19/2/25

Poema de Mirta Venezia

 


 

¿alguien ha visto bajar un diluvio

de este cielo de rosas?

 

alguien me habla al oído

alguien señala

sin embargo no puedo

el agua se ha llevado

aquel ardor de moras

la casa de mí

la pureza de mí

 

sólo insiste

la palabra del rizoma

(látigo que emerge de la tierra)

quema mi cuello su beso letal

 

en mí hay un animal oscuro que no halla sosiego.

 

© Mirta Venezia

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Poema de Marita Rodríguez-Cazaux

 


PARAGUAS DE FACTO

 

paraguas de iguales heridas espejados

amontonados en calles iguales de penumbra

apretados iguales de terrores

para cubrir seres iguales

que tiemblan de igual pavor

bajo la lluvia igual

que cae desigual de justicia

 

© Marita Rodríguez-Cazaux

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Poema de Alejandro Cesario

 


Recuerdo 

 

Me mira, me habla

en esta noche de insomnio.

 

Yo escucho, escucho

pero sólo oigo su risa

que sale del espejo.

 

Sus labios se mueven

hablan y son los míos.

 

© Alejandro Cesario

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Poema de Andrea Farchetto

 


Soy

La caminante

De los círculos,

Andares imperfectos

En las tierras

De los hombres

-porque así

La nombraron ellos-

Busco

 mitigar

el vaivén

Espiralado

 De los cuellos

De botella

Y soy

Aluvión

En

Las formas de Nazca

O de la luna

En cada uno

Recojo las flores

Entregadas a la desidia

O al esplendor del agua

Soy

La caminante

De los círculos

Que vio el poeta

Florentino

Me rozan las manos

Los estafadores

Los ladrones de la inocencia

Los perdidos para siempre

En afanes detestables.

Yo soy la caminante

De sus precipicios

Y soy también

La que difiere

Estalla

Modifica

Expulsa

Des/sacraliza

La disidente de

Las máscaras

Para poder

Sembrar

La cercanía de

Las caléndulas:

Cada pétalo,

Una verdad

Deshojando brotes

En el círculo

Que le hace

Promesas

 

Al corazón

 

© Andrea Farchetto

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Poema de Rolando Revagliatti

  


En simultánea 

 

Estoy siendo barrenada

en simultánea

por dos concienzudos

 

Abundantes torpezas

Poco nos conocemos

Es un ensayo

 

Uno de mis partenaires

actor en serio

con formación

y bastante parecido al Peter Weller

de “Festín Desnudo”

es un rudo

impostado

 

El otro no

Y a veces

se distrae

 

Entre pan y pan

estoy yo

el jamón del sándwich

espectadora presencial de muchos

 

y dúctil protagonista de varios

apareamientos así diseñados

para las cámaras

 

La misma que, sin alarde

por fin percibe, no exenta de palabras

que en la doble penetración

en toda doble penetración

en esta misma doble penetración

ahora y conmigo

se interpenetran los machos

se buscan y espadean

a través de mí.

 

© Rolando Revagliatti

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Poema de Cecilia Galeano

 


IDO


Los ojos lavan su color en la espera

buscan la sombra del agua

su caja negra,

y en la piel de lo amado

abre la noche

y borra con su hocico

lo mudo

lo equívoco

la fatal disonancia

 

lo perdido,

terrón de luz entre las hojas.

 

© Cecilia Galeano

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Poema de Alicia Márquez

 


“Lo que pasa es que nunca ha estado muerto en toda la vida”

Carlos Fuentes

 

¿Cuántas veces nos morimos?

Nos morimos de amor y también de desamor.

Nos morimos de decepción,

de esperanzas frustradas,

de engaños,

de despedidas,

de celos.

Nos morimos de tristeza y hasta

de risa.

Nos morimos con muertes de ventanas oscuras.

Con niebla en el corazón

y con ojos de pedir, de rezar, de dolor.

Nos morimos de vergüenza, de pena, de orgullo. ese

infeliz traidor.

Nos morimos de extrañar ciertas voces lejanas.

Nos morimos de deseo y de pasión.

Nos morimos de soledad, esa miserable.

Nos morimos un poquito con nuestros queridos muertos.

Nos morimos de esperar, algo, cualquier cosa,

de frío y también de calor…

Nos morimos de miedo, de terror.

La vida nos prepara a cada rato para la última,

la definitiva.

Y nosotros, como si nada,

creyéndonos eternos y

muriéndonos todo el tiempo.

Y entonces, entonces ella viene y nos sorprende en serio.

 

© Alicia Márquez

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Poema de Carlos Vitale

 


DE LA PROXIMIDAD COMO SISTEMA DE DESCONOCIMIENTO

 

La habitación excede su tamaño

en la furia de su estarse quieta

 

Pero es inútil la rebelión del vacío

 

Urde señales

el enfermo de triste enfermedad

 

Miserias de la geografía

 

La mano que alimenta

encubre lo que da

 

Vértigo de la luz

no me abandones

 

Aún no es de día en la noche entera

 

Con estos labios

besaré a la muerte

 

© Carlos Vitale

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17/2/25

Poema de Facundo Podestá

 


Sed

 

Busco un cuenco del que beber

tengo un bosque atravesado en la garganta

y un incendio que

no me deja calmar la sed

 

Tengo un silbido de flecha un estallido de bala

la hojarasca que se quiebra

y un ciervo

Ya no sé si es él quien se ahoga o soy yo

si es agua o humo lo que anega mis pulmones

lo que nubla mis palabras

 

Ya no sé si lo que se rompe a mi paso

son hojas secas de otro otoño

brasas, carbón o cenizas

 

Soy un ciervo en

un bosque que arde

 

© Facundo Podestá

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Poema de Ohuanta Salazar

 


Deshojados


Como los árboles de otoño anticipan

las tormentas y llueven hojas

antes de la lluvia, nosotros cuando chicos,

presagiábamos las palizas.

Ni bien mi padre entraba de un portazo

intentábamos no temblar mirando

un punto fijo del aire sobre el plato.

Jurábamos que no eran lágrimas,

que eran hojas.

La casa se llenaba de hojitas caídas

y mi mamá decía

qué iban a pensar los vecinos,

entonces las escondía

en colchones y almohadones

y aprendía a bordar

cada vez mejores formas.

Así nosotros nos volvimos

árboles de invierno.

 

© Ohuanta Salazar

 

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Poema de Leandro Murciego

 


En sus ojos no cabía ni un alfiler más.

En ellos tenía el mundo.

Vi el hambre, la soledad, el silencio.

el abrazo, el amor, la revolución.

el que fui, al otro y a todos los compañeros.

 

“EL CUENTO DE LOS CRIADOS”

 

© Leandro Murciego

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Poema de Juany Rojas

 


De silla en silla      buscando el justo ángulo

para atrapar la angustia

me siento

De oscuro en oscuro

soñando en asestar el tiro perfecto

a todas las sombras


Un día nos bautizan

nos liberan de la sombra que nunca tuvimos

Nos eligen religión      nombre

y a algunos hasta la caja donde irá a refugiarse

la orfandad de los pobres huesos


© Juany Rojas


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Poema de Josefina Kackielo

 


Deja correr el agua

y hasta su sombra escurre mansa

por el vertedero

 

La piel bruñe su última gota

de barro y agua

 

Mañana

nadie preguntará la nostalgia

 

© Josefina Kackielo

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Poema de Gladis Domínguez

 


Arrebol

 

Sonríe sin prisa el viento norte.

Un arrebujo acalorado

se encresta desde

los campos hasta la orilla.

El río perdió sus sandalias

baja descalzo y embarrado.

Las horas transfiguran el paisaje

sin perder el baño bermellón.

El cielo se ruboriza

mientras lo miro

echada sobre el pasto.

Las pocas nubes

se desperezan y escapan.

 

En la profundidad del verano

el atardecer me regala

una tajada de sandía.

 

© Gladis Domínguez

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Poema de Daniel Villaverde

 


Me enfrento

a la vidriera

casi acomodo mi cuerpo

al del maniquí

con la ropa que me gusta

en el centro

muchos de nosotros

nos paramos

a ver

soñar

y desear esas etiquetas

o rayas

de las ropas que queremos

pero la cantidad de gente

como en estampidas

o hileras de hormigas

feroces

que transita

las veredas

discontinuas

nos empuja hasta la manta

en la que la ropa es parecida

y

que podemos comprar.

 

© Daniel Villaverde

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Poema de Susana de Iraola

 


TALLADAS DESDE EL POLVO

 

Será cuando se alarguen los huecos

cuando los gritos y las lágrimas abran surcos de niebla

 y se marque el asfalto con el color de sus nombres

 cuando los días y las horas se enajenen

 para hundirse en el sepia de las fotos antiguas

 ellas tallarán en piedra desde el polvo

 serán brasa en la noche los ecos de sus giros en la Plaza

 pura memoria se abrirán a los ojos ausentes 

 fantasmas vivos volverán

  en el encuentro.

 

© Susana de Iraola

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Poema de Isabel Llorca Bosco

 

 

BOSQUES DE PAPEL

 

Al mirar las destrucciones

para edificar de nuevo,

como Alejandra, la grande,

(ya que es propio del poeta ir más allá del papel)

me maravillan los viejos empapelados,

que no se han podido despegar.

Quisiera traspasarlos,

y recorrer los bosques color pastel,

nocturnos por momentos,

Infinitos, indefinidos

y hollar los senderos con los pies

mientras la mente oscila entre la dicha y la desdicha.

Bien lejos de la gente,

me deleitan los objetos que se cargan de historia

y me llevan a un universo de sensaciones

que se han despertado al recordar.

Siempre dentro del silencio,

me enciendo de voces.

 

© Isabel Llorca Bosco

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Poema de Antonio Ramón Gutiérrez

 


SIMULTANEIDAD 

 

Todo está sucediendo al mismo tiempo,

mientras escribo este poema y lo nombro:

En Roma están asesinando a César,

un ejército templario todavía entra

en el desfiladero Cuernos de Hattin

cerca de Jerusalem, en este instante

está ardiendo Cartago (¿puedes ver las llamas?),

Diógenes cavila en una plaza de Atenas

(estoy hablando con él bajo un árbol),

un navegante genovés surca el océano,

la traición a Cristo aún no ha atravesado

siquiera la galaxia, una estrella apagada

continúa brillando. Todo es simultáneo

y ocurre en este preciso momento

en que tú lees esta repetida página.

En el campito de la vuelta de casa

soy un niño jugando a la pelota,

mi padre sigue regresando del trabajo

a la misma hora con las mismas preguntas,

mi abuela Natalia muere todos los días,

todos los días bombardean Plaza de Mayo,

alguien repite los pasos en la galería.

Hemos entrado en esta dimensión

y escribimos el mismo poema interminable,

la misma grafía, el mismo atardecer.

El gato en el patio es el mismo gato

que habita en un templo de Atenas

o en Paestum o en una casa en Bell Ville.

Afuera corre viento y hace frío

y se escuchan las creaturas sobre la hierba.

Todo está sucediendo al mismo tiempo,

en este momento exacto

mientras escribo este poema y te nombro.

 

© Antonio Ramón Gutiérrez

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15/2/25

Poema de Pilar Sanjurjo

 


Desde el balcón comentamos el crecimiento incipiente

de un árbol pequeño en la medianera del edificio de enfrente.

Vos lo miras fascinado creo que un exceso de esperanza

depositada en esa endeble rama raquítica.

 

Los días son silenciosos en tu balcón 

somos vos y yo    y la estúpida rama todo el dia

observándonos crecer.

Esta noche soñé que la rama se quebraba

y durante todo el tiempo que soñé sentí alivio por ella.

 

Despierta ahora veo escasamente tu sombra perimetrada

me zambullo en los movimientos de tu respiración

esperando que las primeras gotas de luz te pellizquen los ojos

y vos los abrís molesto solo luego de haber intentado retener el sueño

y me miras sabiendo que hace horas tengo los ojos   titilando

                                      de acá para allá

y me decis cómo dormiste y no es una pregunta aunque suene así.

 

Seguimos acostados  

desde el balcón llega un humo claro   

corremos a mirar

Vemos el piso último del edificio de la rama raquítica

prenderse fuego    no alcanzamos a ver las llamas

 

Vemos el piso último del edificio de la rama raquítica

prenderse fuego    no alcanzamos a ver las llamas

nos conformamos con el humo espeso escapando desde sus poros

nos conformamos con las sirenas y el pánico

nos conformamos con imaginar los pormenores:

¿Habrá alguna mascota en el lugar? ¿habrán alcanzado

a sacar sus ahorros?

¿Qué sería lo primero que agarrarias vos? 

 

© Pilar Sanjurjo

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Poema de Pablo Duca

  


Desde el brazo mecánico de la máquina agarra peluches se puede ver

todo el territorio del poema las palabras las letras derretidas

fundidas unas con otras por el sol y el agobio de la espera

al poeta que busca en su idioma materno

cómo traducir al papel su propio miedo a la muerte

el brazo mecánico se detiene brusco tenso paralítico con la mano

en garra con ofuscación ansiosa descreído con una palabra a medio soltar

nadie confía en que la pereza del escriba revolucione a este poema

el poeta está congelado recién salido de la heladera humana

(todo ser humano está recién salido de una heladera a las 5 de la tarde)

se pregunta si en vez de una máquina agarra peluches Dios

le hubiera dado una pistola o un Joy stick para disparar palabras

y no hay razón para pensar que esas letras derretidas

por la pesadumbre de la tarde se vuelvan rígidas de hierro

vayan a conformar un verso con ritmo o sentido

y le dé movimiento a esta letanía de noviembre

a este pegajoso mundo plástico que se derrumba

y el brazo suelta una palabra como siempre para que el niño llore

(toda máquina fue creada para que un niño llore

sea la hora que sea)

a este Joy stick en el que se ha transformado la garra del brazo

a este atónito poeta que no deja de leer el diario y piensa

una y otra vez

en el cráneo en la palabra que lo perfora

y en cómo se llama la muerte.

 

© Pablo Duca

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Poema de Cintia Eleonora Ceballos

 


No dejarme marchitar

no quedarme en el mortero y

descubrir

a empeño de machaques

lo que hay dentro

de mí.

 

Abandonar el cuenco

aunque mi cuerpo haya tomado con

el tiempo

la forma

de su curva.

 

Resistir la piedra

que se acerca con fuerza

escribir

la gramilla que se extiende.

 

© Cintia Eleonora Ceballos

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Poema de Emiliano Campos Medina

 


Una niña qom empuja

con su mano el hocico

de su chivito

que mastica los caramelos

de a puñados.

Vuelve el zumbido en el aire

cae otra lluvia

pero de plomo

 

© Emiliano Campos Medina

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Poema de Adelina Lo Bue S.

 


 

CASA DEL CREPÚSCULO

 

Suena la voz del océano.

Como un desconocido

avanza en la casa del crepúsculo.

Reza el mundo la plegaria del tiempo.

Va y viene la piedad. Arrastra lo que resta

en la tierra.

El pavor reposa en el alma,

y la arena

grano salpicado

aplaca la sed de las mentas

quemadas en las costas.

 

© Adelina Lo Bue S.

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Poema de Miguel Fuchs

 

Aparente

 

El aspecto físico en qué lugar de tu forma

tan bella está. La angustia oculta

entre las repeticiones o series

de Netflix. Qué historia

te contás sobre la vejez

para no decir muerte y buscás

los likes

que no te podés poner. Las metas

son consecuencia del aburrimiento,

nadie sabe lo que hace, a pesar de la rutina

que nos inyecta la aparente tranquilidad

antes de irnos a dormir.

 

© Miguel Fuchs

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Poema de Carolina Bugnone

 


Retiro

                     

               “Mientras tanto café, y con viento a favor

                            suena la alarma y manoteás la lapicera”

                                                                      Laura Wittner

 

algo para comprar la leche

algo por favor

insiste, cree

que no quiero darle

porque tardo en responder

veo los rulos apelmazados

las piernas flacas y torcidas

cómo se tambalea entre las personas

torpe, sucio

tendrá la edad

de mi hijo

 

busco algo que ahora no tengo

lo miro a los ojos para que sepa

que de verdad ahora no tengo

que de verdad algo renguea

como él entre las mesas

en este bar de viajantes grises

como si al mirarlo le diera al menos

la idea de que no es una sombra

de la que quiera huir

como huyen los animales frente a otros

de los que desconocen su potencia

 

más que correr quiero llorar

pero la culpa me convierte en una ridícula

revolviendo otra vez en la cartera

si ya sé que ahora no tengo

 

entonces miro para abajo

como una más de los fantasmas

que se recortan de este lugar

para pasar sin habitarlo

ni contactar con nadie

y quedar fuera de todo riesgo,

pero en la mesa tengo

un poema de laura wittner

que me dice cómo escribir poemas

según la receta de una abuela,

lo único que puedo hacer ahora

es escribir en el celular

que no creo tener derecho a desesperarme

que el chico ya se fue

y que va a venir otro

y yo ya no voy a estar acá.

 

© Carolina Bugnone

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14/2/25

Poema de Rafael Felipe Oteriño

 

 

TOMAS EL BREVE TALLO

 

Tomas el breve tallo,

lo rodeas de tierra firme.

Cuidas no lastimar

las raíces desnudas.

 

Esperas

la llegada del verano.

Le ruegas que resista,

que no crea en la muerte.

 

Que abra sus corolas

en un golpe de viento,

sin preguntar hacia dónde

ni hacia quién.

 

© Rafael Felipe Oteriño

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