Poema de María Julia Magistratti
Rabia
Yo tenía una rabia.
Cultivaba como flores una rabia.
Es domingo a veces en el pasado.
En la hora de la catequesis, habla el párroco de gris
con una lengua blanca en el cogote, atragantada.
El Monte de Sinaí queda más lejos que los toboganes
de los que nunca hubiéramos querido bajar.
Filisteos, sacramento, corintios, profetas,
palabras sin sentido mientras la hostia se pega en el
paladar.
Aliento a hostia nos quedaba como materia de silencio
y nada más.
Hasta que abrían la heladería de enfrente de la iglesia
que era como el cielo prometido.
Del otro lado de los vitrales, en las vías,
cada tanto asomaba un croto, nos hacía señales de luces con
un espejo,
y era el hombre del nuevo testamento, dispuesto a una siesta
de barro.
Una voluntad de huida tenía mi rabia. Y masticaba con mis
dientes hinojos robados de los jardines.
Más allá, del otro lado del tejido, los toros atropellados
por las moscas,
inmóviles como el mundo.
Y yo siempre estaba casi a punto de romperme la nariz contra
una pared
para demostrar que no existen las paredes.
© María Julia Magistratti
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