7/11/25

Poema de Dolores Etchecopar

 

 

voy con un pájaro estrellado en mí

casi ingrávido

su pequeño cuerpo dado vuelta

sin alas para un cielo

antes comía de mi mano

una confusión de semillas muertas y vivas

un día me aturdió su trino

le di la espalda durante años

ignoré su pecho rojo como un corazón expuesto

su preferencia por una rama del tilo

su regocijo en los charcos que deja la lluvia

contra mi espalda se estrelló un petirrojo

delicada fue su caída en mí durante años

hasta sentir el roce de su espalda

sus finas patas en alto

sin apoyo en este mundo

acompañándome

 

© Dolores Etchecopar

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Poema de Adelina Lo Bue S.

 


LADRÓN DE INVIERNO                                 

 

En estas montañas donde es perversa la nieve,

como una historia

que no admite ser contada,

suena un surtidor.

Una sombra de leopardo a media luz

echa tierra con su mano

para que cuando duermas

junto al ladrón de invierno

no te falten las hojas

para hacer el fuego.

 

© Adelina Lo Bue S.

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Poema de Osvaldo Rossi

 


MUJER QUE PERDURA

 

Esta terca manía de fijarle raíz al corazón.

Elizabeth Azcona Cranwell

 

Está aquí, desde hace tiempo.

Perdura como el olor de la madera

como el sonido de los trenes

la esperanza

como los rayos solares

las fases de la luna, el asombro.

 

Ella tiende a quedarse

a hospedarse cómodamente.

Y es como un remanso

un conjunto de cisnes en la orilla del río

una noche pacífica, inmutable.

 

Ella a veces se inquieta

y tiembla, la sacuden estertores

y entonces hay viento, lluvias, represas vencidas

el agua sube y hay inundaciones

cielos de lava y piedras ardientes

palabras que incendian todo lo que tocan.

 

A veces, está lejos.

Es una isla en el mar de otro planeta

un terreno inhallable en cualquier mapa

un vapor silencioso

apenas la intuición de una presencia.

 

Y sin embargo, está aquí

en todos los rincones

en mis huesos

           a mi alrededor.

 

Porque ella se queda.

 

Ella perdura.

 

© Osvaldo Rossi

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Poema de Paulina Juszko

 

del relámpago a la noche

 

Una patada en el alma me mandó

del relámpago a la noche:

a los doce años te pesé Dios

mayúscula en mi vida

te pesé

¡y no diste la medida!

 te resolviste en  un agujero negro

repleto de estampitas.

Ante los ojos de mi alma vi

(entonces tenía una)

 caer en lo sin fondo

 una lluvia ácida de virtualidades:

 corazones sangrantes

  celestiales miradas

  coronas de espinas

 cruces

 hostias

  indulgencias papales

  ojos omnipresentes

  ángeles y demonios

    caían y caían en el agujero negro.

   Agujerotrouausenciahuecoburaco

   eso serías para mí

   de ahí en más.

 

© Paulina Juszko

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Poema de Rogelio Ramos Signes

 


Acerca de una foto al pie del Tunari 

 

La que sonríe sutilmente en la fotografía

frente a los portones

de la granja Patiño, en Pairumani,

es Marlén, de 14 años,

hija del señor Muriel

(desconocido por este cronista)

y de doña Etrudes Calatayud

(también en la foto)

48 años, desdentada ya,

de diestro y jocoso quichua.

A su lado, la señora Felisa

vecina del poblado de Vinto

de multisonoro aymara.

  (Se dice que la alcaldía de Vinto levanta una capilla

en honor a la Virgen de Urkupiña

con dinero del gobierno italiano.)

Y cerrando el grupo, Juan (el conductor del trufis

en el que viajamos esa tarde)

hombre de Quillacollo, silencioso aunque trilingüe.

 

El sol,

que en Amsterdam (dicen)

da su exacto color a las cosas,

o que en Lisboa elimina los tonos medios,

es un cuchillo de luz en Cochabamba,

un fantasma de vidrio

que ingresa en la cámara oscura

de tu máquina fotográfica,

un emisario del Inca

viajando en los destellos del tiempo.

Tierra aquí

tierra allá,

rota una y mil veces

el planeta en todas sus partículas.

 

Al fondo de la vista:

el pico del cerro Tunari

(5.000 metros sobre el nivel del mar)

telón exagerado, si se quiere

para fotografía tan modesta.

 

© Rogelio Ramos Signes

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Poema de María Del Pilar Mastrantonio

 

 

La noche está encerrada

Pedazos de sombra

Dicen

De desolación

(la cama está fría)

De gozos

(tal vez haya un amor en nacimiento)

La noche piensa en la llave

Mientras cobija espejismos

Al borde de la madrugada (a eso de las cinco)

Un pájaro equivocado

Canta

Un hombre quedó afuera

El agua del vaso en la mesa de luz

Se derrama en mar

Y arrasa

¿Quedará algo de los sueños?

¿Algún navegante desafiará

La inclemencia

Aferrado a la almohada?

¿La idea muerta

Recuperará la vida

En libertad?

 

La noche deja caer una lágrima

¿O mil?

 

El día ríe

Todavía no es tiempo de abrir la puerta

 

© María del Pilar Mastrantonio  

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Poema de Mariana Miranda

 

           

AMAZONAS


Mascarones de proa

enhiestos

vislumbrando

horizontes infinitos

de mar

sueñan

con volver a ser,

otra vez,

amazonas guerreras

perdidas en las profundidades

de las selvas,

volando en unicornios azules,

enfundadas en armaduras de acero,

guerreando

contra orcos siniestros.

Volando plácidas

sobre las aguas

del mar

ellas sueñan,

otra vez,

con matar

hombres…

 

© Mariana Miranda

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Poema de Marcos David Porrini

 


Mi caro y místico compañero, tu beso

deja una huella primaveral en mis nalgas.

 

Busco adentrarme en tu soledad acogedora,

Alejandrita, para abrir una herida de insomnio.

Mis dedos huelen a letras, recorren prácticas

de Cábala profunda; mientras el Universo

duerme, fatiguemos nuestra delicia acuosa.

 

© Marcos David Porrini

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Poema de María Marta Donnet

 



Llegaste a mi vida  azabache   obsidiana    amada

tan amada.   Brazos te recibieron   con el miedo

de la primera vez.   Brazos   débiles brazos

que escaparon ante la mordedura.

Yo aguanté el colmillo   la venganza   pagué el precio

de un brote   sin la anuencia de la naturaleza

sin el consentimiento de Dios.

Y te amé.    Y te amo.

Le encontré  el verdadero nombre a la vida

encontré el silbido    ese silbido que sonaba incomparable

en mi vientre   niña de mi vientre    sólo mía.

Una cuna sin padre    sin antepasado   arrugaba

la sabanita blanca   cubría el recién   segado   ombligo

alimentaba el amor   con el pezón profano  de la torpeza

Alimentaba el amor   alimentaba el amor

y una leche tibia        

cubría la existencia.

 

© María Marta Donnet

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6/11/25

Poema de Fernando Gabriel Vaschetto

 


OPORTUNISTA

 

Selecciona los mejores colores

para esa flor que nacerá de tu alma

esos que destilaste gota a gota

día a día al despuntar el alba.

 

Que nadie pueda decir que eres mezquino

cuando el amanecer te reclama

las flores se marchitan, lo sabemos

pero es eterno el perfume que derraman.

 

Y es eterna la sonrisa que provoca

una flor oportunamente regalada

entregada en el sonriente cofre

de tu propia ilusión enamorada.

 

Ya lo sabes, ya lo ves

ya fecunda tu pecho

ya es la flor

ya despierta la mañana.

 

© Fernando Gabriel Vaschetto

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Poema de Araceli Lacore

 

 

Medidas

 

Kafka escribió a su padre:

Tú eras para mi

la medida de todas las cosas.

Qué medimos entonces

los mortales

cuando vemos

los brazos

las manos de los otros

sus saberes

sus morales

más o menos aprendidas

a regañadientes,

qué certeza nos devuelven los espejos

si el que mira no es uno.

Quien te trajo a la vida 

te regaló también

el don de encontrar la muerte.

Medimos para medirnos

la ropa 

la cantidad de ingredientes

que lleva la comida

el tamaño del arroyo 

las compuertas que lo contienen.

 

Y quién te contiene a vos

niña en el aire

subida a la piedra

más alta del muelle

con la caña de pescar en las manos

y él

lo suficientemente lejos.

 

© Araceli Lacore

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Poema de Ana Gervasio

 


cartas de mi padre

 

en esta letra ligera y trémula

mi padre es ahora un hombre errante.

 

fue su mano, la misma que temblaba

entre mis manos como un pájaro,

la que escribió este incierto amor

esta dulce deriva,

este dolor que presintió, quizás,

su ausencia prematura.

 

la palidez de estos papeles

semeja la sombra de su cuerpo,

el resplandor de la arboleda

sofocando el aullido de su corazón.

 

detrás de estas palabras

apenas legibles, apenas humanas,

las huellas invisibles de mi padre

[su desesperanza, su obstinado fervor]

refutan la certeza de su tumba.

 

© Ana Gervasio

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Poema de Sergio Antonio Chiappe Riaño

 


Una flor que duerme sobre el agua

 

Hundo mi cara en tu regazo

para espantarme este miedo de seguir con

vida

sin saber que esperar mañana.

 

Cierro mis ojos y te contemplo;

pareces una flor

que duerme sobre el agua

 

me aferro a esa imagen

como si fuera la última

que mis ojos vieran

 

me aferro a la suave luz que

emerge

de tu cuerpo oscuro

 

Agradecido

desato tus alas

y me ofrezco de alimento.

 

© Sergio Antonio Chiappe Riaño

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Poema de Isabel Llorca Bosco

  


LA PIEZA DE VIDRIOS

 

Rombos granates, azules, violáceos.

Vidrios reconocibles por una antigua luz de una tarde que huye.

Una vida se apaga y otra se abre,

que no podría ser menor.

Esos rombos de vidrio que conmueven

no se apartarán ni de la interpretación freudiana

cuando la enferma ubicó su almohadón

como si su forma fuera un rombo.

Vidrios taladrados por el mediodía

son la capacidad de soñar

y de sufrir en silencio la orfandad.

¿Que puede proteger

un cristal que se rompe por nada,

en el marco de una casa hermosa y vieja?

¿Por qué nos pondrá tan felices sino por el colorido de otros días,

y la humedad de una guardada emoción?

 

© Isabel Llorca Bosco

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Poema de Rolando Revagliatti

 

Amadeo Modigliani 

 

Madame Pompadour y su puntualidad a la hora de la ironía

vino áspero en el vaso del compañero

amigas atravesándote con sus enyesados fuegos recónditos

amigos en los trazos de ternuras y vigores

 

Y tu Juana Hébuterne también ella gestando.

 

© Rolando Revagliatti

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Poema de Silvia Rodríguez Ares

 


Gracia

 

Hace frío

y mi madre está muy lejos.

Ahora puedo

pedirle que regrese

aunque sea de visita.

Hundida en el sofá,

enciendo la tv.

Es grande la pantalla,

los ojos de mi madre

vuelven.

Ella mira la novela mientras teje

bufandas a sus nietas.

Una lila, la otra rosa,

los nombres bordados

en punto de cruz.

Después, sin consultarme,

apaga la tv y sube

el volumen de la radio.

Se agitan las paredes de la sala,

el frío se amortigua en el temblor.

El ruido nos encanta,

en eso coincidimos,

ambas escapamos del silencio

sin hablar.

-Si me sobra algo de lana

tejo una bufanda para vos,

me dice cuando sale

en medio de la noche.

Abre cada puerta

y no cierra.

Las estrellas tienen frío

igual que yo,

la luna llena en Capricornio

es un disco de Sinatra.

Mi madre va girando con el viento,

la música pegada a su vestido.

Qué gracia tiene

para bailar.

 

© Silvia Rodríguez Ares

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Poema de María Julia Druille

 


El río perdido

El agua pasa veloz

Más rápido que el viento

Que los pájaros

Que este instante en que respiro

Ahora por el río va

El Great Dastern

Rojo, negro y blanco

Camino a Paraguay o quizá más cerca

A Rosario

Yo garabateo en la arena

Un entrevero de palabras

Cruzaría a nado este brazo del río

para llegar a la isla cercana

pero un cansancio de noches en vela

me retrasa

la tarde de octubre aún no seduce bañistas

las velas se entregan al bamboleo apetrolado

un ir y venir de lanchas quiere darle al río

ese aire de que es nuestro

sin embargo el muelle abandonado

el carguero que se oxida

a la espera de un fallo

esa vista fantasmal

saca de dudas

hemos perdido lo más nuestro

un centenar de tratados y de sellos

nos alejan

de la historia de esta pérdida.

 

Ramallo, 23 de octubre de 2025

 

© María Julia Druille

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Poema de Dolores Pombo

 


AZUL 

                 A mi madre in memoriam

 

azul profundo

lápiz lazuli del océano insondable

el cielo azul profundo

en la noche callada

la distancia azul de un cometa

el azul profundo

de tu rostro

ya etéreo

 

© Dolores Pombo

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Poema de Marcelo J. Valenti

 


ANALEPSIS 1

 

Ellas:

Sonámbulas, somnílocuas,

insomnes. Saltan en la

cama, tiene miedo de viajar,

bisbisean.

Ellos:

eterno gesto de sorna y de distancia,

de desdén.

Yo:

perdido en la conversación de los adultos,

con frío, con tos.

 

© Marcelo J. Valenti

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