendiaba de jade,

y el brillo se opacaba

bajo los ruidos de la ciudad.

 

Fueron las madrugadas rotas,

y ardió toda la sed en las promesas.

 

Una ráfaga aguda engrilló los labios y el cortejo.

 

© Teresa Palazzo Conti

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Poema de Claudia Tejeda

 

Coraje 

 

Hoy me rindo a las garantías

de un futuro en orden.

Voy a la pelea callejera

con el coraje de los imperfectos.

Los adivinadores hacen del misterio

                               una ciencia exacta

pero algunas estrellas roban luz

para disimular su muerte.

¿Qué leen en lo que no está escrito

los sofistas sin toga?

El destino no es un museo de cera.

 

© Claudia Tejeda

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Poema de Rubén Capodaqua

 


Nadie me dijo que la luz no tiene nombre

Mientras tanto

cada sombra va cubriendo

con su oscura melodía

esta cara de mi luna

Entonces

me arrodillo en la arena

desalmado

 

Nadie me dijo que el mundo

                                          está agonizando.

 

© Rubén Capodaqua

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Poema de Olga Cabrera Ladu

 


Mirando el techo en la cama

hablando de lo mismo

sin hablar

esperando lo mismo

sin hablar.

 

Su mano aprisiona mi mano.

Su mano llora en mi mano.

 

Esperamos

mirando el techo en la cama

sin hablar.

            

© Olga Cabrera

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Poema de Matías Nicolás Guzmán

 


TRINITY

 

El 16 de julio de 1945

los Estados Unidos

hizo la primera prueba

de un arma nuclear

 

Hasta el momento de la detonación

algunos dudaban si

la explosión quemaría la atmosfera

destruyendo el mundo

 

Aunque los cálculos

lo demostraban casi imposible

la teoría no le brindaba

garantías a los científicos

 

Ayer a la noche

descansaba mi cabeza sobre tu pecho

y casi como si fuera un secreto

me dijiste que me amabas

 

El aire escapó de mis pulmones

por un breve instante antes

de decirte que yo también

 

Tengo miedo dijiste

estoy aterrado conteste

no sabíamos si en ese momento

habíamos encontrado la fórmula

de nuestra propia destrucción

 

© Matías Nicolás Guzmán

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Poema de Gabriela Licarzi

 


Volví


La hamaca

con correas viejas

de cosechadora

fue mi amiga.

La tabla de madera

donde pasaba horas

también salió

de la herrería.

 

Entre

el horno de barro

y el aljibe

aprendí a soñar.

 

Treinta años después

volví a volar

en mi hamaca

de los recuerdos.

 

© Gabriela Licarzi

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Texto de Gladys Cepeda

 


En la obsesiva permanencia  hay un punto fijo que se impone  metamorfosis  de la lengua hoy como una miniatura buscara las orillas porque teme hundirse  siempre  un animal se despoja de su  carne porque teme a los diversos laberintos   que  amenazan  procede la ceguera los puntos negros de la pupila serán ojales abriendo o cerrando la otredad

 

© Gladys Cepeda

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14/9/24

Poema de Lucas Margarit

 


Elis mira un paisaje

 

el agua mueve el agua en el río

el hombre es inmóvil en el árbol

 

elis recordaba en voz alta

que el cuerpo es una fractura del universo:

la figura permanente de lo que no perdura

 

© Lucas Margarit

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Poema de Noemí Correa Olivé

 


EL MUNDO ES ANCHO Y TAMBIÉN OSCURO 

 

Qué es esta paranoia

               del espacio tan enésimo

               del tiempo tan antiguo

               de la luz tan intensa

                              que no ilumina

                                            lo recóndito

 

Cae una neurona

impregnada de Dios.

Intenta responder

a orillas de un fogón

por la carne violentada

 

Cómo inventar una palabra

(“En el principio

era el verbo…”)

que cancele la impiedad

entre los sexos

 

Lo ínfimo

a veces

es el todo.

 

© Noemí Correa Olivé

Pintura de la autora del poema

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Poema de Néstor Alonso

 


NUBARRONES  (2) 

 

Saca el último cigarrillo

del atado, se lo lleva a la boca

retuerce con las manos el paquete vacío

como si fuera la pequeña metáfora

de un cuerpo torturado. He ahí la informe

conclusión de un acto reflejo, hijo de la costumbre

de los tantos destinados al olvido inmediato.

Otra vez nubarrones pasajeros en su cabeza

intrascendentes divagaciones, piensa:

No hay remisión en el mundo de las formas

que finalmente se desechan, lo caótico

acumula restos, fragmentos de vidrio, de madera

quebrantamiento de líneas, extrañas metamorfosis

aplastamiento de lo cóncavo y lo convexo, convivencia

de lo que se desgarra, lo roto, lo quemado

entre metales mordidos por el óxido

hierros ennegrecidos, papeles, cáscaras

la corrupción ira haciendo su alquímico trabajo.

El hombre ha terminado de fumar, tira el pucho

y agrega inconscientemente

caos al caos.

 

© Néstor Alonso

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Poema de Miriam Alvarez

 


Piedra

 

Soy la piedra

 

me hospedo

en el camino de los migrantes

 

no fui cincelada

por una mano primitiva

no fui de las canteras a las catedrales

no sostuve los gritos

de las revoluciones

no partí los vidrios de los guetos

 

me someto al silencio

a la rotación de los arados

a la mano que me arroja

para hacer círculos

en el agua

 

me hundo despacio

sin haber hecho gran cosa

 

ni siquiera amar

 

© Miriam Alvarez

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Poema de Ariana Cabezas

 


La lengua de la memoria 

 

Recuerdo a las mujeres de mi familia

el deseo normalizado sobre sus caderas

cómo solitarias

cómo supieron fundar sus nombres  

cómo aprendieron de la fuerza voraz  

con la que retornan los humedales   

dos días después de la sequía 

el caos sosteniendo pasibles a los pájaros 

 

en la lengua aimara 

dicen que los animales

son cielo y fondo de la tierra a la vez,

tejido de contradicción

como las mujeres de mi familia

se han exiliado de las certezas 

como se exilia el agua

de las formas

o la palabra de la verdad.

 

© Ariana Cabezas

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Poema de Demétrio Panarotto

 


escena 08

 

en el pecho

del pájaro

aunque sea pequeño

es posible leer:

el corazón

sigue latiendo

en el pecho

de la poesía

 

© Demétrio Panarotto

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Poema de Analía Florio

 


Mujer(es) 

 

Va con su cansancio de madre sola

de mujer en un mundo

de siempre iguales

y ‘sí me olvides’.

Se le caen

urgidas por el tiempo

las manos en la tierra

y cavan primero un surco

después un agujero hondo

en ese suelo fértil.

Dice que ahí va a plantarse

para ver si florece como le prometieron.

 

© Analía Florio

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Poema de Alexandra Jamieson

 


PERCUSIÓN


toc tictic

tactac

tac


Borré

los mapas a la libertad

dibujados en mis trenzas

enmudecí

mi lengua sonora

bajo la tuya


toc tictic

tactac

tac


Quemé

mi cuero hasta llevar lacio espejo

me escondí

del sol

abandoné

el rojo fucsia verde azul brillantes


toc tictic

tactac

tac


Oculté

mis gustos

alimentos

Aprendí los tuyos


toc tictic

tactac

tac


Me instruí

destruí

hasta

el borde


toc tictic

tactac

tac


Negra

pero de alma

Negra

pero no

como vos

negra


toc tictic

tactac

tac


La frase

que me hace aprobar

tu examen:

negra

de

mierda


toc tictic

tactac

tac


Llego al borde y

retorno

me repliego

sobre mí misma

mis saberes

ancestrales

colores aromas peinados


toc tictic

tactac

tac


Esa frase

esa vida

no

te la robo enemiga


toc tictic

tactac

tac


© Alexandra Jamieson


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13/9/24

Poema de Laureano Asoli

 

 

Brota la acacia

 

Brota la acacia

y un pájaro sonríe

y Octubre baila un tango.

Parado en el techo de una casa marchita por los años,

un señor ve caer flores de acacias, desde un árbol viejo

que con sus hojas cubre el sol cada mañana

y abriga la sonrisa de la luna por las noches

y los pájaros radiantes de tanto volar,

bailan arabescos sobre su cabeza,          

transformando a octubre en un nuevo tango.

 

© Laureano Asoli

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Poema de Silvina Vuckovic

 


CÉNTIMO

 

Mudarme

a la inflexión de tu cayado

y deslizar por él

       hasta el fondo de mi risa. Acometer con decisión taurina

la del celoso Sol que desafió a tu Luna

contra la terca cita innecesaria; acometer sin memorándum visto           

como en mi tierra linda.

Cuelgo

la sonrisa del perchero y ¡ya está el horno encendido!

Algo irá a haber, después vemos. Me mudaré de piel

dejaré un poco en el umbral toda una noche

a ver si en la mañana la descubro

más tibia y cadenciosa que las piernas

mixturadas de un bolero.

Me mudaré a tus ojos

el día en que el pubis de todos los volcanes

estalle de poesía

                    y de fiebre.

Me mudaré

como un céntimo

a un rincón de tu bolsillo,

para que puedas tamborilearme el mundo

                                   apenas con un dedo.

Y estaré en el fondo de tu sed, gozando

el relax del mar que entra por tus ojos

                              mientras soy tiempo.

Sonrío feliz. La cercanía

de tu virilidad se inflama y le apoyo mi mejilla

del otro lado de la tela.

Me gusta ser

un valor invalidado. Son ciertas veces, ésos,

los que libran.

 

© Silvina Vuckovic

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Poema de Sergio Morán

 

 

Llegué a las tres de la mañana en un taxi conducido

por una mujer.

Me habló de su desventura amorosa. No quería envejecer

sola

pero su única habilidad era fijarse en los tipos

equivocados.

Por la tarde había leído un texto de Virginia Woolf.

Decía que dentro de un siglo las mujeres no serían el

sexo protegido

y participarían de todas las actividades, incluso conducir.

La profecía de Woolf se cumplió.

De lo único que no se puede escapar es del desamparo

que provoca el desencuentro.

 

© Sergio Morán

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Poema de Mercedes Venturino

  


El último verano


¿Cuál fue el último verano

en que el tapiz de luciérnagas

sobre el pasto de mi barrio

daba la luz suficiente para besarnos?

Una escondida a plena luz del día

se disfrutaba,

pero de noche... Ah!

De noche era un milagro…

Y cuando empezaba la cuenta

yo me escondía cerca

del chico que me gustaba,

sólo para ensayar por unos minutos

la posibilidad del guiño,

el secreto compartido,

 la ternura que permiten algunas alianzas

Creo que los juegos me ayudaron a entender que gran parte del amor

es complicidad,

es ese guiño que te da amparo,

que te mantiene unido en una guarida

¿No es acaso el amor, el deseo recíproco,

una forma de refugio?

¿Cual fue el último diciembre

en que los árboles

me ofrecieron sus ramas

como a una fugitiva?

¿Cuando tejí por última vez las raíces elásticas del gomero ?

Aquel

que nos servía de sostén y de casa

para jugar, para besar,

para escondernos del mundo

y su adultez color sepia

Por eso amo el movimiento,

el motivo del movimiento,

el sostén, la causa y efecto

del movimiento,

de ese cuerpocasa que somos en movimiento,

de mi mente aprendiendo los símbolos

y los signos del movimiento

El camino se abre cuando nos movemos

y hasta para respetar la quietud

hay que hacer un traslado

Lo aprendí jugando

muchos años antes de estudiar

y que me dieran un título

Lo aprendí riéndome como una rana

desparramando mis plumas

por las calles circulares del Güemes

Lo aprendí cuando tuve que llorar

y no escatimé lágrimas

para mojar los hombros de mis amigas,

más luego todo pasó y volvimos al juego

Y yo,

que fui perdiendo como un mendigo

la fé que leía

en los ojos de mi abuela María

me digo,

como un salmo que me consuele:

     Tu religión es la infancia, querida

 

© Mercedes Venturino

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Poema de Devenori Ronda

 


Tregua

 

El espejo del arroyo

me refleja la fauna, 

retazos marrones y amarrillos

armonizan este animal,

cantos de pájaros,

pisadas de yeguas.

 

Camino descalza,  piso.

 

Enciendo el fuego

& entibio la infusión.

 

Acurrucada en la tierra

observo el cielo:

sol,

montaña,

frío,

algo de escarcha,

 

ya es mañana.

 

© Devenori Ronda

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Poema de César H. Suárez

 

 

El aura de la noche

guarda melodías silenciadas/

Rumor quieto de hojas

amparan la soledad de un hombre/

¿Qué secreto guarda en su huella prófuga?

acaso la serenidad oculta un caos de vientos

y

en cada espasmo de silencio subyace

otro universo de in(quietudes).

 

Más allá del primigenio rumor de hojas

cada certeza guarda en su adn lo equivocado

de la noche y el viento

     ¿O acaso busca los secretos del amanecer?

 

© César H. Suárez

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Poema de Andrea Marone

 


“El fondo de las cosas es opaco.

No está allí la preciosa

serenidad que prometiste”

 

Claudia Masín

 

Un cardumen de pájaros arrabaleros        

en las puertas de salida

del edificio prendiéndose fuego.

Fuego lapislázuli,

gema engarzada.

Ciento cincuenta palomas

giran en círculos dejan caer

sus plumas sucias al cemento.

En la ventana estoy yo

sin ninguna aspiración de huida.

Estas alas de gorrión carbonizadas

agitan el sueño como se agitan las cortinas

con el viento en una casa frente al mar:

la imagen es la cornisa.

 

Paso la vida buscando

la emancipación de este vértigo;

una razón que justifique el abismo;

persiguiéndole el rastro

al amor propio;

una concavidad en donde guardarme

de la intemperie.

 

Siento miedo del resultado de los análisis.

Siento miedo de mi desinterés

al precio de los bitcoins.

Los perros vagabundos me contagian las pulgas

y las plegarias de los homeless me hacen daño

como sentimos picazón cuando se entierra

una espina de cactus entre los dedos.

 

Todo lo que alergia

se soluciona con agua

por eso construía diques

entre tu cuerpo y mi cuerpo

donde sumergir la única calma posible

y hacer de ese incendio una llama

donde guardarnos

de la inminente caída.

 

© Andrea Marone

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