29/5/25

Poema de Cecilia Romana

 

 

Me decía: espéreme, por favor, espéreme. Lo decía

entreabriendo apenas la boca y yo,

sentada en su regazo,

alcanzaba a ver desde esa posición el paladar rosa

contra unas muelas cortas y fuertes: muelas

de un hombre de sesenta y cuatro años.

Él tenía una boca antigua y así me hablaba:

con leyes viejas

porque decía las cosas de una forma lenta

y en su forma de hablar se concentraba la raíz de las cosas

y después, inevitablemente,

en él también se concentraba toda la sombra que tenían las cosas.

© Cecilia Romana

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