20/1/25

Poema de Federico Torres

 


las hojas del chivato se llenan de sol.

agua-oro infinita se derrama,

les deshace la noche, las preña de día.

 

es el este

es el río más allá de la espesura

es donde el monte te come el cuerpo, no como una bestia, no,

poco a poco:

 

la carne muerta es una herida por sanar.

 

© Federico Torres

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Poema de Ohuanta Salazar

  


Leona en la cárcel de Ezeiza

 

Leona madre no sabe

canciones de cuna

no duermas, bebé

no te duermas

que la noche es larga, larga

en la leonera.

Una leona no lee

cuentos para dormir

la celda oscura, oscura

la luna no llega

a la leonera.

No puede acariciar sin garras

te ama como fiera

pellizca, sacude

para que despiertes

y ya no estar sola

en la leonera.

 

© Ohuanta Salazar

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Poema de Luis Bacigalupo

 

 

acobardado no respiro

 

en el temor de agotar el aire

del baúl donde me encuentro

contra mi propia voluntad

 

lo primero en hacer sería

aflojar el nudo en tanto me hallara

con la corbata puesta, la única

que sería capaz de usar en

tales circunstancias, esa

roja de motivos que

parecieran remedar

oscuros

coágulos

de sangre

 

en fin…

 

en las condiciones bajo

las que me encuentro

no es fácil saberlo

 

aflojarle

el nudo para

intentar atarme con

ella las muñecas a nivel 

de la región lumbar

no sea cosa

que mis 

manos

en su des

esperación

se ensañaran

con mis ojos ya

sanguinolentos ya

alucinados ya

malogrados

 

sofocado espero en

esta tiesa des

aparición

que mi corbata

sepa guardar de mí

el mejor de los

recuerdos

 

yo de ella

por mi parte

habré de guardar

                 los míos

 

© Luis Bacigalupo

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Poema de Marina Coronel

 


Soñé que te acariciaba los párpados

 

Todavía escucho te quiero

cuando despierto.

Es probable que también

lo haya dicho.

 

Cuesta sostener el cuerpo así

asumir la diferencia

entre mi casa y la tuya

aislarse entre paredes.

 

Afuera hace miedo.

 

Las pesadillas crecen

con esa lógica perversa

de las invasiones.

 

Puede que a todos

nos pase lo mismo.

 

Adentro es el dolor.

 

¿Quién lleva la cuenta

de la gente que no resiste

la cura de estar lejos?

 

Un número

es sólo distancia.

 

© Marina Coronel

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Poema de Edith Galarza

 


pretérito pluscuamperfecto 

 

el pasado vino a verme hoy/se paró frente a mí/me dijo estoy presente

 

el pasado vestido de negro

en esta mañana helada

me invita un café que no tomo

me abraza de despedida

se hace una tristeza de despeñadero

y yo lo empujo

 

era necesario

 

© Edith Galarza

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Poema de Osvaldo Víctor Fernández

 

 

la lluvia cae

.

un torrente de vida

sobre el suelo dormido

.

como un eco lejano

golpea los vidrios

un murmullo constante

que llena el silencio

.

es un ritmo antiguo

una sinfonía de gotas

que bailan sin descanso

y en cada compás

me encuentro contigo

.

en el sonido

en la memoria

en el aire

.

canta

y su voz es un puente

que me lleva al rincón

donde vive tu risa

.

al instante en que el mundo

se detenía por nosotros

.

es música nuestra

sin palabras

sin nombre

solo notas dispersas

como las gotas

que ahora forman ríos

se unen y fluyen

buscando lo eterno

.

aunque la tormenta se disipe

aunque el cielo retome a su calma azul

cada vez que llueve

se manifiesta tu presencia

una canción

que nunca termina

 

© Osvaldo Víctor Fernández

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Poema de Silvia Susana Durruty

  


Hendijas


Un nombre, se detiene

en las hendijas de mi boca.

Un futuro coloreado parpadea

sobre las hendijas de mis ojos.

Acaso quiebren

la embriaguez de mi desierto.

Un rayo robado a la sombra

me toca apenas, me enciende

sensación agridulce

se cuela por las hendijas

de mis manos.

Mientras tanto

me encandilo

tambaleo

tanteo la vida

como los ciegos.

 

© Silvia Susana Durruty

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Poema de Jorge L. Carranza

 


Una vez

me rompí todo

pedacitos  de mí

volaron por el aire.

 

Muchas noches en vela

mirando el cielo raso

hubo.

 

Cervantes dijo

“ confiad en el tiempo

que suele dar

dulces salidas

a amargas dificultades”.

 

Así fue.

 

Desde entonces

la poesía

comenzó a escribirme.

 

© Jorge L. Carranza

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Poema de Belkys Sorbellini

 

Así

 

Libre con las crines al viento

Cabalgando en la orilla de mí orilla

Acumulo impulsos

Para volcar con ellos

Y arribar

                  Sentir

Y así

           Virar el tiempo.

 

© Belkys Sorbellini

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Poema de María Gabriela Micolaucich

 


LEVITA

 

Hay un yo    que se queda

                       suspendido

mientras otro    se escapa

en la búsqueda perpetua

            de reencontrarme.

 

He creído en muchas fantasías

descreídas por mi mente

               que no eran,

queriendo confundirme

cada vez.

 

Hay un yo, solo, único

al que sólo he querido

                y me habita,

un yo que sólo levita a veces

para mirarme desde arriba

para que pueda verme

               sin sombras

sumergida, y sin ahogarme

   sonreírle, a mí.

 

© María Gabriela Micolaucich

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18/1/25

Poema de María Teresa Andruetto

 


Extravío

 

Aún no sabe decir

su nombre y la han mandado

(a lo de Rabachino,

a comprar harina, azúcar

negra, polvo de hornear).

 

Si lo hace bien,

le darán

(caramelos, estampitas,

besos).

 

En el bar hay olor

a hombres, y a vino viejo.

               También un piso

flojo de madera,

               y ya está el miedo

de pisar en falso.

 

Lleva un papel escrito

(en el hueco de la mano

lleva la letra de su madre).

 

Le han ordenado:

No te pierdas, y va mirándose

los pies, cuenta

los pasos.

 

Cree

(... pero es una intuición

oscura) que quien se mira

los pies no se extravía.

 

Cuenta los pasos

(y después las sílabas,

los cuentos, las monedas),

con los ojos fijos en los zapatos,

pero lo mismo se pierde

en el recuento.

 

© María Teresa Andruetto

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Poema de Gerardo Lewin

 


Micrófono abierto II


                                    A Inés Manzano 

 

Derrama, madre,

tu luz sobre nosotros

pues hemos olvidado

tus palabras,

como semillas que no prosperarán.

¿De qué estabas hablando?

 

Nunca supimos que nos calcinarías

con nuestro propio fuego:

vinimos para oírte

y la ponzoña de los días

confunde tu voz con hachas, con hechizos.

 

Ya no sonrías: amar te facilita asesinarnos.

 

Te ofrendamos

mínimas excrecencias sordas,

ingenuos modos de persistir en ti.

 

Regrésanos mañana

a las vitrinas polvorientas del olvido,

distribuye al azar

nuestros retratos por las calles, preguntando:

"¿Ha visto usted este rostro?"

 

© Gerardo Lewin

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Poema de Fabiana León

 


Cada mañana mi vecino intenta

varias veces

encender su taxi

a diario se instala

entre su casa y mi escucha

el fracaso

por minutos me siento en vilo

al borde de la posible marcha

pero no llega pronto

hay una espera honda

viaje adormecido hacia todas

las heridas

 

y finalmente arranca.

 

© Fabiana León

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Poema de Cintia Eleonora Ceballos

 


Y ahora que esta primavera es inocultable

hay que decirle a la tristeza

que haga el camino inverso

al de las golondrinas

y busque el frío

 

que se aleje

estoy acompañada

hay dos palomas

que porfían el nido en el olivo

donde siempre

lo reconstruyen y se cae.

 

El crespón del vecino tiene brotes

y también la bignonia de casa.

Pronto habrá

un colchón de flores naranjas

en la entrada.

 

Riego todo

quiero compensar la lluvia,

la lluvia y la falta.

Y ¿saben qué?,

no hay que decirle nada a la tristeza

que se quede,

que se quede y se enrede

está

y también ella es

inocultable.

 

© Cintia Eleonora Ceballos

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Poema de Marcelo González Del Río

 


[AGUAPEY]

 

Vengo de un río angosto y bravo

quizás por eso

mis versos no guardan peces profundos

 

… alguna vez alguien murió en sus aguas

trago de memoria en río tan estrecho

                                            no lo sé del todo

quizás por eso la poesía se bebe de su morada

 

por 3 veces recurrí a su orilla llevando un lloro

yo no sé del todo ~ vengo de un río angosto

                                   con peces de bajada

quizás por eso es rojizo su verso tan osado

 

Vengo del lugar donde un río se termina

con boca ancha de riego que camina

                                            … y no sé

 si cuenta que siga siendo el mismo

más allá ~ cuando ya es otro el río

que versa y que se anima

 

                                ni yo tampoco.

 

© Marcelo González Del Río

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Poema de Ana Romano

 

Camposanto 

 

Punto de rugido

y muelle de una lágrima

Hechizo

en sótanos

Encumbran los recuerdos

y la corteza se muda

 

Consumido

guarda escalofrío

Cementerio de eclosiones

 

Erosiona el hollejo

turbado por espinas.

 

© Ana Romano

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Poema de Andrea Farchetto

  


Después

nos dimos la noche

las huellas del lenguaje

la cabalgata de las olas.

Hicimos llover

Y fuimos capaces… 

 

                         De atar el viento

 

© Andrea Farchetto

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Poema de Simón Dante Lorenzón

 

 

En la feria de la plaza la garrapiñada

es el perfume popular, una tarea digna

se mezcla en un recipiente de cobre inmortal,

la cuchara de madera protege las

herramientas.

 

Tres cosas no pueden faltar en el menjunje

azúcar, maní y la maña que persuade

paladares.

 

También los copos de sueños rosas y

celestes, inflados con glucosa.

 

El niño parado vendiendo máscaras,

delante del show, unos payasos

ofrecen globos e imágenes y

los trapecistas se atontan con trucos

de conejos  en galeras desfondadas  

 

© Simón Dante Lorenzón

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Poema de Elena Garritani

 


Adiós, in memoriam

 

                       Para Alicia Cóceres, viuda de mi hermano

 

Llegas a la casa de Fragata Sarmiento, donde novios y novias entonces

partimos.  Me abrazas, largamente.

Me dices que te estás yendo, que falta poco.

Los gatos y los pájaros también se van.

Todos nos iremos, dices, sobre mi hombro.

Pareces entera, pero duele el cansancio.

La ropa impecable y tu perfume ocultan el adiós.

Y nada más que aquello en mi recuerdo

que este abrazo en el sueño abriendo la vigilia.

 

© Elena Garritani

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Poema de Aura Re

  


Kiro 

 

Soy un personaje más

en la cadena de consumo infinito

desabrazado        incómodo

fuertemente atado a mi ombligo

suelto a veces

 

soy un engranaje en la serie

de existencias virtuales

solo uno más

 

pantallas        soportes y dispositivos

móviles

derraman sobre mi y los otros

una lluvia ácida que anega

en desencuentro

 

nuestras miradas son un muelle gris.

 

© Aura Re

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15/1/25

Poema de Mario Nosotti

 


Partir como el que intenta desmontar

un conjuro

vérselas cara a cara

con ese mecanismo

el sol entre las ramas

el sonido envolvente

pájaros que se encastran 

en bloques apilados.                            

 

Armar una figura

en la tenue insistencia de intuir

sendas en la mirada

la luz entre las hojas

los ojos o el hocico

que convienen o no  

a los llamados

de una correspondencia

más cerca de la bestia

donde vive lo humano.

 

© Mario Nosotti

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Texto de María Soledad Gutierrez Eguía

 


PROVIDENCIA

 

Te desdoblas en partículas inextinguibles. Las sombras todas, se esparcen en tiempos paralelos. El viento sopla en la dirección contraria… No es una premonición, es la certeza. Hadas blancas avientan pañuelos de colores y te invitan a presenciar la potestad y su vertiente. Conoces la salida, la has visto.

Es la providencia en tu puño cerrado.

 

Sospechas la distancia que media entre tus pasos y el talud. Un ángel te horado el sueño, el mismo que se encarnece en el pozo del temblor. El miedo te denuncia en el aljibe de las casas que nunca respiraste. Colmas tus ojos ciegos, de laberintos recluidos en la lobreguez de tus sombras forasteras.

 

¿Por qué te escarchas como el relámpago febril de madrugada? Es el vacío de esos ojos, fijos en la espesura de las puertas y paredes sospechadas. Es el guante de seda, sosteniendo el telar de espigas. Es la furia en el desierto del infortunio, cavando en la arena de la verdad. Es la memoria de tu voz, golpeando…

 

Es la luz atravesando la raíz de la extinción del tiempo. Hubo un clamor, una tormenta y un fuego. La marea se retrotrae a tus espaldas. La jaula de la noche pactó con el cuervo verdugo el ocaso de tu faz en calma.

¿Quién gime en la madrugada atravesando todas tus edades?

¿Quién tatuó la gárgola mordaz, en tu piel de niña sola?

 

Alguien, una sombra de animal, sorbe el agua del consuelo.

¿Quién bosteza tus suspiros y ríe a carcajadas secándote la lágrima?

Apenas sí, anhelabas el  rumor de un adiós efímero de mariposa, tristeza alada nocturna, te desvaneces en el llano de la cicatriz. En el fuego de sangre, te concibes vino.

 

¿Quién mora en los infiernos del indecible muro? ¿Qué antifaz autoriza la visión de tus ojos en el panteón de escenarios vacíos? Los ausentes se avecinan, escapan a los espejos y a los laberintos. Te custodia un atardecer huérfano de Dioses, la bestia en el claustro consumó el ayuno.

                           Alguien viene por ti…

 

© María Soledad Gutierrez Eguía

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Texto de María Del Mar Rodríguez

 


LAMEME 

 

Lengüetazo lento profundo despacio suave ruidoso besado sobre tu herida lento dejame curarte despacio con tiempo cada lamida la beso cada lamida con mis orejas gigantes podés entrar tu historia la recibo la recibo no le temo es de noche hace frío hace soledad mirá todo este pelo que tenemos de frazada vos llorá vos sangrá paso la lengua la dejo un rato como curita como paño ¿dónde más te duele? Vos aullá que acá no sos extrañeza acá debajo de mi pata también tengo un tajo gigante marcas de dientes acá también si mirás bien me cocieron mal y la sangre coagula recibo tu lengua lenta llena de saliva llena de conjuros lloro caen gotas del infierno abrigan un poco.

 

© María Del Mar Rodríguez

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Poema de Héctor Gabriel Ghidini

 

 

Marcas

 

El tiempo habita marcas

sobre la piel entera

 

mero mapa de ayer que se escurrió sin pausa

de la frente a las manos

 

se inscribe sobre arrugas como la misma tierra 

y aparecen simpáticos hoyuelos de viruela 

o estrías desgarradas en trabajos primeros, 

cada una es historia y no lo oculta 

como un hermoso texto da luz a su relato 

con estrellas, rasguños, tatuajes del descuido 

troqueles indelebles de vacunas 

olvidos sencillitos de la paz y la guerra 

allí están las caídas, los pozos de la infancia 

los alambres con púas, brujitas del baldío 

el anzuelo tembló junto al ojo inocente 

quemaduras de fuegos y de brasas 

con recuerdos de santos y fogatas 

así son estos signos de la sutil corteza 

jeroglíficos llanos con aires de misterio 

surcos pequeños, leves, y un territorio ido 

dan señales de muerte por células marchitas 

dan señales de vida por pétalos sonrientes 

así pasan los pasos entre espinas y ayeres 

que se alientan y añejan 

hasta ser sólo un mito 

al que le pongo el cuerpo.

 

© Héctor Gabriel Ghidini

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Poema de Estefanía Ceballos

 

 

en el patio de la abuela

vi por primera vez las ballenas

fui buzo en un océano con límites de plástico

y muñecas nadadoras

 

en aquel patio tuve casas de dos pisos

y pan recién horneado en latita de conserva

aprendí los juegos para ser una niña sola

y a tejer los hilos infinitos de la pérdida

 

allí        en el fondo de la casa de la abuela

entre flores de sultanas y justicias

di los primeros pasos

para despedirla

 

© Estefanía Ceballos

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Poema de Fabio Cardarelli

 


 No hice nada hoy,

                        descolgué mi corazón

                        dejándolo en caída libre,

nunca nada alcanzó tanto

nunca tanto fue tan poco y necesario

como supuse

vinieron las cosas a traerme sus reproches

 se quejaban desesperadas tumultuosas erráticas

les expliqué

-no molesten, hoy me pertenezco,

                                 hoy estoy conmigo-

el martillo el agua el cepillo azorados vibraban

el cuaderno el lápiz azul los libros crujían mi ausencia

el viento en ese juego siniestro

de provocar las hojas del jardín

estampando mi ventana tronó antes de irse : recupérate, vuelvo mañana!-

el pasto el ombligo de la tierra

la manguera

 la hoz

hasta la más pequeña bestia del jardín mostró su enfado

 

 No hice nada hoy,

 

estuve

contándome secretos que no conocía

  

fui austero además

solo gasté respiración

pensamientos

 latidos

 

Apenas usé el mundo

 

Simplemente

dejo a veces

que la balsas del tiempo

me traigan hasta mi

como un desconocido

 

lo miro

le sonrío

lo abrazo

lo llamo por mi nombre.

 

© Fabio Cardarelli

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