30/5/25

Poema de Facundo Giménez

 


a esta hora la luna

y todavía el calor

hilos de luz se filtran entre

las hojas de los árboles

aves nocturnas

vigilan

         acompañan mi andar

 

sobre las ramas troncos

del viejo timbó

se desparraman cuerpos

cansados de hacer patria

reposan albañiles camioneros

un yuyero del mercadito

el chipero del pueblo

 

no tengo miedo

porque en el monte soy

 

un pombéro

               mi ángel

 

en la oscuridad sus miradas

sobre mi

cuero desnudo de mitaí

angaú

 

cada noche regresan

              de todos uno solo

despliego mi encanto mientras

camino

entre los yuyos me entrego

conozco el oficio

 

cuando termino

               a voluntad

como la curandera

hasta el más sogüé sabe

agradecer

 

© Facundo Giménez

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Poema de Estefanía Ceballos

 

 

la hija huérfana de la madre huérfana

se mira al espejo de la habitación vacía

se descubre idéntica a la que ya no está

con la vieja alianza en su mano izquierda

como un puente

un lazo invisible con la otra puerta de la historia

 

es la mudez que se instala

en medio de la palabra siempre

 

la hija huérfana        camina por las habitaciones de la infancia

escucha a los que no dicen     a los que no entienden

son los muertos de la madre de las huérfanas

que celebran el último encuentro

 

mientras aquí estrenamos

el ritual

de cerrar puertas

 

© Estefanía Ceballos

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Poema de Olga Edith Romero

  


PROFECIA

 

Hay que esperar /

recordar el sacrificio de Zurvan* /

leer antiguos libros sagrados.

 

Unir trozos de pieles /

reconstruir palabras quemadas

y encontrar la respuesta.

 

El reino de Ahrimán* acabará estos días /

es sólo un pensamiento / su gemelo lo sabe /

la oscuridad se marchará detrás de las montañas.

 

Las tres cabezas que masacran este pueblo

han de caer en profundos ríos de fuego /

muchos son los guerreros / sólo uno elegido.

 

Todo fue revelado en el principio /

todo fue predicado. /

Sólo queda esperar.

 

*Zurvan Akarana: Dios primordial en la religión persa. Dios de lo infinito y del destino. Era hermafrodita. Su nombre significa tiempo.

*Ahrimán: Dios de la oscuridad persa, personificación del mal, portador de la muerte y de la enfermedad.

 

© Olga Edith Romero

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Poema de Juany Rojas

 


Lento      pernicioso

el amarillo escaló sobre el verde

hasta debilitar las hojas del gomero

y soltarlas del tallo

Muerta la raíz      muerto el follaje

solo quedó desprenderlos

volverlos a la tierra

Dejarlos ir

 

© Juany Rojas

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Poema de Juliana Chacón

  


ITINERARIO


Hacés girar el globo terráqueo

desquiciándolo de su propio eje

una y otra vez

Imaginás destinos posibles

aeropuertos hacia los que podrías partir

abandonando un jirón de vos

Los letreros acaso digan dónde estás,

el horario del próximo vuelo,

el acceso a otro embarque

como ser

Milán, Barcelona, Nueva York,

Tebec, México, Lima

Podrías pero no

Camino al trabajo

te preguntás si no es mejor

dispararte

una flecha al vacío

tajear el aire de la ruta

sentir la aceleración del motor

latiendo despedidas

en esta

acá

monotonía

El azul a velocidad

del globo

lo tiñe todo.

Es un cielo el mar

una sacudida desvaneciéndose

un apuntalamiento del índice

para dejarte ir

sin impedimentos:

la imposible soledad

la hora de la comida

el timbre, la moto que pasa

el ladrido de los perros

la misma cama, el mismo aroma

el mismo día, la misma noche

abandonado

vos mismo

 

© Juliana Chacón

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Poema de Marisa Cascallares

 


Abandonada de mí

huyo del día.

Mi sitio

un lugar al borde del abismo.

 

La ajenidad deslumbra con luces mortecinas.

 

© Marisa Cascallares

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Poema de Diego Rodríguez Reis

 


El tiempo equidista

del espacio

lo mismo que el cielo de la tierra

 

la tierra es del tiempo

entonces

nuestras son la pausas

 

© Diego Rodríguez Reis

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Poema de Carolina Brieux Olivera

 


Refracción de la luz

 

Esa espiga doblada

en el origen del fuego

y todas las puntadas

en la carne de los días.

 

Donde el haz

se quiebre

por fin,

 

duerme mi niña,

 

duerme.

 

© Carolina Brieux Olivera

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Poema de Alberto Cisnero

 

 

decimos tren del oeste para decir

ésta es nuestra historia y nuestro

retrato es éste, pero no lo canto

por eso. ahora la tarde se diluye

o es la última claridad del día (luz

de mercurio en el andén y hojas

amarillas en la polvareda lejana).

es otro recuerdo de amor. y añado

un reclamo por el funesto servicio

público del transporte ferroviario.

porque fue la última vez que la vi

y porque ya no me quiere más.

 

© Alberto Cisnero

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Poema de Adelina Lo Bue S.

 


UN LIBRO EN EL SUELO

 

En el suelo hay un libro, rudo, sin tapas

sus páginas cuentan

de una sangre sacada del mar,

de palomas rojas que no vuelan,

de delgadas serpientes con cara de niño.

Sólo fragmentos de fraterno frío

que no ha hecho más que vigilar la espalda

dividiendo la cara sin ojos

del que mira un libro en el suelo.

 

© Adelina Lo Bue S.

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29/5/25

Poema de Leopoldo Castilla

  


EL AGUA

 

                A Salvador Garmendia

 

Hagamos de cuenta

que yo no sé que la lluvia

sólo ocurre en la palabra lluvia

que cae en sentido inverso al espacio

y es

porque deja de ser

como tu ojo deja de ser ojo

y es caballo

al mirar un caballo

 

no es natural

que llueva

es natural

                              que tiembles

                              que temas a la lluvia

 

que eres casi todo agua

construyes una casa

en nombre de la palabra hombre

agua creyente

te proteges del horror de caer

 

dices: lluvia

y eres agua

mirando agua.

 

© Leopoldo Castilla

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Poema de Cecilia Romana

 

 

Me decía: espéreme, por favor, espéreme. Lo decía

entreabriendo apenas la boca y yo,

sentada en su regazo,

alcanzaba a ver desde esa posición el paladar rosa

contra unas muelas cortas y fuertes: muelas

de un hombre de sesenta y cuatro años.

Él tenía una boca antigua y así me hablaba:

con leyes viejas

porque decía las cosas de una forma lenta

y en su forma de hablar se concentraba la raíz de las cosas

y después, inevitablemente,

en él también se concentraba toda la sombra que tenían las cosas.

© Cecilia Romana

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Poema de Catalina Boccardo

 


mostrás la boca de chiapas

mis huellas

los senderos bellos de cualquier mujer

extraviada

 

tu cara como faunas diversas

como planetas cobrando vida

 

manos que quitan

tu nariz profunda

 

el sexo oral

de los océanos

salitre

sus pequeñas conchillas

 

la saliva de los bordes ácidos

después del big bang

 

cuando tu reptil añoso

la imaginación el origen

aquellos primeros

solos

 

tan solos

 

© Catalina Boccardo

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Poema de Claudio Portiglia

 

 

Me llevó mucho tiempo aprender a escribir como cuando era chico

desprovisto de clisés

llamando las cosas por sus nombres

aunque sus nombres estén equivocados

y dándole prioridad a lo auténtico por encima de lo precioso

me llevó mucho tiempo liberar la voz

quitarle el ornamento

limpiarla de malezas

esquivar la hipocresía

tiempo y ganancias presuntas se licuaron en la empresa

ahora sé que raspo y que incomodo

como raspan e incomodan los niños que no saben mentir

pero elegí ser poeta no relacionador

y tampoco importa demasiado lo que hubiera elegido

recuerdo mientras pienso con Van Gogh

que tal vez “los que dicen que pinto demasiado rápido

me miran demasiado rápido”

 

© Claudio Portiglia

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Poema de Majo Bozzone

 


Dos cuerpos se penetran

el desamparo

nocturno

se cubre de carne.

 

© Majo Bozzone

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Poema de Antonio Ramón Gutiérrez

  


ROMA


          “Ser ciudadano de Ginebra, de Montevideo, de Austin y

           (como todos los hombres) de Roma.”  Jorge Luis Borges


Caminar una y otra vez estas calles,

atravesar los mismos lugares

como si hubiera estado aquí desde siempre

Y de pronto a la vuelta de una esquina,

en Rione Monti, me encuentro

con mi infancia en Bell Ville, con mi padre

que regresa del trabajo y me dice:

“mañana sábado iremos a Ordoñez

a visitar a tus tíos y primos

a los que hace tiempo no vemos”

y también las mañanas de los inviernos

en la llanura y la escuela Ponciano Vivanco

ahí cerca, vicina della Vía Nazionale

y el guardapolvo blanco almidonado,

el moño azul, la escarcha

en las cunetas de una memoria de tierra.

Más allá, a metros de la Piazza dell´Esquilino

el “Comercial” de la calle Entre Ríos,

los asientos de la contabilidad, la historia,

aquel poema de Rubén Darío que aún hoy

me acompaña como una música alada,

 la confitería bailable con el Credence…

y los Beatles y Almendra o Los Gatos

o si no el cine de los sábados con los carros

desbocados en Ben Hur, aquel amor

y ese beso en medio del fragor de la batalla

y luego mi radicación en Salta

en las proximidades de la Piazza Navona,

los primeros intentos del poema,

las clases de la universidad, los autores,

Liliana que lee a Leopardi, mi hija María Verónica,

los años agolpándose detrás de las puertas,

los libros, la literatura, las conversaciones,

la larga lista de hechos que surcan una vida.

Pero no es la imaginación ni un sueño;

todo eso ya estaba aquí desde siempre

porque Roma es el Aleph, el punto universal,

el haz de luz donde por un momento

confluyen simultáneamente

todos los hombres y todas las cosas.

 

© Antonio Ramón Gutiérrez

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Poema de Ana María Lassalle

 


SIN ALIENTO 

 

hay escaladores

que trepan las montañas

apenas enlazados

 

conversan mientras suben

 

se llenan los pulmones

de aire blanco de nieve

 

aprenden el idioma de las águilas

saludan a los cóndores

y huelen las agujas de los pinos

contra el mal de la altura

 

no se fatigan

no les duelen las piernas

no tosen

no les falta el aire

 

no es mi caso

 

por eso me preocupa

cómo llegaré al cielo

 

me llevarán las nubes ?

 

habrá como en los aeropuertos

una cinta mecánica ?

 

en el camino

me alcanzará algún rayo?

 

no se burlen abuelas

llegaré en mi caballo

 

él no le teme a nada 

 

© Ana María Lassalle

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Texto de María Soledad Gutierrez Eguía

 


LA NIÑA DEL TEJADO

 

Yo que me sé sola. Yo que me injurio pegada a los párpados del puño que da el golpe. Yo que “nunca necesite de mí”, que resigné mi nombre frente al mundo. ¿Perfume a qué?

Yo que me extraigo de mí con el grito insumido en los vientos y me escondo con la inocencia de la niña del tejado. ¡No quería crecer! Ella tampoco. ¿Por qué sostenerme en el verde, en los pájaros con hambre que nadie se atreve a ver? Ellos también sueñan, los he visto.

¿Por qué la mirada hacia nada que sabía? ¿Por qué me sabía antes de todo? Existía con la violencia de la verdad destructora. Me vivía acurrucada; no me compensó ningún olvido. Yo no sé olvidar.

Me revelo al mundo cuando insisto en consumar el tiempo que se abre entre mi nombre y la boca que lo nombra. Me recuerdo en la angustia de la que soy en todo el cuerpo. He tenido que aprender a sobrellevarme.

¿Por qué no me ovillo en el bolsillo del vacío y reposo infinita bajo el rostro de la ausencia?

Alguien me dibujó en el silencio y es dentro de mí donde los pájaros se enardecen.

   Negros pájaros en la noche; manos crispadas blandiendo sus alas.

 

© María Soledad Gutierrez Eguía

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28/5/25

Poema de María Granata

 


Las figuras

 

Hacinadas están en la pared.

Me miran y sonríen

y flotan en marea de humoso musgo.

¡Ah, su tristeza ya descarada

y el polvillo de cal

amontonado en sus lagrimales!

Llueve sobre sus voces.

La humedad agujerea sus pómulos,

les destiñe sus brazos desmañados,

las junta más aún.

Y la pared se llena de paredes,

destila su agua con capiteles,

sus telones de vinagre.

Me miran y sonríen.

En el áspero aire

trazan balcones frágiles,

cada una toma un resplandor corpóreo,

y se asoman al cielo de la casa.

 

© María Granata

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Texto de Hugo Francisco Rivella

 

 

Hijo, mira esta piel opaca, estas arrugas y el ademán que curva mi soledad. 

¿A quién le digo esta ternura? ¿A quién le digo? ¿A quién nombro si el sepulcro vacío solo guarda un recuerdo? ¿Dónde estás, hijo mío? ¿Dónde lloro el secuestro de tu cuerpo? ¿Dónde pongo las manos para aullar mis caídas? ¿Dónde ofrendar tu reino y liberar al hombre? 

Tu palabra es el rastro del grito, la voz que entra en las casas como un toro bramando, la música del árbol y el vuelo de los pájaros,

el puño sobre el rostro del que cae tu milagro. 

En el hijo del hijo, entre los marineros de un puerto de luciérnagas, entre las prostitutas que anuncian tu llegada, en el hombre común, en la madre soltera que amó hasta la indecencia, en ellos, Hijo, volverás cada día.

 

© Hugo Francisco Rivella

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Poema de Sylvia Cirilho

 


Mano a mano

 

me cobraba cada vuelta.

me cobraba los autores que leía  los tiempos  que tardaba, el jabón del baño, las tetas en el escote y como me reía.

Cuando pienso en él, pienso en algo descascarillado y roto.

Y pienso en lavar mis vísceras con vinagre.

 

Y a mano.x

 

© Sylvia Cirilho


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Poema de Néstor Alonso

 


Se me colma el alma

de papeles amarillentos   de palabras remotas

de colores siemprevivos    de un nombre

que amaré para siempre

todo juntado bajo una luz

que nunca fue mía.

 

© Néstor Alonso

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Poema de Eugenia Straccali

 


LA MÚSICA DEL POEMA

                                                                                         Quien no escribe ni está enamorado ni se                                                                                                                  psicoanaliza, está muerto. (Julia Kristeva)


Para escuchar la música de un poema hay que abandonarse

se precisa la lejanía

la interrupción del continuo humano


y su cansancio prosaico

ritmo de voces y pájaros contrasentido del mundo

que nos permite aullar

porque sabemos del terror

que produce estar en la superficie.


Oda al ruiseñor

siento en mi garganta

un lenguaje agitándose

poesía y dolor

estado de vigilia

en la apertura de la noche cesura de un verso

migra el sonido pardo de sus alas herida de la lengua


el poema peligra en la escritura

el silencio habita el lenguaje

y al mismo tiempo en sus fronteras.


Qué callado debió estar aquel mar para el milagro de la palabra.


Desde lo más profundo de la arboleda, un ruiseñor sacia con su melodía la obscuridad deseada

(P. B. Shelley)

 

© Eugenia Straccali

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Poema de Luis Raúl Calvo

 


De Sodoma y Gomorra

                                  Al recuerdo de mi padre

 

El viaje sin retorno te llevó por los suburbios

para elevar tu nombre en las arenas de Keops, Kefrén y Micerino.

Hay una danza de fuelles llorando en los balcones

y una tribu de rostros que suplican por tus manos salvadoras.

Tu ausencia es un diluvio con navegantes heridos.

 

De Sodoma y Gomorra, de la Biblia y los Mayas

la sangre de tu voz estalla en los cristales.

Hay un vientre cerrado con la muerte.

Un espejismo cruel acechando los designios, en cada partición

de las miradas.

Hoy retomo la leyenda unida a mis ojeras

la vida guarda en sus escamas un lunar para los sueños.

Te fuiste, viejo sabio. Se ha roto el día en medio

                                              de la lucha.

 La llama estuvo intacta hasta el último aliento.

 

© Luis Raúl Calvo


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Poema de Mirian Rosana Farías

 


Palabras que mandan


A veces, algunas noches, muy tarde, imágenes

se convierten en palabras. Y éstas autómatas,

casi intempestivas, se vuelcan en párrafos.

Lo hacen como susurrándome.

Porque primero me hablan, y después buscan ser

Poesía, para ser escuchadas.

Y pasan esos instantes a ser minutos y horas,

en un Coliseo de recuerdos interminable.

Y el insomnio desafiante entra en batalla con lo real

y con lo que a ellas, las palabras, les viene en gana.

 

© Mirian Rosana Farías

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Poema de Daniel Casas Salicone

 


 

En definitiva Ferguson fue una especie de linterna

No está mal la tapa del libro

Cóncavas o convexas las curvas nunca se cumplen

Hablo de economía

Comúnmente

las curvas de indiferencia tienen pendiente negativa

Muy sueltos los teóricos

Saben que hay consumidores que no tienen preferencias

No es para elegir que se mete medio cuerpo

en un conteiner de basura

Indiferencias

Los dueños de los recursos son también empresarios y consumidores

los empresarios son también consumidores

los consumidores son consumidores

Un conteiner es una especie de cubo de plástico con cuatro ruedas

visitado a diario por gatos, perros

mujeres, hombres y niños.

Miren,  una hamburguesa podrida puede ser sustituida

por seis salchichas mohosas

y generar el mismo nivel de satisfacción.

Eso es la tasa de sustitución.

Marginal.

 

© Daniel Casas Salicone

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Poema de Ana María Oddo

 


Miradas

 

II


El vidrio

tapizado de lluvia

deforma

los canteros, los árboles

el río

los botes anclados

los veleros.

Me pregunto

si ver el mundo con tus ojos

tan bellos

tan únicos,

             especiales, dicen

será como mirarlo a través de un vidrio

salpicado de lluvia

como borrar los contornos de las cosas

suavizar su rigidez

acortar las distancias

sincerar la explosión de tus deseos

buscar nuevos nombres para el amor.

 

© Ana María Oddo

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Poema de Alexandra Jamieson

 


BANQUETE


Dejá

de mover

de dar vueltas en la vidriera

de mostrarme

de exponer

la carnada

desde lejos

Acercate

hacete cargo:

poneme la carne

a disposición

a discreción

a gusto

a placer

desparramada en la cama

toda para mí

 

© Alexandra Jamieson

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